Un ganador. Capítulo 35

Un ganador. Capítulo 35

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesantes para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 35: Guerrera
   - Tenés una cara de sueño terrible.- Me dijo Eliana al día siguiente
   Ella no sabía que la noche anterior había ido a lo de Cintia y que nos habíamos pasado todo el tiempo cogiendo. En la cocina, en el baño, en la cocina otra vez, en su pieza y por último repetimos el baño. Hicimos de todo, yo se la chupé a ella, ella a mí, misionero, en cuatro, de parados, por la cola y acabando en distintas partes de su cuerpo, sobre su cola, sus tetas, en la boca, sus tetas otra vez y su pancita para el gran final. Cintia había demostrado ser una luchadora profesional a la hora del sexo.
   Eli no se quedaba atrás, la primera semana de mayo volvió a sorprenderme en la facultad con la intención de hacer algo en el baño, pero justo nos cruzamos con unos compañeros y tuvimos que ir directo a clases. Sin embargo esa noche fui a comer a su casa y terminamos echándonos un buen polvo en el comedor. Durante los próximos días iba a seguir sorprendiéndome por la facultad con besos apasionados y toqueteo disimulado para calentarme hasta más no poder.
   Esteban, Bruno, Carla y Paola se enteraron enseguida de lo mío con Eliana y cuando se la cruzaron por un pasillo, organizaron una reunión con ella y le exigieron a Diego que llevara a Andrea. Rocío no podía contener la risa cuando le contamos lo que había pasado. Andrea, que ya directamente salía con Diego, aceptó sin problema. Eli dudó un poco, pero cuando se enteró que la invitación iba en serio terminó aceptando. Al jueves siguiente tuvimos una cena los 8 en la casa de Esteban.

   - Me cae bien.- Me dijo Paola al día siguiente en medio de la clase.
   - Sí, es re buena onda.- Agregó Esteban.
   - Y tiene tetas grandes como a vos te gusta.- Dijo Carla riéndose.
   El grupo que empezó a preguntarme “quien era esa chica” al ver la foto en Facebook, fue el grupo de la secundaria. Les terminé contando por whatsapp que estaba en algo con Eliana, pero que no era nada formal. El problema fue que enseguida quisieron conocerla. “Presentala ya” escribió Giselle. “No te hagas el boludo” escribió Facundo. “Bienvenido al club de los casados” escribió Clara. El resto, acotaba comentarios estúpidos como esos y la presión se fue haciendo más grande cuando Eli subió una foto de los dos a Facebook el domingo que nos fuimos a tomar mates al parque. “Esa foto delata matrimonio” escribió Leandro. A eso, hay que sumarle que las cosas parecían tomar ese camino y que Eliana y yo nos llevábamos cada vez mejor y estábamos cada vez más tiempo juntos.

   La que no estaba muy contenta por la poca bola que le daba era Cintia. A pesar de que no me decía nada, se notaba que estaba molesta conmigo porque no iba tantas noches como antes a su casa. En la oficina seguía provocándome con indirectas o con roces sensuales. Georgina se mataba de la risa cada vez que ella salía del cuarto y se terminó convirtiendo en una especie de asesora del amor cuando le conté que estaba en algo con una compañera de la Facultad.
   - Se nota que la re querés a Eliana.- Me dijo una tarde que nos quedamos los dos solos cuando Cintia salió a entregar unos papeles.- Como que vivís mandándole whatsapps y me hablaste ya 3 veces de ella en la semana. Pero ojo con Cin, ella está enganchada con vos. Dejalo en claro si te pones con Eliana.
   El último jueves de mayo los chicos de la secundaria empezaron a organizar una reunión teniendo en cuenta que hacía meses que no nos veíamos todos. Al final se terminó programando para ese sábado. “Traela a Eli, vos Ema!!” escribió Sol. Como no sabía si era en serio o no, le pregunté a los chicos que pensaban y todos coincidieron en que tenía que llevarla.
   - ¿En serio?- Me preguntó ella el día siguiente cuando la crucé en la facultad.- Sí, tengo las re ganas. Deciles que voy.- Agregó con cara de emoción. Su euforia fue tal que terminó agradeciéndomelo en el baño de la facultad como la otra vez.

   Ese sábado la pasé a buscar en el auto y fuimos hasta la casa de Leandro. En el auto no paró de preguntarme consejos para caerle bien a los chicos, pero yo le decía que no sea tarada, que no se ponga nerviosa y que sea ella misma. Cuando llegamos, las chicas como buitres se le acercaron enseguida. Celeste y Giselle fueron las que más le hablaron y Camila y Flavia se alejaron un poco para cuchichear a espaldas de ella. Los chicos se reían de la situación y Cristian me cargaba porque decía que yo estaba más nervioso que ella.
   - Chicos, tenemos algo para contarles.- Dijo Juan Pablo parándose en medio de la reunión mientras todos comíamos. Miró fijo a Giselle y después al resto.- En Septiembre nos casamos.
   Nos tomó a todos por sorpresa, sin embargo los aplausos y los comentarios de felicitaciones no tardaron en llegar. Cuando abracé a Juampi noté una verdadera cara de felicidad, se notaba que estaba enamorado de Giselle. En ese momento tuve mi primer arrepentimiento por haberme acostado con alguien, en este caso con la futura esposa de un amigo.

