Un ganador. Capítulo 11

Un ganador. Capítulo 11

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…


Capítulo 11: El video hot
   Después del trío con Natalia y con Leandro pensé que las cosas se iban a reanimar con ella, pero estaba equivocado. Esa noche de calentura y locura fue un hecho aislado en nuestra vida sexual. Cuando arrancó Junio y la ola de frio vino, el sexo volvió a ser el mismo, un pete, una lamida, ella en cuatro y después arriba. Las variantes eran pocas y cada vez me excitaba menos hacerlo con ella. Es por eso que el sábado 25 de Junio, en una salida con los chicos de la facultad me quedé hablando toda la noche con Mariana, una morochita divina que conocí en la barra. Charla va, charla viene, terminamos chapando un poco alejados de todos contra una pared del lugar. Pensé que iba a quedar todo ahí, después de todo al día siguiente estaba algo arrepentido, pero no, ella me empezó a mandar algunos mensajitos, me agregó al facebook y me hablaba bastante seguido. Yo, que siempre fui un chamuyero por naturaleza, le seguía el juego y le hablaba. La cosa se puso compleja cuando me invitó a tomar algo una tarde. Obviamente le dije que no, que tenía novia a lo que ella respondió “no soy celosa”, cosa que me motivó mucho, pero a pesar de que insistió mi respuesta fue negativa.

   - No puedo ir al cumpleaños de tu amiguita.- Me dijo Natalia con un tono despectivo.
El sábado 16 Paola festejaba su cumpleaños en un bar y todos los chicos de la facultad iban, yo obviamente no iba a ser la excepción. Pero Natalia se había enterado que Carla le tenía bastante bronca y empezó a hacerme unas cuantas escenas de celos cada vez que me juntaba con ellos.
   - Además, ¿por qué nunca me contaste que te gustaba Luz?- Me preguntó un miércoles a la tarde.
   - Porque era antes de conocerte.- Le dije mintiéndole un poco.- Cuando te conocí a vos empecé a salir con vos y nada más. No quiero estar con Luz, amor. Quiero estar con vos.
   Pero no fue suficiente para los celos que ella sentía en el momento y después de una escena algo descabellada se terminó yendo sin antes dar un golpazo en la puerta. “¿Qué haces este finde? ¿Salís?” me vibró el celular segundos después de que Natalia se fuera de casa. Era Mariana. “Sí”, le digo con una sonrisa malvada en la boca a medida que escribía las palabras. “Tengo el cumple de una amiga ¿Querés que nos veamos ahí?”. Y así acordamos para vernos en el boliche.

   Esa noche no dudé en lo que hacía. Apenas entré, después de saludar a Paola y a los chicos, fui a buscar a Mariana que me estaba esperando en la puerta del baño de mujeres. Después de un simple beso fuimos a la barra a tomar algo. Ese día estaba muy linda. Tenía puesta una pollerita negra hasta arriba de las rodillas que le marcaba mucho la cola, pero lo mejor era su remera blanca lisa bien escotada que le resaltaban las hermosas y enormes tetas que cargaba. De cara era linda. Pelo negro lacio, ojos marrón claro y una linda sonrisa, nada del otro mundo.
   Pero la fiesta se cortó cuando después del segundo trago vi a Soledad, la amiga de mi novia y novia de Facundo, a dos personas de donde estábamos nosotros. Obviamente me vio y vino a saludarme y tuve un momento algo incómodo cuando le tuve que presentar a Mariana y le dije “una amiga”. Sabía que le iba a contar a Nati, pero tenía que pensar como zafar. Le dije a Mariana que no podía seguir en ese momento porque se iba a enterar mi novia y se iba a armar quilombo y a pesar de que entendió se ofendió un poquito. Como era de esperar, Natalia se enteró que de Soledad me vio hablando con una chica en la barra del boliche y me hizo una escena de celos, pero no pude elegir un peor momento.

   Al día siguiente del cumpleaños Mariana siguió mandándome mensajes y hablándome. La loca quería pija a toda costa y yo me moría por dársela. Natalia por su parte, se hacía la ofendida por la pelea y me largaba palazos de que yo cada vez que salía hacía cualquier cosa. Obviamente sabía que Soledad me había visto hablando, pero… ¿Había visto el beso apenas nos encontramos? ¿Había visto cuando Mariana me tocaba la pierna calentándome hasta el palo? ¿Había visto cuando yo la abrazaba por la cintura y la acercaba a mí? Nati no me decía nada.

   Los días seguían y cada vez estábamos peor. Nos juntábamos a tomar algo o a hacer cualquier cosa y después de un rato de charla y de sexo exprés venía alguna pelea o alguna escena complicada y de a poco largaba más, pero no me decía anda con respecto a lo de esa noche. Mariana por su parte iba ganando puntos. Me hablaba siempre, me decía lo bueno que estaba, lo mucho que le gustaba y hasta llegó a confesarme que se tocó mirando las fotos de mis vacaciones donde estaba yo en malla y en cuero. Me estaba volando la cabeza (las dos en realidad)
   Pero en un ataque de sinceramiento y tras ver un post en facebook de Natalia sobre lo triste que se sentía por cómo estaban las cosas, decidí darle una oportunidad a nuestra relación y le dije que ese sábado 22 de julio se viniera a casa a hablar y arreglar las cosas. Estaba decidido en negar todo con Mariana, al fin de cuentas Soledad no había visto nada y podía ser una simple conocida. Eso era lo que le iba a decir.

