Un ganador. Capítulo 17

Un ganador. Capítulo 17

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…


Capítulo 17: El consuelo
   Camila terminó ganando lo que años después el grupo iba a llamar como: “La competencia”. Obviamente tardaron años en enterarse que el trío había sido la razón y cuando lo hicieron generó un revuelo importante que ya les voy a contar más adelante. Por ahora seguimos en Abril del 2012.
   Al día siguiente nos volvimos a encontrar, esta vez los dos solos y cuando me volvió a pedir que le cogiera la cola, nuevamente supe que estaba con la chica correcta. El martes, miércoles y jueves nos volvimos a encontrar a la tarde. Había resignado el estudio, la facultad, el deporte y todo para echarme una cantidad de polvos increíbles. El martes lo hicimos dos veces, la segunda fue toda por atrás. El miércoles fue uno solo, no había tiempo, por lo que fue sin forro y con acabada en las tetas. El jueves volvimos a los dos, primero uno con todo el paquete completo y el segundo terminó con un pete y acabada en la boca.

   - Me encanta como me coges la colita.- Me dijo el jueves mientras me vestía y ella seguía disfrutando de su orgasmo en la cama.- ¿Mañana a la noche te venís? Mis viejos tienen una cumpleaños de 50, por lo que van a volver tarde.
   - Mañana imposible Cami.- Le dije a pesar de su cara de desilusión.- Es el cumple de Luz de la facu, si falto me va a cortar las bolas.
   - ¡Que no te las corte! ¿Si no como me vas a dar la lechita que tanto me gusta?- Me dijo mientras se seguía limpiando algo de semen que tenía en el pecho.- Bueno, si termina temprano y tenés ganas, yo voy a estar en casa solita.
   De haber sabido que esa iba a ser la última vez que iba a coger solamente con Camila le hubiese propuesto de echarnos otro polvo, o le hubiese roto la cola una vez más. Pero como bien aclaré, no tenía idea de lo que iba a pasar.

   El viernes 20 a la mañana llegamos a la facultad con la idea de hacerle una sorpresa a Luz. Diego y Paola habían hablado con la profesora que nos había permitido llevar una torta que Carla se había encargado de hacerla. Esteban la iba a demorar unos minutos en el pasillo y cuando ella entrara, todos le íbamos a cantar el feliz cumpleaños. Después de todo, Luz era una de las chicas más buenas y más queridas de la facultad. Pero nunca apareció. Carla la llamó y no contestó, por lo que se terminó yendo a la casa a buscarla. A la media hora nos llamó para decirnos que vayamos.
   - Me peleé re feo con David.- Nos contaba mientras lloraba.- A la mañana me mandó un mensaje para preguntarme a que hora quería que vaya esta noche y yo le contesté: “ni si quiera un feliz cumple?” y me dijo que como me veía esta noche no le parecía necesario.- Cada vez lloraba más.- Le dije: “¡Flaco sos mi novio! Saludame para mi cumpleaños” y ahí empezamos a discutir, de que él no me da bola, de que yo soy muy dominante. Nos peleamos mal.
   - Pero… ¿terminaron?- Le preguntó Paola.
   - No sé.- Le contestó Luz después de un rato de seguir llorando con mayor intensidad.- Cuando me cortó me dijo: “Bueno esta noche hablamos”.
   La cosa no iba bien. Luz había organizado un cumpleaños en un bar-boliche y varias amigas de su pueblo venían a visitarla, pero el horno no estaba para bollos. Nos costó mucho convencerla de que siguiera adelante y nos tuvimos que quedar con ella casi todo el día. Paola fue la primera en irse cerca del medio día y volvió a las 3 de la tarde con un bolso con ropa para la noche. Después se fueron Esteban y Carla que unas horitas más tarde llegaron listos para salir. Cerca de las 7, la casa de Luz estaba llena de gente: además de algunos otros chicos de la facu que fueron a darle animos, había unas cuantas amigas del pueblo que estaban indignadas con lo que pasó. Tipo 8 me fui a mi casa, me bañé y cerca de las 10 fui para el bar, ignorando por completo el mensaje en mi celular de Camila.

