Domingo de Futbol

Este es el primer relato que publico, a ver que les parece

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Otro domingo sentada en las gradas del pabellón, no tenía otros planes mejores para ese domingo por la mañana, y cuando era así, siempre acabo yendo a ver el partido de fútbol sala del equipo de mi hermano pequeño.

Al principio cuando venía obligada por mis padres, la verdad es que me fastidiaba bastante; ver correr al renacuajo como un loco por la pista, no era precisamente el mejor pasatiempos para una chica como yo, pero el tiempo fue pasando y aquellos niños se fueron convirtiendo en adolescentes y estos, en jóvenes guapos y apuestos, y aun no sé exactamente cuándo pero comencé a apreciar el juego y en especial a los jugadores. La verdad es que ver el partido en unas gradas, tan cerca de los jugadores, no tiene nada que ver con ver un partido por la tele. En el aire se mueven grandes cantidades de testosterona y eso mezclado con la emoción del juego y los cada vez más guapos jugadores, hacen que me haya convertido en una adicta al espectáculo. No lo reconoceré públicamente, pero he de confesar que más de una vez he salido del campo bastante caliente.

Pese a las protestas del renacuajo de mi hermano Martín, he salido un tiempo con alguno de los chicos del equipo, todo y que eso quita un poco de encanto a mis perspectivas libidinosas del espectáculo , me siento algo culpable mirando las piernas y los culos de otros jugadores, por lo que haciendo contento a Martín, procuro no salir con ningún amigo de mi hermanito y procuro también no personalizar en ninguno de ellos en concreto mis noches húmedas, todo y que cuando la carne aprieta, siempre tengo sus números de teléfono para un buen revolcón esporádico.
El partido fue especialmente disputado pese a que era solo un partido de pretemporada. Todo el mundo se dejó la piel en el campo. El hecho que el equipo no estubiera acabado de cerrar aún ya que ha habido algunas altas y bajas, y que no todo el mundo tenga asegurado un lugar en el equipo, hizo que todo el mundo quisiera lucir sus mejores cualidades. La tensión de querer hacer bien las cosas más la propia tensión del partido, calentó a la grada y a mí especialmente...

Al finalizar del partido y después de saludar a los jugadores conocidos, y el pequeño comentario de rigor del partido con Martín, decidí a ir a pasar lo poco que quedaba de mañana en el SPA que el club tiene para los socios. ¡Qué mejor manera para rebajar la calentura del partido relajándome entre burbujas!.

El SPA en domingo y a esas horas del mediodía, normalmente está vacío, con lo que suelo estar a mis anchas, con todo el recinto prácticamente para mi sola, por lo que me sorprendió que detrás de mí, entrara otra chica. No la conocía, todo y que la había visto también en las gradas.
Antes me había fijado en ella porque de vez en cuando abría un pequeño bloc de notas y escribía algo en él, me sorprendió, ya que lo que suele hacer todo el mundo es gritar o comerse las uñas, o las dos cosas a la vez, y no la oí hablar ni una vez y las uñas las tenía impecables, por Dios que envidia!.

En el campo se me pasó por la cabeza que pudiera ser de otro club haciendo de ojeadora, ya que no hay ningún equipo cerrado, pero con lo guapa que era no tenía pinta de entrenadora o técnica de fútbol. Tampoco es que conozca a demasiadas chicas de este entorno, mi mente se lanza demasiado rápido a prejuzgar y seguramente tengo demasiados perjuicios, por lo que preferí no darle más vueltas. Si está en el Spa, supuse que sería alguna conocida de algún jugador de los nuevos, ya que esa zona del club solo es para abonados, pero lo de las notas en el bloc me seguía trayendo de cabeza, y entre burbujas y ya sin tanta adrenalina en el cuerpo, como mínimo me parecía singular y no conseguía quitármelo de la cabeza. Como una de mis cualidades y gran defecto a la vez, es que soy muy chafardera, me decidí a abordarla. Parecia absorta y esperaba no importunar, pero si no le preguntaba estaba segura de que no me lo podría quitar de la cabeza en todo el día.

- ¡Hola, soy Julia!. Perdona que te aborde de esta manera, pero antes te he visto en el campo de futbol y no te tengo vista de otros partidos. Ahora me ha hecho gracia verte por aquí, ya que en este rincón no es de los más visitados a estas horas.

