La habitación de la quinta

Un sábado por la noche fui a una "joda" que hicieron mis amigos en una quinta. Pensé que iba a ser algo pequeño y particular, pero a medida que fueron pasando las horas, la quinta se empezó a llenar de gente. La noche estaba calurosa, por lo que estaba lindo estar afuera, tomando algo tranquilo con amigos.

En un momento giro mi cabeza hacia el interior de la casa y observo que va llegando más gente. En ese grupo de personas, veo a una morocha, 1.75 de altura, muy linda de cara, con un vestido negro y tacos. Su altura me llamó la atención por lo que la seguí con la mirada por unos 10 segundos hasta que entró a la cocina. Al no verla más, giré mi cabeza y me dirigí hacia la barra que se encontraba afuera. Al llegar allí, percibo que ésta morocha también iba para la barra. Yo, apoyé mis antebrazos en la barra y le pedí un trago al barman. La morocha (así es como la voy a llamar) se para al lado mío y se pide algo. Al terminar de pedir, yo la miro y ella me mira a mí. Habremos cruzado la mirada por tan solo 3 segundos. Ella agarro su trago y volvió para la casa. Yo tomé el mío y me fui hasta donde estaban mis amigos.

Debido a que ingerí mucho liquido, tuve que ir al baño. Entrando a la casa, vi que la morocha estaba sentada en el sofá frente al televisor. Estaba hablando con un amiga. Yo paso y pero la miro de reojo. Ella siguió atenta mi pasada atentamente. Luego de ir al baño, vuelvo al patio de la quinta, pasando otra vez donde estaba el sofá para ver si la morocha permanecía sentada. Pero no la vi. No le di mucha importancia y seguí caminando.

Cerca de las 2 de la mañana, volví a entrar a la casa para sentarme en un sillón que estaba en el living. Me senté y saque mi celular para ver si alguien me había mandado algún mensaje. Al no recibir nada, lo volví a guardar. Cuando termino de sacar mi mano del pantalón, la morocha se sienta en el sillón que estaba al lado mío. Me mira y me pregunta:¿ te conozco de algún lugar? Yo la miro y le contesto: no creo, ¿me viste en algún lado? Ella, acomodando su cuerpo para mirarme derecha, me contesta: no sé, no recuerdo bien. Me pareciste conocido, por eso te pregunté. Yo, sin ganas de hablar mucho (ya que no creía que iba a pegar onda con la mina) le digo: y suele pasar. Ella, que sí tenía ganas de hablar, me dijo: vi que guardaste el celular, ¿te llamó tu novia? Yo, apenas sonriendo, le digo: no no, no tengo novia. Quise ver la hora. Ella, algo sorprendida por la respuesta, me contestó: que raro alguien como vos sin novia. Yo la vuelvo a mirar y le pregunto: ¿porque alguien como yo? Y ella me responde: y si, alguien tan lindo y que no tenga novia. Yo, que empezaba a tener un poco más de ganas para hablar, le digo: y bueno, estoy en la etapa de la soltería ahora. Ella, abriendo un poco los ojos como de interesada, me dijo: ah si? y como viene esa etapa?. Yo, para hacerme el canchero, le dije: de diez, salgo con mis amigos donde yo quiera y cuando lo deseé. Ella, acomodándose el pelo, responde: que bueno! Yo también estoy sola.
Charlando de esta manera habremos estado como media hora. (no los quiero aburrir con tanta charla, por eso la resumo).

Luego de estar hablando un rato, nos dimos cuenta que dentro de la casa había poca gente, ya que afuera había empezado un show de fuegos artificiales. Con la morocha, la situación se puso más íntima y cercana, ya que me invitó si no quería ir arriba (era una casa de dos pisos, con piezas arriba) para estar un poco más tranquilos. Yo, sin tener que hacer otra cosa mejor, acepté. Ella encaró primero y yo la seguí detrás. Como era de esperar, mientras subíamos las escaleras, le miré todo la hermosa cola que tenía. Sus nalgas iban de un lado hacia otro. Yo quede medio bobo. No sé si ella lo hizo a propósito pero mi cuerpo empezó a tomar temperatura. Nos dirigimos a una habitación que tenía una cama de doble plaza, con un gran mueble antiguo, una ventana que daba al patio y un baño. Yo me senté en el borde de la cama y ella se paró en frente del mueble, para mirarse en el espejo que había arriba de éste. Mientras se acomodaba el pelo, me pregunta: ¿cuánto hace que no tenes novia? Yo, tranquilo, le respondí: hace como 1 año ya. ¿Vos? Ella se da vuelta y mientras camina hacia la cama para luego sentarse al lado mío, me dice: un poco menos, 6 meses. Sin que le diga nada, me pregunta: ¿y te gustaría volver a tener algo con alguien o ya no queres saber nada? Yo, sabiendo ya adonde quería llegar ella, le dije: sí, estaría bueno empezar a conocer a alguien. ¿Vos? ¿O a los hombres ya los rechazas por lo que te hicieron? Ella, sonriendo, me dijo: no, eso ya es el pasado. Quiero vivir el presente y pasarla bien. Ella, que ya quería dar el "siguiente paso", me vuelve a preguntar: ¿y cuando vas a empezar a conocer a alguien?. Acercándome a ella hasta tal punto de ponerme a 5 cm de su boca, le dije: en este preciso momento. Y ahí fue cuando le dí un beso en la boca. El beso habrá durado 10 segundos y me alejé. No terminé de acomodarme en mi posición que ya la tenía encima mío. Yo traté de agarrarla por la cintura para que no se caiga pero ella se levantó y cerró la puerta. Y con llave. A partir de ahí la cosa se puso caliente.

