Un ganador. Capítulo 4

Un ganador. Capítulo 4

Esta es la historia de Emanuel, un ganador de 24 años que tiene anécdotas muy interesante para contar, llenas de chicas y amigas y por supuesto con muchas historias sexuales. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que se basa en algunos hechos reales…


Capítulo 4: Noche impensada
   El fin de año fue bastante inusual. Después de esa noche de locura y pelea entre Camila y Marisol, las dos se juntaron a hablar y terminaron arreglando un poco las cosas. El problema para mí fue que en el “pacto de no agresión” que hicieron, ambas acordaron que ninguna de las dos iba a estar conmigo, cosa que respetaron por un largo tiempo. Por suerte para mi existía un lugar al que podía ir en busca de sexo: “La casa del cielo”.
   Los últimos días de Diciembre y el mes entero de Enero nos la pasamos ahí adentro con los chicos del club. Javier, al que nunca le faltaba la palta, nos invitaba siempre y cada vez que íbamos 2 ó 3 nos terminábamos acostadnos con alguna. Lorelei era mi favorita obviamente, sus tetas hermosas y su culo increíble me cautivaban cada vez que iba. Además se había vuelto muy puta conmigo, y me confesó una noche que le gustaba mucho mi verga. De a poco, se fue tornando en sexo increíble y le calentaba tanto cada vez que iba, que al final ya me pedía que le acabara en las tetas. También tuve la suerte de conocer a otras de las chicas que trabajaban ahí. Rubí y su perfecto culo eran el plan B cada vez que Lorelei estaba ocupada, sin embargo tenía reserva con chicas como Afordita o Sherezada. Mabi siempre se ponía tan contenta cada vez que íbamos, que a finales de mes habían acordado con Javier que él la llamaba con anticipación y ella le reservaba las chicas con las que queríamos estar. “La casa del cielo” se volvió mi adicción del verano.
   Pero también hubo otros grandes eventos en torno a los chicos de la secundaria. Para sorpresa de nosotros, Camila y Marisol, no solo acordaron empezar a llevarse bien, sino que se volvieron grandes amigas, tanto que Cami solía invitar a Sol a las juntadas. Al principio generó confusiones en el resto del grupo, pero a ninguno le molestó la idea y Sol de repente se volvió una más. El único que no estaba muy de acuerdo era Nicolás, pero de a poco iba a ir desapareciendo de nuestras vidas. Giselle en cambio decidió darle una oportunidad al grupo y para sorpresa de todos, a principios de Febrero nos enteramos que estaba en algo con Juan Pablo.

