Un ganador. Capítulo 37

Un ganador. Capítulo 37

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 37: El mejor amigo
   El video era mucho más de lo poco que yo había escuchado. “Hola Ema. Estoy acá solita en casa y estaba pensando en vos, en lo bien que la pasábamos y de a poquito me fui sacando la ropita y mis manos se fueron poniendo algo traviesas” empezaba. Después la cámara bajaba a sus tetas y a medida que se las tocaba bien sensualmente decía cosas como “Mis tetas te extrañan. Extrañan tus besos. Y extrañan que le acabes encima”. La cámara volvía a subir y ahí venía la única parte que había visto con sonido. “Te extraño mucho. Extraño tu pija hermosa. Quiero tu lechita. ¿Cuándo vas a venir a darme lechita papi?” decía para luego bajar nuevamente la cámara hasta su conchita. Mientras se tocaba y se colaba los deditos se seguía escuchando su voz de puta calentona. “¡Ay Ema! ¡Quiero que me cojas! ¡Quiero que me cojas la conchita! ¡Ay sí! ¡Quiero que me acabes en las tetas! ¡Y después quiero que me sigas cogiendo!” decía a medida que sus manos se movían sobre su concha que no daba más. Al cabo de unos 6 minutos de video volvía a subir a su cara y me daba el mismo mensaje que me había dado la otra vez en la oficina. “No sabés las ganas que tengo de que me cojas toda. No me importa la pelotudita esa con la que salís. No voy a parar hasta tener tu leche calentita entre las tetas”. Y no iba a parar.

   El lunes volví a la oficina después de un domingo de ver el video y las imágenes unas 3 ó 4 veces. Me habían dejado super caliente, pero no quería darle el gusto. Lo hacía simplemente porque estaba de novio y ella me quería solo para coger. Tenía que aguantar. Pero me fue muy difícil, más cuando me enteré que Georgina no iba a ir a la oficina porque estaba enferma y Cintia aprovechó la ventaja de estar solos para calentarme y buscarme sin ningún disimulo. Cuando Roberto se fue cerca de las 6:30, entró a mi oficina y sin rodeos se sacó la camisa y vino caminando hasta mi escritorio para apoyar sus manos sobre él como lo hacía a menudo y exhibiendo su corpiño revelador.
   - ¿Necesitas algo?- Me preguntó mirándome fijo. Mis ojos se desviaron a sus gomas.- No se… Yo tenía pensado tomar algo calentito, pero no hay nada. ¿Se te ocurre algo que pueda tomar?
   Por suerte me salvó el teléfono y un cliente necesitado me tuvo ocupado la última media hora de trabajo y para cuando corté Roberto ya había vuelto decidido a cerrar la oficina por el día. Pero no iba a parar ahí. Esa noche, mientras yo me mensajeaba con Eliana, que ya se había ido a su pueblo, ella me volvía a mandar fotos muy sensuales. Esta vez no tan reveladoras como las otras, pero en una tomada desde arriba se la veía en la cocina, preparando algo con una remera terriblemente escotada, y en otra estaba acostada en la cama en ropa interior y con la mano libre se tocaba la conchita por encima de la bombacha. Mi cabeza no podía soportar tanto.
   El martes fue más provocadora que el día anterior. Aprovechando que todavía mi compañera estaba enferma y sin importarle que su padre estuviera en la oficina de al lado, a mitad de la tarde entró y se acercó hasta atrás mío y me empezó a acariciar el pecho. “Salí Cintia” le decía yo, pero era obvio que no resultaba para nada convincente. Ella fue bajando por mi cuerpo hasta apoyar sus tetas sobre mi cabeza y empezar a moverlas bien suave mientras me apretaba la pija por encima del pantalón. En ese momento me resigné a todo y me dediqué a relajarme del manoseo.
   - ¿Cuándo me vas a dar de tomar la lechita?- Me preguntó al oído en un susurro.
   Eso me puso al palo y sin pensarlo giré la cabeza y le di un beso bien apasionado. Ella se vio algo sorprendida por eso, pero aceptó lo que le estaba ofreciendo. Sin pensarlo me paré y apretándola bien fuerte contra mi cuerpo la besé nuevamente. Ella me siguió el beso que de apoco se fue yendo hacia el cuello. Le agarré con ganas el orto y ella me devolvió un suspiro de excitación en el oído.
   Se arrodilló frente a mí y me desabrochó el pantalón y me bajó el cierre, el pantalón y el bóxer todo de un solo saque. Unos segundos de paja para terminar de ponerla bien dura y directo a la boca. No había tiempo y la calentura que tenía ella era increíble. La mamaba como si un hubiese un mañana, moviendo la cabeza hacia adelante y hacia atrás bien rápido. El morbo de saber que mi jefe, su padre, estaba en el cuarto de al lado excitaba más la situación. Ella cada vez la chupaba mejor. Con una paja de por medio increíble. Quería la leche, estaba desesperada por que le acaba encima. “Ahí viene” le dije después de unos 5 minutos y acto seguido le acabé encima. Le llené la boca y la cara de semen y ella contenta se lo tragó todo, mientras me miraba sonriendo. Me cambié y ella se terminó de limpiar todo mientras yo volvía al escritorio. Cuando estaba lista para irse volvió a pararse en frente mío y me abrazó como lo había hecho antes de empezar.
   - Me gusta que me des lo que quiero.- Me dijo en un susurro al oído.- Por unos días estoy hecha, pero después voy a necesitar un poquito más de lechita.- Agregó bajando los brazos por mi pecho.- Y en algún momento voy a necesitar algo más.- Concluyó agarrándome nuevamente la pija por encima del pantalón.
   Después de eso, se paró y se fue a su escritorio dejándome con la verga que se me volvía a poner dura.

