Una diosa. Capítulo 44

Una diosa. Capítulo 44

Queríamos comentarles que estamos empezando un nuevo proyecto de relatos más cortos. La idea es un relato por día, donde la historia de cada uno empiece y termine ese mismo día. Pero para calentar más la cosa, la pagina se basaría únicamente en fantasías. Les dejamos el link para que nos vayan siguiendo ya que en los próximos días empezaremos a subir los primeros relatos.
Muchas gracias por todo!

http://www.poringa.net/FantasiasH

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 44: Yegua
“Hola Gabi! Cómo estás? Estuve pensando en ir el próximo fin de semana a Rosario y obviamente te quiero ver. Te extraño un montón” me escribió Gastón el lunes 1ro de Junio. El problema es que ese mensaje lo leí horas más tarde, porque en ese momento me estaba bañando con mi vecino en la ducha de su departamento. Nuevamente nos habíamos cruzado en el parque corriendo y después de “entrenar” un ratito juntos (fue más manoseo al aire libre que otra cosa) decidimos ir a pegarnos un baño a su casa aprovechando que sus viejos seguían de viaje.
Gian Luca tenía una energía increíble y lo demostraba a la hora del sexo. Un pendejo deportivo de 19 años con una pija de 22 centímetros bien gorda y con un aguante a la hora de coger que te dejaba con las piernas temblando. Algo que todas queremos en algún momento de nuestras vidas.
Me metió en la ducha levantándome sobre sus brazos y me estampó contra la pared para comerme la boca con ganas. Sentía como se le iba poniendo bien dura y se le paraba a medida que nuestros labios se mojaban más y más. El agua le pegaba directo en el pecho y caía por todo su cuerpo. Sus manos apretaban bien fuerte mi culo y su cintura rozaba mis piernas. Bajó besando mi cuello y se detuvo en mis tetas como lo había hecho las otras tres veces que nos habíamos acostado en la semana pasada. Las lamía como loco, se las metía en la boca y le pasaba la lengua por todos lados. Me besaba el pezón y me lo dejaba bien durito y después le pasaba la lengüita bien rápido de arriba hacia abajo.
Bajó su mano hasta su pija y sin soltarme me la metió en la concha. Despacito me fui sentando sobre ella y sobre sus caderas y una vez que la tuve bien adentro me empezó a coger. Apoyó sus manos nuevamente en mi cuelo con fuerza y comenzó a subir y a bajar mi cuerpo haciendo que saltara sobre su pija bien dura. Me provocaba gritar de placer el pendejo. No me importaba nada, quería pasarla bien y quería que me cogieran como loca y Gian Luca lo hacía a mucha honra.
Mis gemidos y gritos de desesperación se escuchaban por todo el baño mientras él me hacía saltar sobre su cuerpo y me besaba el cuello y las tetas como loco. No podía creer lo bien que me hacía pasar el hermano de mi ex amante. Sus brazos musculosos no se cansaban de sostener mi cuerpo y cada vez me movía más rápido hacia arriba y hacia abajo. No podía aguantar más, el fuego que me corría por dentro era demasiado.
- ¡Ay sí nene!- Grité y acabé un hermoso orgasmo que recorrió cada parte de mi cuerpo.
Gian Lica me bajó y se paró detrás de mi. Yo agaché mi cuerpo y paré mi colita para recibir su enorme pija en una nueva ola de satisfacción que me volvió loca. Puso sus manos en mi cintura y con fuerza empezó a cogerme desesperadamente. Su cadera chocaba contra mi cola y se escuchaba en un golpe hermoso que indicaba placer puro. No podía controlarse, estaba hecho una fiera y me cogía cada vez más fuerte. Me costaba creer como tenía tanta potencia adentro. Después recordé que era un pibe de 19 años que se estaba cogiendo a una diosa de casi 25 y entendí su calentura.
Terminamos como las otras tres veces. Yo de rodillas frente a su cuerpo y él pajeándose con ganas en frente mío. La leche terminó en mi boca, mi pera y mis gomas y cuando ya no salía más me acosté sobre la bañera y empecé a esparcírmela por todo el cuerpo mientras él se bañaba y me miraba con una cara de felicidad increíble. Él también estaba sorprendido de que eso estuviese pasando. Sus ojitos verdes denotaban la cara de fascinación de tenerme ahí como una esclava sexual.
- Dale, limpiate y te espero en la pieza.- Me dijo y salió de la ducha.
Con cara de sorpresa miré como salía del baño y mis ojos se clavaron en su culito hermoso. ¿Me esperaba en la pieza? Así que después de terrible cogía tenía ganas de más. Ese pendejo me iba a dejar en silla de ruedas. Pero no podía resistirme a su pija enorme y a su cuerpo excelentemente trabajado. Así que me levanté y me limpie el cuerpo bien rápido para después salir de la ducha y meterme en su pieza para encontrarme que él ya estaba en la cama y con la espada lista para una nueva batalla.