   El segundo mes del año arrancó con los cursillos de la Facultad, decidí inclinarme por Ciencias Económicas. Ahí conocí a Esteban con el cual entablé una muy buena relación y tuvimos la suerte de que cuando arrancamos a cursar nos pudimos anotar en las mismas materias al mismo horario. Con el correr de los días, nos hicimos amigos de Diego, Carla y Luz. Esta última es importante. Luz era una chica muy particular. Físicamente era petisita, flaca, de pelo negro y ojos verdes y un culito manzanita hermoso. Tenía una personalidad muy llamativa, ya que siempre estaba contenta, con una hermosa sonrisa en la boca y tratando de ver todo lo positivo de la vida. Imposible no enamorarse de ella. Y yo como un boludo, me enamoré. Pero como siempre pensé con la cabeza de abajo, no iba a ser hasta 2 años después, que pudiera acostarme con ella.
   Para fines de Marzo, principios de Abril el año iba tomando su curso. Las juntadas con los chicos del club se habían reducido a cero y con los de la secundaria, solo cuando Marisol cumplió 18, noche en la que todos pudimos conocer a Patricio que para ese momento era el novio de Camila. La gran mayoría del tiempo la pasaba con Esteban, Diego, Luz y Carla estudiando en la biblioteca de la facultad o en la casa de alguno de los chicos. Las tardes se hacían cada vez más largas atrás de los cuadernillos y parecía a propósito que casa siempre, los últimos dos en irnos éramos Luz y yo. Habíamos entablecido una relación increíble y solo nos faltaba dar el paso importante y pensé que la noche de su cumpleaños, podía ser la ideal.
   - Lo cumplo el 20 yo, pero como cae martes lo festejo el viernes 23.- Nos comentó un día al salir de una de las clases.
   Habíamos acordado juntarnos en la casa de Diego, ya que él vivía solo por ser del interior, y hacer una especie de previa ahí y después ir todos juntos hasta el bar donde iba a estar Luz con el resto de sus amigos. Pero había un problema. Ese mismo día cuando llegué a mi casa, mis viejos me contaron que el viernes 23 nos íbamos a juntar a comer con los Fernández.
   Eran unos amigos de mis viejos de toda la vida, pero lo importante es que tenían una hija Tatiana que además de estar bastante buena, me había llegado el rumor de que se había vuelto bastante adicta a la pija. Yo la conocía desde chiquita, pero en las cenas solíamos hablar poco y a pesar de que siempre hubo buena onda, nunca pasó más allá de las comidas. Pero hacía ya medio año que no la veía, como se estaban mudando, no tenían mucho tiempo para reuniones y ahora que estaban instalados en su nueva casa, decidieron invitarnos a cenar. También tenían un hijo más chico, Gastón de unos 10 años en ese momento, pero no influye mucho en la historia.

