Un ganador. Capítulo 38

Un ganador. Capítulo 38

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 38: Casamiento descontrolado
   La noche había llegado, Juan Pablo y Giselle se casaban, pero nada iba a salir como lo habíamos planeado. Es por eso que hay que volver unos días atrás.
Los novios estaban alteradísimos. Giselle había tenido algunos problemas con el vestido y como varios de sus parientes eran del interior, no sabía donde iba a meter a toda la familia. Al padre (un tipo con mucha plata) se le ocurrió la solución: Hacer el casamiento en el salón del casino de Rosario y que los familiares se quedaran a dormir en el hotel ahí mismo y aparte les regaló una noche a ellos dos. Aprovechando eso, varios más del grupo nos jugamos y sacamos una habitación ahí para no tener que volver a la noche. Cristian y Clara lo hicieron, Eli y yo, Facundo también a pesar de que iba solo y Flavia lo hizo ya que ella vivía en zona norte y volverse hasta su casa era algo complicado. Una vez solucionado ese tema las cosas empezaron a calmarse en esa pareja.
   Los otros que estaban complicados eran Facundo y Victoria. Ella le había reprochado que él no había sacado una habitación para quedarse a dormir y por más que él era muy orgulloso, le terminó confesando en frente de todos que era porque no tenía guita para pagarla. Facu estaba algo complicado ya que sus padres no le estaban dando plata y él no conseguía trabajo. Victoria estaba al tanto de algo de eso, pero él no la quería agobiar ya que ella andaba con algunos kilombos familiares. Por lo que la discusión se calmó un poco, pero la cosa siguió tensa.
   Cristian y Clara volvían a los problemas. Otra vez se estaban peleando y aparente otra vez la cosa pintaba mal. Para resumir a Clara ya le había dejado de copar un poco la movida swinger, pero él quería seguir haciéndolo, el hecho de acostarse con otras mujeres mientras alguien más se la cogía a ella lo excitaba mucho. Ella le decía que tenían que madurar y dejar de hacer boludeces para poder avanzar. En un intento desesperado de él por salvar la situación nos preguntó qué podía hacer y le recomendamos que saque una habitación y le diera una buena noche de sexo a ella sola.
   En cuanto a mi y la situación que estaba viviendo con dos mujeres, parecía que iba a empeorar. Cintia me había dado mi espacio una vez que le conté la mentira de que mi abuela estaba enferma, pero con el pasar de las semanas, todo fue retornando a la normalidad. La primera semana de septiembre, aprovechando un día que Georgina había salido a hacer unos trámites se metió en la oficina y vino directo hacia donde estaba para tocarme como si nada. Logré liberarme pero ella se fue prometiendo que no iba a parar hasta que me la cogiera sobre el escritorio como lo había hecho en su cumpleaños. El tiempo siguió pasando y cuando nos dimos cuenta era sábado 27 de Septiembre y era el casamiento de nuestros mejores amigos.

   Después de almorzar me fui directo a la casa de Eli. Pasamos un rato juntos para después cambiarnos e ir a la iglesia. A las 7 de la tarde nos encontramos con el resto de los chicos que ninguno podía creer lo que estaba pasando. Los chicas parecían emocionadas, en especial Marisol que había sido la mejor amiga de Giselle y era la dama de honor. Nosotros no parábamos de hacer bromas y cuando entramos a la iglesia y vimos a Juanpi parado frente al altar esperando a su novia se nos puso la piel de gallina.
   La ceremonia fue tranquila, con llantos y risas, momentos emotivos y alegres y cuando ambos dijeron el “sí quiero” el público eufórico estalló en aplausos. Eliana me miró sonriente y yo le devolvía sonrisa. Ver caminar a dos de mis mejores amigos por el pasillo de la iglesia recién casados me llenó el alma y era algo que no podía describir, la felicidad que tenían era única. Salimos de ahí y nos fuimos directo a los salones del casino donde era la fiesta y ahí la cosa se empezó a desvirtuar.
   Para entender un poquito más la historia, es necesario describir un poco el look de cada uno. Los 5 hombres estábamos todos más o menos iguales, de saco y corbata a excepción del novio que tenía un chaleco gris abajo del saco. Juan Ignacio, el que estaba saliendo con Flavia, un pibe de 24 años que la conocía a ella desde hacía años, era el que estaba más sport de todos. Las chicas era otra cosa. Giselle estaba divina, con un vestido blanco largo, un lindo peinado y una sonrisa impregnada en la cara. Marisol era la que le seguía, con un vestido color cremita largo y ajustado que le marcaba muy bien la cola. Camila en cambio había optado por algo más suelto pero con mucho escote para lucir sus increíbles tetas. Clara y Celeste tenían un vestido muy parecido hasta la rodilla y bastante apretado en ambos casos negro. Flavia estaba que rajaba la tierra, siempre había sido la más linda del grupo y esa noche se había zarpado con un vestido muy corto y ajustado que le apretaba la cola y por encima era terriblemente escotado. Victoria, la novia de Lean tenía una pollerita suelta y una camisa que le combinaba con los ojos. Eli estaba preciosa, también con un vestidito celeste hasta las rodillas, pero lo que más me gustaba era el escote que tenía y que me provocaba mirarle las tetas cada dos segundos.

