Siete por siete (71): Nuestras vacaciones (3era parte)




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Compendio I


En realidad, es muy cansador escribir todos los días. Hay tanto por contar, pero me agota mucho.
😃
Él se ríe. Si lo hace todos los días en faena, me debe querer mucho…
<3<3<3
Me dice que parezco una gatita, por lo regalona y perezosa...
}:8
Y también por mis ojos.
😃
Pero se siente rico. Esta apoyado en mi pecho y lee mientras escribo. Dice que se siente muy tranquilo escuchar mis latidos del corazón.
Antes, me daba vergüenza que contara lo que hacíamos, porque él es muy detallista.
☺️
Y reconozco que me gusta chuparlo mucho.
¡Se ha ganado un golpe de cojín, por reírse! XD
Al parecer, ha funcionado lo de poner los emoticones de la página. Lo he vuelto a querer, porque hizo la prueba.
😆
Será raro escribir así, porque no podré ver los emoticones hasta el final.
😕
Pero estoy contenta, porque estoy con él y me quiere y las pequeñas duermen tranquilas, mientras estamos acostados.
Tengo mi camisón blanco, porque una vez que terminemos, quiero que me “ataque el lobo feroz”…
😛
Ese viernes, Mizuki se tomó la molestia de juntarse con nosotros.
😓
Aun no entiendo bien Tokio. Mi marido me lo ha explicado que es una mega-ciudad, compuesta por ciudades pequeñas y que Mizuki no vivía cerca del hotel, que vivía en una ciudad vecina, llamada Ayase.
😔
Para mí, siguen existiendo la ciudad y las comunas.
En fin, Mizuki aceptó encontrarnos en la estación Yamato, que quedaba cerca del hotel.
NOTA DE MARCO: para que mi ruiseñor no se caliente tanto la cabeza y para que no se confundan, nos hospedamos en el casco antiguo de la ciudad y aunque acordamos encontrarnos en la estación Yamato, existen otras estaciones dentro de la ciudad (o comuna, como lo ve ella, que por cierto se ve hermosísima cuando parece confundida).
Nos juntamos en la que conecta las líneas Sagami y Odakyu.
Yo sé que ella quería ir a una posada más hogareña, pero ya había previsto una situación así y por eso, no escatimé en gastos para poder orientarnos bien. Saludos.
😍
¡Por eso lo adoro! ¡Cuando lo necesito, salta a mi rescate!
Mizuki es linda. Tiene una cara redondita y un rostro de niña inocente, con grandes paletas en sus dientes, unos labios gruesos bien bonitos y una sonrisa hermosa.
Es rellenita, pero solamente de cara y un poquito más bajita que yo, con cabellos negros, largos y lisos, hasta la mitad de la espalda y con una chasquilla que la hace ver muy linda y que le esconde sus orejas.
Sus ojos son color café, algo “achinados” (😅 ¡No se me ocurre otra mejor palabra!), con una mirada atenta e inteligente y una nariz larga y respingada en la punta.
Su cuerpo también tenía lo suyo. Es un poco más baja que yo (mido 1.70m y ella debe medir 1.68m, más o menos), con unos pechos no muy grandes, pero una cintura bien bonita.
Me dio gusto ver que una mujer como ella también encontrara el atractivo de mi marido, aunque tratase de disimularlo.
Él recién se está dando cuenta que las mujeres lo miran, porque es guapo y tiene ese ángel bonachón, responsable y de buen papá y lo que las engancha a todas: que es muy inteligente.
Entonces, nos dio un tour por los alrededores. Le contamos que ese día queríamos descansar y aprovechar de comer el extravagante okonomiyaki.
A Mizuki le causaba mucha gracia que una persona como mi marido quisiera comer algo así, pero le expliqué que él era especial.
Que veía y hacía cosas que no todos hacen, como invitarla a salir con nosotros, por ejemplo, siendo que ella trabaja en la recepción de nuestro hotel.
😉
Y yo veía ese resplandor en su mirada… de una chica que me lo va a cuidar.