- Yo soy Elena, ¡encantada!. Sí, yo también te he visto en el partido, y sobre todo te he oído. Je je je No sabía que la gente gritara tanto en el campo y menos me lo esperaba en pretemporada. La verdad es que es la primera vez que voy a un partido en vivo y en directo. Y la verdad es me ha ido muy bien y me ha encantado.


Seguro que me acababa de poner más roja que mi bañador. Su dulce voz y un tono muy agradable suavizó la puñalada que me había pegado. Me gusta animar a los chicos en el campo y entre los demás amigos y familiares soy conocida por ser muy expansiva en el campo. ¡Pero que una desconocida se fijara en mi el primer día, me daba que pensar!. Tengo que proponerme seriamente moderarme en el campo, pero es que me ayuda a quitarme el estrés de toda la semana y más ahora que llevo más de medio año en dique seco. Todo y que he de reconocer que cuando tenía pareja también gritaba mucho. ¡No puedo evitarlo, he de ser realista!

- Tienes razón Elena,... ¡quizás tengo un problema con mi expresividad, no puedo evitarlo!. ¿Eres amiga de alguno de los chicos del equipo? ¿Te veremos más en el campo?

- Pues la verdad es que no, no conozco a nadie del equipo. He venido hoy para hacer un estudio, como soy socia de este club, ya que vengo a hacer clases de yoga, me he informado de los equipos y de los horarios y he decidido a venir al campo hoy.

- ¿Un Estudio? - Esto se ponía interesante, esta chica era una caja de sorpresas - ¿qué tipo de estudio?¿Un estudio del partido? Perdona que pregunte tanto, pero antes te he visto anotar cosas en un bloc y me ha sorprendido. Normalmente la gente grita, habla, pero nadie toma apuntes!

- Es que acabo de finalizar psicología, y estoy empezando a pensar en la tesina y antes de elegir el tema definitivo tengo algunas ideas que me gustaría explorar y una de ellas es el comportamiento de la afición en el campo en distintos deportes y el de hoy ha sido mi primera incursión en un campo. Y la verdad es que impresiona y que creo que tengo un tema a considerar seriamente para la tesina.

- Pues ahora sí que estoy abochornada, no me esperaba estar en un grupo de cobayas para un estudio de psicología. Sé que no me comporto de una forma muy cuerda en el campo, y prometo que casi nunca insulto al árbitro, pero esto de ser cobaya no me lo esperaba!

- Ja ja ja. No mujer, si me ha encantado. Me gusta mucho tu expresividad y la espontaneidad que muestras. Yo la verdad es que soy muy vergonzosa y me maravilla la gente como tú. Cuando he visto que en vez de salir para la calle has entrado al club, me he decidido a seguirte. La verdad es que tenía ganas de hablar contigo y no sabía cómo hacerlo, … para el estudio quiero decir. En el momento que has venido hacia mí estaba pensado la mejor manera de hacerlo yo. Me has sacado un peso de encima que hayas venido tú. Si yo hubiera empezado la conversación, ahora estaría tartamudeando como una boba muerta de vergüenza!

- Pues vaya ¿Y qué quieres saber en concreto?

- La verdad es que me gustaría hacerte unas cuantas preguntas, sobre tu experiencia en los campos, sobre el conducta y reacciones de vuestra afición, de la de los rivales... pero aquí entre burbujas y con este calor no creo que vaya a ser el mejor lugar. Podríamos quedar a otra hora y en otro lugar. Me adapto a ti, por supuesto.

La verdad es que los loqueros en general me dan repelús, pero Elena me gustaba, y ya que ya la había prejuzgado como entrenadora u ojeadora y había metido la pata como siempre, accedí a hablar de mis excesos en la grada y aportar un granito de arena a su estudio. Quedamos ese mismo domingo por la tarde en una terracita de un local en el centro. Una buena manera distinta de pasar la tarde de domingo, la mayoría de mis amigas estaban todavía de vacaciones y pensaba pasarme la tarde en el cine, por lo que no me costó nada cambiar de planes.

A la hora de salir no sabía exactamente cómo vestirme, ¿cómo una entrevista de trabajo?, ¿como cuando salgo con las amigas? La verdad es que estaba algo confundida, era la primera vez que me hacían una entrevista, o como se dijera y no sabía muy bien cómo comportarme.
Me decidí por unos shorts cortitos y una blusa fresquita a conjunto y atarme el pelo en una cola de caballo. Cuando llegue a la terraza diez minutos tarde, otro de mis muchos defectos, Elena ya estaba instalada en una de las mesas más apartadas, con un café con hielo delante. Iba vestida con un vestido negro cortito con flores pequeñas y allí sentada sola, se le veía un poco nerviosa y abrumada por la situación, la verdad es que sí que tenía aspecto de algo tímida, y el conjunto me produjo cierta ternura.

