Ana

Ana
En la actualidad a los treinta y dos años en la capital cuando se consigue un trabajo por malo que sea e incómodo de transportarse desde mi casa, lo necesario pese a esos inconvenientes es conservarlo hasta que no salga algo mejor y principalmente seguro, siempre era lo que mi padre me dijo.

Soy casada desde hace siete años, aun no queremos tener hijos, porque recién nos estamos acondicionando económicamente, mi cuerpo en apariencia delgado, siempre fui de cabellos rubios, de origen de padres extranjeros y mi cabello siempre fue corto
Mi tez es blanca, con una altura aproximada a los uno setenta y ocho centímetros, con busto normal, piernas fuertes porque hago ejercicio seguido y además me gusta mucho la gimnasia de echo que la inicie en el secundario y ahora en un club de mi barrio, que mantendré en el anonimato por cierto que alguien leyese esto y me reconociera.
Yo trabajo como empleada de ventas de una empresa que vende en un local inmenso productos que otras empresas fabrican para ellos y al comprarlos le cambian el nombre por el del adquiriente o sea mi jefe y lo empaquen con una caja con nombre propio que él les da, y son llevados al negocio como producción propia
De esta manera se recapitaliza una compra relativa económica a un elevado precio y así ambos ganan un sobreprecio uno el que lo fabrica y el otro porque adquiere algo a costo moderadamente económico
Desde que empecé a trabajar mi jefe (que diremos Gabriel) me puso el ojo para molestarme, pues dice que los estudiantes y recién egresados no sabemos nada de nada, así que me presionó bastante con boludeces para que renunciara pero para mí ese dinero era el mantenimiento del departamento y ayudaba bastante con el aporte de mi esposo empleado de una siderurgia en la parte de contaduría
Fue dura la presión de mi jefe en cuanto al trabajo pero la necesidad de responder a la ayuda de mi hogar fue mayor
A mis otros compañeros (todos hombres) le agradó sobremanera mi respuesta a ese duro jefe llamado Gabriel.
Con los meses hicieron casi una fila para coquetearme y tratar de que ocurriera algo de sexo, pero yo nada de nada.
Me adapté rápido y puse a trabajar muy fuerte de día y de noche cuando me tocaba el turno nocturno para que el jefe no molestara más.
Ciertamente todos me molestaban con poder tener sexo o que se la chupara en el baño en cierta forma era algo común en la fábrica con otras mujeres que me miraban como si yo fuese lesbiana pues no quería nada con nadie, el único que me hacía sudar un poco, y no sólo era por la presión sino porque era el único que me ignoraba desde el plano sexual, era Gabriel.
A pesar de ser un hombre maduro y todo, me gustaba cómo se veía de fuerte y ese ceño fruncido me agradaba muchísimo.

