"Probation"

Venía en el San Martin desde provincia hacia retiro. El tren venia repleto y una mina delgada, con jean entallado, buenas nalgas, buen par de tetas y un bolso venía haciendo las cosas como podía para mantenerse en pie.
Yo me dedicaba a arrimarles la pija como distraimiento a las chicas de los trenes, y ver sus reacciones. Soy un pendejo me decía, ya que a mis 24 años, algunos me consideran adulto, pero aún conservo fisonomía de adolescente.
Así que ni lerdo ni perezoso, me fui arrimando hasta ella para apoyarle el ganso. AL principio solo parecía un apretujón no más de la cantidad de gente que había. Pero su tibieza y su fragancia me hicieron ponerme bien al palo.
Cuando se la arrime a sus cola bien dura, ella pego un pequeño corcoveo y luego intento dar vuelta la cabeza pero yo estaba bien tras de ella.
Creo que al principio no le gusto. Pero rápidamente cambio el orden, su presión era máxima y la mano que no sujetaba el bolso se acercó a mi bragueta y empezó a acariciar mi pija.
No lo podía creer. Poco a poco me fui poniendo más de costado mientras sobaba para verle el rostro.
Así llegamos a Chacarita donde un grupo de gente baja para tomar el subte. Quedamos frente a frente y su sonrisa era entre hermosa y maligna, por lo que pensé que flor de puta me ligue.
Me tomo la mano y me llevo hacia el baño del vagón que olía realmente mal. Pero ahí me bajo el cierre y me dijo:
- Dale pendejo, te la chupo y acabame rápido.
- Tratare de hacerlo le conteste (sabiendo que ni bien me diera dos o tres chupadas me iría al punto.
Enseguida la mira, estiro para dejar mi glande reluciente y la escupió y esparció su saliva por el tronco de mi pija. Sus dedos delgados y con uñas bien recortadas me pajeaban suavemente hasta que la introdujo en su boca.
Realmente el ambiente del baño era insoportable pero estaba a full y me deje ir. Buena garganta profunda me llevo toda la pija hasta su garganta y tal como lo suponía en tres o cuatro pases mágicos le acabe en la boca.
Se la trago toda, no quedo ni un rastro de leche para prueba de ADN en la ropa mía ni en la suya.
Escurrió con sus dedos la humedad de la boca que superaba sus labios, y luego de secarlos se puso un poco de brillo en los labios.
Salió de ese antro de mierda que era el baño de vagón y casi llegamos a Retiro.
Bajamos y apuro su paso adelante mío, cuando yo al menos quería su teléfono para repetir, y pensaba que solo habíamos cambiado dos palabras.
Cuando volvió a guardar su celular en la cartera ya alcanzábamos el pasillo de la estación y se me acercaron dos policías uniformados.
Junto a ella me llevaron a la delegación de la Estación y lisa y llanamente me acuso de abuso.
Titubeando y anonadado trate de decir dos o tres argumentos a favor. Pero nada.
Hoy estoy haciendo la "probation" para una iglesia evangelista por Ciudadela. Fue la única que me quiso aceptar.
Ni yo sé todavía como abuse de la Sargento Alicia de la Policía, todavía me lo sigo preguntando.

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