Un verano caliente. Capítulo 9

Un verano caliente. Capítulo 9

Esta es la historia de Julián, un chico de 23 años que después de pasar el mejor verano de su vida nos cuenta las historias que vivió y nos mantiene calientes en este invierno frío. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 9: La mejor fiesta
Se acercaba fin de año y eso solo podía significar una cosa: Joda por 2 meses seguidos. Como conté en el primer capítulo, había logrado terminar la facultad bastante al día y no tenía nada que rendir en Marzo, por lo que los 3 meses de verano eran para relajarse y disfrutar, y sobre todo para salir de joda. La primera fiesta no tardó en llegar.
Siempre alguien del club organizaba una terrible joda en su casa donde invitaba a varios grupos de distintos deportes. Obviamente no cualquiera estaba invitado, ya que el que organizaba decidía que grupo podía ir y cual no. Para mi sorpresa, la fiesta de fin de año de 2015 decidió organizarla Cecilia, lo cual significaba que Noelia y las culonas no iban a estar invitadas.
- ¡Que pendeja de mierda!- Comentó Mariana ese mismo miércoles a la mañana cuando ella, Noelia, Luciana y Estefanía se acercaron a nosotros para preguntarnos si íbamos.
- Y lo que pasa es que Emanuel está con Tatiana viste.- Les dijo Valentín como justificando el hecho de que nos invitaran.
Pero yo solo pude ver la mirada de decepción de Noelia cuando las culonas pasaron caminando por al lado nuestro haciéndose las divas totales. Me daba un poco de bronca que no llevaran bien, y más que nada porque Noe era mi garche asegurado después de cada fiesta. Y ahora me moría de ganas de volver a cogérmela después de la ducha de semen que le había dado.

A eso de las 7 de la tarde el club se quedó casi vació. La gran mayoría de las pibas se habían ido a preparar para la fiesta y los pibes estaban en el súper comprando eskabio y forros, es que sí, la fiesta de fin de año también era popularmente conocida como la noche en que todo se desvirtuaba. Imagínense, lleno de pendejas conchetas entre 16 y 23 años más o menos, completamente borrachas con la idea de llamar la atención a toda costa. Los pibes, chetitos con facha buscando como buitres alguna minita que les gusta en una casa donde los padres se van para que su hijo/a se pueda divertir con amigos. La fiesta de fin de año es un descontrol, pero siempre está buenísima.
Obviamente en los últimos dos años había terminado la noche con Noe. En 2013 se hizo en la casa de un pibe de rugby y terminamos los dos cogiendo en la pieza del hermano del loco con otra pareja golpeándonos la puerta para que nos apuremos. Paradójicamente, esa fue mi primera vez con Noelia. El 2014 se hizo en la casa de uno de los pibes de futbol de mi grupo uno que no somos muy amigos, y con Noe ya veníamos viéndonos y cogiendo bastante seguido, así que no tuvimos problemas en encerrarnos en el baño del primer piso y coger no solo una, sino dos veces seguidas a pesar de que en varias ocasiones nos tocaron la puerta. Ese año, parecía que iba a tener que buscarme una mina nueva, después de todo estaba lleno de gatitos el club.