   En la semana traté de esquivar a la otra y cuando me hablaba le decía que justo me estaba yendo o que tenía cosas de la facultad que hacer y trataba de que no me hablara. Pero el mismo sábado a la mañana y me desperté con un discurso muy potente de ella en facebook. En síntesis decía algo como “Me calentás mucho, quiero que me cojas una y otra vez, quiero hacerte de todo” y algunas poses y comentarios sexuales bastante explícitos. Pero lo más potente era una foto de ella completamente desnuda al final del texto, tirada en la cama en una pose muy sensual. Me calentó mucho y fue más fuerte que yo. “En estos días nos vemos y te hago todo lo que quieras” le respondí en una taque de locura. Ella me respondió enviándome un video. Cuando lo abrí me llevé una gran sorpresa.
   Ella estaba costada en la cama con las piernas abiertas mientras una cámara grababa todo desde un escritorio o una silla algo alejada. Empezó diciendo que yo la volvía loca y que en ese momento en su computadora (que no se veía) estaban pasando fotos mías. Así empezó a tocarse cada vez más despacito. Al principio se pasaba la mano por la concha, pero después empezó a meterse un dedo y enseguida dos. Con la otra mano se apretaba las tetas bien fuerte y se lamía los labios entre suspiros. De la nada, sacó un consolador negro bastante impresionante y se lo empezó a meter en la concha y se dedicó a cogerse con eso. Cada vez que entraba, emitía un gemido y un “sí” muy excitante. No paraba de tocarse las enormes y excelentes tetas que tenía y el consolador cada vez entraba y salía más rápido de su conchita. Sus gemidos penetraban mi cerebro. Su boca entre abierta me tenía totalmente atrapado…

   ¡¡Riiiiiing!! Tardé un tiempo en volver en sí y en darme cuenta de que el timbre de casa había sonado. Cerré el video y facebook lo más rápido que pude y fui a abrir la puerta. Natalia estaba del otro lado, con cara de enojada y cuando entró me dio un simple beso en el cachete. La cosa no arrancó bien. Empezamos a discutir y ella me terminó de contar que Soledad me había visto hablando con “una putita” en el boliche y que estuve hablando toda la noche. Le expliqué que era una amiga de la primaria y que hacía años que no nos veíamos, pero no me creía. Hasta que me dijo que me la había comido en el boliche.
   - ¡No digas pelotudeces Natalia!- Le grité algo enojado.- ¡¡No dejes que tu amiga te llene la cabeza con pelotudeces!! ¡No estuve con nadie!
   Pareció tener efecto. Se quedó callada, sentada en la cama mirándome. Seguí diciéndole que era una desconfiada y al fin de cuentas me terminó pidiendo perdón y diciéndome que ella me quería un montón. Se paró y me abrazó y de a poco me empezó a besar el cuello. Sabía que si lo hacía yo iba a querer coger e iba a quedar su escena de lado, pero yo estaba enojado. Caliente y enojado. Y se lo iba a hacer pagar caro. Iba a desquitarme.
   - Acostate.- Le digo serio y alejándola.
   Cuando lo hizo me fui hasta la silla y me senté. “Desvestite” le volví a decir como dándole una orden. Ella parecía preocupada, pero lo hizo. Una vez que estuvo completamente desnuda se volvió a acostar en la cama, parecía muy tímida. “Tocate” le volví a ordenar. Ella me miró sorprendida y después me sonrió pensando que era toda una actuación mía. Se empezó a tocar y enseguida revivió la imagen de Mariana en su cama tocándose. Nati era más flaquita, más peticita y con muchas menos tetas, pero en mi mente veía a Mariana. “Gemí” le volví a ordenar, y ella empezó a suspirar fuerte y a lanzar gemidos de placer. Me empezaba a excitar. Sentía que la calentura me llenaba, pero era la imagen de la otra chica la que pasaba por mi mente. Cerré dos segundos los ojos y cundo los volví a abrir era Mariana la que estaba acostada en mi cama. Le tiré un desodorante negro que había en el escritorio y le volví a ordenar “Metetelo todo”. Ella me miró sorprendida, pero quería complacerme así que lo hizo, se empezó a masturbar con el consolador. En mi cabeza seguían los gemidos y gritos de Mariana.
   Me paré y fui hasta donde estaba Natalia. Ella se pensó que íbamos a hacer lo mismo de siempre, pero con un poco de brutalidad la di vuelta y me senté sobre sus muslos y se la metí sin preguntar. Ella pegó un grito y a medida que me fui moviendo empezó a gemir cada vez más. Cerré los ojos y solo podía ver la cama de ella, tocándose las tetas y metiéndose el consolador negro. Iba cada vez más fuerte y más rápido. Los gritos de Mariana invadían mi mente. Gemía, suspiraba y gritaba “sí” cada vez que el consolador entraba en su conchita.
   Le saqué la verga justo a tiempo para acabarle la cola y la espalda. Cuando terminé me paré y me volví a la silla, mientras ella se limpiaba. Parecía contenta y feliz, pero yo seguía enojado aunque lo disimulara. Hicimos como que nada pasaba, pero lo que no sabíamos es que esa era la última vez que íbamos a coger estando de novios.


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