La vigencia de las redes sociales

Debo confesar que hace tiempo que ando con las relaciones en internet pero nunca aprendo. En ningún momento se me ocurrió que en el Facebook podía hacer una relación muy apasionada y sustentable.
Hace tres años viaje a Barcelona a una Reunión de Escritores donde aproveche la movida para visitar a mis hijos que viven en España. Tengo nietos lo que deberá entenderse que no soy un crio.
Como resultado de la reunión donde había ido a hablar sobre la poesía catalana por mi amistad y profesión de fe a un maestro fallecido. Se me hizo fácil el conectarme con la gente de allí. Un ayuntamiento cercano a la Universidad cedió una tarde la sala de cultura y la reunión fue larga y simple ya que no hablo catalán, aunque se lo pueda leer fluidamente.
Ahí entre en contacto con una mujer de Málaga. Mentiría si digo que las andaluzas me han fascinado toda la vida. Mujer entrada en años, por cierto, no dejaba de ser bella y andalusí por sobre todas las cosas. Mi cielo, sol, cariño eran palabras que se filtraban en nuestros diálogos apostando al uso de sus maneras locales de hablar a que fueran dirigidas a mí.
Por tres años seguí sus escritos comentando y poca interactuación salvo el me gusta como voluntad de estilo de que uno le da su importancia a lo que los otros colocan en su muro.
Cuando Salí para España, en Octubre, le dije que le enviaría el teléfono de donde estaba. Hoy el avión me trajo hasta la Argentina, permaneciendo en ese país ese lapso de tiempo.
Cuando faltaban dos días para irme. Me comunique por el msg del Face e empezamos una conversación que definía los perfiles personales de cada uno. Nos conocimos personalmente pero muy de pasar y solo veía las fotos actuales con sus hijos y sus nietos pequeños, jugando como una niña con sus vestidos blancos como la encalada de las casas de los pueblos andaluces. Muy sutilmente erótico.
Le comente la paz que transmitía su rostro y me di cuenta luego de varias líneas que estaba seduciéndola. Otra vez empezar en esto me dije y corte diciendo que iba a cenar con mi familia de España que me llamaba desde la mesa.
El teléfono no dejo de mandar mensajes de que en el msg estaba entrando información para mí.
Fueron, no palabras, fueron fotos continuación de esas de los vestidos blancos y amplios pero mojados y transparentes, dejando ver la plenitud de dos terribles y hermosas tetas erectas compatibles con sus 52 años.
No conteste, al día siguiente al verme conectado la conversación derivo en un Hot Chat que me lamente de no poder ir a Málaga a buscar lo que bien ella y yo nos habíamos ganado: Un buen polvo.
En el viaje de regreso y caminando por Madrid maldije no haberle enviado antes el teléfono.
Posiblemente en estos momentos el sentido de mi narración hubiera sido otro. Oh maravillas de las redes sociales.

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