Una diosa. Capítulo 38

Una diosa. Capítulo 38

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 38: Noche de recuerdos
Al día siguiente me levanté y descubrí a Tomás durmiendo desnudo al lado mío. Fui al baño y me miré al espejo y al ver mi cara de destruida no pude evitar sonreír de lo bien que lo había pasado la noche anterior. Salí y vi que la puerta de la otra pieza estaba abierta, Ingrid dormía en la cama con un chico que desconocía. En el living Natalia y Francisco estaban acostados en el sillón, también dormidos. Afuera, tirado en una reposera viendo su celular estaba Emiliano.
- ¡Buen día!- Me saludó y le devolví una sonrisa.- ¿Che y que onda vos con Tomi?- Me preguntó de la nada, pero mi respuesta fue sentarme en la reposera de en frente y mirar a una planta con cara de nada.- Él te quiere mucho ¿sabés? No lo boludees.
Lo miré sorprendida, pero decidí no extender la conversación. No tenía intención de usar a Tomás, pero sus palabras me dejaron pensando en esa situación todo el resto del día, hasta que a la noche Florencia me hizo cambiar de idea con un mensaje donde me preguntaba bien que había pasado con Ignacio y Paola. “Qué onda Gabi? Pao nos dijo que estuviste con él”. Pero yo decidí no responderlo y esperar para aclarar las cosas.

La semana siguiente se vio plagada de idas y venidas. El lunes en la facultad no paramos de hablar del cumpleaños y de lo bien que la habíamos pasado. Tomás parecía estar mucho más enganchado conmigo y se atrevió en dos ocaciones a besarme en frente de todos, Emiliano me miraba fijo cada vez que lo hacía. A la noche llegué a casa y me acordé del mensaje que me había mandado Gastón y decidí respondérselo. “Gracias!! La pasé muy bien” le escribí y enseguida él me invitó ese sábado a tomar algo y festejar el post cumpleaños. Emocionada acepté su invitación.
El martes apareció Paola, que con un mensaje me dijo que teníamos que hablar. Le contesté que no tenía problema y acordamos en vernos al día siguiente. Esa misma tarde Hernán me escribió para disculparse por lo que había pasado. “La verdad es que siempre que te veo siento una debilidad increíble por vos. Pero tengo que superarlo. Te pido disculpas, pero lo ideal sería que no estuviésemos más juntos” me escribió después de un párrafo enorme donde me explicaba su punto de vista. Le respondí que me parecía bien, pero en el fondo sabía que no quería eso.
El miércoles me junté con Pao y entre gritos, peleas y llantos terminamos de aclarar un poco las cosas. Obviamente le pedí disculpas por haber estado con Ignacio y ella a mi por haberlo hecho con Hernán. Me reconoció que ella e Ignacio no eran la pareja ideal y yo le dije que por más que el hermano de nuestra amiga no fuese mi novio yo sentía algo por él. Al final terminamos las dos en un abrazo y un llanto que la gente del bar donde estábamos nos miraba como si fuésemos locas. Iba a pasar un tiempo, pero nos íbamos a arreglar con Pao.
El jueves en la facultad estuvo bastante tranquilo, pero en la oficina Juan Manuel se encargó de hacerle saber a todo el mundo que era mi cumpleaños y me invitó en dos ocasiones a hacer algo para celebrar. Por suerte para mi, apareció Gastón y en voz bien alta para humillar a mi compañero de oficina, arreglé con él la salida del sábado. La cara de Juan Manuel fue algo de lo mejor que me pasó esos días.
El viernes Andrea decidió hacer una comida en su casa y nos juntamos con las chicas. A pesar de lo hablado unos días antes, con Pao estuvimos un poco tensas, pero la noche se centró en Flavia que le terminó confesando a las chicas que era lesbiana. Nuevamente las emociones jugaron entre nosotras y a pesar de que todas le dimos nuestro apoyo, la noche se volvió emotiva.