   Ese viernes al final tuve que cambiar los planes y decirle a los chicos que yo iba a ir directamente al bar y después de comer. Cuando llegamos a la casa, nos recibieron y nos hicieron pasar. Tatiana estaba muy buena. Siempre fue una mina linda, pero en esa época estaba terrible. Flaquita, peticita, pelo negro lacio hasta la mitad de la espalda, ojos celestes, labios carnosos, tetas no muy grandes pero firmes y un culo manzanita increíble que iba acompañado de un jean muy ajustado. Se alegró mucho de verme y me empezó a contar de su vida, de cómo le iba en la facultad, sobre sus vacaciones y de que conocía a Leandro, lo cual yo ya sabía, después de todo fue él el que me dijo que uno de sus amigos se la había levantado en una noche y que ella después lo llamaba para pedirle que se la cogiera. Pero lo último que me imaginaba que podía pasar esa noche, fue lo que terminó pasando. Después de todo yo tenía la cabeza en Luz y esa noche me la iba a encarar a toda costa.
   Después de comer con la familia ella me seguía hablando y me dijo si queríamos ir al comedor a charlar, porque nuestros padres estaban hablando muy fuerte. Le dije que sí y salí caminando atrás de ella para entrar a la cocina. Una vez ahí, sin dar muchas vueltas ella me miró fijo y me besó. La corrí y le dije que no, que yo no quería nada con ella, que se había equivocado. Fueron las primeras palabras que me salieron de la boca, pero no fueron convincentes. Mucho menos convincente fue cuando dejé que ella me tocara la pija por arriba del jean y me volviera a besar. La situación me había agarrado totalmente por completo y no sabía cómo dominarla.
   Por suerte, tuvimos unos segundos de tranquilidad cuando escuchamos que la puerta se abría y nos separamos a tiempo antes de que nuestras madres entraran para hacer más café. Nos sentamos en un sillón que tienen al lado de la cocina y ella enseguida prendió el televisor. Hacía que buscaba algo, pero tan pronto se fueron nuestras madres, se me tiró encima. Intenté separarla otra vez, pero en el fondo sabía que no quería que se alejara. Así que dejé que me siguiera besando y tocando. La calentura ya había tomado control en mi y no podía contenerme. El hecho de que alguien pudiera entrar en cualquier momento, me excitaba más.
   Me empecé a soltar y le metí una mano por la espalda hasta llegar a su hermoso culo. No sabía hasta donde quería llegar ella, pero yo iba a jugármela. La senté encima de mí, ya era muy obvio lo caleinte que estábamos, Mientras nos besábamos con ganas, ella puso sos manos sobre mis hombros y yo las tenía una en cada cachete de su orto. Se lo apreté con fuerza y ella se alejó para sonreírme.
   - No sabés hace cuanto tiempo que quiero coger con vos.- Me dijo para volver a besarme, esta vez se fue por el cuello y atrás de las orejas.
   - ¿Ah sí?- Le digo algo sorprendido.- Vamos a coger entonces.
   - Vení.- Me dijo parándose y estirándome la mano.- Acá no.- Y empezamos a caminar hasta llegar a su pieza.
   Entramos y fuimos derecho a la cama. Ella se acostó y yo me puse encima de ella y volvimos a besarnos con ganas. Mi pija, bien dura adentro del pantalón, me pedí a gritos tener sexo, no aguantaba más de los besos y el manoseo en el sillón. Me empecé a sacar la ropa y ella me siguió el juego. Primero mi remera, después la suya. Le desabroché el corpiño y pude ver sus divinas tetitas y no pude contener chuparlas un buen rato. Después me desabroché el pantalón y antes de que me lo terminara de bajar ella ya me estaba bajando el bóxer. Apenas vio mi pija, la tomó con una mano y me empezó a pajear muy rápido. Ella también estaba terriblemente caliente. Como pude le saqué el pantalón y pude ver un hermoso culote blanco que fue a parar al piso en cuestión de segundos. Me obligó a ponerme un forro (debo confesar que si no me la cogía así nomás), y una vez listo me volví a tirar encima de ella.
   A penas empezamos a coger Tatiana se volvió una puta más. Mi miraba a los ojos y me decía que le encantaba. Me abrazaba y me besaba el cuello. Gemía en silencio cada vez que yo le metía y le sacaba la verga de la concha. Me calentaba mucho la actitud de puta que tenía. Sus suspiros en mi oído me volvían loco. Esa noche me iba a convertir en un dominador.
   Después de coger un rato ella abajo la obligué a ponerse en cuatro contra el borde de la cama. Ella obedeció y cuando tuve su culito en primer plano, no pude contener un lindo chirlo en el culo. Ella pegó un gritito, pero quedó ahogado por un gemido cuando segundos más tarde le volvió a meter la pija en la concha para cogérmela. La tomé bien fuerte de la cintura y se la metía y se la sacaba con ganas. Tatiana tiró su cuerpo hacia adelante y mordió fuerte las sábanas para no gritar.
   - ¿Te gusta putita?- Le pregunté al oído acercando mi cuerpo al suyo.
   Ella contestó un “sí” que casi ni se escuchó ya que quedó tapado entre gemidos y gritos. La tomé con una mano del hombro y con la otra del pelo y la tiré bien fuerte para atrás. Ella protestó con un pequeño grito de dolor, pero parecía que le gustaba mi actitud, así que me la seguí cogiendo mientras le tiraba el pelo bien fuerte hacia atrás.
   Nuestros cuerpos transpiraban de la excitación y ella ya no intentaba disimular los gemidos. No nos importaba que se sintieran afuera, estábamos totalmente calientes. El placer recorría todo nuestro cuerpo cuando acabé una buena cantidad de semen que fue a parar al forro. Con un golpe seco, la solté y ella se desplomó en la cama completamente agitada y con la respiración fuerte.
   Nos cambiamos lo más rápido que pudimos y volvimos al comedor segundos antes de que entraran nuestras madres. Eran la una de la mañana y recibí un mensaje de Esteban preguntándome donde estaba, pero Tatiana me había propuesto salir con ella y unas amigas y no me pude resistir. Esa noche iba a dejar pasar mi oportunidad con Luz, pero por suerte para mi iba a llegar Natalia.


ANTERIOR

SIGUIENTE

0 comentarios - Un ganador. Capítulo 4