Una diosa. Capítulo 5

Una diosa. Capítulo 5

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 5: La primera cita
Gastón se convirtió rápidamente en mi amor de verano. Salíamos a bailar con las chicas, mensaje va, mensaje viene y terminábamos en su pieza haciéndolo como locos. Era una relación 100% sexual, sin salidas, sin mensajes durante el día, sin preguntas de “¿cómo estuvo tu día?”, solamente un mensaje para ver donde nos encontrábamos, un taxi hasta su casa y un preservativo acabado al final de la acción. Las chicas creían que entre él y yo había algo más, pero nunca habíamos planteado eso y creo que los dos estábamos más que felices con lo que teníamos.

En febrero arrancaron los cursillos de la facultad, sin embargo las salidas con las chicas de la secundaria nunca frenaron. Florencia, Daiana y Paola (que de a poco se iba soltando) se convirtieron en el grupo con el que más nos veíamos y de vez en cuando aparecía Flavia que cada vez se veía menos con su novio, Fermín. De la facultad me hice muy amiga en cuestión de horas de Guillermina, una chica de un pueblo cercano a Rosario. Como en ese grupo de cursillos éramos solamente 2 las mujeres, era obvio que íbamos a terminar llevándonos bien. Guille era muy simpática, charlatana y le encantaba divertirse. A la primer salida que tuve con las chicas la invité y ella enseguida se insertó en el grupo, convirtiéndose en una más de nosotras.

Marzo llegó con la novedad de que Cintia, mi hermana, se había puesto de novia con Emanuel, un chico que había conocido hacía unos meses en un boliche. A mi me caía muy bien y me parecía excelente. Julián, mi hermano, opinaba lo mismo que yo, ya que aparte de ser un chico muy simpático y amable, era un fanático del futbol, por lo que los dos se llevaron muy bien enseguida, al igual que mi viejo. La única que tenía un poco de dudas al principio fue mi vieja, pero con el tiempo dejó de preocuparse y terminó muy encariñada con Ema.
Ese mismo mes arrancaron las clases y con Guille descubrimos que ingeniería no iba a ser una carrera sencilla. Ella venía de una escuela técnica, por lo que pudo desenvolverse mucho mejor que yo en un principio, a mi me costaba mucho más. Pero ese inconveniente hizo que simplemente nos hiciéramos más amigas, pasando tardes de mates y estudios en su casa.

Abril empezó con el regreso de Javier, el chico de ahora 21 años con el que yo había perdido mi virginidad. Una tarde, descansando frente a la compu, veo que me había agregado al facebook y me empezó a hablar diciéndome que quería verse conmigo, quería invitarme a tomar algo. Cuando le pregunté si lo que quería era tener una especie de cita, me dijo que sí. Le conté a Flor sobre esta situación y ella me dijo que hiciera lo que yo quería. El problema fue cuando me empezó a hablar Gastón de la nada. Me preguntó cómo estaba, cómo había arrancado la facu y así me estuvo hablando hasta las 3 de la mañana, cosa que nunca antes había pasado. Dos días más tarde me confesó sus intenciones.
“Sos una chica muy linda, me gustas mucho, nos llevamos bien y aparte tenemos química en la cama. Como que me gustaría ver de poder salir y que sea algo más que sexo” Me escribió después de unos minutos de incertidumbre. Obviamente dudé. Me gustaba mucho, era hermoso, nos llevábamos bien y me cogía excelente, casi imposible de decirle que no. Así que terminé aceptando su invitación y acordamos de vernos el viernes 17.

Ese día me pasó a buscar cerca de las 9 para tener nuestra primera cita. Fuimos a un barcito a comer algo y tomar unos tragos y empezamos a hablar. Era un chico muy interesante, muy divertido y a su vez algo misterioso. Cuando intenté indagar un poco sobre su pasado se puso algo incómodo y terminamos cambiando de tema. Sin embargo nos quedamos hablando hasta la 1:30 de la mañana cuando nos vinieron a decir que el bar estaba cerrando. Caminamos unas cuadras ya que había mucha gente por la calle y me invitó a ir a su casa, pero esta vez me dijo que me quedara a dormir. Contenta, pero algo nerviosa, acepté su invitación y nos tomamos un taxi.
Llegamos y fuimos directo a su pieza y nos acostamos sobre la cama sumergidos en un abrazo. Él me empezó a contar sobre su familia, hablándome de su padre, su madre y su hermanito de 8 años. Me contó que él siempre le preguntaba cuándo iba a tener novia y que lo cargaba porqué en el jardín él había tenido 2 novias. En ese momento morí de ternura, pero a su vez me preocupé de que estuviéramos yendo un poco rápido. Pero todas mis preocupaciones se fueron cuando me besó y apoyó su manos sobre mi cintura.