Así llegó el sábado y un aire distinto me invadió desde la mañana. A la noche después de comer me fui a bañar y me puse ropa bien sexy, para minutos más tarde salir a las apuradas hacia la puerta. “Hola” saludé a Gastón cuando me subí a su auto y él me devolvió el saludo con un beso en el cachete y un “Que linda que estás” mirándome de arriba hacia abajo. Aceleró el auto y nos fuimos a tomar unos tragos a un bar un poco alejado del centro.
La noche fue hermosa, el clima acompañaba y los tragos estaban exquisitos. Gastón estaba muy suelto, hablando mucho y contándome como había sido su vida esos años, así como algunos proyectos que tenía. Yo también hablé bastante, contándole de mi noviazgo fallido y algunas otras relaciones que no funcionaron, así como cuestiones de trabajo, estudio y familia. No fue hasta las 3 de la mañana que nos dimos cuenta que se había pasado toda la noche.
- ¿Querés subir a tomar algo?- Me preguntó cuando estábamos volviendo y pasamos a unas cuadras de su casa.
Obviamente acepté. Estacionamos en la cochera y entramos al palier de su edificio, pero no fue hasta el ascensor, que sin dar muchas vueltas Gastón se tiró sobre mi y nuestros labios se encontraron después de todos esos años. Subimos los pisos que quedaban besándonos y cuando entramos a su casa le propuse de pasar de largo el café para ir directo a la cama.
Nos acostamos uno al lado del otro y seguimos con los besos. Gastón enseguida se puso encima de mí y yo le hice lugar entre mis piernas. No me acordaba lo mucho que me gustaban sus besos, lo bien que sentía estando con él. La ropa empezó a volar por los aires y cuando le saqué la remera vi un cuerpo muy bien trabajado que me encendió por completo. Gastón comenzó a bajar con su boca por mi cuerpo y cuando llegó hasta mi pancita me desató el cinturón y me sacó el jean de un solo saque. “Que linda tanguita” me dijo al ver que tenía puesta mi bombachita negra bien finita.
Me la corrió hasta un lado y empezó a tocarme la concha despacito. Sus dedos se movían sobre mis labios y mi clítoris haciendo que me mojara toda. “Mmm” gemí cuando uno de sus dedos entró a mi cuerpo y vi una sonrisa complaciente en su cara. Terminé de sacarle la ropa y antes de bajarle el bóxer él fue hasta la mesa de luz y sacó un forro que le lo puso en cuestión de segundos. Volvió a la cama y nuevamente se acomodó entre mis piernas.
Me penetró por completo y una ola de calor fue desde mis pies hasta mi cabeza. “¡Ay sí!” suspiré y pude ver nuevamente una sonrisa en su cara. ¡Qué lindo que era! De a poquito fue aumentando la velocidad y me iba cogiendo cada vez con más ganas, cada vez más fuerte. Lo abracé sobre los hombros y él agachó su cabeza para darme un beso bien apasionado. “Mmm sí” volví a gemir, esta vez al lado de su oído y eso pareció volverlo loco. Empezó a cogerme bien rápido haciendo que su pija entrara y saliera de mi cuerpo a toda velocidad. El calor me invadía y la calentura era impresionante.
- Dejame ir un ratito arriba.- Le dije al oído al cabo de un rato.
Él se acostó sobre la cama y me senté sobre sus muslos haciendo que su pija entrara una vez más en mi cuerpo y nuevamente esa sensación de placer puro me invadió. Apoyé mis manos sobre su pecho y comencé a moverme hacia adelante y hacia atrás, sentía su pija bien a fondo de mi cuerpo, me partía al medio, me volvía loca.
No pude contener un gritó de excitación puro que cuando lo largué sentí un placer inmenso. Un orgasmo precioso que hiso que me mojara toda y me provocó más ganas de seguir cabalgando a Gastón como loca. Apreté fuerte en su pecho y empecé a moverme cada vez más y más rápido. Él me miraba algo sorprendido y algo complacido de lo trola que me estaba sintiendo en ese momento. Sus manos en mi cintura acompañaban cada uno de mis movimientos y me volvían loca.
Despacito fue levantando su cuerpo hasta quedar sentado y posó sus manos sobre mi cola y yo junte las mías detrás de su nuca. Un nuevo beso se dio entre los dos y la conexión que había me excitaba cada vez más. Empecé a moverme hacia arriba y hacia abajo y él me ayudaba con sus manos sobre mis nalgas. Mis tetas subían y bajaban golpeando sobre mi cuerpo y él las miraba fijo con cara de baboso. ¡Aun así seguía siendo hermoso!
Terminó acostándome nuevamente boca arriba y él se tiró sobre mi cuerpo. Mis manos terminaron sobre mi cabeza y él subió las suyas y nuestros dedos se entrelazaron. Su pija entraba y salía de mi concha cada vez más rápido y cada vez más duro. Sentía nuevamente ese calor increíble, me mordía los labios para no gritar, pero no podía contenerme. Un nuevo grito de placer salió de mi boca y un orgasmo increíble llegó acompañado de una sensación de felicidad pura. Gastón acabó tan solo segundos más tarde también con un gemido de placer que me encantó.
Nos acostamos unos segundos y después nos vestimos y me llevó hasta mi casa. “La pasé muy bien Gabi” me dijo antes de despedirme con un beso. “Yo también” le respondí con una sonrisa en la cara entré en el palier de mi edificio. Casi atónita por lo que había pasado me fui a dormir. Estaba contenta, estaba feliz. Volvía a tener 19 años por una noche.

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1 comentario - Una diosa. Capítulo 38

suaveplatense +2
Despues de tanta locura un poco de tranquilidad y cariño viene bien
HistoriasDe +1
Nos gusta tu forma de pensar! Después de todo esa era la idea. Pero tampoco nos vamos a tranquilizar tanto no? Jajaja
Gracias por comentar!