Cuando me acerqué, el ligero perfume que llevaba me embriagó, no lo recordaba de por la mañana y me gustaba mucho. Me anoté que le tenía que preguntar cuál era, para los nombres de perfume tengo bastante mala memoria y tendría que anotarlo en algún sitio.

La conversación con Elena fue mucho más agradable de lo que creía que sería una conversación con una “loquera”, una universitaria pegada de sí misma, la verdad es que una vez superada la timidez hablamos de casi todo. De la gente del futbol, de la afición, de algunas diferencias entre las aficiones, de lo liberador que es poder gritar de vez en cuando, con respeto a la gente. Yo la verdad es que grito mucho, pero salvo contadísimas ocasiones siempre a favor de alguien, para animar y para dar moral y finalmente un tema llevó a otro y acabamos hablado de mi asqueroso trabajo, de su universidad, de la familia, de padres, hermanos, novios y parejas en general. Éramos muy distintas, pero nuestros gustos no diferían tanto en las cosas importantes como el modo de ver la vida y de cómo vivirla. Parecía que de la manera más tonta había empezado lo que tenía pinta de ser una nueva amistad, la verdad es que hacía tiempo que no me sentía tan a gusto con una persona.

Nos emplazamos para el fin de semana siguiente para ver el siguiente partido y vivir de otra manera el torneo, ella intentaría vivir más los colores y yo me pondría en su piel y observaría al resto del grupo de una manera más crítica, a ver que descubríamos.

El siguiente domingo el partido no era en nuestra cancha, sino en la de un pueblo cercano, con lo que como yo conocía el lugar y ella no, decidimos que la pasaría a buscar con mi coche por su casa. La experiencia fue muy divertida, nos lo pasamos en grande, yo con el bloc anotando las reacciones del resto de afición, de mi familia futbolera vaya, con las consiguientes miradas de extrañeza de estos por no oírme gritar constantemente y ella, después de un repaso a los nombres de los jugadores y tras unos minutos de dudas y vergüenzas, gritando como una loca a cada jugada de nuestro equipo.

De vuelta, me invitó a comer a su casa y aprovechar la tarde para pasar a limpio las notas y lo que habíamos observado entre las dos. Me pareció muy buena idea y como no tenía nada especial que hacer esa tarde, subimos a su casa.

Era un pisito aunque pequeño, algo mejor que el típico de estudiante; dos habitaciones, una cocina y un baño, todo muy arregladito y femenino. Me comentó que sus padres vivían fuera de la ciudad y que el piso era de ellos, que se lo habían cedido hasta que acabara la carrera y que después tendría que espabilarse, pero que de momento esa no era su preocupación.
Preparamos algo de comer, una ensaladita y algo de carne a la plancha, un poco de fruta de postre y nos sentamos en el sofá para tomar el café y empezar a pasar notas al ordenador. Este no era muy grande, cabíamos las dos cómodamente pero permanecíamos bastante cerca una de la otra. ¡Por Dios!, el perfume de nuevo, me estaba volviendo loca, la chica olía a mil maravillas y algo que no me había pasado nunca con una chica, me estaba empezado a calentar. Primero lo achaqué a la calentura que me producen según qué partidos, pero en este había estado tan concentrada en ir anotando cosas, que no había tenido tiempo para que me subiera la libido. ¡No lo entendía! Nunca me habían interesado las chicas, a mí siempre me han gustado los hombres, ¡y mucho!. No tenía nada en contra de las lesbianas, de hecho tenía alguna conocida que lo era, pero no era un tema que me hubiera interesado nunca o que me había planteado.

Y ahora me encontraba sentada en un sofá al lado de la rubita Elena, con el ordenador en el regazo escribiendo y riendo a la vez, con un continuo roce con ella y un nudo en el estómago cada vez más grande. ¿Qué me estaba pasando?

Empezaba a ponerme nerviosa, cada vez estaba más excitada y confusa, pero la verdad es que no había pasado nada. Eran cosas mías. Ella continuaba tan simpática y risueña como siempre, aparentemente ajena a mis problemas con mi entrepierna. En un momento me descubrí a mí misma mirándole lo pequeños pechos, yo estaba fatal. Me levanté de golpe del sofá y titubeando di la excusa de ir al baño, una vez allí me lavé la cara con agua fría y mirándome al espejo me repetí unas cuantas veces que no podía ser, que yo era una hetero convencida y que necesitaba encontrar un novio lo antes posible.