- ¡Va a ser la mejor fiesta de todas!- La venían propagandeando las culonas por todo el club a lo largo de dos semanas.
Y de hecho apenas entrabas, te dabas cuenta que iba a ser una joda terrible. Nunca había ido a la casa de Cecilia, pero al pasar al hall de entrada ya me sorprendía el tamaño: era una casa enorme. Nos hizo pasar por el living directo al patio que no era ni la 1 y ya estaba lleno de gente. Rugby del ’93, ’94 y ’95. Algunos pibes de básquet, futbol de casi 6 generaciones, algunas chicas y chicos del grupo de tenis, un par de chicas de natación del ’93 y obviamente todas las chicas de hockey. Y la fiesta se fue copando más y más con el correr del tiempo.
El alcohol que solía llevárselo cada uno, desbordaba. Tan solo Santiago y Fernando habían llevado 3 botellas de Fernet para ellos dos, obviamente el alcohol no tenía nombre y terminabas tomando lo que sea. La música la ponía un DJ que los padres de Cecilia se habían encargado de contratar. De vez en cuando iba a parar a la pileta alguno totalmente borracho. Me hacía acordar mucho a las fiestas yankees y después de todo esa era la idea.
- ¿Les gusta la fiesta?- Nos preguntó Tatiana cuando vino a buscar a Emanuel.
La seguimos y nos encontramos con las culonas. Paula bailaba completamente desaforada con un chico de rugby de la generación ’94, Florencia al ver a Valentín se le tiró encima y se lo empezó a comer ahí delante de todos, Tatiana no tardó en separarse del grupo e irse con Ema a una pared y Martina (la que era un año más chica que las otras) parecía fuera de sí, con una botella de champagne en la mano, bailaba loca con cualquiera que se le acercara. La más borracha de todas era Cecilia. Estaba parada en el medio de una ronda formada por varias personas y se movía como una trola al ritmo de la cumbia que sonaba en ese momento. Cuando me vio me agarró del brazo y me metió al centro a bailar con ella.
Me meneaba todo el orto de una manera increíble y se daba vuelta para ponerme sus brazos en mis hombros e ir bajando por mi pecho. Parecía una despedida de solteros donde yo era el novio y ella la bailarina y todos los que nos rodeaban mis amigos que me gritaban cosas y hacían comentarios cada vez que ella hacía algo zarpado.
De la nada me empezó a comer la boca y durante unos segundos le devolví el beso. Pero enseguida caí de lo que estábamos haciendo y le corrí la cara. La agarré de la mano y la saqué de al ronda para llevarla contra una pared. La miré y ella se me rio. Estaba muy borracha. No podía parar de reírse y yo no me quería abusar, pero estaba muy lista como para dejar pasar esa oportunidad.
- ¿Vamos a mi pieza?- Me dijo antes de que pudiera decirle algo.
Obviamente acepté y empezamos a caminar entre la gente. Cuando entramos a la casa tuvimos que pasar por el living, ya que la escalera hacia las piezas estaba por ahí. Para nuestra sorpresa en uno de los sillones estaban cogiendo Paula y el chico de rugby categoría ’94. Ella estaba sentada arriba de él que tenía los pantalones por los tobillos. El flaco la agarraba del culo y la hacía subir y bajar mientras ella se movía para todos lados.
Pasamos por al lado y subimos al primer piso. Estaba lleno de gente, en su gran mayoría parejas que querían coger. Ella abrió la puerta a pesar de que un loco le dijo que había gente adentro, pero en realidad estaba vacío. Cerró con llave y se tiró en la cama, yo me acosté al lado de ella y enseguida volvíamos a estar besándonos.
Cecilia estaba tan desinhibida por culpa del alcohol que mientras me daba besos, me pasaba la lengua por toda la cara. Parecía otra persona a la que había conocido en el club hacía ya varios años. Esa chica más bien callada que tonteaba con sus amigas y que le encantaba hacerse la linda no estaba, ahora dominaba la escena la chica que había visto hacía unos días en el baño tocándose y gritando mi nombre.
