Siete por siete (51): La venganza de la reina




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Compendio I


¡Tengo muchas razones para estar contenta! ¡No me ha olvidado!<3<3
😃
Es algo que rebosa en mi corazón. A diferencia de mi marido, me tardo mucho en escribir.
Pero justo esta mañana, cuando pensé que se había olvidado y yo iba a subir la historia de mi madre… pues me llama y los colores se vuelven más vivos. 😃
Como es él, me aclaró que aún no estamos de aniversario de matrimonio y que por lo tanto, por la diferencia de horario, sigo teniendo 19 años también, independiente de lo que diga nuestro calendario.
Pero me dedicó una canción (20 de enero, de la oreja de Van Gogh, una que mi prima sabe que me gusta mucho) y me dijo que aunque no estaba a mi lado, me seguía amando y extrañando mucho y pensando en mí y en las pequeñas.
Y yo estaba roja y llorando de felicidad.
Pero bien, tengo que retomar lo que escribí. Es divertido. Mi marido me ha contado que también le pasaba: que tenía algo listo, recordaba un detalle y tenía que arreglarlo todo.
¡Por primera vez, me gustó lo que escribí! ¡No me alboroté ni me distraje tanto!
A lo mejor, es porque he aprendido más de mi marido.
Así que haré mi mejor esfuerzo, por contarlo de una manera parecida a los cuentos que le contaba a mi hermanita pequeña, que tanto me encantan. 🙂
Hace muy poco tiempo atrás, en un país en la punta sur de América (Nunca he sabido por qué mi esposo no dice nuestro país, aunque sale en el mismo perfil :D), vivía una reina empeñosa y modesta, casada con un tirano rey marido.
La hermosa reina empeñosa era madre de 3 hermosas princesas, de buen corazón y buenos sentimientos, que eran su mayor orgullo y felicidad.
Pero el tirano rey marido era muy tacaño y trataba muy mal a su reina y a las princesas. 😞
Un buen día, la maravillosamente inteligente y preciosa princesa mayor conoció al príncipe azul, cuya nobleza de corazón le obligó a buscar un perrito de los vecinos, robando sin intención, el corazón de las princesas y de la misma reina empeñosa.
🙂
Sin embargo, el malvado rey tirano trabajaba en la sección de contaduría financiera de una tienda departamental y fue promovido como jefe de departamento en una oficina de otra ciudad.
Por ese motivo, el rey tirano decidió secuestrar a la reina y a las princesas del medio y menor, para llevárselas a otro castillo. 😮
Desesperada, la inteligente princesa mayor decidió enviar a príncipe azul para que las rescatara de sus garras, quedándose en el antiguo castillo del rey tirano, en compañía de la princesa-caballero de Madrid, esperando su pronto regreso.
Teniendo serios enfrentamientos con diversos ogros y monstruos y finalmente, con el mismísimo rey tirano, el valiente y astuto príncipe azul logró no solo rescatar a la reina y a las princesas cautivas, sino que también robó el corazón de la princesa-caballero y el antiguo castillo de rey tirano.
Por esa razón, una vez que la paz regresó al reino, todas las princesas y la reina decidieron que el nuevo rey sería príncipe azul y se encargarían de cumplir cualquiera de los deseos y fantasías que él tuviese. :0
Pero para príncipe azul, solamente una princesa podía ser la reina… y la princesa que robó su corazón fue nada menos que la linda y generosa princesa mayor, con la que decidió casarse e irse a vivir a otro país, más allá de la puesta del sol.
Para liberar los corazones de la reina y de las otras princesas, el sensato príncipe les pidió que buscaran otros nobles caballeros que ocupasen su lugar.
Sin embargo, la reina empeñosa deseaba cobrar venganza contra el rey tirano y decidió llevar a cabo el sabio consejo que le dio el astuto príncipe azul.
Dado que reina empeñosa es una mujer muy atractiva y sensual, el consejo del príncipe fue que le pusiera “los cuernos de poder” (ji,ji,ji) con los antiguos aliados de rey tirano, para así poder humillarlo. }:D
El primer aliado que cayó fue un buen hombre llamado Ricardo, quien tuvo la nobleza de prestar su castillo para el matrimonio entre la maravillosamente sensual y divina princesa mayor y el esplendorosamente valiente príncipe azul, a cambio de algunas noches de placer en compañía de la majestuosamente hermosa reina empeñosa.
Pero un simple aliado no era lo suficiente para la reina, por lo que contactó a otro aliado, llamado Javier, para perpetrar su venganza.
