La Riojana 2

Luego del sábado de piscina y vino, desperté el domingo en cama de Estela, los ventiladores emitían un chirrido bajo, pero constante, me dolía la cabeza, bueno ambas cabezas, recordaba alguna cosas después de la piscina, en cambio no recordaba como llegue a la cama. Lo demás se movía con un silencioso viento que refrescaba, las cortinas bailaban suavemente en ambas direcciones y ya el sol alumbraba en plenitud. Mi ropa no estaba por ningún lado, me levante como pude y me fui al baño, de Estela ni luces, me duche rápido con agua fría, jajaja en realidad en Villa Unión en verano el agua jamás es fría.

Me fui a la cocina y nada, decidí ir a mi cabaña y ponerme algo de ropa, aunque sabía que Estela vivía sola, el efecto del vino ya se me había pasado como para andar en pelotas por una casa ajena. En la pequeña mesita de mi cabaña había unos folletos de Parque Talampaya y Laguna Brava.

Me puse polera y pantalones cortos y me fui a la terraza con una botella de agua fría, si agua, no tenía ganas de beber cerveza. Estaba todo pulcramente ordenado, las sillas en su lugar, no estaban las botellas de la noche, los ceniceros limpios, no había ropa tirada, todo estaba igual que la primera vez que llegue al Hostal.

Luego de varios cigarros apareció Estela, radiante, llevaba un vestido amplio suelto y un sombrero, gafas oscuras enormes y traía en sus manos unas bolsas con productos. Me acerque para ayudarla con las bolsas, cuando veo que tras de ella viene una chica de no más de 18 años, delgada, bajita y menuda, caminando como si la trajeran tirando, Estela me saludo muy formalita, volvió a decirme Usted, nada de trato familiar, llevamos las cosas a la cocina y me presentó a Carolina, su sobrina, que los fines de semana acostumbraba a visitarla.

Luego de un rato Estela hizo algo para comer y en completo silencio comimos unas humitas riojanas, un poco de vino, agua y silencio. Para romper el hielo le pregunté a Estela si me recomendaba algún lugar para visitar en la tarde, como Talampaya o Laguna Brava, sin embargo por la distancia ella no me lo recomendó, una por el calor y lo otro por la horas de viajes, aun menos sabiendo los cansado que yo estaba después de un sábado que para ella había sido el más agotador de los últimos 15 años… seriamente le respondí que tenía toda la razón, pero bajo la mesa ella roso mi pierna con uno de sus pies.

La chica que no había emitido palabra alguna nos dijo, que porque no íbamos a visitar a uno de sus tíos en Aicuña, que allá había piscina y estaban sus primas. Estela en cinco minutos se encargó de la cocina, hacer una canasta de camping, subimos a mi camioneta y partimos a Aicuña, jaja yo ni idea donde era ni menos que había allá, pero ver a Estela tan activa y cercana, decidí esperar nada del viaje solo ir a la aventura.

Enfilamos por la ruta 40 rumbo a Cuesta Miranda, los cerros rojizos tienen su encanto. En el camino paramos en una hermita donde Estela dejó flores y velas, además que las chicas querían hacer una pequeña “parada técnica”, y detrás de unos arbustos se perdieron unos minutos. En realidad desde dentro del auto se veía dónde estaban y luego de subir sus vestidos orinaron sin apuro, estela con su frondosa selva y la chica completamente rasurada. Luego de 30 minutos entrabamos a un pueblito que se quedó pegado en el siglo 18, tenía una plaza de forma triangular, casas de adobe muy bajas de techos planos de barro y paja, nadie en la calle, salvo los perros y animales sueltos, era una quebrada llena de verde con muchos árboles frutales.

Seguimos el camino hasta detenernos en la única casa de dos pisos de la única calle del pueblo, hecha en hormigón y techo de láminas de hierro cincado aparecía un pequeño restorán. Salió a recibirnos el hermano de Estela, un hombre mayor, delgado y de piel muy oscura por el sol, de tras de él apareció un tremendo familión, a lo menos unas diez personas. Me invitaron a sentarnos bajo los árboles al lado de la piscina, me atendieron como rey, el chileno les cayó en gracia y conversamos toda la tarde, siempre Estela a mi lado, el anfitrión y su esposa, y los chicos de la edad de Carolina jugaban en la piscina como si tuvieran 10 años. Carolina era una chica delgada usaba un traje de baño negro que con su piel blanca como la de Estela, muy linda de senos pequeños y muy paraditos, su cola perfecta, me imaginaba que así era ella de joven y ahora ya madura seguía tan radiante y atrayente como nadie.

Luego llegó la hora de comer y los dueños de casa nos atendieron con esmero, un chivito al horno y vino, ensalada mixta y la infaltable agua jajajaja. Bebimos varias botellas, reímos y compartimos, era un encuentro multicultural, Estela conocía la historia completa del Valle, Villa Unión y alrededores y como ya dije antes, coincidíamos bastante en nuestras apreciaciones históricas, la note cada vez más cerca, estábamos tan cerca que me tocaba con su codo o pierna cada vez que podía, esa situación me calentó, y ella se aseguró que lo estuviera, ya que de vez en cuando, sin que lo notaran los dueños de casa, apoyaba una de sus tetas en mi brazo, para que sintiera lo duro que estaban sus pezones.