“Perdón que no te respondí ayer, es que me junté con las chicas y se me pasó. ¿Venís el finde?” le respondí el mensaje a Gastón a la mañana siguiente cuando me levanté para ir a la facultad. Al final me terminó contestando que no podía venir ese fin de semana porque él lunes a primera hora tenía una reunión y que después me hablaba para confirmarme que iba a hacer.
El martes fue un día de locos y terminé agotada y con la cabeza destruida, por eso cuando mi vecinito me propuso de encontrarme con él en su depto tuve que decirle que no. El miércoles sin embargo decidí salir a relajarme en el parque y nuevamente nos encontramos en las máquinas para “entrenar” un rato y después fuimos a su casa para una doble sesión de sexo caliente. El jueves repetimos, pero como iba a ser la última vez con su casa sola (nos íbamos a volver a encontrar pero no tan seguido) él se arriesgó a buscar algo más.
- Como despedida, podrías entregarme la cola.- Me pidió cuando ya estábamos desnudos y entre besos.
- Ay pendejo, ¿siempre querés más?- Le pregunté riéndome.- Lamentablemente te vas a tener que conformar sin eso.
- Ehh pero a mi hermano se la entregaste.- Me dijo riéndose y yo lo miré con cara de sorpresa.
- Bueno, si querés cogerme por la cola, vas a tener que conseguir a tu hermano.- Le dije provocándolo un poco más y la propuesta quedó en el aire.

Junio arrancó con mucho frío y la ropa sexy se empezó a dejar de lado. Siempre se podían usar pantalones ajustados y botas altas que eran muy sexy, pero era más difícil provocar a los hombres. Los padres de Gian Luca volvieron el viernes y lamentablemente se cortó nuestra seguidilla de sexo. Nos íbamos a ver un par de veces, en su casa o en la mía, pero cuando casi nos agarra mi hermano una tarde de la semana siguiente, decidimos calmarnos un poco.
El mes apuntaba a ser bastante tranquilo, pero cuando me enteré que el martes 16 de junio era el cumpleaños de Patricio, supuse que como buena secretaria que era debía darle un lindo regalito. Ese día me la jugué y a pesar de cagarme de frío, me puse unos zapatos, una pollera que me llegaba hasta las rodillas, una tanga divina y una camisa bien apretada con un pulóver finito encima. Cerca de las 11 de la mañana entré en su oficina y después de dejarle unos papeles cerré la puerta y bajé la cortina.
- ¡Feliz cumple señor!- Le dije con voz sensual y caminando hacia la parte de atrás del escritorio.
- Gracias Gabriela.- Me dijo él con voz firme.
- Tengo un regalito para usted.- Le dije parándome en frente de él.
- ¿Ah sí? ¿Puedo saber qué es?
- Mis labios.- Le respondí, me agaché y él automáticamente se tiró contra el respaldar de la silla.
Le bajé el pantalón y el bóxer hasta dejárselo por los tobillos y su pija se puso dura en cuestión de segundos. Me la metí en la boca y comencé a chupársela mientras le hacía una hermosa paja con mis labios. Le pasaba la lengua de arriba hacia abajo saboreando cada centímetro y cuando llegaba a la cabeza se la lamía bien rápido de un lado hacia el otro.
De repente alguien tocó la puerta y desesperada intenté pararme pero él me mantuvo ahí abajo y gritó que estaba ocupado y del otro lado se escuchó la voz de Juan Manuel que respondía que volvía más tarde. Entonces me dediqué a seguir con lo mío y volví a chupársela con ganas. Mi cabeza bajaba y subía a toda velocidad sobre su tronco y podía sentir su placer en sus suspiros casi silenciosos.
Le leche llegó unos minutos después y fue a parar directo a mi boca, sin dejar escapar una sola gota. Me la tragué toda y después le abrí la boca y le saqué la lengua para que vea que no había quedado nada. Seguí pajeándolo un rato mirándolo a los ojos y volví a desearle un feliz cumpleaños y él me agradeció. Después me levanté y una vez que él se acomodó la ropa salí de su oficina con paso decidido.
Pero no llegué a mi escritorio que escucho que la puerta de la oficina de Juanma se abre y él me llama. Entro y me pide que cierre la puerta y me siente en la silla. Sin tener idea de que quería hablarme, me senté en la silla y empezó a preguntarme algunas cosas que habíamos visto la semana pasada, pero enseguida alejó los papeles y me miró fijo.
- Así que te estás cogiendo a Patricio.- Me dijo directo.- Bien.
- Ni idea de que hablas Juan Manuel.- Le dije haciéndome la distraída.
- Si le vas a chupar la pija en su oficina por lo menos asegurate que estén bien cerradas las cortinas Gabriela.- Me dijo y sonrió.- Vi como estabas cabeceando atrás del escritorio.
Me quedé callada y mirándolo fijo. Nuevamente una amenaza aparecía y esta vez me preocupé ya que no sabía cómo podía llegar a reaccionar. Juan Manuel me dijo que no le iba a decir a nadie, pero que tuviera más cuidado la otra vez. Me levanté y cuando estaba decidida a irme me dijo:
- ¡Ah! El sábado te paso a buscar a las 11 ¿dale? Vamos a tomar algo y después vemos.- Y sonrió.