Caminando hacía mí, se quitó los tacos y se subió arriba mío subiéndose el vestido hasta la mitad de su muslo. Sus manos empezaron a revolver todo mi pelo, mientras nuestras bocas se comían mutuamente. Mis manos quedaron ancladas en su cola para que, uno, no se caiga y dos, para tocarla. Nuestras lenguas se chocaban constantemente y eso hizo que nos empecemos a desvestirnos. Ella levantó sus manos bien altas y yo le saque, limpiamente, el vestido. Yo, que tenía puesto una camisa azul a cuadros, me la desprendí (mejor dicho, me la desprendió), en tan solo diez segundos. Primero fui yo quien empecé a besarle todo su cuello siguiendo por su pecho y, al sacarle el corpiño, por sus tetas, que con el vestido no parecían grandes pero que resultaron serlas. Mis manos querían tocarlas pero si lo hacía ella se caía, por lo que decidí disfrutarlas con mi boca, chupándole sus pezones. Ambos empezamos a disfrutar la noche.
Como quería seguir disfrutando de todo su cuerpo, la levanté y la acosté en la cama. Ella se rindió desplomándose, como si se estuviera entregando. Seguí besandole la panza hasta llegar a su delicada y linda tanga. Muy despacio, se la fui sacando con mis dientes. Al mirar toda su concha, le empecé a dar besos en los costados para luego chupar en el centro. Lo que más le chupe fueron esos labios que estaban bien formados y hacia afuera. Como no podía faltar, también le metí los dedos, primero fueron dos y luego uno más para que ella empezará a disfrutar y gozar. Con el ruido de la música que provenía desde el patio, ella podía gritar tranquilamente. Mi lengua se transformó en mi principal arma para que ella, aquella noche, tuviera su primer orgasmo.
Luego, ella me dijo que era mi turno. Por eso, me saco con el pantalón. Primero empezó a jugar con mi pene y mi bóxer. Sin perder tiempo y a parte su cara la traicionaba, me sacó el bóxer y lo tiró. Acercó su boca y empezó a darle besos a los costados de mi pene. Su boca se abría bien grande para acaparar todo lo que podía. Su mano también jugaba, ya que lo tocaba muy suavemente. La cabeza de mi pene no tardó mucho en llegar a su boca. Ella parecía estar muy concentrada pero a la vez lo disfrutaba. Su boca chupaba y chupaba sin parar. Casi siempre se lo metía hasta el fondo, a excepción de las veces que chupaba solo la cabeza. Mi eyaculación vino acompañada de una tibia lechita que tuvo como destino su boca, por una parte y por otra su teta derecha. Luego ella se levantó y se fue al baño de la habitación. Cuando volvió, su teta y su boca estaban limpias. Yo estaba semiacostado en la cama para lo mejor de la noche. Ella, sin decir nada, se me puso arriba; es decir, se me sentó arriba de mi pene, que lo introdujo en su concha. Mirándome, con cara de gata, empezó a moverse para luego transformarse en una especie de cabalgata. Sus gritos no se hicieron esperar. La música tan alta y la penetración hacía que ella gritara más fuerte. La "cabalgata" duró como seis o siete minutos, que por cierto fueron intensos. Ella se corrió de encima mío y me dijo: quiero la pose de perrito ahora. Yo, disfrutando de ante mano lo que venía, me puse detrás suyo y empecé a penetrarla. Su cara de perra, su pelo despeinada y sus gritos son algo que todavía están en mi memoria. Yo empujando cada vez más fuerte contra ella y ella abriéndose lo más que podía fueron el camino perfecto para que ambos tengamos nuestros segundos orgasmos.

Ella agachó su cabeza, tratando de encontrar un poco de aire y dijo: uff!!!Que bueno estuvo ¿no? Yo, con cara de ganador, le dije: genial estuvo, linda!

Rápidamente nos cambiamos ya que desde el otro lado de la puerta había alguien golpeando. Era el dueño de casa. No sabíamos que hacer. Por eso, ella salió primera con la excusa de que había entrado al baño ya que el de abajo estaba ocupado Yo me escondí debajo de la cama. Cuando vi que el dueño se fue, aproveché la ocasión y me fui.

Con la morocha, durante la joda, no hablamos más. Sólo, a lo lejos, nos mirábamos y nos reíamos.
Hasta el día de hoy somos amigos, solo amigos.

3 comentarios - La habitación de la quinta

kramalo
Estuvo bueno.... lo que no entiendo, que una mina no quiera mas lola.....solo amigos....