Alejandra 19 años (2º parte)

Hola, viendo que gusto la historia, sigo con la misma, gracias a todos por haber pasado por mi primer post, por comentar, por dejarme puntos y sobre todo por alentarme a seguir contando mi historia con esta pendeja que si bien podría ser mi hija, me coge como la mejor amante... Así que, se va la segunda...


Después del polvazo que nos echamos, supuestamente el último, con Alejandra quedamos como amigos. Aunque ella estaba en otra sucursal, chateábamos, nos mensajeábamos durante todo el día, para contarnos las buenas nuevas, lo del sexo virtual había quedado atrás, y es que después del sexo real que tuvimos, no tenía sentido andar fantaseando con lo que ya habíamos podido hacer juntos. El tiempo pasó, y un buen día, ante la ausencia de una compañera, viene ella como reemplazo. Obvio que ante los demás solo éramos dos compañeros de trabajo, nadie sabía de nuestra amistad más allá de la oficina y menos aún que habíamos trascendido los límites de esa amistad en una forma poco recomendable para dos personas que solo pretenden ser amigos. A través de mensajes quedamos en encontrarnos a la salida, para charlar o quizás tomar algo, aunque desde el principio me advirtió que se tenía que ir rápido, ya que tenía el cumpleaños de su hermana y el novio la iba a estar esperando. A la salida, ya lejos de posibles indiscreciones, los besos, abrazos, todo como amigos.
-Che, estoy apurada, lástima que no podamos charlar aunque sea un ratito, mañana ya tengo que volver a la oficina de (el barrio en donde está la otra sucursal de la empresa)- me dice.
-Estás bien, no hay drama, ¿vas para tu casa?- le pregunto.
-Sí- me contesta -Mi hermana festeja el cumple, así que mi novio me está esperando para cambiarnos e ir a su casa-
-Me tomó tu colectivo- le digo, ella se tomaba el 151 –Me bajó en Once y de ahí me tomó el subte-
-¡Buenísimo!- exclama –Así por lo menos te veo la cara-
Mientras hablamos vamos hasta la parada del colectivo. A esa hora, plena hora pico, en donde todos salen del trabajo, del colegio, de la universidad, todos los bondis vienen repletos. En eso viene uno, igual de lleno que todos, pero del cual se bajan unas cuantas personas, igual se llena, porque sube el doble de los que se bajaron, pero aprovechando el momento, Alejandra me toma de la mano y me dice:
-Vení, subamos a este-
-No dejá, está hasta las manos, esperemos otro- le digo.
-No, veni- me insiste y me arrastra con ella.
No pude decirle que no, ya que imaginaba, tal como había dicho, que estaba apurada. Subimos, pagamos el boleto y nos vamos corriendo para el fondo, ella iba adelante, abriéndose paso entre la gente, pensé que iba a llegar hasta situarse cerca de la puerta trasera, pero se quedo en la mitad del pasillo.
-No seguimos mejor para el fondo- le digo –Después se nos va a complicar bajar-
-No, acá está bien- me dice, y medio empujando a dos personas, logra situarse junto a uno de los asientos, aferrándose del pasamano del mismo.
El colectivo se pone en marcha, yo que empiezo a contarle algunas de mis novedades, todas aburridas, claro, y entonces ella que se da vuelta y me susurra al oído:
-¡Apoyame!-
-¿Qué…?- pregunto, ya que la verdad es que creí haberle entendido mal.
-Apoyame- me vuelve a susurrar –Quiero que me apoyes-
-¿Estás loca?- le digo.
-No, en serio, apoyame- me vuelve a insistir.
Yo tenía fresco el recuerdo del cachetazo que le había pegado una señora a un tipo que supuestamente la apoyo en el subte de la línea “C”, por lo que siempre trataba de evitar cualquier posible roce que pudiera confundirse con una apoyada. Pero era mi amiga quién me lo pedía, y ¿quién era yo para negárselo? Así que empecé apoyarla, mirando para todos lados, cuidando de que nadie me viera, en cuanto alguien amagaba mirar para donde yo estaba, me queda quieto, entonces era ella la que echaba el culo para atrás y me apoyaba a mí. Les cuento que ese día Ale venía vestida con un pantalón de jean bastante pegado al cuerpo, por lo que la apoyada se sentía con absoluta nitidez, tanto que la pija se me endureció al toque. La puta madre, me decía a mí mismo, voy a tener que llegar a casa y clavarme una paja con algún video de Poringa.
-¡Como se te puso!- me decía entre susurros, sin dejar de mover la colita sobre mi abultamiento.
-Sos una hija de puta, me vas a hacer manchar el pantalón- le susurraba yo.
Ella se reía, sin dejar de moverse, despacito, claro, aprovechando los movimientos bruscos del colectivo para hacer que mi pija se deslizara a lo largo de toda su raya. En eso se da la vuelta y me dice:
-¿Vamos a un telo?-
-¿Y tu novio?- le pregunto -¿No te está esperando?-
-Que me espere un rato más- dice y comienza a pasar hacia el fondo.