Pero él marchaba muy preocupado de las pequeñas. Estaba helado ese día y miraba constantemente el cielo, pendiente si se pondría a llover, lo que le daba nuevas simpatías a mi nueva amiga.
Nos llevó a una posada humilde, con piso de madera, una barra, algunas mesas y maestros de sushi, que nos saludaron cordialmente.
“¿Y qué Okonomiyaki desea probar?” preguntó ella en inglés.
“¡No creo que importe! ¡No ha comido nunca!...” respondí.
Pero me puso la mano en el hombro…
😅
“¿Lo puedo pedir con Natto? ¿Como los que les dan a los Kappa?”
😳
No teníamos palabras…
“¿De dónde sacaste que los Kappas comen eso?” le pregunté, sorprendida.
“Bueno… el okonomiyaki se puede comer con todo lo que se te ocurra: queso, carne, pulpos. Lo que sea. Y no creo que pueda ver un Kappa en vivo, así que me conformo con comer su comida.”
“¿Sabe usted que un Kappa es un Yokai?” le preguntó Mizuki, muy sorprendida.
Y él le sonrió.
“Si, lo sé.”
Un yokai es un monstruo, que puede ser entre un fantasma y una criatura. Y el Kappa( como descubrí después), es un espíritu acuático, que parece un sapito.
Pero Mizuki supo que mi marido se salía de lo cotidiano. Le trajeron su okonomiyaki y él se lo comió con gusto. Yo pedí una sopa miso y Mizuki ordenó Bento de Nigiri.
Su comida se veía tan bonita, que también ordenamos lo mismo, aunque mi marido lo pidió con pulpo en lugar de pescado y lo encontró delicioso.
Nos ofrecieron sake, pero nosotros no bebemos y andábamos con las pequeñas y Mizuki entraba a trabajar a las 6.
“¿Ustedes saben que la comida del hotel es más rica?” preguntó ella, manteniendo lealtad a su trabajo.
“Si, Mizuki-chan.” Respondí. “Pero uno nunca come lo que come un japonés de verdad.”
Le avergonzó que le dijera “chan” (que es sinónimo de pequeña), junto con su nombre de pila, porque parecía que la veía como mi amiga y se quedó callada por un rato.
Ella solamente ordenó bento, pero nosotros pedimos bolas de arroz, sushi y okonomiyaki, hasta quedar satisfechos.
Conversamos bastante rato de los yokai. En particular, de los Kappas, los “espíritus hogareños” y Kitsunes.
☺️
Él disfrutó mucho de los cuentos de la abuela de Mizuki, que vivía en Hokkaido, cerca de Sapporo y que había visto tanukis, kitsunes y otros tipos de yokai con formas de animales.
Esas son las cosas que hacen feliz a mi marido y ella podía apreciarlo en su sonrisa. Pero las 2 estábamos muy impresionadas de lo mucho que sabía del folclor japonés.
Aunque la conversación estaba entretenida, yo quería saber más de la vida de Mizuki: si tenía novio o no y si tenía ganas de meterse con mi marido.
Pero ella fue muy reservada y lo único que me dijo fue que tenía un novio, que trabajaba en el hotel. 😞
Le empecé a preguntar tonterías picantes: si acaso era cierto sobre lo que decían de los penes de los japoneses o si acaso había tenido sexo en algún lugar especial.
Pero la incomodé y fue mi marido quien me reprendió, diciéndome que estaba fuera de lugar, además de pedirle disculpas por si la había ofendido.
Sin embargo, por su cara de alivio tras la disculpa de mi marido, me dio la impresión que ella seguía siendo virgen, a pesar que es un poquito mayor que yo y nada fea.
A eso de las 4, nos marchamos del restaurant.
Los maestros cocineros nos obsequiaron otros 5 okonomiyakis más, por la preferencia de mi marido y tras tomarles una foto, nos dieron las gracias y nos pidieron que volviéramos pronto, lo que me dio pena.
😞
Y en la estación, nos separamos, porque no queríamos meterla en problemas con el hotel.
