Un ganador. Capítulo 13

Un ganador. Capítulo 13

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…


Capítulo 13: Fiesta de bienvenida
   El año terminó tranquilo, con algunas reuniones de fin de año, salidas a boliche, visitas a Lorena y a “La casa del cielo”, siempre con noches cargadas de sexo. Me estaba volviendo un fanático de lo sexual. Llegaba el fin de semana y no podía esperar a estar con una mina para poder coger y cuando el lunes volvía trataba de buscar algo en la semana. Lore se prendió algunos días de semana para coger en su departamento. Pero no nos gustábamos, por lo que no mucho más tarde se dio por terminada esa relación. Pero siempre quedaban las noches con los chicos del club. Javier, para su cumpleaños n° 24 nos invitó a todos a su casa para un gran asado y después de una noche de boliche fuimos a coger con nuestras putas favoritas. Pero una noticia me dejó algo bajoneado esa noche, Lorelei ya no trabajaba más. Y a pesar de que cogí con Trinity, una colorada infartante de tan solo 21 añitos que cuando se ponía en cuatro te cogía como loca, no fue lo mismo. Terminaba una etapa de mi vida.

   Pero el 2012 se venía con toda. A pesar de que no tenía ningún viaje programado para esas vacaciones, la pasamos excelente yendo a la casa de Leandro y quedándonos días enteros en la pileta hablando de futbol y de mujeres. Sin embargo lo que más esperábamos era la vuelta de Marisol de España. Parecía increíble que ya había pasado un año. Y yo estaba bastante nervioso.
   La última vez que la había visto fue en su despedida y habíamos terminado cogiendo por primera vez. Después de eso ella se fue y a pesar de que hablamos algunas veces por facebook, siempre evitamos el tema. Es por eso que no sabía de qué manera se iba a dar nuestro reencuentro, pero tenía la sensación de que iba a estar bastante tranquilo.
   Ella llegó el miércoles 4 a la tarde y a pesar de que Giselle y Clara la fueron a visitar ese mismo día, el resto esperamos a que ella nos invitara. Programó algo para el viernes a la noche, pero se terminó pasando para el sábado, ya que sus padres salían esa noche y podía disponer de la casa con más tranquilidad. Así fue que el 7 de Enero nos volvimos a encontrar con Marisol.