Por supuesto que la sigo. Bajamos en la siguiente parada. Ni bien pisamos la vereda, saca el celular y llama a su novio.
-Hola negrito, mirá, me voy a demorar un rato más… sí, se me complicó el trabajo… es que no estoy acostumbrada a esta sucursal, por suerte un compañero me va a dar una mano- le dice la muy turra y me guiña un ojo –Sí, no te preocupés, vos preparate, que en cuanto termine te llamo… chau… besito…- y corta.
Al minuto siguiente estábamos entrando en un telo. Cornudo pero con mayúsculas el pibe.
-Siempre tuve la fantasía de que me apoyaran en el colectivo- me dice al entrar a la habitación.
-Si esa es tu fantasía, se te debe hacer realidad todos los días, porque todo el colectivo te hubiera querido apoyar- le digo.
-Sí, pero no me gusta que me apoye cualquiera- me dice –Me gusta que me apoye… alguien… como vos…- se me acerca, me toma del cuello de la camisa, me atrae hacia ella y me come la boca. Por supuesto que yo se la como a ella también, nos comemos mutuamente, enredándonos con las lenguas, mojándonos con nuestra saliva, saboreándonos sin resuello, sintiendo que las pulsaciones empiezan a ir a mil.
-Que ganas tengo de que me cojas… apoyador- me dice con una sonrisa cautivante.
Le acaricio el culo y le digo:
-¿Y quién no quisiera apoyar esta hermosura?-
-A ver cómo me apoyás- me dice y dándose la media vuelta, tira la cola para atrás, ofreciéndomela de nuevo.
Ahí nomás la agarró de la cintura y le pegó flor de apoyada, haciéndosela sentir en esa forma que tanto parece gustarle.
-¿Y nunca le contaste a tu novio de tu fantasía?- le pregunto.
-Sí- me dice mientras se refriega contra mi paquete –Se la conté una vez mientras cogíamos pero se me cagó de la risa-
Que pelotudo, pensé.
-A ver cómo se siente así- dice y se baja el pantalón hasta los tobillos, empinando aún más la colita.
Yo también me bajo el pantalón, y le paseo el bulto por toda la cola.
-¡Mmmm…!- musita dulcemente –A ver… bajate el calzoncillo- me pide.
Lo hago, me lo bajo y dejando mi verga en libertad de acción, le recorro con ella toda la extensión de su zanja. Estoy al palo mal, hasta me duele de tan parada que la tengo. Acostumbrado a hacer el amor con mi esposa una vez al mes, con esta pendeja sentía que se me venía toda la libido junta. Me la agarra por detrás con una mano, y se la frota ella misma por toda la cola, haciendo que le puertee la entrada de la concha, entonces, sin soltármela, se da vuelta, me sonríe, me da pun piquito suavecito y se pone de rodillas frente a mí. En ese momento me siento un Dios, capaz de realizar con ella todas las proezas sexuales que pueda imaginarme. Desde abajo me mira con esos ojitos todavía llenos de inocencia, me vuelve a sonreír, me muerde despacito la cabeza de la pija, y… el pete que me hace es como para ponerlo en un marquito. Como chupa esa pendeja, es para el infarto. No sé si a su novio se la chupara así, pero lo que es a mí me la chupaba… no sé cómo decirlo, pero como si estuviera enamorada de mi pija, o de mí, no sé. Era algo para disfrutarlo con todos los sentidos. Obvio que tenía que hacer un esfuerzo supremo para aguantarme las ganas de acabar, hasta que no pude más y la aparté delicadamente, esta vez no le chupe la concha, ya que me moría por ponérsela. Así que se terminó de desnudar y se echó en cuatro sobre la cama. La vez anterior habíamos cogido sin forro, por lo que esta vez ni le pregunté. Me puse detrás de ella, se la acomodé en la puertita y se la mandé de una, bueno, mandé es una forma de decir, porque creo que fue su concha la que me absorbió casi hasta los pelos.
-¡Ahhhhh… siiiiiii… cogeme!- suspiró al sentir que con mi verga la llenaba en esa forma que ella tanto me reclamaba.
No voy a mentir ni exagerar diciendo que soy tremendo pijudo y que la tengo de 25 centímetros, no, pero por ahí ando… no mentira… la tengo normal, pero en la conchita de Alejandra como que se me agranda y ensancha que me siento un semental, con mi esposa a veces ni se me para, o tengo que trabajármela largo rato para tener una erección, pero con esta pendeja se me pone como la de un burro. Confieso que nunca fui ni me sentí un cogedor extraordinario, de esos que dan vuelta a una mina, por lo que la primera vez que estuve con Ale como que me sentí algo cohibido, tremenda mina, tenía miedo de no estar a la altura, de que se me ría en la cara al vérmela, porque se nota que, pese a la edad, tiene su vasta experiencia sexual, pero al escucharla gemir, suspirar, jadear, al sentir como se retorcía y vibraba con cada ensarte mío, me agrandé y ya Chacarita se convirtió en el Barcelona. Ahora, en este segundo encuentro, me pasaba lo mismo. Sentía como su conchita me envolvía la pija como si fuera un guante, como suspiraba tan tiernamente al recibirme, y de nuevo esos temores se fueron disipando de a poco, la agarre de la cintura, y entre a darle. Miraba los espejos de las paredes y veía a ese tipo de cabello entrecano, cuarentón, cogiéndose a prácticamente una adolescente y era como estar viendo un video porno, esos de jovencitas con maduros a los que soy tan aficionado, ese tipo era yo y lo mejor de todo era que no estaba con una prostituta, que ella estaba ahí conmigo porque realmente quería estar, quería coger conmigo, quería que yo la cogiera, y estaba haciendo esperar a su novio para que pudiéramos disfrutar ese momento juntos. Le di un buen rato, hasta que ella misma se salió y se tendió de espalda en la cama.