Cerca del mes de febrero y a la muerte de una mujer que Gabriel era su mano derecha, y ante la necesidad de una persona que realizase, las funciones de María, con el jefe de personal y Gabriel observaron mi currículo, notando que si bien me faltaba practica con la ayuda de Pedro el jefe de personal y amigo de Gabriel el puesto se adaptaba para mí y así me lo comunicaron
Y acepte.
Fuero cuatro largos meses de Pedro y sus consejos casi al mes de septiembre yo estaba acondicionada para ser firme personal selecto del patrocinio de Gabriel que ciertamente ya nunca más me insinuó más boludeces y me trató como de su entorno
Ocurrió ante una visita de inspectores en la cual nos solicitaron en dos días casi el desempeño económico de, la empresa
Una contadora externa amiga de Gabriel y supervisora se contactó con el jefe de personal y yo solicitándonos una presentación en cinco días de un montón de información así que los dos empezamos a trabajar horas extras y luego durante dos días casi dormíamos en la empresa.
Ocurrió que una noche Gabriel llego a las veintiuna, a la empresa a verificar que en dos días lo que pretendía presentar
Me vio atareada y se acercó a ofrecerme su ayuda. En la sala de diseño sólo estábamos él y yo pues todo el personal había salido desde hacía una o dos horas atrás.
-¿Cómo va eso Ana? -Bien, bien, creo que lo termino en un rato -¿Segura? porque veo que falta bastante. -Pues yo lo termino hoy así me quede toda la noche acá jefe.
Él se sonrió por primera vez conmigo. Así que aproveché la oportunidad y le devolví la sonrisa una tanta coqueta.
-¿Por qué no me muestras algo para ver si me inspiras?
Le dije y él puso cara de sorpresa. Al tiempo bajé la mirada hacía mis piernas que se veían libres pues llevaba una mini azul turquesa y blusa azul de tiras y botas altas negras. Él me miro con algo de calentura y lanzó su brazo sobre mí. Yo alcancé a cerrar los ojos para sentir su brazo fuerte sobre mí, pero no, el tipo tomó el mouse y me empezó a mostrar ejemplos sobre el trabajo. Yo me desilusioné y seguí en el trabajo, escuchando atenta las instrucciones de él. El jefe de seguridad del edificio pasó haciendo ronda y nos vio. Preguntó sobre la hora en que dejaríamos de trabajar y Gabriel le dijo que yo me quedaba un rato más. El de seguridad nos dijo que estábamos los tres solos en el edificio pues el turno de impresión no trabajaba esa noche. Seguimos trabajando y un rato después me dijo que se iba ya, que estaba tarde. Acepté. Él salió y yo seguí en el trabajo.
De pronto, tiempo después, sentí unas manos que me tocaban la espalda haciéndome un masaje. Me asusté y gire. Era Gabriel.
-Hola ¡qué susto me has dado! -Me regresé porque creo que necesitas más ayuda ¿o no? -Sí creo que sí... -¿Un masaje? -Ok
Entonces empezó a tocar mi espalda y mis hombros haciendo que me relajara sobre el asiento. Sus manos eran muy buenas. Me concentré en el placer del dolor por la tensión de mis músculos. Luego sentí que una de las manos bajaba y rozaba mis senos sobre la blusa. Abrí los ojos pero seguí quieta. Ahora me tocaba a fondo y yo estaba en shock. Pues aunque esperaba algo de Gabriel nunca creí que fuera en ese momento.
-¿Hace cuánto no te dan un buen masaje? -Hace bastante jefe... -Creo que te llegó la hora de hacerte uno completo -¿En serio?
Al decir esto bajó su cabeza y me dio un beso súper húmedo, al tiempo que bajaba mucho más su mano y la metía por mi falda, tocándome los muslos y llegando hasta mi interior. Yo le hice la tarea más fácil girando la silla y quedando frente a él. Gabriel se arrodilló frente a mí, levantó un poco mi falda, hizo a un lado mis interiores y comenzó a chupar y lamer mi genital. Yo no paraba de gemir y suspirar. Rápidamente tuve un orgasmo enorme. Le tomaba la cabeza y la apretaba fuerte sobre mi órgano. Él sólo paraba para darme una mirada y seguir paladeando su lengua en mi clítoris. Comencé a tener otro orgasmo más fuerte que el anterior y lo hice a gritos. Gabriel era excelente con la lengua. Tras ese orgasmo caí sobre la silla dichosa, entonces él se puso de pie frente a mí.
-¿Te gustó? –Sí, Gabriel realmente si me gustas hace tiempo que me pajeo con vos (contesté como tonta)
El orgulloso de ello me respondió:
Baja mi cierre del pantalón y saca mi verga.
(Me dijo un tanto vulgar) lo cual me calentó sabía que ya lo tenía entre mi conquistado
De inmediato lo hice.
Su cambio de ser un hombre caballeroso a ser uno vulgar me excitó demasiado. Bajé el cierre y sin quitarle el pantalón saqué un pene enorme, era largo, un poco grueso.
Lo tenía en mis manos.
-Métetelo a la boca...
Como si estuviera sonámbula o algo así obedecí.
Abrí la boca y empecé a comerme su aparato.
Él lo disfrutaba al máximo.
Hizo que bajara de la silla y quedara de rodillas. Seguía chupando esa verga grande y hermosa, repleta de venas que palpitaban en mi boca.
-Eres hábil amor, muy bien, muy bien...
Mientras se la chupaba Gabriel se quitó el saco y la camisa.
De un momento a otro me tomaba de la cabeza y me daba empujones dentro de mi boca con su pene, como si me cogiera así.