   Llegamos con Lean, Cris, Facu y Juan Pablo en patota a eso de las 9 de la noche y ella no pudo contener un mar de lágrimas al vernos y abrazarnos uno por uno. Como fui el último, tuve que contenerla un rato más que el resto hasta que vino Flavia y me dio una mano. Nos contó miles de anécdotas, amigos y amigas que se hizo allá, lugares que visitó, el estudio y como pasó las distintas fiestas. Hasta que Camila le preguntó lo que todos se morían por preguntarle:
   - ¿Y con cuantos chicos estuviste?
   - No chicas, nada que ver.- Dijo. Pero el colorado de sus cachetes la mandó en frente.
   - Daaaaaale. ¡¡Contá!!- Le dijo Celeste dándole un empujoncito.
   - Conocí a un chico.- Empezó a contar Sol.- Se llamaba Fabricio y era italiano. Estaba en la misma que yo, haciendo un intercambio por un año. Igual re lento el chico, recién en Julio me encaró y estuvimos por primera vez a principios de Agosto. Nos fuimos juntos a Francia y después unos días a Portugal. Él se fue a principios de Diciembre y bueno… Nada.
   Obviamente se volvió una situación muy graciosa cuando las chicas empezaron a largar las preguntas que todos queríamos hacerle: “¿Cogía bien?”, “¿Te enamoraste?”, “¿Quedaron en algo?”, “¿Lo vas a volver a ver?”. “Sí, cogía bien”, “No, no me enamoré”, “Él decía de venirse a Argentina para volver a verme, pero ya fue chicas fue algo del viaje y que quede ahí” contestó ella. Después de investigar un tiempo de Fabricio, volvimos a preguntarle distintas cosas del viaje. Así hasta que se hicieron las 3 de la mañana y de a poco empezaron a irse. Parecía que el destino quería que yo me quedara solo con ella otra vez, ya que Giselle, Juan Pablo y Clara volvieron a ser los últimos 3 en quedarse y como él andaba en auto, yo me quedé esperando el taxi.
   Empezamos a levantar las cosas y la ayudé a ordenar mientras siguió contándome cosas del viaje. La conversación de dio con total naturalidad y decidí posponer la llamada del taxi. Hasta que ella hizo un comentario sobre un chiste interno con Fabricio y se quedó callada. La miré fijo, obviamente no me molestaba que haya estado con él, yo estuve con 3 minas (sin contar las putas de “La casa del cielo”) en ese año. Pero era algo más.
   - Me costó mucho al principio estar con alguien.- Me dijo de la nada. Yo callado la escuchaba.- Como que no quería estar con nadie. Va… Con nadie. Quería estar con vos.- Me dijo sin dar vueltas.- Me encantó esa noche que estuvimos los dos juntos antes de que yo me fuera. Fue como… Perfecta.
   Después no dijo más nada. Yo quería decirle algo, pero no me salían las palabras. Obviamente que a mí también me había encantado esa noche. Había conseguido conectar con Sol a nivel sexual, algo que había estado esperando hacía años. Pero no sabía que palabras usar en ese momento. Me acerqué a ella, la tomé por la cintura y le di un beso. Ella me respondió.
   Despacio, de manera muy romántica empezamos a tranzar. Ella puso sus brazos sobre mis hombros y yo la rodeé con los míos. El beso fue volviéndose más caliente, con más lengua y más pasional. Fui bajando una de mis manos y la apoyé milímetros arriba de su cola. Marisol tenía una cola muy linda. Ella apoyó una de sus manos sobre mi nuca y apretó fuerte para que yo no me fuera, pero no lo iba a hacer. El beso siguió aumentando la temperatura y ya prendía fuego.
   - ¿Querés que vayamos a tu pieza?- Le pregunté.
   - Dale.- Me dijo.
   Se dio media vuelta y apagando la luz salió de la cocina hacia el pasillo que da a las habitaciones. Yo la seguía muy de cerca, preparándome para revivir una noche que había pasado hacía casi un año.
   Entramos a su pieza y apenas lo hice cerré la puerta despacio y la abracé por atrás. Ella giró la cabeza y volvimos a besarnos. Puso nuevamente una de sus manos sobre mi nuca y yo moví mis manos hacia arriba y le apreté las tetas. Me acordaba que eso a ella le encantaba. Enseguida se dio vuelta y sin rodeos me sacó la remera. Pasó su mano bien despacio sobre mi pecho y mis abdominales y después me miró con cara de deseo. La empujé a la cama y me tiré encima de ella.
   Cuando la besé tuve un deja vu. Estaba nuevamente, después de un año, acostado en la cama de Marisol a punto de irnos de las manos y parecía que habían pasado apenas unos días. Ella me devolvió el beso con ganas y poniendo su mano en mi nuca. Me envolvió con sus piernas y fue besándome el cachete y después el cuello hasta pararse a la altura de mi oído.
   - Haces que me moje toda.- Me dijo.
   La miré fijo algo sorprendido por su confesión. Pero tuvo el efecto que estaba esperando, me puso completamente duro. Sin dar muchas vueltas le saqué la remera y el corpiño y empecé a chuparles las tetas. Ella recorría mi espalda con sus manos, pasaba por mi cabeza y me revolvía el pelo para después volver a mi espalda. De a poco fui bajando, quedé entre sus piernas. Le saqué el pantalón totalmente desaforado. Me había sacado de mi su comentario.
   Le lamí la concha bien rápido y metiéndole dos dedos a toda velocidad. Enseguida Sol empezó con sus gemidos y comentarios: “Sí”, “Dale meteme los dedos”, “¡Ay sí! Me encanta” me decía a medida que se la chupaba y me la cogía con la mano. Le temblaban las piernas, yo estaba completamente loco y muy caliente. Mi lengua se movía de arriba hacia abajo. Tenía la pija muy dura.
   Me levanté, me saqué primero la remera, después el pantalón y el bóxer quedando completamente desnudo. Me acomodé entre sus piernas y se la metí a fondo sin dar muchas vueltas. Ella pegó un grito ahogado y me miró con cara de sorpresa, no se esperaba esa reacción de mí. Pero yo estaba muy caliente. Empecé a cogérmela bien fuerte y ella volvió a los gritos. Me miraba con cara de placer mientras gemía y me decía cosas que me volvían todavía mas loco. Subí sus piernas a mis hombros y cada vez me movía más fuerte y con más violencia.
   - No acabés adentro.- Llegó a decir.
   Segundos más tarde, estaba sacándole la pija para largar una buena cantidad de semen que fue a parar a las sabanas y a sus piernas. Me había calentado mucho su actitud. El hecho de que me confesara que se excitaba tanto conmigo, me había excitado mucho y todavía seguía caliente. Al parecer, ella también.
   Se levantó y me empujó a mí contra la cama. Como todavía la tenía durísima, se sentó sobre mis muslos y empezó a pajearme. De a poquito se le iban encastrando las manos de semen, mientras movía su cuerpo hacía adelante y hacia atrás sobre mis piernas. Se acomodó sobre mi cintura y puso mi pija en su conchita una vez más.
   Se fue moviendo muy sensualmente hacia adelante y hacia atrás con sus manos apoyadas sobre mi pecho, mientras se mordía los labios para no gritar ni gemir. Le agarré las gomas, como me acordaba que le gustaba y eso la motivó mucho. Cada vez se movía más rápido y ahora también lo hacía hacia arriba y abajo. Me cogía con ganas. Mi pija volvía a estar completamente dura.
   Le dije que se pusiera en cuatro después de un rato. La calentura de escucharla gritar y gemir mientras cabalgaba mi verga me habían puesto como loco otra vez. La tomé de la cintura y sin compasión empecé a cogérmela bien duro. Ella retomó sus gritos: “¡Ay Ema Sí!”, “Cogeme dale, cógeme”, “Me encanta, dale cógeme” me decía haciendo que mis sesos explotaran. No podía más.
   Le saqué la pija segundos antes de acabar y se la poyé sobre la cola esa hermosa que tenía, haciendo que el primer chorro que saltó fuese a parar sobre su espalda y los siguientes sobre su colita. Ella se desplomó sobre la cama con todo el culo lleno de mi semen. Me miró y me dijo:
   - ¡Como me calentás!
   Nos cambiamos y después de ordenar lo que quedaba en la cocina, me fui. Marisol había vuelto y nuevamente había roto la promesa que se habían hecho con Camila hacía dos años de no estar conmigo. Obviamente yo quería repetirlo, pero tenía que hacer lo imposible para que nadie se enterara y ella pensaba igual. “Me encantó. No sabés lo que te extrañé cuando estuve allá. No veo la hora de volver a tenerte en mi cama. Besito. PD: No le digas a nadie” me mandó por mensaje cuando estaba llegando a mi casa.


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