Enseguida se puso encima mío y a pesar de que teníamos la ropa puesta empezó a cabalgar. Se movía para adelanté y para atrás mientras tenía sus manos apoyadas en mi pecho y se reía mirándome. Se fue sacando la remera y el corpiño, dejando al descubierto sus tetitas puntiagudas. Se las agarré y se las masajeé un poco mientras ella se seguía moviendo encima de mi cuerpo. Se acostó sobre mi y volvió a besarme. Entre besos y lengua me saqué la remera y al instante Ceci empezó a bajar por mi pecho y me panza sin dejar un solo espacio por lamer. Una vez que llegó a la bermuda, abrió el cierre y mi pija salió disparando hacia su cara.
Se rió por el golpe ya que le había parecido divertido, pero estaba tan caliente que sin dar muchas vueltas se metió la pija en la boca y empezó a chupar. Lo que hacía con la boca era increíble: se metía la verga casi hasta el fondo de la garganta y después de pasarle la lengua unos segundos se la sacaba mientras la chupaba de punta a punta. Con las manos se ayudaba y te manoseaba los huevos. Recorría cada centímetro de mi verga y me daba un placer como muy pocas minas sabían hacerlo.
Estuvo chupándomela un buen rato, yo no tenía ganas de que terminara y si era por mí, le acababa en la boca. Pero cuando decidió parar, se puso de pie y se empezó a sacar lo que le quedaba de ropa hasta quedar completamente en bolas. Mientras ella lo hacía yo me saqué la bermuda y el bóxer y aproveché para ponerme un forro. Cuando estuvimos listos, volvió a sentarse encima.
Primero se arrodilló y de a poquito le fui metiendo la verga. Al ver que no le entraba toda de una se la sacó y le metí unos deditos con saliva para mojarla un poco más y recién ahí consiguió que le entrara toda. Ceci estaba decidida a pasarla excelente, porque ni bien se acomodó empezó a moverse para adelante y para atrás haciendo que me pija estuviera de fiesta adentro de su concha. Volvió a apoyar sus manos sobre mi pecho como para darse impulso y tiró la cabeza para atrás en señal de placer. Yo levanté nuevamente mis brazos y le agarré las tetas para masajeárselas mientras ella cabalgaba.
No era tan ruidosa como Celeste o Soledad, pero de vez en cuando pegaba algunos grititos en señal de que la estaba pasando bien. De vez en cuando yo también expresaba mi felicidad con algún gemido o suspiro profundo, es que después de todo Ceci cabalgaba muy bien.
Se paró arriba de la cama después de un rato y dejándome a mi acostado se dio vuelta y se volvió a sentar, esta vez dándome la espalda. Las piernas en vez de ponerlas hacia el costado las tiró para adelante y los brazos para atrás, apoyando las manos a la altura de mis hombros. El pelo me caía sobre el pecho, pero estaba tan cerca de mí que la sostuve de la espalda. Una vez que estuvimos listos, volvió a moverse. Era increíble como cogía esa chica. La cola la movía para todos lados y mi verga le entraba y le salía de la conchita con cada movimiento que hacía. Sus gemidos eran un poco más fuertes ahora, esta pose le gustaba mucho más. Mis manos se resbalaban de lo rápido que se movía y de la transpiración que se iba generando con la excitación.
Acabó. Con un grito de placer enorme llegó al orgasmo y segundos más tarde se desparramó sobre mi cuerpo. Giró la cabeza, que terminó al lado de la mía, para darme un beso muy profundo y no tanto de calentura sino de agradecimiento por el buen sexo. Pero yo todavía estaba caliente, necesitaba acabar. Le dije que se pusiera boca arriba sobre el borde de la cama y me paré en el piso. Le puse las piernas sobre mis hombros y le metí la pija hasta el fondo. El placer era increíble. No llegué a estar así ni 5 minutos que pude sentir como la leche iba saliendo de mi pija. La cara de placer de Cecilia me volvía loco, mordiéndose los labios, con los ojos cerrados y apretándose bien fuerte las tetas, era una imagen hermosa.
Y nos quedamos ahí, los dos desnudos completamente transpirados, pero satisfechos. Ella de a poco iba recuperando la cordura y comprendió que había que volver a la fiesta. Pero yo sabía que cuando saldría por esa puerta, iba a ser el pibe que se cogió a Cecilia Martinez, la chica del culo increíble.


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3 comentarios - Un verano caliente. Capítulo 9

mono_canaya +1
Una locura!! Decime el club que voy a hacerme socio ahora mismo!! Rosario cuna de los gatos debería ser!!! 🙂
mono_canaya +1
Pero la pucha... Yo estoy x uno que hacen picadas de autos y motos los jueves en verano!!