Una diosa. Capítulo 30

Una diosa. Capítulo 30

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 30: La Navidad perfecta
¿Quién podía decir que esa Navidad del 2013 iba a terminar convirtiéndose en uno de los mejores días de mi vida? Risas, alegrías, regalos, buena comida, pero por sobre todas las cosas, 3 historias de sexo que voy a tratar de resumir, todo en una sola noche? Pero primero un poco del contexto.
Con Tomás habíamos seguido avanzando bastante. No estábamos de novios ni en nada fijo pero tuvimos otras sesiones de sexo intenso en su casa y en una ocasión una especie de cita que terminó en un telo bien caro a las afueras de la ciudad. Silvia, Natalia e Ingrid sabían de eso y las 3 envidiaban que haya podido atrapar al chico más lindo de la facultad. Nati, por su parte se había pasado de las suyas con Matías y estaban saliendo, a pesar de que ella seguía pensando en Francisco, él tomó la postura de no hablar más con ella y ahora las dificultades en el grupo se notaban por parte de los dos hombres.
En cuanto a las chicas de la secundaría la cosa seguía bastante igual. Florencia seguía de novia con Guillermo, Andrea mantenía su relación con Juan Carlos a pesar de que no tenían título alguno, Daiana y Gerardo continuaban con su noviazgo al igual que Paola e Ignacio y Ailín con Santiago. Las únicas dos que seguíamos solteras éramos Flavia y yo, que de a poco empezábamos a cansarnos un poco de las salidas de pareja y de las reuniones.
Julián, mi hermano, seguía de novio con Luciana y a pesar de ser un poco celosa ella empezaba a caerme cada vez mejor y me alegró mucho saber que venía a pasar Navidad con nosotros, así como también me alegró saber que Cintia, mi hermana, y su novio Emanuel también venían, lo cual generó emociones ya que hacía mucho tiempo que no estaba toda la familia junta.

Ese martes 24 nos levantamos y con mi mamá empezamos a organizar la casa mientras que mi papá y mi hermano bajaron al quincho a cocinar el tradicional chancho a la parrilla de Navidad (por lo menos tradicional para nosotros). Mientras tanto en paralelo íbamos organizando con las chicas de la secundaria que hacer esa noche. Ailín proponía reunirnos en la casa de su novio que estaba organizando una fiesta, pero Flavia y yo queríamos algo más multitudinario y por suerte para nosotras, Paola, Florencia y Andrea nos apoyaron. Así que terminamos acordando en encontrarnos en lo de Ailin a la 1 y después ir a un boliche de la costanera donde se estaba organizando una fiesta importante.
Pero al mismo tiempo yo me estaba hablando con Tomás para ver que iba a hacer él esa noche. Lo noté medio raro al ver que no me respondía muy seguido y que solían ser mensajes cortos, pero decidí no hacerme la cabeza por nada. Después de todo me dijo que podía pasarme a buscar por el lugar que quisiera y eso es lo que yo quería.