   - ¡Que trola que es!- Me dijo Leandro el viernes siguiente cuando nos juntamos a comer algo los dos con Facundo.- Te va a volver loco hasta que se aburra.
   - Lo se.- Le dije yo.- Pero me calienta mucho boludo. Imaginate que no le importó nada, estaba su viejo al lado.- Le recalqué.
   - ¿Y qué vas a hacer?- Me preguntó Facundo.
   - ¿Con qué?- Le pregunté.
   - Con Cintia y con Eliana boludo.- Me dijo él.- Porqué la loca no va a parar hasta que cortes con Eli.
   - No se.- Le respondí.- Me siento para el culo con lo que le hice a Eliana.- Les confesé.- Pero Cintia me calienta un montón. Aparte la loca coge terrible y cuando una mina te busca así no podés hacer nada.
   - Tenés razón.- Dijo Leandro.

   La semana siguiente fue igual. El martes empezó con que quería lechita otra vez y el miércoles aprovechando que Georgina estaba rindiendo y que su viejo no estaba en la oficina, directamente se quedó completamente desnuda en frente mío y se empezó a masturbar en la silla del otro escritorio hasta que no me pude contener y me paré para que me la mamara y me sacara la leche que tanto deseaba.
   - A pesar de que me encanta que me des de tomar la lechita en la ofice, yo termino un poquito caliente ¿sabés?- Me dijo mientras se vestía.- La próxima quiero un poquito más.- Agregó agachándose para levantar la camisa y el culo ese hermoso que tenía quedó en primer plano.

   - Creo que voy a renunciar.- Le dije a Facundo al día siguiente.
   Lo había llamado para hablarle de urgencia porque no sabía cómo controlar la situación y a pesar de que me encantaba como me la mamaba Cintia, no me gustaba hacerle eso a Eliana y sentía que no tenía fin. Para colmo Eli, esas dos semanas que estuvo en el pueblo, no paraba de mandarme fotos en ropa interior que me ponían al palo y mensajes como “cuando nos veamos te voy a cabalgar hasta que me acabes toda” o “tengo muchas ganas de que me hagas la colita”, cosa que nunca habíamos probado. No aguantaba más. Por suerte a Facu se le ocurrió una buena solución que me sacó del apuro por un tiempo.
   - Decile que tu abuela está muy mal, pero contáselo a todos los de la oficina.- Me decía.- Deciles que está a punto de morirse y que te tiene muy bajoneado. Y si te busca tratala mal, decile que no tenes ganas de pensar en eso que estás mal porque aparte tu vieja no para de llorar. Hacele la cabeza.
   - Pero mis dos abuelas están muertas hace rato boludo.- Le dije.
   - ¿Alguien de la oficina lo sabe?- Me preguntó.
   - Cuando tenés razón, tenés razón.- Le dije haciendo algo de memoria.
   Así que a los dos días le conté a Georgina en voz bien alta los kilombos por los que estaba pasando mi familia. Obivmanete Cintia entró a la oficina y vino y me dio un abrazo sentido. Por suerte, el plan funciónó y durante las dos semanas siguiente no pasó absolutamente nada. Y teniendo en cuenta que Eliana estaba de vuelta en la ciudad, podía preocuparme por coger con mi novia.
   - ¿Y qué hago cuando se entere que es todo mentira?- Le pregunto a Facundo.
   - Ya se nos va a ocurrir algo.- Me dijo.- Por ahora andá con eso.
   - Igual tengo otra cosa.- Le dije después.- Se viene el cumple de Eli y quiero complacerla por lo que hice.- Le dije.- ¿Te acordás la noche que estuvimos con las dos minas esas que conocí por face?
   - ¿Gabirela y Leticia?- Me preguntó él haciendo memoria.- ¡Sí! Altas minas. Yo me vi un par de veces más con Leticia. Igual solo para coger. ¿Qué pasa con eso?
   - Quiero que hagamos lo mismo con Eli.
   - ¿Vos, yo, ella y una amiga?- Me preguntó de repente.
   - Sacá la amiga.- Le dije yo. Él parecía sorprendido, pero al cabo de un rato me dijo:
   - Bueno. No tengo problema. ¿Seríamos los tres o yo solo con ella?- Me preguntó después.
   - Los tres. Pero necesito algo para calentarla a mas no podes y que no me diga nada.
   - De eso yo me ocupo.- Me dijo él.