Una vez más calmada, volví al comedor donde Elena con su cara de angelito estaba aporreando las teclas, escribiendo a una velocidad de vértigo. Me senté de nuevo a su lado y su olor me volvió a embriagar de nuevo.

Ella se me acercó y me miró a los ojos, y con esos ojazos verdes me preguntó con cara de preocupación si me encontraba bien, que tenía cara de estar un poco indispuesta, que si necesitaba que me preparase algo o hiciera alguna cosa por mí. Ahora la que tenía un ataque de timidez era yo, me había quedado sin palabras, solo me salían balbuceos de la garganta y por la temperatura de mi cara, debía de estar roja como un tomate. Ella se fue acercando y me dio un fraternal beso en la frente y en ese momento nos atravesó una especie de descarga eléctrica. No sé si ella lo había notado o no, pero a mí la descarga me había partido en dos, ya no sabía dónde estaba ni que me estaba pasando, empecé respirar entrecortadamente y creo que una arritmia peligrosa. Ella en vez de apartarse, me miró tiernamente y muy despacio se fue acercando aún más, hasta que nuestros rostros se rozaban el uno con el otro y muy suavemente depositó sus dulces labios encima de los míos.

Creía que me moría, qué dulce, qué suave, perdí el mundo de vista por unos instantes y nos fundimos en un largo beso, se me hizo el beso más largo de mi vida, no quería que se acabara nunca.

Nos separamos un poco y después de coger aliento y mirarle de nuevo a los ojos, ya no me importaba si era una chica o un chico, la necesitaba ya, en aquel momento. Esta vez fui yo la que me lancé sus labios, saboreando su boca despacio y cada vez con más intensidad. Se me hacía muy extraño la suavidad de su rostro acostumbrada al de los chicos, pero no me importaba en absoluto, estaba completamente excitada. Nuestras lenguas se entrelazaban y jugaban a esconderse y a encontrarse y la temperatura de nuestros cuerpos aumentaba a pasos agigantados. Su boca descendió por mi cuello, besando cada centímetro de este, deteniéndose en un momento en la clavícula para continuar bajando suavemente hasta el final del escote de mi vestido, besando suavemente el nacimiento de mis pechos. Una mano se posó suavemente en uno de ellos, que por la descarga que recibí en todo el cuerpo, parecía conectado directamente a mi clítoris. De pronto tomé conciencia de que estaba muy, pero que muy mojada, comenzaba a notar que mi humedad empapaba mis braguitas y que estas no contendrían ya mucho más. En ese momento ella estaba besando una teta por encima de la ropa mientras que la otra recibía la atención de su mano, me estaba volviendo loca, necesitaba quitarme el sujetador y notar sus suaves labios en mis pezones, que estaban ya duros como piedras. Me aparté un poco de ella y mientras me quitaba el vestido precipitadamente, ella me miraba con cara pícara y risueña. Una vez sin vestido, solo con mi conjunto de braguita y sujetador, no precisamente el más apropiado para una cita sexual, joder yo solo iba a un partido de fútbol…. ella me abrazó y mientras me besaba en la boca, sus manos abrieron el cierre del mi sujetador soltándolo y dejando caer al suelo, y ya sin este, noté su cuerpo pegándose al mío, la tela de su blusa rozado mis más que sensibles pezones y de nuevo un escalofrío sacudió todas mis células. La necesitaba, como nunca había necesitado a nadie.

Se separó de mí y mientras miraba mis grandes y redondas tetas volvió a sonreír, se acercó sin movimientos bruscos, con suavidad, como si fuera lo más natural del mundo y después de jugar un rato alrededor de las aureolas de mi pecho, depositó los labios en ellas. De nuevo otra descarga, esta mujer me iba a matar. Me dejó temblando y después de jugar con mis tetas durante un rato más, se me acerco al oído y con su dulce voz me dijo

- Vamos a la cama, estaremos más cómodas.

Sin pensarlo dos veces nos levantamos del sofá y nos dirigimos cogidas de la mano a su habitación donde hay una gran cama, definitivamente los papeles se han cambiado, yo la siempre lanzada y que siempre llevo la iniciativa, estaba a merced de una dulce, tímida y frágil muchachita.
Me sentó en su cama primero para luego tumbarme boca arriba, se acercó a mí y me confiesa.