Javier es un proveedor de productos, que conduce un camión. Es un hombre simple, de unos 50 años, gordito, soltero y de aspecto muy descuidado.
En muchas ocasiones, cuando el rey marido organizaba partidos de cartas, Javier aprovechaba de manosear a la reina, cada vez que iba él al baño.>:(
Para la reina, no era de su agrado, porque su cuerpo siempre olía a transpiración y su aliento era terrible.
Sin embargo, mientras la princesa mayor se preparaba para casarse con príncipe azul, decidió encontrarse una mañana con él para una cita.
“¡He escuchado que aun trabajas para mi marido!” dijo la reina.
“¡Así es, reina empeñosa!... supe que él te dejo…”
La reina río.
“¡Vamos, Javier! ¡Mírame!” dijo la reina, exponiendo sus generosos atributos 😮 “¿Crees que mi marido sería capaz de dejar una mujer como yo?”
Javier la contemplaba con deseo…
“La verdad, mi reina, siempre me pregunté cómo una diosa como usted terminó al lado de un hombre como él…” le respondió, contemplando los pechos de la reina. “Siempre pensé que era muy guapa para terminar con un tipo como ese…”
La reina sonrió…
“Bueno, Javier… una no siempre conoce hombres que la hagan gozar como corresponde… ¿No crees?” le preguntó.
Y posteriormente, la reina le besó en los labios, echando un encantamiento al momento de marcharse, porque tenía otro compromiso para ese día (el examen de grado de príncipe azul).
El hechizo empleado por la reina surtió rápidamente efecto para la segunda reunión con Javier, quien no se contuvo de manosear los tesoros reales en su camión.
La reina, satisfecha con que su plan marchaba sobre ruedas, le demostró las muchas habilidades que había aprendido en compañía del príncipe azul.
“¡Uy!... ¡Mi reina!... ¡Cómo chupas!... ” Le decía Javier, disfrutando de las atenciones reales.
Es algo que le gusta muchísimo a la reina. Ha sido una técnica especial que ha ido perfeccionando durante años de infidelidades tras el malvado rey marido.
Aunque no era tan grande, gruesa ni tan sabrosa como la deliciosa katana encantada del valiente príncipe azul, a la reina le satisfacía la necesidad de burlarse del tiránico rey marido, por lo sucia, indigna y especialmente maloliente daga que le tocaba probar.
Cuando el conductor acabó en los labios de la reina, en señal de agradecimiento, le mostró cómo se tragaba sus jugos de la boca.
“¡Eres una verdadera puta, mi reina!” le dijo Javier, al verla.
Entonces, la reina, con la misma sagacidad que su trono le había dado, se acomodó al lado de su vasallo.
“¡No digas eso!… que es algo que resta mi nobleza…” le dijo la reina, fingiendo vergüenza. “Solamente lo he hecho, porque trabajas con mi marido…”
El conductor se dio cuenta de las intenciones de la reina.
“¿Estás desquitándote?”
La reina asintió.
“Lamentablemente, no puedo ayudarte, porque rey marido paga demasiado bien...” le dijo Javier, resistiendo sus encantos, ya mucho más satisfecho.
“Si, lo entiendo…” le respondió la reina, como si le entendiera. “¡Encuentro admirable que seas tan leal!... pero, en fin… no te habría interesado que te diera facilidades que a rey tirano nunca le di….”
“¿Facilidades? ¿De qué cosas hablas?” preguntó, muy intrigado.
La reina sonrió ante su codicia…
“Cosas que nunca le he hecho… pero que quería hacértelas a ti y todos sus antiguos amigos…” le respondió, probablemente con una voz muy sensual. “Lo único que te estoy pidiendo a cambio es que se lo cuentes a los amigos de rey tirano.”
Para los hombres, la belleza de reina empeñosa es tan grande como la bondad de su corazón para sus hijas y por ese motivo, Javier estaba interesado en aceptar la propuesta.
“¿Y cómo sabes que no te engañaré?”
La reina le volvió a sonreír.
“Pues… si no sé de los otros amigos del rey, simplemente, lo haremos esta vez…”
La invitación que le hacía a Javier era muy atrayente.
Empezó con la técnica favorita del príncipe azul, el uso de los legendarios pechos reales, para acariciar la maloliente y pequeña daga del chofer, quien quedó bastante impresionado, porque nunca pensó que la reina le haría una técnica tan compleja.
