Una diosa. Capítulo 17

Una diosa. Capítulo 17

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 17: 21 añitos
Después de esa noche mágica entre Eloy, Florencia y yo, el año siguió su curso. Estudio, exámenes, cumpleaños, salidas, noches románticas, tardes de mates, parecía que las cosas se iban adaptando bastante bien a mi vida. Mi noviazgo no se quedaba atrás. Eloy era un muy buen novio, amable, tierno, simpático, comprensivo, pero sobre todo una bestia en la cama. La violencia y la agresión con la que me cogía aumentaba cada vez más y eso me volvía muy loca. Mis orgasmos iban en aumento y disfrutaba cada vez más acostarme con él. A veces intentaba ser un poco más tierna o romántica, pero él terminaba agarrando la posta y terminábamos en una noche salvaje y brutal.

En cuanto a las chicas, Florencia y Guillermo seguían juntos pero parecía que el amor entre ellos tenía fecha de vencimiento. Cada vez que nos juntábamos tenían algún problema o alguna discusión. “Lo terminamos arreglando con sexo” decía ella, pero todos sabemos que así no puede terminar bien una discusión. Daiana y Gerardo estaban cada vez más enamorados. “Me dijo que me amaba con todo el corazón y que se re imagina un futuro juntos” nos contó ella emocionada. Ailín y Santiago ya eran una pareja más que oficial y para toda la vida, algo parecido como Andrea y Juan Carlos, salvo que ellos no utilizaban el título de novios. “Nada, simplemente estamos juntos. A ninguno de los dos nos gusta eso de novios, o marido y mujer. Somos una pareja” nos contaba ella cada vez que Ailín le preguntaba por qué no hablaba de Juanca como “su novio”. Paola y Flavia seguían solteras, pero nunca solas.
En cuanto a los chicos de la facultad, cada vez nos veíamos más y más. Guillermina y Ramiro seguían juntos y Germán y Manuela parecían tener mucha química, pero nunca excedieron el límite de cada uno. Ese año al grupo se sumó Romina, una chica que había hecho un par de trabajos con nosotras en otros años, pero que se terminó integrando recién a mediados de ese 2011.

Cuando comenzó Septiembre Eloy ya empezó a hablar de mi cumpleaños. “Tengo que darte un muy buen regalo” me decía, después de todo tenía que compensar lo que yo le había regalado para su cumpleaños. Al principio pensé que le iba a pedir a alguno de sus amigos de hacer un trío, la idea me encantaba, pero me daba un poco de miedo, no sabía quién podía ser ese amigo y le terminé diciendo que no quería eso.
- Tranquila amor, no es ese el regalo que tengo en mente.- Me dijo sonriendo.- Quiero regalarte algo que quede para más que una noche.
La intriga me llevó a pensar en muchas cosas: un telo seguramente estaría incluido, ya que era la costumbre para noches especiales. Pero, ¿qué iba a ir acompañado de esa noche en el motel? Esposas, cuerdas, sogas, pañuelos, látigos, ropa sexy, ya habíamos utilizado todo en más de una ocasión y nada parecía nuevo. Capaz que su idea era sorprenderme con algo más bien romántico y tierno. Sea lo que sea iba a tener que esperar.

Pero el mes pasó volando y cuando me di cuenta era 19 de Octubre y yo estaba cumpliendo 21 años. Como era miércoles fuimos a la facultad y después a almorzar con los chicos a un bar donde me invitaron la comida. A la tarde nos concentramos en un trabajo práctico que teníamos que entregar a fin de mes y cerca de las 6 me fui a mi casa para recibir a las chicas para tomar unos mates y hablar un rato. Pero a las 9 ya tenía coordinado con Eloy que me iba a pasar a buscar e íbamos a ir a comer algo afuera.
Me vestí bien sexy, un pantalón negro con unos zapatos color gris topo y una remera en combinación algo escotada. Como hacía frío me llevé una camperita también oscura para no perder la gama de colores. Él me pasó a buscar en el auto de su viejo (como ellos habían cambiado el auto le dieron el viejo para que se moviera por la ciudad) y fuimos a comer a un restaurante que está al lado del río. Estaba muy lindo esa noche. Eloy había bajado unos cuantos kilos que había subido a finales del año anterior y conjunto con algo de deporte que había arrancado estaba muy sexy. Músculos bien marcados, pancita chata y colita firme. El pelo cortito pero despeinado, los ojos verdes que me encantaban y su sonrisa divina que me enamoraba.
Comimos y hablamos toda la noche, compartiendo un vino y unos ricos platos. A eso de las 11 y media me propuso de irnos así podía darme mi preciado regalo. Como era de esperar la vuelta en auto terminó en un telo al que habíamos ido para celebrar los 6 años de noviazgo. Estacionamos, me miró y me dijo:
- Aparte de ser tu cumple, hoy cumplimos un año de novios amor.- Su sonrisa me encantaba.- Así que tenemos que celebrarlo por dos.
Nos bajamos y veo que saca de la parte de atrás del auto un paquete grande y otro chiquito. Entramos, pedimos una habitación y nos instalamos para comenzar la noche.