- Llevo toda la semana pensado como tenerte en esta cama, como tenerte así. Desde el día del SPA no paro de pensar en ti, de cómo será hacerte el amor, de cómo será tenerte. Y te aseguro que las expectativas quedan por debajo de la realidad.

No supe qué decir, definitivamente no era yo. Sin dejar de sonreír se tumbó a mi lado y mientras me besaba el cuello y después de un leve caricia a mis pechos bajó su mano hasta mi monte de venus, lo rozó con los dedos con suavidad por encima de la braguita. Me daba vergüenza estar tan mojada pero ya no me importaba nada en absoluto, noté como su mano separaba la braguita y se colaba entre medio de los labios de mi coño, el dedo índice los recorría y, sin presión alguna por lo abierta que estaba, se coló en mi interior, suave y dulce, una y otra vez, una y otra vez. Me costaba respirar, con el pulgar empezó a acariciar el hinchado clítoris, como siguiera así iba a tener un orgasmo en pocos momentos, con otro dedo rozaba suavemente mi ano, ¿pero cuántos dedos tenía esta niña? Y no lo podía evitar, iba creciendo lentamente, lentamente y finalmente explotó, un orgasmo intenso, muy intenso, creo que llegué a perderme en él, una suave pendiente abajo, había acabado.

Empezé a temblar, ella seguía besándome, los labios primero y el cuello después, mientras empezaba a recuperar el aliento. Elena se levantó y empezó a desnudarse poco a poco, se notaba que enseñarme como se desnudaba le gustaba, primero se quitó la blusa y después el pantaloncito corto, se quedó con una combinación de encaje blanco, muy sexi, es injusto, ella sí que iba preparada para esto. Me parececió hermosa, muy hermosa, se tumbó a mi lado y su olor más intenso si cabe, se me metió otra vez muy adentro. Me estaba calentando de nuevo y yo no soy de esas, lo mío es siempre solo uno, el roce de su combinación con mi piel me volvía a disparar todos los sentidos. Se incorporó un poco y se quitó delicadamente el sujetador, dejando a la vista uno pequeños y perfectos pechos blancos, con unos pequeños pezones oscuros a la vista.

Me pareció la visión más sexi que haya visto jamás, me incorporé yo también y me precipité hacia ella, le toqué las tetas con las dos manos, el tacto era más terso y duro que el de las mías, la situación de tocar las tetas a una mujer me estaba calentando mucho y cuando me acerqué para besarlos, con la cara picara me dice que no, que aún no me toca. Algo frustrada me aparté un poco de ella y de nuevo es ella quien vuelve a tomar las riendas del juego y me tumbó de nuevo en la cama, esta vez sin demasiados miramientos, me abrio las piernas, y descendió su rostro hacia mi coño, lo besó suavemente por encima de las braguitas. Como pude, me la quedé mirando atónita, ver su carita, sus ojos, sus labios por encima de mi coño me estaba poniendo a mil. Finalmente se apartó un poco y me quitó las braguitas, me volvió a abrir las piernas y quedé completamente expuesta ante ella, el morbo estaba completamente disparado, otra vez acercó el rostro a mi coño y noté sus labios encima, su lengua empezó a jugar y a abrir mis labios, suave como todo en ella, la lengua subía un poco y empezaba a rodear el clítoris, iba haciendo círculos hasta que finalmente atacó al botoncito. Sin darme cuenta su mano iba a la ayuda de su boca, y un dedo se coló dentro de mí, ¡oh!, ¡Qué sensación!, nadie me lo había hecho así de bien, noté de nuevo que se me cerraba el estómago y se me erizaba la piel, esta chiquita iba a conseguir de mí otro orgasmo, dos en pocos minutos, algo que hasta ahora no había conseguido nadie. Empezó a combinar el dedo con la lengua, primero me penetraba con algo duro y después con algo muy suave. Volvía a estar chorreando, seguro que estaba mojando la cama. No me importaba lo más absoluto. Noté que un dedo volvía a rozar mi ano, de nuevo me atacaba por detrás, ¡que fijación! todo y que he de reconocer que antes con eso me había explotado el orgasmo. Esta vez pensaba resistirme más, todo y que se me volvía a acelerar la respiración de modo alarmante. Noté que insistía más con el dedo en el ano, pero con toda la humedad que había por ahí abajo ya no estaba segura de nada, sí, sí, estaba presionando y metía la punta del dedo dentro, aaaaahg!!! Tenía una bola en la garganta, el pulso acelerado, no sabia si decirle que sacara el dedo de ahí abajo o que lo metiera todo entero. Ella decidió por mí y sin prisa pero sin pausa, lo fue metiendo todo, de lubricante para que no doliera había para tomar y vender. La sensación era rara al principio, pero cuando el culito se fue acostumbrando y se fue dilatando, fue una delicia. ¿Por qué me había negado siempre? Supongo que siempre hace falta la persona adecuada. No iba a resistir mucho más, un dedo en cada agujerito y la lengua y los labios chupando y lamiendo el clítoris vence cualquier resistencia. Esta vez el orgasmo fue intenso desde el primer momento, me arrastraba toda, todos los músculos del cuerpo temblando. ¿Qué me había hecho? No paraba de temblar, creía que no iba a dejar de hacerlo nunca.

