Un ganador. Capítulo 6

Un ganador. Capítulo 6

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…


Capítulo 6: Mi cumpleaños 19 (A todo motor)
   El año siguió avanzando de manera normal. La facultad se puso cada vez más complicada, las reuniones con los chicos de la secundaria parecían imposibles y las vacaciones de invierno no tenían mucha pinta de vacaciones. Pero a mí no me importaba mucho, porque estaba de novio con Natalia.
   - Obvio que quiero.- Me respondió ese Viernes a la noche en mi cama.- Dando así inició a mi primer noviazgo.

   Junio arrancó con el cumpleaños de 18 de Clara, la más chica de la secundaria, a donde aproveché para presentarle a Nati al resto de los chicos. Por sorpresa para mí, todos la recibieron y fueron muy atentos con ella. La trataron como a una más del grupo, al igual que como habían hecho con Patricio, el novio de Camila. A los chicos de la facultad no les hiso tanta gracia que yo me pusiera de novio. Diego era el único que defendía mi postura, pero Esteban y Carla, que estaban cada vez más tiempo juntos seguían insistiendo que yo estaba obsesionado con Luz. Pero ella seguía de novio con David.

   Julio empezó con exámenes y eso significaba tiempo encerrado estudiando. Diego y Esteban eran los principales compañeros de estudio y de vez en cuando se sumaban Luz, Carla y Paola, otra chica que de a poco se empezaba a juntar con nosotros y que hizo una gran fiesta de cumpleaños cuando terminamos de rendir. Pero las vacaciones no fueron tan geniales como las esperábamos. Además de algunos trabajos que había que hacer, Nati todavía tenía varios exámenes que rendir y el tiempo para vernos era bastante limitado. Por suerte, como ella estudiaba Quinesiología, de vez en cuando era su objeto de práctica y me ganaba algún masaje.

   Agosto vino con una sorpresa al enterarnos que Juan Pablo y Giselle se pusieron de novios. Pero fue más la emoción cuando nos enteramos que Marisol se había ganado una beca para irse a estudiar un año a España. Enseguida las chicas empezaron a organizarle una despedida, pero ella les pidió calma ya que faltaban 4 meses para que se vaya. En cuanto a lo personal, la tranquilidad de agosto y de volver un poco a la rutina de antes, hiso que nos pudiéramos ver más seguido con Nati.

   Septiembre fue raro también. Flavia, de la secundaria, reapareció después de algunos meses y nos invitó a su cumpleaños y todos decidimos ir. Pero se desató una pelea entre Cristian y Clara que aparentemente venía desde hacía meses, lo que puso fin a un noviazgo que para nosotros parecía eterno. El grupo se dividió un poco a raíz de eso. Las chicas obviamente estaban con ella, pero nosotros apoyábamos a Cristian. Y a pesar de que nunca nos enteramos muy bien porque se inició la pelea, fue Leandro el que puso sobre la mesa el tema de los cuernos.

   Octubre volvía a ser un mes de estudio y entrega de trabajos. Pero se pasó casi con normalidad. Aunque surgió en mi algo que iba a cambiar el rumbo de mi relación. Una noche después de salir a bailar, me fui a dormir a lo de Nati y haciéndome el que estaba en pedo intenté metérsela por el orto mientras cogíamos. Obviamente ella me dijo que no, pero en las siguientes semanas el sexo anal fue un tema de conversación recurrente entre los dos. Que quede claro que yo no le insistí de más, pero me moría de ganas de cogerle la cola. Cristian nos había contado que él y Clara lo hacían bastante seguido y que a ella le encantaba y en un ataque de sincericidio Camila nos confesó que ella también lo hacía de vez en cuando. Por lo que el tema me empezó a obsesionar.