Finalmente al atardecer, iniciamos el retorno, Carolina se fue en el asiento trasero y Estela se sentó a mi lado, la chica estaba muerta de cansancio, así que se acomodó en el asiento trasero para dormir. Estela se pegó a mi lado y su mano jugueteaba entre mis piernas, y no me dejaban concentrarme en el camino, mi polla luchaba por salir del pantalón y Estela lo notó, así que soltó el cinturón y bajo el cierre, saliendo en pleno mi polla erecta, la tomo como la primera vez, firme y sin soltarla se dedicó unos minutos a dejarla dura como roca riojana jejejeje. No paso mucho tiempo en que mis mano derecha tratara de hurgar en el amplio vestido que llevaba puesto, unos toquecitos suaves a uno de sus senos y el pezón se endureció, enorme y duro bajo mis dedos los apreté y estruje a lo que Estela gemía muy despacio, el hecho que estuviera su sobrina durmiendo atrás le calentaba más, y a mí también.

La tome de la cabeza y la lleve directo a mi polla, entendió el mensaje y su lengua se paseó por la cabeza de la polla, besando primero y luego lamiendo hasta meterla completamente en su boca, chupaba y chupaba, con su otra mano me bajo aún más el pantalón, me chupaba y mordía, que manera de calentarme, y yo claro atento al camino, baje la velocidad al mínimo, no me detuve para que la chica no despertara, pero Estela me tenía en el cielo con su lengua y su boca caliente. Con una mano en el volante la otra estaba libre, lejos de los senos de Estela me dedique a palpar sus nalgas, levante un poco el vestido para llegar a sus carnes suaves y calientes, difícilmente podía llegar a su coño, pero por suerte mi dedo descubrió otro lugar donde jugar, al tocar su ano Estela dio un salto y trato de escabullirse, sólo atine que siguiera en silencio chupando y siguió… su ano ya estaba empapado por los fluidos vaginales de gran parte del viaje, así que me dedique a jugar allí, hacer pequeños círculos alrededor, me ayudaba con saliva para seguir metiendo un poco del dedo hasta que entro el primer nudillo de mi dedo anular, anular me dije, jajaja ya sé porque lo llaman así.

Mientras ella chupaba, yo conducía, a duras penas, y le mantenía un dedo ya a la mitad en el culo de Estela, ella se movía rítmicamente su cola y cuando introducía mi dedo en ella me daba unas mordidas que me dejaban tiritón, ya no aguantaba más y trate de sacarle la boca, pero ella no se movió, aún más chupo con mas fuerza, y mordió y chupo… afirme el volante y me corrí con violencia contenida, le llene la boca de leche, sentía como su garganta tragaba y tragaba hasta que una pequeña arcada salió de su garganta pero siguió chupando hasta que ya no salió nada más. Se incorporó despacio, con los ojos llorosos y sin decir palabra me beso, y en su beso sentí el sabor de mi semen, la muy calentona no se lo había tragado todo, sino me dejo un poco para que yo también saboreara lo que a ella tanto le gustaba.

Miró para atrás y la chica dormía profundamente, llevábamos la mitad del recorrido y había pasado cerca de una hora, se pegó a mí y tomo mi mano para llevarla a su rizado matorral y ahí me escondí dentro de su coño, mis dedos no demoraron en entrar, ella habría sus piernas para dejarme atacarla sin reparo, no había usado ropa interior en todo el día y eso me había tenido caliente y yo ahí manejando la camioneta, con la mano empapada y ese olor a coño caliente apreté su clítoris y sus labios vaginales, se retorció en el asiento, con tres dedos me dedique a subir y bajar por su clítoris, el olor me tenía por las nubes y sus gemidos muy bajitos primero, aumentaban de volumen cada vez, ella apretaba mi brazo cada vez más fuerte y se apoyaba en mi hombro, hasta que ya no aguantó más y los espasmos de su vagina me apretaban los dedos en forma arrítmica, la sentí ponerse dura completa y en mi hombro un fuerte dolor, miré y Estela me estaba mordiendo mientras se corría salvajemente, mi mano mojada con sus fluidos y mi hombro recibían los últimos espasmos.

De a poco se recuperó, yo saque mi mano del coño y me los lleve a la boca para probar sus deliciosos fluidos, luego de ello se los puse en su boca y ella los lamió sin demora, luego nos besamos nuevamente y aumente la velocidad de la marcha, al final de la ruta 40 ya se veían las luces de Villa Unión, una ruta de 45 minutos demoramos 90 en total.

Cuando baje aún me temblaban las piernas, Estela se bajó para abrir la cabaña y yo desperté a la chica, que media dormida no atinaba a pararse, por lo que la tome en brazos, era muy liviana, me abrazo al cuello y la lleve a la cama de Estela, en el camino note que sus labios me besaban el cuello, cosa que pensé que estaba aún soñando, y al dejarla en la cama la chica me besa y me dice que a ella también le gustaría hacer lo que hace su tía Estela…

Seguirá.

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