   La fiesta fue tranquila al principio. Los 11 nos sentamos en una mesa todos juntos y las bromas y los chistes se dieron a medida que las botellas empezaban a pasar. El casamiento era a todo culo, fernet, gin tonic, vino tinto, vino blanco y comida a rolete. El baile llegó y las chicas no tardaron en copar la pista. Los hombres nos quedamos hablando y Juan Ignacio no tardó en ser el centro de las preguntas, ya que era la primera vez que lo agarrábamos solo. Para nuestra sorpresa largó todo. “Flavia es una fiera en la cama” empezó contando seguido de todo tipo de cosas que habían hecho, mientras la miraba fijo. Al lado de ella bailaban Eli y Marisol, que también lo hacían de manera muy sensual. Celeste, Clara y Camila habían rodeado a Giselle que la hacían dar vueltas mientras le cantaban la canción. Victoria no estaba. Miro hacia los costados y Leandro tampoco estaba.
   Los chicos nos fuimos a bailar con las mujeres y el baile se tornó sensual con algunas canciones y Eli no tardó en ponerse algo hot. Me apoyaba la cola sobre el pantalón, me acariciaba el pecho, me besaba el cuello. Todos se habían dado cuenta y nos miraban raro. “Vámonos” le dije al oído al ver que Marisol nos veía fijo levantando las cejas en señal de “se están zarpando”. La tomé del brazo y encaré hacia el hotel, pero ella fue más rápida y cuando pasamos por la puerta del baño me empujó hacia adentro.
   El tipo de limpieza no entendió nada cuando me vio a mí llegar con ella. Nos metimos en el último cubículo y sin que nos importara nada, empezamos a besarnos fuerte. Eliana estaba muy caliente, me besaba por todos lados y me toqueteaba a más no poder. Franeleaba su cuerpo contra el mío y sentir sus tetas sobre mi pecho me calentó mucho. Intenté darla vuelta, pero ella nuevamente fue más rápida que yo y se agachó, quedando su cabeza a la altura de mi pantalón. Sabía lo que se venía y eso me puso al palo.
   Eliana sacó mi verga del pantalón y enseguida la empezó a chupar. Se la mandó a la boca con ganas y mientras me pajeaba bien fuerte me lamía la pija como una loca. Le pasaba la lengua por todos lados y cuando llegaba a la cabeza la chupaba fijo y le daba besos. Apoyé mis manos sobre su nuca y acompañé cada movimiento que ella daba. Empujaba su cara contra mi cuerpo cosa de que le entrara toda en la boca y cuando se ahogaba la dejaba alejarse. Hice eso tres veces y después de la última Eli se dedicó a pajearme bien rápido mientras me pasaba la lengua por los huevos. Era una sensación hermosa. Las voces que escuchábamos de afuera entraban y salían a medida que ella saboreaba mi pija. No podía más.
   Cuando estaba a punto de acabar se la saqué y me empecé a pajear bien fuerte en su cara. Ella intentó correrse y apuntar hacia el inodoro como lo había hecho en varias ocasiones, pero esta vez yo fui más rápido y le corrí la mano y me seguí masturbando sobre ella. Acabé sobre su cara y sus tetas, llenándole la boca de semen y manchándole una parte del vestido. Ella se limpió lo más rápido que pudo y cuando estuvimos listos salimos del cubículo directo a la fiesta, sin importarnos las miradas atónitas de Facundo, Juan Ignacio y un tío de Giselle.