   Noviembre llegó y eso significaba una sola cosa: Mi cumpleaños. Ese año caía viernes, por lo que decidí hacer una buena fiesta en un boliche a unas cuadras de casa. Carla, que los cumplía el 26 decidió sumarse al festejo y entre los dos llenamos el boliche de gente de la facultad y amigos. Tuvimos que lidiar con el problema de que a último momento Clara dijo que no iba, provocando que Cristian se largara a llorar totalmente en pedo diciendo que la extrañaba y que él todavía la amaba, pero no tardó en recuperarse después de un rato. Pero esa noche fue otra persona la que me tuvo ocupado todo el tiempo.
   Dado que el calor empezaba a notarse, Nati se preocupó de vestirse acorde a la ocasión con un jean de tiro alto bien ajustado y un top blanco que siempre me había gustado, dejando al descubierto su hermosa pancita y gran parte de su espalda. Además, ese pantalón le resaltaba el increíble culo que tenía.
   Me fue buscando toda la noche. Al principio me perseguía para bailar y me daba un beso disimulado, pero con el correr de las horas y de los tragos nos fuimos poniendo cachondos. Se daba vuelta en el medio de una canción y me apoyaba la cola en la verga y se refregaba, me besaba el cuello de manera que me excitaba, aprovechaba cuando alguien la empujaba para acercarse a mí y tocarme la pija. En cada momento que podía aprovechaba para calentarme un poquito más. Pero yo estaba completamente desinhibido y no me importaba nada.
   - Javi ¿viniste en auto?- Le pregunto a Javier que estaba bailando en una ronda con los chicos del club.
   - Si ¿por?- Me pregunta él.
   - Dame la llave.- Le digo mirando alrededor.
   - ¿Para?- Me pregunta. Pero al ver que Nati se acercaba a mi y me abrazaba dándome un hermoso beso en la boca y después se iba, agregó.- De una jaja. Tomá.- Dijo sacando las llaves del auto del bolsillo.- Pero ni se te ocurra llenarme de wasca el asiento.- Javi siempre era de esos que no les importaba nada.
   Agarré a Nati de la mano y apunte hacia la salida del boliche. A pesar de que ella me preguntaba a dónde íbamos no le dije nada. Le avisé a los patovicas del boliche que volvía en un rato y nos pusieron el sellito para poder volver a entrar. Javier me había dicho donde estaba estacionado el auto, pero apenas lo vi lo reconocí. Estaba estacionado en frente de un garaje o depósito grande, que por suerte para mi no tenía ninguna luz en frente y estaba al lado de un árbol bastante grande, por lo que la zona estaba casi a oscuras. Natalia me volvió a preguntar a donde íbamos pero apenas llegué la empujé contra la puerta de espaldas y me le tiré encima agarrándole las dos manos para que no pudiera moverse.
   - Me calentaste mucho la pija.- Le dije al oído haciéndome el malo. El alcohol estaba sacando en mi el papel de dominante agresivo.- Ahora te voy a coger toda y te vas a tragar toda mi leche.- Me animé a decirle por más de que nunca habíamos hecho eso.
   La solté y me alejé unos segundos para ver su reacción. Ella se dio vuelta pero siguió pegada al auto, me miró fijo unos segundos y después me dedicó una sonrisa provocadora y agregó.
   - Lo que vos quieras mi amor.
   Me volví a pegar a ella esta vez dándole un beso muy caliente. Nos empezamos a comer la boca y a manosear ahí nomás, en el medio de la calle, pegados al auto de Javier y sin que nos importara nada. Las manos no tardaron en irse de lugar y cuando le saqué el top ella se puso un poco tímida. En ese momento abrí la puerta trasera del auto que daba a la vereda y me senté. Ella se puso arriba mío colocando una pierna de cada lado y volvimos a los besos.
   Enseguida le saqué el corpiño y lo tiré al lado del top. Ella me sacó la remera y fue bajando con su boca por todo mi cuerpo hasta terminar arrodillada entre los dos asientos. Al ver que estaba algo incomoda le dije que saliera del auto, y cuando lo hizo la senté en el asiento y me bajé el pantalón quedando yo parado al lado del auto y mi verga que explotaba adentro del bóxer a unos centímetros de su cara. Ella la sacó con una mano y sin dar muchas vueltas se puso a chuparla.
   Nati había mejorado mucho en cuanto al sexo oral. Mientras que con una mano me pajeaba, con la boca recorría cada centímetro de mi pija, se la metía y se la sacaba de la boca apretando bien los labios y le pasaba la lengua de arriba a abajo como si fuese un helado. También me besaba alrededor y me chupaba los huevos con ganas. Lamía la cabecita en forma de círculo, cosa que me volvía loco, y todo esto, siempre mirándome a los ojos.
   Después de un buen rato de pete la obligué a que se parara y la volví a empujar contra el auto de espaldas a mí. Ella obedeció y apoyándole la verga arriba del jean la fui franeleando mientras que con mis manos recorría toda su espalda. Con un poco de su ayuda le desabroché el pantalón y se lo bajé hasta dejarla con una tanguita azul muy linda, Nati siempre tenía rompa interior muy sexy. Me arrodillé atrás de ella y abriéndole las piernas le besé la cola y le metí mano para tocarla un poquito.
   Pero me duró poco. La calentura que tenía después de horas de franeleo y en especial de esa chupada, hicieron que la obligara a ponerse en cuatro en los asientos de atrás del auto y yo parado desde afuera se la metí corriéndole la tanga hacia un costado. La tomé de la cintura y sin que me importara nada me la empecé a coger bien fuerte ahí nomas. Ella no tardó en empezar con sus gemidos y grititos de placer que tanto me gusta escuchar. Me motivaban a seguir cogiéndomela con ganas. Nada me paraba en ese momento, ni siquiera el auto que pasó con un flaco que me gritó no se qué al darse cuenta de lo que estaba haciendo con Natalia.
   Después de un rato le dije que se parara y me senté nuevamente en el asiento de atrás, ella entendió enseguida y se sentó encima de mí. La manoteé del culo y ella se fue moviendo cada vez más rápido hasta tomar un ritmo que era de satisfacción para los dos. Mi pija le bailaba en la concha. De repente me di cuenta que era la primera vez que estaba cogiendo sin forro y a pesar de lo que decían de que las primeras veces sin forro acabás al toque me la venía aguantando bastante bien. Pero el placer y la calentura que tenía eran demasiado para mí.
   Justo a tiempo le dije que se parara y se arrodillara afuera del auto. Cuando lo hizo, me acomodé adelante suyo y me empecé a pajear. Pero fue solo necesario por unos segundos, ya que al instante salió un gran chorro de semen que fue a parar a la boca de Nati. Le siguió otro chorro que terminó en su pera y en su pecho. Para terminar de exprimirse, Natalia me agarró la verga con la mano y volvió a chupármela sintiendo como todavía salía algo de leche.
   Una vez que terminamos, nos cambiamos y ella se limipó como pudo la cara. Cerramos el auto y volvimos al boliche como si nada. Algunos nos preguntaron a donde habíamos ido pero solo les respondimos que habíamos ido a chapar por ahí. El único que sabía lo que de verdad había pasado era Javier, que me guiñó un ojo apenas le di la llave.


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