Cuando me di cuenta estábamos los dos desnudos y yo sentada sobre su cuerpo cabalgando su hermosa pija. Gastón tenía sus manos sobre mis tetas y las apretaba bien fuerte, algo que me encantaba que hiciera. El rechinar de la cama era lo único que se escuchaba en la pieza a pesar de que yo me moría por gritar de placer. Cuando acabé después de una buena sesión de media hora de sexo, me acosté sobre su cuerpo, mientras su pija bien dura seguía adentro mío.
- ¿Me dejás probar algo?- Me preguntó después de unos besos.
- ¿Qué?- Le pregunté yo intrigada.
- Quiero que lo hagamos sin forro. ¿No te jode verdad?
- No.- Le dije yo levantándome para que él se lo sacara.- Lo único ni se te ocurra acabarme adentro.
Yo me cuidaba, desde hacía algunos meses que lo hacía, sin embargo no quería arriesgarme a nada teniendo tan solo 19 años. Él me prometió que no me iba a acabar en la concha y yo me acosté sobre la cama con las piernas abiertas preparándome para una segunda vuelta. Gastón me penetró enseguida y se sintió tan bien como la primera vez que me cogió. Íbamos por la segunda vuelta.
Comenzó moviéndose de manera suave, con varios besos de por medio. Me preguntó si me gustaba y como loca le respondí que sí, que me encantaba. Eso le gustó a él que de a poquito se iba moviendo cada vez más rápido. Su pija empezó a entrar y a salir de mi conchita y cada vez que lo hacía me invadía una ola tremenda de placer. Tenía a unos centímetros de mi cara la suya y podía ver lo mucho que le gustaba hacérmelo así, sin forro. Me acerqué a su oído y comencé a gemir bien despacito, para que solo é pudiera escucharme, para que solo él pudiera sentir lo mucho que me gustaba que me cogiera así.
Eso lo volvió loco e hizo que me diera cada vez más duro. Sentir su cuerpo entrar sobre el mío y penetrarlo con tantas ganas me volvió loca. Después de cogerme varios minutos así me hizo poner en cuatro y enseguida estaba dándome con ganas otra vez. Su pelvis chocaba contra mi cola mientras que sus manos me agarraban con fuerza de la cintura. Yo no podía más del placer. Tuve que morder las sábanas para no gritar y a pesar de eso mis gemidos se hacían oír.
Gastón decidió ir más allá de eso y de a poco fue pasando mi mano sobre mi colita y cuando llegó al agujerito se animó a apoyar un dedo. De entrada no dije nada, ya que me estaba dando tanto placer por la concha que no me importaba. Pero cuando empezó a hacer fuerza con intención de cogerme el culito enseguida le dije que no. Todavía faltaba para que alguien tuviera ese privilegio.
Para recuperar un poco el ambiente que se había cortado con mi rotundo “No”, decidí ser amable con él y arrodillarme frente a su cuerpo para chupársela. No se si fue la calentura del momento, mis ganas de seguir cogiendo, el sabor a conchita que tenía esa pija o qué, pero fue la primera vez que la chupé con ganas. Se la tomé con una mano y mientras lo pajeaba bien rápido, me la metía y me la sacaba de la boca como loca. Me encantaba hacerlo y se notaba que él lo disfrutaba a pleno, recogiendo mi pelo y apoyando sus manos sobre mi nuca, iba acompañando cada movimiento que yo daba. Saboreaba cada centímetro de pija que entraba en mi boca. Lo hacía como si fuese una trola, moviendo mi cabeza hacia todos lados, pasándole mi lengua por todo el cuerpo y escupiéndola a cada segundo para que estuviera bien húmeda.
Él se calentó tanto que de la nada me acostó sobre el borde de la cama y arrodillándose un poco sobre la punta me penetró para volver a cogerme bien fuerte. Tomo mis piernas con sus manos y empezó a darme lo mas duro que podía. Sentía un placer inmenso que no podía contener. “¡Sí! ¡Sí!” empecé a gritar entre pijazo y pijazo. Gastón estaba como loco, movía su cadera hacia adelante y hacia atrás bien rápido, bien fuerte. Cada golpe que su cintura daba me volvía mas loca. Su cuerpo chocaba contra el mío y entre movimiento y movimiento llegué a un orgasmo que expresé con un grito que fue más que obvio. Él no pudo aguantas mucho más y segundos antes de acabar logró sacarme la pija de adentro y comenzó a acabar sobre mi cuerpo, llenándome la pelvis, la concha y la panza de leche calentita.
Nos miramos fijo y nos entramos a reír. Era obvio que habíamos hecho muchísimo ruido, era obvio que nos habían escuchado, pero a nosotros poco nos importó. Acabábamos de tener uno de los mejores polvos de los que nos habíamos echado y estábamos completamente satisfechos de placer. Gastón me alcanzó unos pañuelitos descartables para que me limpiara y después nos acostamos los dos en cucharita para dormir. Esa noche me dormí con una sonrisa enorme en la cara.

ANTERIOR

SIGUIENTE

1 comentario - Una diosa. Capítulo 5

tony2004_60 +1
De principio a fin excelente felicitaciones!!
HistoriasDe
Gracias!!!