Posteriormente, dada la poca virilidad del chofer, la reina nuevamente se encargó de templar la espada de su adversario, empleando sus labios.
Luego de eso, la reina le presentó la “abertura real”, lugar por donde las princesas habían llegado a este mundo, para mayor placer del chofer, quien se ocupaba de estrujar su gran busto.
Finalmente, cuando la aurora anunciaba la llegada del sol y al pobre vasallo apenas le quedaban fuerzas para luchar, la reina le ofreció la estrecha retaguardia, para drenar definitivamente los jugos del chofer.:o
“¡Eres una verdadera puta!” le dijo Javier, agotado por cansancio. “Y realmente, debes odiar al rey tirano para hacerme esto… ¡Aceptaré tu propuesta, siempre y cuando cumplas tu palabra!” }:D
De esta manera, convenció a Claudio, Esteban y Alfonso, que también eran choferes como Javier.
A la reina, particularmente le gustaba organizar “reuniones cumbres” con sus nuevos aliados, dado que 2 o 3 de sus agujeros reales podían ser llenados, haciéndole creer que restaba mayor influencia al rey tirano.:o
Pero todo eso fue hasta que visitó la casa de Guillermo, el contador.
Era el menos agraciado del grupo. Delgado, con enormes lentes, a causa de su miopía y algo de calvicie, era el más humilde y respetable amigo del rey malvado.
“¡Encuentro que está mal lo que estás haciendo!” le dijo la vez que fue a visitarlo, comprendiendo sus intenciones a partir de lo que le contaron sus amigos. “Aunque rey tirano está molesto y comprendo tu enojo, lo único que está haciendo es desprestigiarse y darle motivos para justificar su separación…”
A diferencia de los otros secuaces de rey marido, Guillermo le invitó a charlar y tomar una taza de té, como buenos amigos, en lugar de llevarla a su dormitorio.
“¡No puede ser cierto!” exclamó la reina, sorprendida por la astucia del rey malvado.
“Si realmente quieres vengarte, tienes que hacerlo desde arriba…” le sugirió el contador. “Convencer a uno de los gerentes- emperadores, para humillarle…”
“¡Muchísimas gracias, Guillermo!” dijo la reina, besando sus labios con ternura. “¿Hay algo que pueda hacer en agradecimiento a tu ayuda?”
Era un hombre de corazón noble, que no buscaba reconocimiento.
Sorprendido por el gesto, solamente sonrió…
“¡Descuide, majestad!...” dijo el vasallo, con tierna humildad. “Es una mujer hermosa y sé que no soy atractivo para usted… y no me gustaría decepcionarla…”
“¡Eres un siervo muy noble!” respondió la reina. “¡Tu ayuda ha sido invaluable y debo recompensártela!”
La reina desnudó el pantalón de su vasallo y para su agradable sorpresa, su sable era parecido a la katana encantada del príncipe azul.
“¡Creo que me voy a divertir contigo!” le dijo, probando la espada con sus labios.
El contador suspiraba agitado, aunque la reina hacia su mejor esfuerzo, sin obtener muchos resultados.
“¡No se canse, majestad!... ¡Es inútil!…” confesó su vasallo, con mucha vergüenza. “…Soy impotente.”
Pero la reina, comprensiva como una madre, le sonrió donde otras se habrían burlado.
“¡No te preocupes!” le dijo al noble caballero, besándola con respeto. “¡Me gustan los desafíos!”
A la reina nunca se le pasó por la cabeza que el reservado contador tuviese ese tipo de problemas.
Se había dado cuenta que la miraba de una manera especial, pero creía que a causa de su timidez, no se atrevía a actuar como los otros.
Y aunque la reina disfrutaba del delicioso manjar que su vasallo le entregaba, decidió emplear los “encantamientos mágicos” que al príncipe azul vuelven loco.
“¡No puedo creer que tengas una tan rica, Guillermo!” decía su encantador hechizo. “Hubiese sabido, habría venido contigo primero…”
“¡No se burle de mí, majestad!” le respondía, muy avergonzado. “En realidad, no necesita hacer eso…”
“¡Es deliciosa!... aunque me gustaría probar tus juguitos…” prosiguió el hechizo de la reina. “¿Nunca pensaste correrte en mis pechos?... o ¿Hacerme la cola?... porque hace meses que no veo una tan rica como la tuya…”
La reina me contó que su encantamiento resultaba, porque empezaba a ganar tamaño y gotitas salían de la puntita.
“¿De veras piensas eso?” preguntó su vasallo, disfrutando con mucho placer al ver cómo la reina comía su espada con gran devoción.