   La noche siguió y como era de esperar los chicos empezaron a contarle anécdotas mías a Eliana. Todo iba tranquilo hasta que ella misma preguntó si yo había estado con alguna de las chicas del curso. Las miradas cómplices de las mujeres fueron muy poco disimuladas y terminaron confesándole que estuve con Camila y después con Marisol. “¡Apa! ¿Con dos?” preguntó Eli riéndose.
   - Sí con dos.- Le contestó Juampi.- Igual fue medio bizarro, fue como una especie de competencia por el amor de Emanuel.- Agregó riéndose.
   Nos pegamos una tentada increíble que terminamos apodando “La competencia” al evento que pasó durante los primeros meses del 2012 en el que me acosté incontables veces con Camila y Marisol. Cristian terminó preguntando qué pasó con esa “competencia” tratando de conseguir el por qué se había terminado, pero algo molesto di por terminado el tema.

   - Así que te cogiste a dos de tus amiguitas.- Me dijo Eliana cuando llegamos a su casa y nos sacábamos la ropa para irnos a la cama.- Que ganador resultaste ser.- Sin decirle nada me río.- Esperame acostado que ahí vengo.- Agregó y se fue.
   Me terminé de sacar la ropa y me quedé en bóxer. Me acosté sobre la cama y agarré el celular para ver los mensajes que seguían mandando por el grupo. “La apruebo” escribió Flavia. “Re buena onda” comentó Giselle. “Me mató su cara cuando hablábamos de “La competencia”” escribió Facundo. Pero dejé de leer al ver que Eliana había vuelto a entrar en la pieza y se había parado frente a la cama.
   Estaba vestida con unas botas negras que le llegaban hasta la rodilla, con un short de camuflaje bien corto y una remera blanca con manchas verdes. El pelo lo tenía recogido en una colita y en una mano tenía una pistola de juguete y en la otra una soga. Mi cara de sorpresa debió ser tal que no pudo evitar reírse antes de apuntarme con la pistola. Siguiéndole el juego dejé el celular y levanté las manos.
   - Atate una mano al borde.- Me dijo tirándome la soga y con la pistola firme en la otra mano.
   Todavía sorprendido obedecí y me até la mano izquierda al caño que estaba a la izquierda de la cama. Ella se subió a la cama y se arrodilló sobre mi pechó. Apoyó la pistola al lado mío y después agarró la soga con la intención de atarme la otra mano, pero yo fui más rápido que ella y agarré la pistola y se la puse en el pecho. “Soltame” le dije con tono amenazador. Ella puso cara de “¿cómo podes?”, sin embargo obedeció y me desató, después de todo el que tenía el arma era yo. La acosté sobre la cama, siempre apuntándola con la pistola y bien despacio la até a ella, una mano en cada lado de la cama. La que estaba prisionera ahora era ella. La miré en frente y apreté el gatillo de la pistola y un chorrito de agua salió disparado al piso.
   - Si me vas a amenazar, que sea con una de verdad.- Le dije mojándole todo el cuerpo.
   Apoyé la pistola sobre el escritorio y bien despacio le fui sacando la ropa. Primero las botas, después el short (tenía puesta una tanga negra preciosa) y cuando llegué a la remera agarré una tijera y a pesar de sus pedidos de que no lo haga, se la corté por el medio. Su cara de “ya vas a ver” me encantó, pero el poder lo tenía yo. “Nunca descuides tu arma” le dije arrodillándome entre sus piernas mientras le besaba bien suave los muslos. Eli trató de correr las piernas, pero yo la agarraba bien fuerte. Se las fui besando desde la punta hasta la entrepierna y cuando llegué a la tanguita no pude evitar mordérsela con ganas.
   Le empecé a chupar la concha, por encima de la tanga y a ella parecía gustarle eso. Le pasaba la lengua hacia arriba y hacia abajo y jugueteaba con el hilo que atravesaba su conchita por en medio. Le lamía el clítoris como loco, moviendo bien rápido la lengüita y de a poco iba jugando con mis dedos. Eliana estaba totalmente mojada.
   Me arrodillé nuevamente y me bajé el bóxer. Me acomodé a centímetros de ella y le metí la pija en la concha. Enseguida largó un gemido de placer. De a poquito me fui moviendo cada vez más rápido, en forma de círculos. “Mmmm sí” susurraba ella en mi oído con cada movimiento que daba. Sus brazos atados a la esquina de la cama le ponían un morbo perfecto. Me empecé a mover cada vez más rápido, cada vez más fuerte. Me terminé arrodillando y agarrándola de las piernas para darle bien duro. Eli gemía y suspiraba de placer. Gozaba cada vez más. “¡Ay sí!” gritó segundos antes de acabar por primera vez. Pero yo seguí cogiéndomela, mientras ella se mordía bien fuerte el labio.
   Después de un tiempo le saqué la pija de la concha y me acomodé sobre su pancita. Metí mi verga entre sus tetas y se las apreté bien fuerte. Despacito empecé a mover mi cintura hacia adelante y hacia atrás, cogiéndome sus tetas. Ella abrió la boca y cada vez que iba hacia adelante me lamía la punta de la pija. Me excitó mucho eso. No me pude contener. Un chorro de semen salió disparado por encima de sus tetas y fue a parar a su cuello. Ella emitió un “Mmm” de goce mientras yo seguía acabando. Me quedé así por unos minutos, disfrutando del orgasmo que acababa de tener.
   Me paré dejándola atada y fui hasta el escritorio, agarré la pistola y volví a acostarme encima de ella. Su cuerpo transpirado y su respiración agitada me seguían excitando y de a poco me volvían a poner duro. La segunda vuelta se acercaba. Le puse la pistola en la cabeza y la cara a pocos centímetros de la suya.
   - A partir de ahora, vos sos mi novia.- Le dije haciéndome el enojado. Ella no pudo contener una sonrisa.- Si no…- Le alejé un poco la pistola y apreté el gatillo y un chorro de agua le mojó la cara.


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1 comentario - Un ganador. Capítulo 35

AdnanJanuzaj +1
Sos un crack con esto viejo! Seguí así van 10.
HistoriasDe
Gracias por comentar y por lo puntos!