Para no dar tantas vueltas vayamos a lo que pasó esa noche. La cena fue tranquila, estábamos nosotros 7 y otros vecinos de unos pisos más arriba que eran 6 en total y entre comida y brindis fue pasando el momento. A la hora de los regalos Cintia y Emanuel nos sorprendieron a todos cuando le regalaron a mi mamá y a mi papá un sobre donde adentro había una ecografía. Las lágrimas de felicidad se apoderaron del momento y un abrazo general fue uno de los mejores regalos. Esa noche nada podía salir mal.
A las 12 menos cuarto mi madre me manda a buscar el champagne que estaba en el freezer de casa y cuando me subí al ascensor me llevé otra sorpresa. Esta se detuvo en el piso donde solía vivir Nicolás y al abrirse la puerta lo veo a él parado del otro lado. “Hola” lo saludo sorprendido y él me saluda entrando al ascensor. Me contó que estaba ahí para pasar Navidad con su familia y que lo mandaron a comprar una bebida al quisco de al lado que estaba abierto, pero el ascensor comenzó a subir ya que yo iba a mi casa. Fue una cuestión de segundos, pero antes de que se detuviera en mi piso me tiré a sus hombros y lo besé.
- No puedo Gabi.- Me dijo desilusionado.- No tenemos tiempo.
Pero si había tiempo para algo rapidito. Lo hice pasar a casa y ahí en la cocina lo empujé contra la pared y me arrodillé frente a él. Le bajé el cierre del pantalón y con brusquedad metí la mano adentro del bóxer para dejar al aire su pija hermosa. Mientras le bajaba el pantalón y el bóxer hasta las rodillas, con la otra mano le iba haciendo una paja hasta que la tuvo bien dura. “Gabi no” me dijo él para sus esfuerzos por liberarse fueron tan pobres que con solo correrle la mano pude seguir haciendo lo mío. Mis labios no tardaron en entrar en el juego y empecé a chupársela como loca. Yo tampoco tenía mucho tiempo, después de todo solo había ido a buscar dos botellas de champagne, pero no quería perderme la oportunidad de divertirme con Nicolás.
Se la fui chupando hasta que tuvo la pija bien al palo y ahí volví a pajearlo bien rápido. “¡Sí Gabi! ¡Seguí! ¡Dale!” decía él con las manos apoyadas con fuerza contra la pared. Y la leche llegó enseguida. Abrí bien grande la boca y una cantidad impresionante de semen salió de su pija para terminar en mi lengua y en mis labios. Cerré la boca y tragué lo que pude y me relamí el resto que había quedado en mi pera y en mi mano. Me levanté y me acerqué a él y mirándolo bien fijo le dije:
- ¡Feliz Navidad Nico! El mejor regalo hasta ahora fue tu lechita calentita.