“Si… el jugo sabe muy bien…” le dijo, acariciándola con más fuerza. “¡Deberías ser más generosa conmigo!... ¡Tengo mucha hambre!”
El sable de su vasallo ganaba mayor consistencia. La reina se puso de pie y lo besó en los labios.
“¿Nunca pensaste en esto cuando ibas a casa?” preguntó la reina. “¿Qué te daría una mamada y te correría una paja?”
“No, nunca…” contestó su vasallo, sorprendido.
“¡Toca mis pechos! ¡Son muy sensibles!” ordenó la reina, desnudando su delantera. “Y explora lo que quieras con tus manos.”
Mientras cumplía los deseos de la reina, perdiéndose en sus efusivos y apasionados labios, el encantamiento alcanzaba el efecto deseado…
La reina se arrodilló y limpió el sable del caballero, mirándolo a los ojos.
“¡Es muy rica!” le dijo la reina, sorbiendo sus pegajosos jugos. “Me gustaría probarla por otros lados…”
La reina pasó toda la tarde en casa del contador. Aunque tenía problemas para templar la espada, a la reina no le importaba, porque le encantan los desafíos y usar sus labios.
Entregó su cuerpo completamente a su vasallo, inesperadamente disfrutándolo mucho.
Porque a pesar que la reina alcanzó muchísimos orgasmos, el tímido vasallo alcanzó a correrse solamente 4 veces, con el único defecto que sus jugos no eran tan cuantiosos como los de príncipe azul.
Cansada, pero muy contenta, la maravillosa reina empeñosa le preguntó a su vasallo si podía venir a visitarle cuando se sintiera sola.
El humilde vasallo, sin poder creer la buena suerte que se le había presentado ese día, le dijo que siempre sería bienvenida y la reina le dio un tierno beso de despedida. 🙂
Pero la venganza de la reina no estaba completa y para seguir el consejo de Guillermo, necesitaría ayuda. 😕
“¡No encuentro que sea buena idea!” le dijo la sensata reina de la ropa, hermana de la reina empeñosa. “No es bueno que cobres venganza.”
“¡Pero hermana, tienes que entenderme!” Respondió reina empeñosa. “¡Rey tirano me ha hecho mucho daño!... e incluso, por culpa de él, no nos hablamos por muchos años…”
Aunque las palabras de reina empeñosa hacían eco en el espíritu de la reina de la ropa, no era suficiente.
“¡Pienso que deberías ayudarle!” dijo princesa-caballero, apoyando a reina empeñosa. “Si príncipe azul estuviera acá… ¡Os aseguro que también pediría vuestro apoyo!”
Los sentimientos de princesa-caballero por príncipe azul aun latían fuertes en su corazón.
(Es lo que me gusta de mi prima. Tiene una personalidad tan soberbia y dura, que tal como dice mi marido, no es difícil de imaginarla como una “Amazona española”. :D)
“Pero princesa-caballero, ¡Sé sensata!...” le dijo reina de la ropa. “ Reina empeñosa tiene su reino y sus princesas y no debería ocuparse de venganzas personales.”
“¡Así es, majestad!... pero yo, como vuestra hija, os pido que la escuchéis…” dijo con mucha pasión y lágrimas. “¡No os pido que lo hagáis por ella! Te lo pido que lo hagáis por la deuda que tenemos con príncipe azul…”
Al decirle eso, reina de la ropa recapacitó. El valiente y noble príncipe azul no solamente le había devuelto a princesa-caballero a su trono, sino que la rearmó y le devolvió su dignidad.
Y no solamente eso. También arregló las relaciones entre reina empeñosa y ella, por lo que sentía una gran deuda por él.
“¡Está bien!” aceptó reina de la ropa. “Trataré de conseguir una audiencia con el gerente-emperador… pero hermana, ¡Tendrás que vestirte diferente! Los gerentes-emperadores son personas muy prejuiciosas y se burlarán de ti si te ven así.”
Se abrazaron y tardó 2 semanas reina de la ropa en conseguir una audiencia para conocer a gerente-emperador.
Era un empresario exitoso, canoso, delgado y muy distinguido, de unos 65 años. Vestía de traje elegante y le recibió en la oficina central de la empresa, sin entender bien el motivo de la visita.
“Vengo para hablar sobre mi esposo, rey marido, porque necesito que me ayude en un problema con él.” Le explicó reina empeñosa.