La semana fue bastante tensa. Juan Manuel hacía comentarios raros cada vez que se cruzaba conmigo y con alguien más y en dos ocasiones se ocupó de recalcarme que el sábado teníamos que salir. Decidí no contarle nada a Patricio y esperar a ver que me decía mi compañero de trabajo. “Que hijo de puta. Seguro que quiere coger” me dijo Andrea cuando le conté la situación y era obvio que él iba a querer eso. “Me lo voy a tener que coger” pensaba para mi y a pesar de que eso no era un problema me preocupaba el hecho de si él quería seguir haciéndolo.
El sábado a las 11 me pasó a buscar a una cuadra de cada y me llevó a un bar a tomar algo. Estuvo toda la noche haciéndose el agrandado, alegando que yo tenía que estar con él que era un excelente partido y que él me podía hacer muy feliz. Pero lo peor fue cuando Martín apareció en el mismo bar con su novia. Enseguida nos vieron y vinieron a saludarnos y él pareció muy sorprendido de vernos juntos. Pero a mi se me ocurrió una excelente idea.
- Sí, estamos saliendo.- Le dije a Martín con voz decidida y Juan Manuel no dijo nada y sonrió contento.
Lo que él no sabía es que ahora alguien de la oficina nos había visto y para él y todos los que trabajaban ahí, nosotros dos salíamos juntos.