- ¿Dónde estabas?- Me preguntó mi hermano minutos más tarde.- ¡Ya son las 12!
Después de brindar y de pasar a lo dulce me llegó un mensaje de Daiana que decía que en 10 minutos me pasaba a buscar. Subí a cambiarme y a ponerme ropa interior bien sexy pensando en lo que iba a pasar después. Bajé y justo me pasaba a buscar Dai y Gerardo en el auto de él, para después pasar a buscar a Andrea y recién ahí ir a lo de Ailín.
Cuando llegamos nos encontramos con una fiesta mucho más grande de la que nos imaginábamos. El patio de la casa de Santiago era enorme y habían armado una mesa al fondo donde cada uno dejaba el alcohol que había traído y sí, estaba repleta de botellas. Nos encontramos con el resto del grupo y a pesar de que nos llamaba mucho la idea del boliche, acordamos que íbamos a ver como avanzaba la noche y después decidíamos. Y la noche no tardó en sorprendernos. Cada vez caía más y más gente y a medida que la música sonaba y los tragos pasaban, las ganas de irse eran menos.
Con Flavia nos pusimos a hablar con un grupo de amigos de Santiago que estaban uno más bueno que el otro y entre trago y trago nos íbamos soltando más. Las dos sabíamos muy bien como conquistar a un hombre y bailar entre nosotras y bien apretadas era un punto muy importante. Dos de los chicos no tardaron en acercarse y en ponerse a bailar con nosotras. Franco era bastante alto y tenía un cuerpo bien armado. No era muy lindo de cara, pero sus ojos marrones me habían atrapado. Me invitó un trago más y después otro, y al cabo de un rato ya había perdido la cuenta de cuantos había tomado.
De a poco nos íbamos alejando del resto del grupo y cuando me di cuenta estaba apoyada contra la pared de la casa y él bien pegado a mi cuerpo. Había pasado un buen rato desde que comenzamos a hablar y como el tiempo pasaba volando y había que actuar rápido lo tomé de la remera y lo acerqué a mi cuerpo para comerle la boca con un buen beso. Franco enseguida se soltó y apoyó sus manos sobre mi cintura y me devolvió el beso. A tan solo unos metros de distancia Flavia chapaba con el rubiecito de ojitos verdes que la había sacado a bailar.
- ¿Querés que vayamos adentro?- Me preguntó y sin esperar mi respuesta me tomó de la mano y me llevó al living de la casa.
Nos sentamos en un sillón y después de algunas palabras perdidas volvimos a besarnos, esta vez más sueltos y con más ganas de zarparnos. Sus manos se empezaron a descontrolar y bajo por mi cintura hasta llegar a mis piernas. La metió entre mis muslos y despacito comenzó a subir, pero cuando llegó a centímetros de mi concha me alejé y lo miré fijo. Él me devolvió una mirada que no se que tenía pero que me volvió loca.
- Acá no.- Le dije y miré a la cocina que acababa de llenarse de un grupito de chicas que entraban para buscar vasos y hielo.
Sin problema él se levantó y volvió a tomarme de la mano y me llevó hasta el primer piso y entró a lo que debía ser la pieza de Santiago. Cerró la puerta y yo me acerqué a la ventana para ver entre la cortina como la fiesta seguía en el patio. Pude ver a las chicas que desorientadas miraban hacia donde yo estaba hacia unos minutos y después giraban su cabeza hacia el centro del patio en busca de mi.
Franco se acercó a mí y me tomó por la cintura y comenzó a besarme el cuello. Yo me di vuelta con una sonrisa en la cara y apoyando mis brazos en sus hombros volví a besarlo. Me excitaba mucho estar ahí, con toda una fiesta a solo metros de nosotros y estar a punto de hacerlo con un chico que acababa de conocer. Sin duda un gran causante de que yo hiciera eso era todo el alcohol que había tomado. Pero Franco me gustaba más a cada minuto que pasaba y su cuerpo por debajo de esa remera se veía espectacular.
Apoyé la cartera en la silla y me acosté boca arriba en la cama y él se acostó al lado mío. Volvimos a los besos pero esta vez mucho más zarpados. Sus manos nuevamente se descontrolaron y enseguida tenía sus dedos sobre mi short. Lo desabrochó con delicadeza y metió la mano adentro para encontrarse con una tanguita negra muy finita. Una sonrisa se le dibujó en la boca al mismo momento que sus dedos llegaban hasta mi conchita y comenzaban a acariciarla. Enseguida sentí como el calor me invadió por completo y la calentura que había empezado en mi cocina con Nicolás, volvió en un instante.
- ¿Sabés que quiero?- Le pregunté poniendo voz de nenita.
- ¿Qué?- Me preguntó él emocionado por lo que podía llegar a contestarle.
- Quiero que me la chupes un buen rato.- Le contesté y terminé haciéndole pucherito.
- ¡Qué lindo!- Dijo él y después de un beso bajó hasta quedar a la altura de mi cintura.
Me sacó el short de un solo saque y abrió mis piernas de manera bien suave. Después de algunos besos perdidos sobre mi cintura y mis muslos, corrió la tanguita hacia un costado y comenzó a chuparme la conchita con ganas.
La propuesta fue acertada, ya que Franco lo hacía de manera excelente. Su lengua que iba de aquí para allá se movía como loca sobre mi cuerpo y hacia que me retorciera de placer. Con una de mis manos agarré bien fuerte las sábanas y la otra la metí entre sus cabellos apoyándola en su nuca. Franco era un experto en el tema, ya que sabia como mover cada parte de su boca y cómo llenarme de placer. Subía hasta mi clítoris y lo movía con la puntita y bajaba hasta mi cola para lamerla de lleno. Un dedo curioso apareció y entró sin pedir permiso en mi concha y empezó a moverse hacia adentro y hacia afuera cada vez más rápido. Me era imposible controlar los gemidos. Su cabeza se movía en todas direcciones, su mano jugaba cada vez más y más sobre mi cuerpo. Mis piernas vibraban locas de placer. Su lengua me hacia retorcer de placer.
Y un orgasmo hermoso llegó junto con un grito ahogado de mi parte. Franco había conseguido hacerme acabar con sus labios y su lengua de una manera increíble y eso me calentó al máximo. Me levanté al mismo momento que él lo hizo y le di un beso bien apasionado para agradecerle. Pero mi celular sonó justo en el momento más inoportuno. “No atiendas” me dijo él, pero mi mente pensaba en que podía ser Tomás y por más de que acababa de tener un orgasmo increíble, no iba a perderme la posibilidad de estar con él. Atendí y era Andrea, que me decía que baje porque nos íbamos a la fiesta. Le dije que se fueran y que después yo iba, pero ella insistió. Así que algo molesta y con Franco que parecía decepcionado, me vestí y bajé para irnos al boliche.