-¡Estás a full!- exclamó.
-Creo que vos también- le digo.
-Es que… no sé… vos me ponés así… me calentás muchísimo…- me dice y me vuelve a chupar la poronga. Los ruiditos que hacía al succionar todavía los tengo sonando en mis oídos.
-Dale, acostate- me dice.
Me acuesto de espalda tal como me pide. Levanta una pierna y se me acomoda encima, a caballito. Me agarra la pija con una mano y la pone de nuevo en la puertita de su concha, puedo sentir como sus labios vaginales aprisionan mi glande, y así se va dejando caer, de a poco, haciéndome desaparecer en su interior. Los dos gemimos al mismo tiempo, ella con los ojos cerrados, expresando con su rostro los mil y un gestos de placer. Al abrir los ojos, me mira y me sonríe. Me acaricia la cara con la palma de la mano.
-¿Qué tenés para ponerme así?- más que a mí se lo pregunta ella misma.
No espera mi respuesta, me besa y comienza a moverse, suavemente, sin apuro, disfrutando cada entrada, cada salida, cada golpe de nuestros cuerpos. Yo acompaño sus movimientos aferrándola de la cintura, le acaricio la cola, le golpeó las nalgas, le chupo las tetitas, le muerdo los pezones, todo esto mientras ella comienza a acentuar el ritmo de sus movimientos, los hace cada vez más acelerados, más entusiastas, hasta que… suena un celular. Es el suyo. En plena montada se sale y corre a atender. Al leer la pantalla modula con sus labios:
-¡ES MI NOVIO!-
-Hola negro… si, ya estoy saliendo, en un rato estoy por ahí, ¿vos estás listo- le dice.
Verla ahí desnuda, el pelo alborotado, las mejillas enrojecidas, las marcas de mis dedos en su cola, hablando con su novio, mintiéndole, todo era muy excitante, lleno de morbo. Se despide diciéndole que en “quince” está por ahí, guarda el celular y viene hacia mí. Bueno, ya está, me digo a mí mismo, acá me dice que se tiene que ir y me deja con los huevos cargados de leche, huevos que ella misma se ocupó de llenar. Pero no, se acuesta de espalda, se abre de piernas y me dice:
-Veni-
Ahora soy yo el que se sube sobre ella, en la pose del misionero, se la pongo, y empiezo a moverme, entrando y saliendo de esa conchita que es pura miel… cada vez parece estar más mojada, empapada, me abraza con brazos y piernas, suspirándome en el oído, ya siento que estoy por llegar, se lo digo, esta vez pienso que me gustaría acabarle en las tetitas, pero no, ella tiene otra idea.
-¡Acabame adentro… quiero sentirte!- me dice en medio de un suspiro, con los ojos entornados.
¿Acaso iba a contradecirla? Aceleré todo lo que pude en ese tramo final, y dejándosela clavada bien adentro, me acabe la vida, sentí que se me iba todo el líquido del cuerpo en esa descarga, ella también acabó al sentirme, y reteniéndome contra su cuerpo estalló en una estruendosa sinfonía de gemidos y jadeos. Durante un momento nos quedamos fundidos el uno en el otro, plenamente unidos, disfrutando esa efusiva disolución que exacerbaba nuestros sentidos. Luego me miró, me acarició dulcemente la cara y me dijo:
-¿Sabés una cosa?-
-¿Qué?-
-Sos el primero que me acaba adentro- me dice.
-¿Sí?- me sorprendí -¿Y… porque yo?-
-No sé, pero… lo necesitaba… necesitaba sentirte así- admite.
-¿Y te gustó?- le pregunto.
-¡Sí! ¡¡Me encantó!!- asegura, y me besa.
Luego se levanta y se va al baño a higienizarse. Yo aprovecho para cambiarme, porque también se me hace tarde. Mi esposa ya me mandó un par de mensajes. Al rato sale del baño riéndose.
-Parece que estabas bien cargadito, eh, no me terminaba de salir nunca la lechita- me dice.
-Bueno, es que con lo de la apoyada y todo eso- trato de justificarme.
-¡Uh sí!, esa apoyada me puso loquita- dice mientras termina de cambiarse. -Me apoyaste rebien- piensa un instante y mirándome seria agrega: -No andarás apoyando minas por ahí vos, ¿no?-
-Jaja- me rió –No, sos mi primera apoyada-
-Y te resultó buena, ¿no? Me llevaste a la cama y todo… jaja- se ríe ella también.
Al rato ya estamos saliendo del telo, ella para un taxi, me tira un pico de lejos y se va, yo me quedo solo, alucinando, sintiendo que con esa pendeja me voy derecho al infierno.