Lo primero que hizo fue darme el paquete grande, que tenía una remera divina para poder salir y un reloj blanco chiquito precioso. “Eso es por tu cumple” me dijo sonriendo y después con un beso. “Este otro es por el año, pero te vas a enterar en un rato” agregó dejando el paquete chiquito a un costado.
Nos tiramos en la cama y empezamos con los besos y las caricias. Enseguida se convirtió en un manoseo fuerte y en besos húmedos por todo el cuerpo. Su camisa fue la primer prenda en caer al piso, seguido de mi remera, su pantalón, el mío, mis zapatos, su bóxer y mi corpiño. Terminé sentada encima de su pancita con abdominales bien marcada, con mi tanguita negra y mis manos apoyadas sobre su pecho. Me incliné hacia adelante y le di un beso bien apasionado y cuando me levanté me agarró por sorpresa y me acostó sobre la cama y se tiró encima mío con sus manos sobre mis muñecas.
- Hoy vas a ser mi prisionera otra vez.- Me dijo cambiando la cara y el tono de voz.
Se paró y sacó una soga de la bolsa chiquita y enseguida estiré mis brazos. Él los ató uno a cada lado de la cama y volvió a buscar en la bolsa. Enseguida sacó un collar negro de cuero y me lo puso sobre el cuello mientras yo sonreía, ya que me encantaba cada vez que me preparaba para cogerme de esa manera. Por último buscó en la bolsa y sacó un vibrador gris bien grande y se volvió a subir a la cama mirándome y diciéndome que ese era mi nuevo regalo.
- Lo podes usar cuando quieras.- Me dijo poniendo una sonrisa malvada.
Abrí un poco mis piernas y enseguida sumergió su cabeza entre mis muslos. Al principio fueron besos sobre la cintura y los costados, pero enseguida sentí como su lengua pasaba por mi conchita y la mojaba por completo. Enseguida comenzó a pasarla bien rápido de un lado hacia otro, mientras que sus manos acariciaban el resto de mi cuerpo. Su saliva comenzó a caer hasta llegar a mi cola que de a poco se iba mojando más y más. Mi clítoris era el centro de sus lamidas y sentía como lo chupaba con muchas ganas llenándome de placer.
Pero todo cesó y cuando abrí los ojos para ver, llegué a visualizar como agarraba el vibrador y lo encendía para empezar a jugar. Apenas lo apoyó sobre mi cuerpo me dio un choque de placer que me invadió por completo. Cerré los ojos, abrí la boca y emití un gemido intenso cuando el vibrador pasó por mi clítoris y me dio un escalofrío que me dejó loca.
- ¡Ay sí!- Gemí bien fuerte cuando lo pasó por segunda vez.
Sus manos abrieron nuevamente mis piernas y a medida que sus besos pasaban por mis muslos, el vibrador seguía dándome placer por la conchita. Lo hizo entrar después de pasarlo varias veces por afuera y cuando me penetró por completo no pude resistir el reflejo de cerrar las piernas. Él volvió a abrírmelas, pero se me movían solas. Era un placer inmenso que comenzaba ahí abajo y recorría todo mi cuerpo. Una risita tonta, mezclada con gemidos y suspiros salía de mi boca a medida que él lo sacaba y lo volví a meter en mi cuerpo. Yo estaba muy mojada.
Comenzó a moverlo más rápido, hacia afuera y hacia adentro e intenté mover una de mis manos para llevarla a mi clítoris. Pero no pude, las tenía atadas. Tampoco podía hablar era parte del juego, tenía que quedarme callada hasta que terminara o él me autorizara a hablar. Sin embargo no pude contenerme y le grité “¡Tocáme!” entre gemidos de satisfacción. Él no se molestó porque yo incumpliera una de las normas y en vez de eso colocó su mano sobre mi conchita y comenzó a acariciarme con sus dedos.
Era una sensación increíble. Sentir su mano sobre mi clítoris mientras me cogía con el vibrador que me había temblar todo el cuerpo me volvía loca. El primer orgasmo no tardó el llegar y lo hizo con un grito inmenso y con más ganas de que me cogiera.
Levantó mis piernas hasta que tuve las rodillas a centímetros de mis tetas y al instante sentí como jugaba con mi culito. Primero fue un dedo bien húmedo, que no tuvo problema en entrar, después fueron dos y segundos más tarde el vibrador. Me volvió completamente loca, haciéndolo entrar y salir de mi culo mientras se movía todo. No podía contener gritos de placer y mis piernas que se movían en todas direcciones. Un segundo orgasmo llegó y como él siguió moviéndolo hacia todos lados le siguió un tercero que vino minutos más tarde.
Pero Eloy quería participar, así que metió su pija en mi cola que ya estaba bien abierta y se dedicó a cogerme bien fuerte. Yo estaba excitadísima y no podía controlarme. Gritaba como loca y le respondía con un “¡Sí!” de placer cada vez que él me preguntaba si me gustaba lo que hacía. La joya fue cuando volvió a introducir el vibrador en mi concha, mientras seguía con su pija en mi cola. Ese doble placer me volvió loca, me llenó por completo y mis gritos invadieron la habitación. No paraba de acabar, una y otra vez mientras mi novio me cogía poca la colita bien duro.
Sacó el consolador y la pija a la vez y mis piernas cayeron sobre el colchón. Enseguida comencé a sentir su lechita que llegaba hasta mi panza y me bañaba por completo. Lo miré fijo y me dio permiso para hablar. “¡Mi amor!” le dije totalmente satisfecha. Se acercó con su cintura hacia mi boca y terminé de sacarle la lechita que le quedaba.
Esa noche sentí por primera vez una doble penetración. Había sido con una pija y un consolador, sin embargo me había encantado y me había vuelto loca. Con el correr de los días lo iba a pensar y me iba a dar cuenta que de verdad quería probar la experiencia con dos hombres. Pero para eso iba a tener que esperar un tiempo.

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