Un ganador. Capítulo 15

Un ganador. Capítulo 15

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…


Capítulo 15: La competencia
   A pesar de que era mediados de Febrero las vacaciones para mi recién estaban empezando. Camila estaba decidida a coger conmigo todos los días si era necesario, con tal de que no lo hiciera con Marisol. Pero Sol por el momento no sabía nada, entonces seguía llamándome bastante seguido. El problema era que los chicos nos habían visto a Cami y a mi en el boliche y vieron como nos fuimos juntos, entonces la otra no tardó en enterarse
   - ¿Te cogiste a Camila?- Me preguntó un día a la tarde tomándome totalmente por desprevenido.
   Había ido a su casa con la intención de echarnos un buen polvo, pero eso no pasó. Por contrario, terminamos peleándonos mal, ella acusándome de que la estaba usando y yo diciéndole que no éramos nada y por ende no podía esperar fidelidad de mi. No sé quien tenía razón, la cosa es que apenas salí de la casa le mandé un mensaje a Cami para preguntarle si podía ir a su casa a coger. Ella contenta de que lo hiciera, me aceptó con las piernas abiertas.

   Cuando Marzo arrancó Marisol se dio cuenta de que me estaba perdiendo y volvió casi que desesperada. El 1ro a la noche me llamó para decirme que tenía la casa sola y si quería ir y por más de que esa misma tarde me había juntado con Camila, decidí ir y pegarle una buena cogida en el medio del comedor.
   - ¡Sí! ¡Sí!- Gritaba cuando la tenía contra la mesa y con las dos manos agarradas sobre su espalda.- ¡Cogeme bien duro! ¡Dale cogeme!
   Pero ese mes se volví a la facultad y los horarios empezaron a enredarse. A pesar de que las primeras semanas eran tranquilas, a Esteban y a Diego siempre les gustaba avanzar rápido con los trabajos y las entregas, por lo que las tardes de estudio y de lectura no tardaron en llegar. Luz, Carla y Paola se sumaban con frecuencia y cada vez que veía a la morochita peticita a los ojos, no podía creer la oportunidad que había desperdiciado. Luz seguía de novia con David, el pibe que era un año más grande que nosotros, pero me iba a enterar unas semanas después que las cosas no iban muy bien.

   Volviendo a la historia principal, la cosa se puso picante cuando las dos chicas se enfrentaron el sábado 10 de Marzo en la casa de Leandro en una comida. Camila dijo un comentario sobre la amistad y que tenía que ser de parte de las dos personas y Sol no pudo contener un comentario irónico sobre no cagarse en las relaciones amorosas del otro. Al final tuvimos que intervenir para que no se terminaran agarrando de los pelos y la cosa se volvió peor cuando Camila insultó de arriba a abajar a Sol por haber rota la promesa de no relacionarse conmigo que se habían hecho hacía años atrás.
   En la semana todo se volvió bastante tenso, Marisol nos invitaba a su cumpleaños el sábado siguiente en un boliche y como era de esperar Cami no estaba dentro de la lista de invitados. Las chicas intentaron convencerla de que no se peleara con ella, pero por más que Giselle y Celeste se esforzaran, no hubo caso. Llegó el sábado y Camila, a pesar de que sabía de la salida, no estaba ahí.