Asesorada por princesa-caballero y por la misma reina de la ropa, reina empeñosa asistió a la oficina del gerente-emperador con una minifalda roja y una blusa de cuello de tortuga blanca, pero con una abertura que dejaba ver su prominente escote.
Aunque gerente-emperador era un caballero de educación, la belleza de reina empeñosa era irresistible.
“¡Ya veo!... pero lamentablemente, esos problemas los ve recursos humanos.” Le explicó gerente- emperador.
“No para mis propósitos.” Explicó reina empeñosa. “Verá usted. Rey marido fue designado como jefe de departamento de contaduría en una de sus sucursales en el norte, pero me engañó con otra mujer y me echó de mi hogar, junto con mis hijas. He regresado a la capital solamente por la bondad de mi yerno, príncipe azul y gracias a él y mi hermana me he mantenido moderadamente bien. Pero me molesta que rey marido esté feliz y sin complicaciones.”
“¡Ese tipo de problemas son demasiado personales y no veo qué tipo de influencias pueda tener yo en ellos!” le respondió, llevándola hacia la puerta.
“¡Se equivoca!” respondió reina empeñosa, resistiendo al emperador. “Usted tiene más poder que rey marido y si he acudido a usted, es porque me siento despechada…”
“¿Cómo dice?” preguntó el emperador, muy confundido.
“¡Así es!” respondió la reina. “Lo único que deseo es humillarlo y reconozco que soy una mujer atractiva. Por la forma que me ha mirado, puedo darme cuenta que también soy de su agrado. Lo único que le estoy pidiendo es que lo remueva de su cargo y a cambio, le haré cosas que nunca ha sentido…”
Al ver la determinación y seriedad en las palabras y ojos de reina empeñosa, gerente-emperador tomó el teléfono y le pidió a su secretaria que suspendiera las llamadas y reuniones para ese día, sonriendo a reina empeñosa.
Lo primero que hizo reina empeñosa fue meterse debajo del escritorio de gerente- emperador y templó su espada, usando sus suculentos labios.
Gerente- emperador no podía creer el placer que le daba esa desconocida y al momento de acabar, reina empeñosa se la enterró en su garganta a más no poder, bebiendo sus contenidos y tragándolos sin muchos problemas.
Posteriormente, removió su blusa y envolvió la enorme espada entre los pechos reales, sacudiéndolos incesantemente y sin despegar sus labios de ella.
Cuando la encontró dura, se removió la falda y apoyó su cuerpo en el escritorio, de una manera similar a la que la reina había leído en alguna parte… aunque con la diferencia que le invitó, diciendo:
“Por delante, la han usado mi marido y mis amantes; por detrás… solamente mis amantes.”
Las pompas reales son muy amplias y generosas y el hecho que se las ofreciera de una manera tan especial, terminó por tomar su estrecha retaguardia.
La espada del emperador era más gruesa que el sable encantado de príncipe azul e incluso, debía forzar un poco la entrada.
“Sí que debe estar enojada… con su marido, para hacerle esto…” decía gerente- emperador, arremetiendo con su cuerpo y afirmándose de su cintura.
“¡No solamente con usted!” le respondió, aguantando el dolor. “También con sus amigos… y sus compañeros de trabajo…”
Las palabras de la reina llenaron de vigor al emperador, cuyos movimientos se volvieron más rápidos y potentes.
“Realmente… me está haciendo considerar mi decisión…” dijo, mientras acariciaba sus bamboleantes pechos. “Si alguien así deja una mujer como usted… no debe ser un buen jefe…”
Y reina empeñosa le reveló que...
“¿Ha escuchado que “detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”?... bueno, en el caso de rey marido, detrás de su mujer… estaban todos sus jefes, disfrutándola…”
Reina empeñosa pasó toda la tarde en la oficina de gerente-emperador y se esforzó mucho en convencerlo chupando, cabalgando, dejándose empalar por la retaguardia y por delante y bebiendo grandes cantidades de jugos que gerente-emperador botaba.
“¡Bien, reina, me ha convencido!” dijo el emperador, muy satisfecho y arreglándose para volver a su hogar. “Me encargaré de degradar a rey marido a su antiguo cargo…”
“Pero me gustaría que se quedara en esa ciudad…” añadió la reina. “Ya sabe: para dar mayor libertad a sus amigos y a sus jefes, que entretienen a su esposita…”
El emperador sonrió, satisfecho con la idea…
Y al mes siguiente, a reina empeñosa le llegó por correo una petición de divorcio.
¡Colorín colorado, este cuento se ha acabado! 🙂


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