   Agostó empezó con estudio, mucho trabajo y algunos exámenes sueltos. Pero el evento del mes era el cumpleaños de Eliana. Dado que su cumpleaños caía martes y que ella rendía el jueves, decidió posponerlo para el sábado. Ese 12 le caí a la casa después de trabajar para tener una cena romántica, darle el regalo y hacer que apague la vela. A pesar de los mensajes que me había mandado durante las vacaciones de que quería hacerlo por atrás, hasta ese momento no se había dado y por más que intenté esa noche, no conseguí que aceptara. La semana pasó volando y cuando me di cuenta ya estábamos en el boliche tomando y bailando para celebrar con sus amigos.
   Diego Andrea y Rocío estaban ahí, pero para que yo no estuviera tan colgado, Eli terminó invitando a Leandro y Facundo que según me había confesado eran los dos que mejor le caían. Trago va, trago viene, a eso de las 4 de la mañana ya estábamos bien mamados y algo zarpados. Eliana me buscó en dos ocasiones y me apretó bien fuerte la pija encima del pantalón sin que le importara que los demás miraran. Pero yo quería regalarle una noche con dos pijas, quería complacerla.
   - Mirá.- Me dijo Facundo acercándose y mostrándome una botellita que parecía de remedio.
   - ¿Qué es eso?- Le pregunté.
   - Yumbina.- Me dijo. Al ver mi cara aclaró:- Excitante de caballo. Se le da a las yeguas para que aflojen.- Me explicó rápido.- Una gotita ahora y la llevamos al depto. Dos gotitas ahí y no le va a importar si somos, dos, tres o quinientos.
   - ¿Cómo se la damos?
   Me dio un vaso que tenía un poquito de algo y tiró una sola gota con el gotero. Llamé a Eli y en forma de chiste le dije que hiciera fondo blanco. El efecto fue casi inmediato. Después de tomar el vaso, salió para bailar con las amigas y unos pocos minutos después volvió a donde estaba yo para arrinconarme contra la pared y besarme de forma desaforada. “¡Ay mi amor! Como me gustaría cogerte ahora mismo” me dijo entre besos y manoseo. “Acá no” le dije “vamos a tu casa”. Ella aceptó enseguida. Le guiñé un ojo a Facu que salió del boliche atrás de nosotros. Llegamos a mi auto y alegando que yo iba a ir atrás con ella, le di la llave a Facundo que manejó hasta la casa de ella. En el trayecto Eliana no paraba de tocarme y de besarme. En dos ocasiones intentó abrirme el pantalón, pero esperando a que llegáramos yo la frené. En el ascensor hasta su departamento siguió con los besos, no le importaba que había otra persona subiendo con nosotros.
   Una vez adentro Facu fue directo a la cocina, agarró un vaso y le puso algo de agua y sin que ella viera le agregó dos gotas de yumbina. Volvió al comedor, donde Eliana me había sentado sobre una silla y se había sentado encima de mí y me mostró el vaso. Yo lo agarré y me hice el que tomaba y después le di a ella que lo dejó vacio. Me paré y le dije a los dos que iba al baño y cuando me fui le guiñé un ojo a Facu, dejándolo solo con mi novia. Esperé unos minutos y cuando salí me encontré con una sorpresa.
   Eliana estaba arrodillada en frente de él chupándole la verga como loca. Él ya tenía la pija al palo y mientras ella lo pajeaba se la lamía con ganas. Ninguno de los dos se había percatado de que yo había vuelto a la habitación. Alejado de donde estaban me fui desvistiendo, viendo como mi novia se la mamaba a mi mejor amigo. Una vez que estuve desnudo me acosté en el sillón y suavecito empecé a pajearme viendo la imagen. Ella lo hacía como loca, nunca la había visto tan sacada. Con una mano le agarraba la pija a él y con la otra se tocaba la concha por adentro del short.