   A pesar de todas las peleas con los chicos intentamos ponerle la mejor onda, después de todo era el cumpleaños de una de las chicas del grupo. Cristian y Clara se veían muy bien juntos, todos estábamos muy contentos de que volvieran a salir, era la pareja favorita del grupo. Juan Pablo y Giselle parecía que también avanzaban juntos, esa noche nos contaron que tenían ganas de hacer un viaje por Cuyo los dos juntos y pudimos ver que la relación prometía. Facundo Leandro y yo seguíamos siendo los solteros del grupo, pero eso no fue suficiente para salir a encarar esa noche, era el cumpleaños de Marisol y por más de que hacía una semana que no me acostaba con ninguna de las dos, no podía seguir haciendo boludeces con ellas. Esa noche tenía que comportarme. El problema es que me era muy difícil.
   Sol no paraba de buscarme. Se me acercaba para bailar la mayoría de las canciones, me franeleaba en cada oportunidad y me abrazaba y me besaba en la mejilla constantemente. Flavia y Celeste trataban de controlarla, pero ella no quería controlarse, ella quería calentarme. Y lo estaba logrando.
   Menearme el culo bien apoyado sobre mi verga, tocarme el pecho con sensualidad, agarrarme las manos y llevarlas hasta sus tetas y besarme el cuello fueron excusa suficiente para que termináramos contra la pared apretando de una manera bastante desaforada, con una de sus piernas levantadas envolviéndome y con mis manos apretándole el orto con ganas. Los chicos se habían resigando y dejaron que las cosas siguieran su curso.
   No tardó mucho hasta que me agarrara de la mano y me llevara afuera del boliche. Nos subimos a un taxi y le dijimos la dirección del telo al que siempre íbamos, pero no aguantábamos. En el camino seguimos con los besos y con el apriete, el taxista no decía nada, miraba al frente a pesar de que sabía lo que pasaba atrás. Ella metió su mano adentró de mi pantalón y se encontró con que mi verga estaba bastante dura y empezó a pajearme con fuerza. La calentura me tapaba las neuronas.
   Me desabroché el pantalón y me lo bajé un poco, después el bóxer y mi verga quedó a la vista mientras Sol me seguía pajeando. El taxista se dio media vuelta y al ver todo se sorprendió, pero siguió manejando y simplemente agregó: “Ni se te ocurra mancharme el asiento”. Tras esas palabras sabía que tenía luz verde para arrancar la previa ahí.
   Agarré a Sol de la nuca y sin necesidad de forzarla la fue bajando hasta que sus labios besaron mi pija. Empezó a petearme con ganas. Movía su cabeza bien rápido hacia arriba y hacia abajo. Yo cerré los ojos y me concentré en la mamada tirando mi cabeza hacia atrás. Sol me la chupaba como loca, el alcohol y la calentura la habían vuelto una trola terrible.
   - Mirá que ya llegamos flaco.- Me dijo el taxista.
   Abrí los ojos y cuando vi que el taxi estaba a pocos metros del telo levanté a Marisol y me acomodé la ropa como pude. Le pagué al tachero y nos bajamos. Entramos al telo y enseguida pedimos una pieza y como el loco nos conocía, nos dejó pasar sin problemas a una de las que siempre nos daba. Apenas entré me tiré boca arriba en la cama y le propuse a Sol terminar lo que había empezado en taxi, pero ella tenía otros planes.
   Caminando de manera muy sensual se fue hasta el baño y me dijo: “Vení”, en un suspiro bien suave que me encantó. Cuando entré estaba prendiendo el jacuzzi y de a poquito se fue desnudando. La miré mientras se sacaba la ropa y cuando estuvo completamente en bolas se metió. “Dale metete” me dijo nuevamente con vos muy sexy. Me saqué la ropa, dejando al descubierto una erección muy obvia y entré.
   Me senté contra el borde y ella enseguida se puso encima de mí volviendo a los besos y al manoseo. La agarré bien fuerte del culo y empecé a moverla hacia arriba y hacia abajo, haciendo que mi verga y su concha se franelearan con el movimiento. Ella me agarró de la nuca y me siguió besando por el cuello. El agua ya empezaba a taparme las piernas y seguía subiendo.
   - Chupamela un ratito más.- Le dije convencido.
   Ella se acurrucó como pudo en lo que quedaba del jacuzzi y volvió a meterse mi verga en la boca. Como loca movía la cabeza hacia arriba y hacia abajo. No usaba las manos, solo sus labios y su lengua. Me gustaba mucho como lo hacía. El agua que me acariciaba los huevos y el chorro de agua caliente que me pegaba en la espalda eran un hermoso touch. De repente ella empezó a tener problemas ya que mi verga empezaba a sumergirse en el agua.
   - Vení.- Le dije nuevamente convencido.- Cogeme.
   Ella se sentó sobre mis muslos y después de pajearme unos segundos, puso mi verga adentro de su concha. Pegó su cuerpo contra el mío y se empezó a mover. Lo hacía a una velocidad moderada, hacia arriba y hacia abajo, pasando su pancita por la mía, sus tetas por mi pecho y mi cara. Sus manos se agarraban de un caño que estaba a unos centímetros arriba de mi cabeza y que la ayudaban a moverse. No tardó en arrancar con sus típicas frases de sexo.
   - ¡Ay sí!- Me decía al oído cada vez que mi pija se enterraba por completo en su conchita.- ¡Ay como me gusta ti pija!- Me suspiraba y eso me volvía loco.
   Yo tenía mis manos en su orto que acompañaban cada movimiento que daba. El agua ya me llegaba al pecho y eso hacía que el cuerpo de Sol se moviera más despacio, pero a su vez de manera más sensual. Yo la ayudaba con las manos y cada vez le apretaba el culito más fuerte. Se me resbaló un dedo y terminó en la puerta de su culito (Les juro que se me resbaló), pero ella no me dijo nada. Así que mientras le chuapaba las tetas, que a esa altura ya estaban bien frente a mi cara, fui moviendo el dedito.
   - ¡Sí! ¡Me encanta!- Me decía ella que cada vez se movía más rápido.- ¡Me encanta!
   Pero no llegué a meterle el dedo. Marisol se paró y después de apagar el agua que ya estaba a la altura de mi pecho, se dio vuelta. Se arrodilló y mientras acomodaba mi verga, se volví a sentar sobre mis muslos. Tiró sus piernas hacia adelante y su cuerpo hacia atrás apoyándolo contra el mío. Inmediatamente puse mis manos sobre sus tetas, al mismo tiempo que ella lo hacía sobre mi nuca, e impulsándose con las piernas se empezó a mover.
   Era muy placentera esa posición. Mis manos apretaban muy fuerte sus gomas a medida que ella me cogía hacia adelante y hacia atrás. “¡Sí Ema sí!” gritaba sin disimulo. Giró su cabeza hacia un costado y nuestros labios se encontraron en un beso muy apasionado. Cada vez se movía más rápido y a pesar de que su boca estaba ocupada con mi boca, emitía gemidos y suspiros de placer.
   - ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!- Gritó a la vez que su cuerpo no pudo contener movimientos hacia adelante y hacia atrás como loca y después se desplomó sobre mi pecho.- ¡Ay Dios!- Agregó volviendo a girar la cabeza hacia un costado y besándome nuevamente.
   Yo no había acabado, pero nos quedamos así un instante, mientras ella disfrutaba de su orgasmo con mis manos en sus tetas y mi verga adentro de su conchita. “¿Querés que te haga acabar con una paja?” me preguntó. Pero no fue necesaria una respuesta. Salí y me senté en el sillón que había en la pieza y ella se arrodilló para masturbarme. No fueron más de cinco minutos y mi semen salí disparado hasta llegarle al pecho y a la panza de Sol.
   Después de eso fuimos a la ducha y cuando salimos cada uno a su casa. Definitivamente ninguna de las dos estaba dispuesta a renunciar a coger conmigo. Y yo tampoco iba a renunciar a ninguna de las dos.

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