   Ella volvió a la fiesta enseguida y yo me quedé dos segundos paseando por los pasillos del lugar cuando empecé a buscar la billetera y me di cuenta que no la tenía (la necesitaba porque ahí tenía la llave de la habitación), y ahí me acordé que la había dejado en el auto cuando fui a buscar el regalo de los chicos. Bajé a la cochera y entré a caminar algo borracho entre los autos. Llegué al mío lo abrí y saqué la billetera. La vuelta fue algo complicada, seguí caminando, pero me metí por otro pasillo y ahí los vi. En el auto de Leandro, estaba él con Victoria, ella acostada boca arriba sobre el asiento del acompañante que estaba totalmente reclinado y él encima de ella con los pantalones por la rodilla. Me acerqué un poco para verlos y la cara de placer de la novia de mi amigo era impresionante. Tenía los ojos cerrados y la boca abierta y se podían oír los gemidos que emitía con cada movimiento que daba. Estaban tan metidos en lo suyo que ni se dieron cuenta cuando me acerqué y me quedé mirándolos unos segundos. Minutos más tarde volvía a la fiesta con una sonrisa en la cara.
   - ¿Lo viste a Cristian?- Me pregunta Juan Pablo apenas llego.
   - Ni idea.- Le dijo alejándome y yendo a donde estaba Eliana.
   Pero una chica se me pone en frente antes. Era Giselle y estaba muy en pedo. “¿Qué tal la estas pasando?” me pregunta lanzándome todo su aliento a chupi en la cara. “Bien” le digo yo y al ver que intentaba alejarme me agarra de la mano. “Ella es Antonella, mi prima” me señala a una chica que estaba parada al lado. La saludo con un beso y me quedo mirándola un instante. Antonella era bastante parecida a Gise, con una linda cinturita y una carita preciosa, y tenía un culo hermoso. Pero era más alta y de pelo rubio y ojos claros. Nos quedamos unos instantes hablando cuando algo pasó detrás de ella que captó mi atención.
   Cristian pasó caminando rápido, bien contra la pared e iba de la mano con una chica, pero no era Clara. Era una petizita, rellenita, morocha de pelo lacio bien largo con unas tetas enormes y un culo grande como a él le gustaba. Todo lo contrario a su novia. Intenté acercarme a él y ver que hacía pero fue más rápido que yo. Antonella me siguió al ver que me iba por el pasillo y cuando llego ahí me agarra de la mano haciendo que no puedo entrar al ascensor en el que Cristian ya estaba a los besos con esta otra chica. Cuando la puerta se cerró Antonella se paró en frente mío y me beso.
   - ¿Qué haces?- Le digo alejándome y volviendo rápido al salón.