   La salida no fue tan bien como suponíamos. A pesar de que las amigas del pueblo y las chicas de la facu intentaban ponerla de buen humor y le ponían buena onda a la situación, Luz no estaba de ánimo como para festejar su cumpleaños. En un momento se paró y se fue hasta el baño y no volvió hasta media hora después y se notaba que había estado llorando. Había que hacer algo para que la fiesta no decaiga.
   - Luz, esta canción es para vos que se que te encanta Charly.- Le dije parado desde el “escenario” del bar con un micrófono en la mano esperando que arranque el karaoke.
   Empezó a sonar “No me dejan salir” y con la poca elegancia que me caracteriza y la caradurez que siempre tuve, canté y bailé mirándola a ella y al grupo de amigas que no paraban de reírse y gritarme cosas. Cuando terminó la canción todos en el bar aplaudían entre carcajadas y Luz subió corriendo a darme un abrazo y un beso en la mejilla que me tomó de sorpresa.
   - Sos un tierno.- Me dijo una de las amigas cuando bajé y me volví a sentar en la mesa.- Ludmila.- Agregó al ver mi cara de desconcierto cuando no me acordaba su nombre.
   Enseguida empezamos a hablar y pegamos muy buena onda. Estuvimos todo lo que quedó de la cena charlando y cuando levantaron las mesas nos fuimos a la barra a buscar unos tragos. Volvimos a donde estaba el grupo, pero siempre nos mantuvimos alejados charlando y pasando un buen rato. Hasta que Esteban me vino a buscar.
   - ¡Luz se quiere ir!- Me dijo algo desesperado.
   Salí corriendo hasta la puerta y la alcancé a media cuadra del bar. Carla y algunas de las chicas la seguían, pero ella no paraba de llorar. La separé un poco del resto y le pregunté que pasaba. Me mostró el celular y vi un mensaje de David que decía: “No voy a ir. No da. Me parece que lo mejor es que vos y yo no estemos más juntos…” y el mensaje seguía. Traté de consolarla, de decirle que era obvio que David era un idiota, alguna de las chicas intentaban meterse pero yo trataba de mantenerlas al margen. Luz no paraba de llorar y no fue hasta un rato que dijo:
   - ¡Todo esto es tu culpa Emanuel!- Me gritó casi tirada en el piso.
   - ¿Mi culpa?- La miré atónito. Miré a las chicas que habían escuchado. Se hacían las boludas.
   - ¡Sí tu culpa!- Volvió a gritarme Luz.- Porque si hace dos años vos hubieses venido a mi cumpleaños yo no me hubiese comido a ese idiota y no me hubiese puesto de novia con él.- No me esperaba una confesión así, era obvio que el alcohol ayudaba a hablar. Hacía dos años, yo había elegido pasar la noche con Tatiana en vez de ir al cumpleaños de Luz y desperdiciar mi oportunidad con ella.- Si vos hubieses venido hace dos años hubiese estado con vos y no con él. Y ahora no estaría llorando como una pelotuda.
   Miré alrededor y sus amigas miraban serías y en silencio. Ni Emanuel parecía sorprendido. Todos sabían. Ayudé a Luz a pararse y la apoyé despacio contra la pared. Tenía mis manos sobre su cara. Se la levanté con delicadeza y le sequé las lágrimas. Después la besé. Ella me devolvió el beso y le siguió un abrazo. Había estado esperando ese momento durante dos años pero me lo había imaginado un poco distinto.
   - Vamos a tu casa.- Le dije. Me pareció lo mejor sacarla de ahí, no era el ambiente.

   Nos subimos a un taxi y nos fuimos y a pesar de que se podrían haber dicho miles de cosas, estuvimos todo el viaje en silencio, ella con la cabeza apoyada sobre mi hombro y yo acariciándola. Llegamos y enseguida fue al baño a arreglarse un poco. Le dije que se acostara y ella me dijo que no quería estar sola, así que la acompañé hasta la pieza y cuando se acostó me puse atrás de ella y la abracé. “Gracias” me dijo casi en un susurro. “¿Por?” le pregunté. “Por la canción” me respondió, “Fue el único momento en el que me reí de verdad en toda la noche”.
   La volví a besar y ella me volvió a aceptar el beso, pero esta vez de a poco se fue transformando. Luz se dio vuelta y quedamos frente a frente y apoyó su cuerpo contra el mío. El beso iba subiendo temperatura, la lengua empezaba a ser protagonista y las manos se movían cada vez más. Cuando me di cuenta ella estaba acostada encima de mí y mis manos recorrían toda su espalda.
   Le saqué la remera y la tiré al sueño, dejando al descubierto un corpiño negro muy sexy, Luz no tenía tetas grandes, pero las que tenía eran muy lindas. Ella empezó a ponerse más fogosa. Me sacó la remera y al ver mi cuerpo no pudo evitar una sonrisa. Pasó su mano por mis abdominales y después bajó su cabeza para chuparme desde el pupo hasta el cuello. Volvió a besarme con ganas. Puse mis manos en su culo y se lo apreté bien fuerte.
   Nos sacamos lo que nos quedaba de ropa en segundos y después de ponerme un forro ella se acostó boca arriba y yo me puse encima de ella. Le toqué un ratito la concha, pero al ver que estaba completamente mojada se la metí. Empezamos a coger bien fuerte enseguida. Luz me abrazó con sus brazos y piernas y puso una de sus manos en mi nuca. Nuestros cuerpos se rozaban con cada movimiento que daba hacia arriba y hacia abajo. Sentía en mi oído el suspiro intenso que daba cada vez que mi verga entraba por completo en su concha.
   Después de un rato ella fue arriba y cuando lo hizo soltó a la perra que tenía adentro. Con una de las piernas en el piso y la otra sobre la cama no pudo evitar moverse con fuerza hacia adelante y hacia atrás con toda mi pija en su conchita. Sus manos apoyadas en mi pecho la ayudaban a marcar el ritmo. Se agachó un poco hacia adelante y nuestros labios volvieron a encontrarse. La abracé y fui bajando mis manos hasta su culo. Cuando llegué ella volvió a moverse con fuerza, con sus dos manos apoyadas sobre mi cabeza. Lo hacía cada vez más rápido, sentía su respiración que se agitaba cada vez más.
   Cuando acabó largó un suspiro intenso y frenó de golpe. Pero a mi todavía me faltaba acabar. Agarrándola bien fuerte de la cola y con la verga adentro me levanté y la apoyé a ella boca abajo sobre el borde. Me la fui cogiendo bien fuerte y con mucha intensidad y sus gritos de placer me calentaban mucho más. Así hasta que logré acabar y con un beso profundo me acosté sobre su pecho a disfrutar del orgasmo.
   No nos vestimos hasta las 6 de la mañana cuando las 3 amigas que se quedaban a dormir ahí aparecieron. Ella me despidió con un beso hermoso y un “Gracias” que se notaba que lo decía del corazón. Cuando me subo al taxi para volver a casa veo el mensaje que Camila me había mandado antes: “Tenés idea a qué hora terminás? Te venís a casa?”. Decidí ignorarlo por completo.


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