Después de terminar una segunda ronda de tragos salimos y él me preguntó a donde queríamos ir. “Ni idea. ¿Vos que querés hacer?” le pregunté haciéndome la tonta y subiéndome a su auto. Me propuso de ir a tomar algo tranqui a su departamento y yo acepté sabiendo donde me metía. Llegamos a su casa y preparó dos tazas de café y nos sentamos a tomar tranquilos en el comedor.
- ¿Y ahora que vamos a hacer Gabi?- Me preguntó después de unos segundos de silencio.
- ¿Con qué?- Le pregunté yo.
- Gabi, yo no quiero contar nada. Pero algún beneficio tengo que sacar de esto.- Me dijo levantando los hombros.- Va… Me parece a mi. ¿No?
- Bueno, podemos negociar algo.- Le dije levantándome y caminando hacia el pasillo que daba a la pieza.- Podés estar una vez conmigo si tanto querés, pero una vez.
- Bueno, después vemos cuantas veces vale tu secreto.- Empezó él y se levantó y caminó hacia mi.
- ¡No! Una vez o nada.- Le dije parándome en seco y apoyando mi mano en su pecho.
- Está bien, está bien.- Dijo él riéndose.- Una vez…
Entrámos a su pieza y nos acostamos en la cama. Me besó, pero yo no quería besarlo, quería que me cogiera, que acabara y nada más. Era una sensación rara, ya que estaba ahí pero no quería estarlo. Juan Manuel de manera algo desesperada comenzó a desvestirse y al ver que yo me quedaba quieta me dijo: “Dale Gabi. Ponele onda sino vamos a tener un problema”. Su tono amenazador no me preocupaba, sin embargo supuse que si iba a hacerlo, lo iba a hacer bien. Después de todo no iba a ser la primera vez que fingiera.
Me fui sacando la ropa y en él se veía una cara de emoción al ver que mi corpiño volaba por los aires. Fue directo a mis tetas y las apretó bien fuerte y comenzó a lamerlas como loco. Supuse que iba a ser el que hiciera el trabajo duro, así que cerré los ojos y dejé que mi mente volara. Me costó concentrarme, pero no fue hasta que bajó a mi pantalón y comenzó a colarme un dedo que pude ver un rostro agradable en mi mente.
Gastón apareció en mi imaginación y me imaginé que era él el que me estaba tocando. Logré conseguir una sonrisa y eso apreció gustarle a Juan Manuel que dijo algo que no recuerdo y me metió otro dedo en la concha. A pesar de ser un idiota, lo hacía de manera suave y delicada y empezaba a gustarme. Me dejé llevar un poco por el placer y comencé a disfrutar de sus dedos jugando sobre mi cuerpo y tocándome el clítoris de manera delicada.
Pero duró poco. Juan Manuel se puso un preservativo, levantó mis piernas y sentí su pija entrar en mi cuerpo. Con violencia comenzó a moverse hacia adelante y hacia atrás y sentía como me cogía bien fuerte. Nuevamente cerré los ojos e intenté concentrarme, para segundos más tarde poder volver a ver la cara de Gastón frente a mis ojos. Los gemidos de Juanma me desconcentraban, pero cerré más fuerte los ojos e intenté por todos mis medios imaginarme a otra persona.
Sin que me diera cuenta miles de caras empezaron a pasar por mi cabeza. Gastón, Patricio, Tomás, Gian Luca y después algunos viejos amantes que tanto añoraba, como Hernán, Eloy, Nicolás y hasta Ignacio, el ex novio de Paola. Mi mente era un festín de ex amantes que me habían provocado muchísimo placer. Juan Manuel parecía ver mi sonrisa en mi cara y eso lo emocionaba a cogerme más fuerte.
Después me pidió que me pusiera en cuatro y me metió la pija con brutalidad y me empezó a coger bien duro. Apoyó sus manos en mi cintura y sentía como su verga me penetraba bien a fondo. Nuevamente imágenes de otros hombres comenzaron a circular por mi cabeza y comencé a disfrutar de que me cogieran. Pero era obvio que no iba a llegar al orgasmo con Juan Manuel.
Cuando me tocó ir arriba, él apoyó sus manos brutalmente sobre mis tetas y yo tiré mi cabeza hacia atrás y a medida que me iba moviendo iba recordando con quienes había practicado esa pose y la calentura me llevó a fingir un excelente orgasmo con gritos y alaridos de placer bestialmente exagerados. Pero él pareció no darse cuenta y cuando vio que había acabado, decidió que era momento de que me tragara su leche.
Me hizo chuparle la pija (“como hiciste con Patricio” me dijo”) yo agachada y él sentado en la cama hasta que la leche comenzó a salir. Dejé que me llenara las tetas de semen y enseguida me limpié con su remera, cosa que a él pareció no importarle. Me vestí lo más rápido que pude y estaba decidida a salir de ahí, pero él seguía acostado en la cama como si nada.
- ¿Estás apurada?- Me preguntó sentándose y poniéndose el bóxer.- Ahí te llevo a tu casa.- Me dijo y me miró de arriba hacia abajo.- ¡Que bien que coges Gabi! Ahora entiendo porque Patricio te aumentó el sueldo. ¡Si sos una yegua!


ANTERIOR

SIGUIENTE

0 comentarios - Una diosa. Capítulo 44