“¡Muchas gracias, Mizuki-Sama! Es usted una Nadeshiko…” dijo mi esposo, en su japonés oxidado.
😳
“¡Amor!” le dije yo, en español.
😔
“¿Qué?” preguntaba él, muy distraído.
😧
“¡Eso no se dice!” le reprendí.
“¿Por qué? ¿No le dije que era una mujer hospitalaria?”
“Pues… si… pero más que eso…” le traté de explicar.
En realidad, decirle eso a una mujer japonesa es como decirle que es una diosa o algo así.
En el fondo, un piropo.
“¡No le haga caso, Miyuki-Sama!” le dijo en inglés, dándole una gran sonrisa. “Yo pienso que usted es una verdadera Nadeshiko de Yamato.”
Y ahí, Miyuki se puso roja entera y comprendí que él me había hecho lesa y lo hizo a propósito.
👿
Y subimos a nuestra habitación y vimos televisión.
¡Pude ver Tv Tokio en vivo, con todas esas series que me gustan tanto! <3<3<3
💕 💕
Y a eso de las 7, mi marido bajó a la recepción, con las pilas de tankobons y mis vestidos, para mandarlos vía encomienda.
Mizuki-chan se encargó de todo y cuando volvió, bajé yo, para darle las gracias por sus atenciones y le di un beso en la mejilla, en señal de amistad, lo que la puso más colorada, porque nos íbamos al día siguiente y no la volveríamos a ver.
😞
Me habría gustado haberla conocido mejor.
Pero yo quería una vez más en la ventana, así que luego de cenar y bañar a las princesitas, me di una ducha yo y me puse una falda y una camisa.
Le tiré una mirada suplicante a mi esposo.
“¿Otra vez?” preguntó, y tenía razón, porque afuera se largó a correr un viento heladísimo.
Pero son pocos los lugares donde nos pueden ver y que nadie nos conoce, así que apoye mis brazos en el ventanal de la habitación y él me levantó mi falda, metiendo su mano bajo mi calzón, agarrando mi pecho por encima del sostén y suspirando sobre mi espalda a medio descubrir.
“¡Eres un ruiseñor muy travieso!” me decía, con una voz tan linda.
Y es que me gusta que me tome así.
Soy suya y él puede hacer conmigo lo que quiera, porque confió en él y lo amo demasiado.
Me encanta que me puntee tan ansioso y yo, suspirando en la ventana, mientras me empiezo a mojar por él.
Lo deseo en mi vida todos los días. Me encanta y lo adoro.
Es un placer sentir como su espada de carne dobla mi calzón entre mis piernas, ardiente, palpitante y jugosa, queriendo entrar tan durita en uno de mis agujeros.
La mete en mi rajita y de pura casualidad, vi como mis juguitos caían sobre el piso alfombrado.
Al día siguiente, cuando vinieran a limpiar, alguien se daría cuenta de lo que hicimos.
Y ahí estaba, apoyada en la ventana, mientras se afirmaba de mi cintura. <3<3<3
Me daba duro y me preocupaba que la ventana se fuese a romper.
Pero él sabe de todo: dice que era de acrílico, para reducir el ruido y para protegerla de los temblores.
<3<3<3
Espero que siempre estemos juntos.
Y me daba tan fuerte. Tenía los pechos descubiertos y se apretaban en la ventana y mi cara se sentía tan rica con el frio de la ventana, mientras él seguía entrando y saliendo de mí.
Tengo recuerdos vagos de cómo sus manos tocaban mi cuerpo con delicadeza, como él siempre es conmigo.
Y yo me sentía tan feliz, porque lo amo tanto.
Y abría los ojos y veía el edificio del frente y me sentía tan, tan genial…
¿Alguien se estaría dando cuenta? ¿Podría alguien verme, haciendo el amor de esa manera tan apasionada y sensual?
¿Podría alguien verme, siendo la mujer de mi marido?
¡Me tengo que comer al lobo feroz! ¡Besos!


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1 comentario - Siete por siete (71): Nuestras vacaciones (3era parte)

Neotete
uffff largo pero sensual!