   Cuando se dio cuenta de que yo estaba sentado en el sillón viendo todo se paró y vino corriendo hacia mi. Se arrodilló frente al sillón y se metió mi pija en la boca de una. Hizo lo mismo, pero lo hizo conmigo y que placer que me daba. La chupaba con ganas, como loca, moviendo la boca para todos lados. Facu aprovechó para sacarse la ropa y una vez que estuvo completamente en bolas, empezó a desvestir a Eli. Le sacó el short, la bonbacha, la remera y el corpiño, dejándola desnuda a ella también. Le pidió que se pusiera en cuatro y metió su cabeza en su culo.
   Mientras Eliana me la mamaba a mi, mi mejor amigo le chupaba la cola y la concha. Era una cadena de placer, entre lengüetazos y besos, ella gemía de placer y cuando le metió los dedos en la conchita, no pudo contener un grito de satisfacción. “¡Sí!” dijo y volvió a meterse mi pija en la boca. Pero Facu fue por más y se dedicó en su totalidad a la cola. Al principio lengua, le escupía y después se la lamía, pero enseguida vinieron los dedos y cuando entró el segundo ella ya pedía a gritos que le dieran pija.
   Facundo se arrodilló frente a su cuerpo y puso su verga sobre la colita de mi novia y despacito se la fue metiendo. Pero no hacía falta paciencia, la yumbina hacía su efecto y relajaba todo el cuerpo de Eliana que en cuestión de segundos tuvo toda la pija adentro de la cola. Él la tomó por la cintura y comenzó a taladrarle el culito. Ella no soltó mi verga y a pesar de que no la chupaba, me seguía pajeando. “¡Sí!” gritaba. “¡Cogeme!” pedía como loca mientras él le rompía el culo.
   Facu acabó después de un rato llenándole la espalda de semen y cuando se la sacó, Eliana enseguida me montó a mí. Se puso mi verga sobre la concha y una vez que la tuvo adentró comenzó a moverse como loca. Saltaba y gritaba de placer. Era una puta en celo. Completamente desacatada pedía verga a gritos. “¡Cogeme! ¡Cogeme!” gritaba mientras se movía sobre mi cintura. Mi amigo se había sentado en el sillón de al lado y después de mirar un rato y se pajearse, estaba listo para volver a la acción. Se arrodilló al lado mío y Eliana sin dudarlo se metió su pija en la boca. Volvía a chupársela completamente desaforada.
   Al cabo de un rato logré que se levantara y la puse en cuatro sobre el sillón. Mientras le seguía chupando la pija a Facundo que ya la tenía al palo, me puse detrás de ella y haciendo un poquito de presión, le fui metiendo la pija en el culito. Que placer que me daba cogerme esa cola divina. Puse mis manos en su cintura y hacía que mi verga entrara y saliera a toda velocidad de su cola. Ella volvía a los gemidos y a los gritos y pedía más y más. El semen de mi amigo en su pecho me generaba un morbo que me calentaba más todavía. Le saqué la pija del culo y empecé a pajearme hasta acabarle también sobre la espalda. Cuando terminé ella recostó a Facundo sobre el sillón y lo montó de una.
   Así estuvimos toda la noche. Cuando ella se cogía a uno, el otro descansaba y viceversa. Eliana estaba insaciable y pedía pija a cada segundo y nosotros le dábamos todo. Acabamos más de 5 veces cada uno a lo largo de 3 horas de sexo bien caliente, llenándola de semen en la boca, la espalda, la cola, la cara, las tetas, por todo el cuerpo y ella aun así estaba insaciable. No fue hasta que los dos a la vez la tiramos en el piso y nos pajeamos sobre ella hasta cubrirle la cara de semen, que se calmó y confesó que le había fascinado lo que le habíamos hecho.


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