Si, lo conseguí, ya habia dejado de temblar, el pulso y la respiración empezaba a volver poco a poco a la normalidad pero habia sido tan intenso que continuaba cachonda, y Elena estaba allí, con solo las braguitas puestas, la muy guarra como si no hubiera roto un plato en su vida, con una sonrisa de oreja a oreja. Ahora me tocaba a mí, me iba a dar un festín se pusiera como se pusiera.

Me incorporé y me puse delante de ella, le cogí la cara y la besé apasionadamente, sin demasiados miramientos desciendo hasta sus pequeños pechos y empezé a besarlos, primero despacio y después con toda la pasión. Me decidí a tumbarla en la cama y me puse encima de ella, entre sus piernas, la besé de nuevo apasionadamente, mientras notaba sus duras tetas por encima de las mías, tocándose unas con las otras. Descendí un poco hacia esos pequeños globos y mientras los succionaba noté su húmeda braguita en mi vientre cosa que me acabó de encender. Continué besando su vientre y desciendo hasta el pubis, olía a sexo de mujer, era extraño, siempre pensé que me resultaría repulsivo, pero en ese momento solo tenia ganas de besarlo, de poseerlo. Acerqué mis labios a su coño por encima de la braguita y noté en mis labios su humedad, me decidí a apartarla hacia un lado y veo sus rosaditos labios vaginales, iba completamente rasurada, esta chica seguía siendo un pozo de sorpresas, acerqué despacio mis labios a su coño, con cierto reparo, no me acababa de atrever, como más cerca estaba más apetecible me parecía, finalmente lo besé y oí un fuerte gemido de Elena, eso me ponía más cachonda y separé sus labios vaginales con las manos hundiendo después mi boca en su coño, el sabor era extraño al principio pero al momento ya me acostumbré, recorrí con la lengua su rajita, despacio, sin prisa, subí un poco y noté lo que supuse que era el clítoris, me separé un poquito y me lo miré, no había visto nunca uno tan de cerca, me parecía maravilloso, lo rodeé con mis labios mientras que con la lengua le daba unos pequeños toquecitos por encima, Elena en ese momento no paraba de gemir y de moverse. Mientras seguía dedicada al clítoris y con la experiencia vivida hacia poco en primera persona, me decidí a poner un dedo dentro suyo, estaba mucho más abierta que lo que me imaginaba, entré en esa cuevecita calentita sin ninguna dificultad, no me habia dado cuenta y ya tenia todo el dedo dentro, empecé a moverlo, primero suavemente y fui aumentando el ritmo conforme los gemidos de Elena se hacían más rápidos, hacia dentro, hacia fuera y hacia los lados dando círculos, y en un momento noté como los labios se contraian alrededor de mi dedo un una interminable convulsión orgásmica.

Me sientia poderosa y feliz por haberle dado este orgasmo.

Mi iniciación a las relaciones con mujeres no acabó allí, continuamos con jueguecitos toda la tarde hasta que caemos rendidas, exhaustas y felices las dos.

No tengo claro casi nada, si han gustado más las relaciones sexuales con mis parejas masculinas o con Elena, solo sé que he disfrutado como una loca y que he llegado a lugares que creía imposibles. Lo que sí que tengo claro es que los partidos de fútbol ya no volverán a ser como antes y que por poco que pueda esta no va a ser la última tarde con ella. Por ciento, con tanto folleteo se me había pasado preguntarle por el nombre del perfume… ¡Que cabeza la mía!

1 comentario - Domingo de Futbol

KaluraCD
Buen relato, pero fíjate los tiempos, hay una mezcla de pretéritos y presentes que no cierran bien.
nemesis8823 +1
Gracias por el comentario, lo he tenido en cuenta y lo he revisado.