   No encontraba a Eliana. Estaba lleno de gente y todo el mundo bailando. Vi a Leandro y a Victoria bailando bien pegados a un costado. Marisol y Celeste hablaban con dos chicos que eran amigos de la facultad de Juampi. Camila chapaba con un chico contra una pared. No encontraba a mi novia y me estaba desesperando. Me doy vuelta y veo que Giselle y Antonella vienen caminando hacia mi y me alejo. Me cruzo con Juan Pablo que se me tira encima y al preguntarme donde está Giselle logro juntarlos y separarme de la prima molesta. Los dos novios me abrazaron y él me dice al oído que está totalmente en pedo. Giselle lo besa y entre los dos me van alejando de la fiesta hasta el pasillo.
   - Acompañame a la pieza que no se ni donde estoy.- Me dice Juampi.
   Entramos en el ascensor y al cabo de unos segundos estábamos en el piso de las habitaciones. Ayudándonos entre los 3 fuimos caminando hasta la pieza de los chicos y me dan la tarjeta a mí para que entre. Juan Pablo se tira enseguida sobre la cama y Giselle se empieza a reír de lo borracha que estaba. Yo voy directo al baño a mear. Cuando termino me paro frente al espejo y me mojo un poco la cara intentando moderar mi borrachera, pero cuando salgo del baño me di cuenta que había estado ahí adentro demasiado tiempo. Giselle estaba completamente desnuda cabalgando sobre su nuevo esposo, que estaba entre la tierra y el limbo. Ella lo hacía de manera bien violenta, pidiéndole más y más y moviéndose bien fuerte. Me miró fijo a los ojos y me sonrió. Salí de la pieza para dejarlos solos.
   Cuando se abre el ascensor, alguien me agarra por el cuello y me besa en la boca. Le seguí el beso, tenía que ser Eliana. Me empujó contra la pared y estuvimos besándonos por un buen rato hasta que las cosas se empezaron a poner calientes y le propuse de irnos a la pieza. “Está bien” me dice una voz extraña. Abro los ojos y me separo y veo que era Antonella. Mis manos en su culo, su lengua pasando por mi cuello y mi verga que ya estaba tomando forma en mi pantalón hicieron que no me importara nada y la tomé de la mano hasta la puerta de la habitación.
   Entramos y fuimos directo a la cama vacía. Ella se acostó y yo me tiré encima sacándome el saco y revoleándolo al piso. Pasé mi mano por el muslo de Antonella, mientras ella lo hacía por mis brazos y me desabrochaba despacito la camisa. Yo ya estaba completamente duro. Ella me sacó la camisa y la tiró hacia un costado admirando mi cuerpo y acariciándolo con las dos manos. Con un movimiento brusco me corrió hacia un costado y se sentó encima de mí. Le sonreí y le apreté bien fuerte la cola levantándole el vestido hacia la cintura. Anto se bajó el cierre y despacito se fue bajando el vestido hasta que quedó hecho un rollito a la altura de su cintura. Las tetas no eran grandes, pero mis manos no se pudieron controlar y se las tuve que apretar con ganas. Ella se relamió de placer y se paró al lado de la cama para bajarme el pantalón. Mi verga bien parada quedó al descubierto y ella la miró con ganas.
   - ¿Tenés forro?- Me preguntó.
   - No.- Le respondí sin pensarlo
   Eso pareció no ser un problema para ella que se volvió a montar sobre mi cuerpo, se lamió la mano, se la pasó por la concha para humedecerse un poco y se sentó sobre mi verga sin dar vueltas. Antonella empezó a cabalgar enseguida como loca. Apoyó sus manos sobre mi pecho mientras yo puse las mías sobre su culito. No gemía, no gritaba, pero la sonrisa sobre su cara lo decía todo. El placer que sentíamos era increíble. Ella cabalgaba con ganas, moviendo hacia los costados, hacia adelante, hacia atrás, en forma de círculos. Era una trola con ganas.
   Después de un rato le dije que se pusiera en cuatro. Yo me paré y me terminé de sacar el pantalón y me paré contra el borde, por detrás de ella que todavía tenía el vestido hecho un bollo sobre su cintura. Le metí la pija de una y tomándola por la cintura me la empecé a coger con ganas. Ella seguía callada, en silencio, pero se notaba que le gustaba porque agarraba bien fuerte las sábanas. El alcohol me volvía loco y hacia que se la metiera y se la sacara lo más rápido que podía. Mis muslos chocando contra su cola eran el único sonido que invadía la habitación. Probé un chirlo y ella lo aceptó con un gritito suave. Me encantó. Probé con otro y volvió a emitir ese grito cortito. Después varios chirlos seguidos y su colita se fue poniendo roja.
   Con fuerza la tomé sobre el vestido y me la seguí cogiendo cada vez más rápido. Mi cuerpo golpeaba contra el suyo cada vez más rápido, cada vez con más violencia. Ella no pudo contener unos gemidos y unos gritos de placer. Mordía las sábanas para no hacer ruido. Mi mano se me iba, le tenía que cachetear la cola, tenía que cogérmela bien duro, tenía que llenarla de leche.
   Saqué la pija a tiempo para hacerme una paja por unos segundos y acabar sobre su cola. Ella intentó correrse para no recibir el semen, pero yo la tomé fuerte del vestido e hice que se quedara donde estaba hasta que me salió la última gota sobre su culito. Pareció no gustarle eso, pero no me importaba, yo ya había acabada y ella tenía toda la cola pintada con mi leche.
   Se limpió en el baño y después se cambio. Cuando estuvimos listos salimos y volvimos a la fiesta por ascensores separados. “¿Dónde estabas? ¡Clara está llorando como loca! ¡Cristian se fue con otra mina!” me dijo Eliana apenas la vi. Miré hacia un costado y estaba sentada sobre una silla con el resto de las chicas al lado de ella. Por atrás pasó caminando Antonella, que le tocó el hombro a Giselle y le dijo algo al oído. Gise me miró fijo y me sonrió para después darse media vuelta y volver a bailar con su familia.


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2 comentarios - Un ganador. Capítulo 38

AdnanJanuzaj +1
Excelente como siempre! Van 10.
HistoriasDe
Gracias por comentar y por los puntos!