-Pará Ana hazlo quítame el pantalón.
Lo hice de inmediato. Quedó desnudo. Me levantó y sacó mi blusa bajó mis interiores y la falda la arremangó sobre mi cintura, me dejó con las botas.
Me tomó del cabello, removiéndomelo alocadamente, y me puso de rodillas nuevamente para que la siguiera chupándola.
-Sigue con tu trabajo oral puta...
Continué mamándole la verga por un rato más.
Me sentía muy bien así. Me encantaba su pene, y las, asquerosidades que dé a rato o momento él me calificaba
Me hacía sentir como una puta ( con el tiempo comprendí que a ello le excitaba más que verme en bolas, el placer de hacerme sentir realmente toda suya argentándole su pene con mi boca y mi saliva cayéndole en sus bolas…
Llevábamos más de quince minutos así, cuando él mismo sacó de mi boca su aparato.
Me hizo levantar y me llevó hasta la sala de espera frente a su oficina.
-Ven que te voy a hacer el amor como se lo merece una mujer como tú.
Te voy a romper tu concha, puta mía…
Me acostó boca arriba sobre el sofá abrió mis piernas que tomó con sus manos y puso su verga en mi entrada.
Yo la tomé y la fui metiendo de a poco.
Me quejaba y a él eso le gustaba.
De improviso avanzó y la metió toda.
Hasta el fondo.
Grité y se acomodó y empezó a meter y sacar su pene dentro de mí.
Lo hacía a una velocidad enorme y con una fuerza gigante.
-Te gusta así ¿no puta? ¿Te gusta?...
Yo no paraba de gemir y de agarrarme de sus brazos fuertes.
Sus arremetidas eran tremendas.
Unió mis piernas para apretar así su verga en mí.
Y con una sola mano las tomaba y con la otra se apoyaba del espaldar del sofá. Me la metía y sacaba como una maquina sexual.
Luego la sacó repleta de líquidos míos, pues ya había tenido un orgasmo durante la cogida que él apenas escuchó.
-Ponte en cuatro Ana que me gusta penetrarlas así, a las putas como tú...
Lo hice.
Él me dio una palmada en las nalgas. Metió uno de sus dedos en mi concha, lo sacó e intentó meterlo en mi trasero.
Yo se lo impedí…
Respondiéndome entrecortado por su calentura y su plenos delirios de placer
¡Ya me lo pedirás Ana!
A un tiempo no mucho rompió el silencio de esa habitación que siempre se usó como recibidor:
-¡Quédate quieta Ana, que voy a hacer lo que yo quiera con vos!
Me quedé quieta y helada
Insistió casi de inmediato metiendo uno de sus dedos en mi cola.
Nunca mi marido me lo había pedido, me había pedido usar o penetrarme por mi cola
Ya su dedo me molestaba sobremanera y cuando ya los tenía adentro de mi cola como dos, comenzó a meter otro en mi concha
El movimiento de ambos me fue excitando cada vez más.
Nunca me lo hubiese imaginado algo así en mis años de casada y de novia, con mi marido quien fue él quien, me desvirgó
Capitulo II
Fui moviendo Gabriel mis caderas al ritmo de sus dedos en mi culo y en mi concha.
Entonces los sacó de su interior a un tiempo a dedos y se acomodó para penetrarme.
Primero de forma normal por mi sexo. La metió toda de una y comenzó a penetrarme fuerte.
Yo tenía la cabeza enterrada en el espaldar del sofá.
Sus embates me apretaban contra él.
Me tomaba de la cintura y me atraía hacía su verga que salía y entraba como un taladro.
Sus huevos golpeaban mis nalgas y estaba a punto de un nuevo orgasmo simplemente se detuvo.
-Ahora vas a saber lo que es coquetear conmigo Ana.
Puso su pene en mi entrada culo y empezó a avanzar.
Me dolía muchísimo.
Él se veía experto en estos menesteres y esperó a que me relajara.
Cuando el glande estaba dentro, comenzó nuevamente a empujar hasta tenerlo todo dentro.
Allí mismo me tomó del cabello y me alzó la cara, al tiempo que me penetraba sin compasión.
Se apoyaba de mi cadera y de mi cabello como si cabalgara a una yegua.
Yo estaba en otro mundo sintiendo de todo: dolor, placer, lujuria, éxtasis, etc.
Me metía su pene con todo poder.
Sentí que estaba por acabar pues se apoyó sobre mi cadera y su ritmo se aceleró.
Dio varios embates más y sentí cómo inundaba mi traserito.
Fue enorme la cantidad de esperma que salía de él.
Sacó su miembro y lo limpió con mis nalgas un poco de su leche, luego busco un poco de servilletas y se la limpio yo continuaba apoyada en el sofá con mis piernas porque de la cola era un ardor insoportable
A un tiempo fue al baño de él en su oficina, tardó un tiempo
A su salida me dijo
Anda a bañarte Ana, acomodé todo como para que te bañes
A un tiempo vine dolorida, me dolía la cola y deseé que saliera todo lo que había dentro de mí en el bidet, pero ello me incomodaba porque estaba cerca de mi fecha de riesgo, a un embarazo.
Llegue totalmente desnuda y empecé a recoger mi ropa
Ana me dijo y se sentó a mi lado
Lo disfrutaste, creo que las veces venideras aprenderé a conocerte y tratarte en la cama
Sí, sí me gustó Gabriel, pero me hiciste doler
Pero en ti yo también descubrí algo diferente
Pasaron los días, en donde la inspección dio sus resultados
Gabriel quedó impugne a cualquier sanción

2 comentarios - Ana

dedalmine
Como te habra qedado el ojete!!! Pobre corneta de tu marido