- ¿Qué apareció la novia?- Le pregunté en el auto a Andrea.
- ¡Sí!- Me contestó ella.- Llegó Santiago y me dijo que la novia de Franco acababa de llegar y nos dijo que si te veía a vos con él iba a ser para kilombo.- Asique Franco tenía novia. No me di cuenta, pero en ese momento se me dibujó una pequeña sonrisa en la cara.
Llegamos al boliche y a pesar de que teníamos ganas de divertirnos y de pasarla bien, enseguida nos dimos cuenta que fue un error habernos ido de la fiesta. Estaba lleno de gente, muchos pendejos y el calor era agobiante y como si fuese poco yo estaba muy caliente de todo el sexo inconcluso que había tenido esa noche. Fuimos a la barra a comprar algunos tragos y nos pusimos a bailar a un costado de la pista. Pero los pibitos de 18 nos encaraban como si fuésemos nenas de 15 años y las chicas que pasaban nos empujaban y el mal humor se iba haciendo presente.
- ¿Y si volvemos a la fiesta?- Propuse yo pensando en que todavía podía hacer algo con Franco.
Pero las chicas dijeron que no, que habían pagado muy cara la entrada y que preferían quedarse ahí. Así que yo recurrí a mi carta salvadora y le mandé un mensaje a Tomás preguntándole si podía pasar a buscarme y a los pocos minutos me respondió que ya estaba yendo al boliche. Saludé a las chicas y con una sonrisa me fui hasta la puerta hasta que pasó mi amante.

Llegamos a la casa y fuimos directo a su pieza, ninguno quería perder tiempo y aparte yo estaba muy hot. Lo acosté en la cama boca abajo y con torpeza lo fui desvistiendo entre besos y toqueteo hasta dejarlo en bóxer. “¿Estás caliente?” me preguntó riendo al ver que casi desesperada me sacaba la ropa. “Muy” le respondí yo bajándome el short, “¿Me la dejo?” le pregunté al ver que miraba mi tanga. “See” me respondió el guiñándome un ojo.
Le bajé el bóxer y lo masturbé por unos minutos, no hiso falta mucho más y después me senté sobre su pija bien dura. Una sensación de placer combinada con alivio me invadió al sentir como su verga bien gordita me partía al medio. En cuestión de segundos ya me estaba moviendo bien rápido hacia adelante y hacia atrás como una loca. Estaba tan caliente que no me importaba nada, gritaba, gemía, me agarraba de las sábanas y le apretaba bien fuerte los brazos a Tomás que sorprendido me dejaba hacer lo que quisiera.
Como a él le gustaba cambiar de posición seguido hicimos lo que él quería. Después de ir yo arriba me dijo de ponerme en cuatro y me cogió bien duro la conchita mientras yo gemía y mordía la almohada para no gritar tanto. Al cabo de un rato volví a ponerme encima de él pero esta vez dándole la espalda y tiré mi cuerpo bien hacia adelante y él se atrevió a meterme un dedito en la cola que entró sin ningún problema. “Hoy la cola no” pensé para mi misma “La próxima se la entrego”.
Seguimos cogiendo y las poses iban variando. Nos paramos y apoyada contra la pared me hizo sacar cola para darme desde atrás con sus manos sobre mi cintura. Los orgasmos no tardaron en llegar y una vez que acabé por primera vez no podía parar de hacerlo. Tomás me daba bien fuerte unos minutos y mis gritos y gemidos invadían la habitación. No podía estar pasándola mejor.
Me arrodillé frente a él y tomando su pija con mi mano comencé a pajearlo bien rápido. “Estás zarpada hoy Gabi” me dijo él al mismo tiempo que me la metía en la boca. Yo no le respondí con palabras, sino que se la seguí mamando hasta que la leche vino y dejé que me acabara en el pecho y en las tetas. Una vez que terminó, con un dedo comencé a juntar lo que pude y me lo metí en la boca para saborearlo.
Después de una buena sesión de sexo me fui a bañar para limpiarme el cuerpo y cuando salí Tomás me llevó hasta mi casa. Volví y me acosté en la cama y el cansancio me invadió de repente. ¿Qué había pasado esa noche? Parecía lejísimos la pequeña aventura que había tenido con Nicolás en la cocina. Todo había pasado tan rápido que no había llegado a darme cuenta. Pero esa Navidad había sido perfecta y los tres mejores regalos fueron los de Nico, Franco y Tomi.

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1 comentario - Una diosa. Capítulo 30

suaveplatense +1
Tremenda navidad
HistoriasDe
Excelente! Una de las mejores