Para los que recién se enganchan y quieren saber como empezó todo, acá esta la primera parte:

http://www.poringa.net/posts/relatos/2305886/Alejandra-19-anitos.html

Por ultimo les dejo un par de fotitos para que la conozcan, no son nada osadas, porque las saque del Facebook, pero por lo menos se dan una idea de como es y asi me ahorro en descripciones.

Alejandra 19 años (2º parte)-Alejandra-

Gracias y nos estaremos viendo...

8 comentarios - Alejandra 19 años (2º parte)

juanmasass
muy caliente el relato
isahn1969
Gracias por pasar...
Lady_GodivaII
mejor que la primer parte!!
isahn1969 +1
Gracias Lady sos una capa... cuando pueda comentar ya voy a dejar comentarios en tus posts que estan buenisimos
viejopolirrubro
Hay algunas fallitas temporales, pero está muy bien contado y muy bien escrito. (no soy crítico de literatura, pero escribiendo me dí cuenta lo dificil que es) y estos dos relatos están muy buenos 👍 👍
isahn1969
Tenes razon es dificilisimo, con el primero estuve como un mes para terminarlo y que quedara lindo de leer, te cuento que Alejandra entro a trabajar en la misma empresa que yo hace dos años, cuando tenía 19, ahora tiene 21, pero la primera vez que me la cogi tenía 19 recien cumplidos, para la segunda vez tuvieron que pasar varios meses, los dos estabamos comprometidos y ninguno queria cagar su respectiva relacion, pero como habras leido la calentura fue mas fuerte, no quiero adelantar detalle
elexbahiense
Como te envidio, excelente relato por que esta basado en tu propia realidad, muy bueno
bachamos
que bueno loco, tan bueno que siento ser vos durante el relato...!
"dejándosela clavada bien adentro, me acabe la vida, sentí que se me iba todo el líquido del cuerpo en esa descarga" es la descripcion perfecta de una acabada caliente de verdad... te felicito por lo que te comes y por como lo describis haciendonos parte a todos de tu experiencia!

pendeja
juanenporinga
excelente relato, major que el primero
ahora me voy para el tercero
postea mas fotos asi la conocemos
un abrazo y gracias por compartir
mendocino35ar
muy buen relato, me pasó algo asi con una alumna de 20 que yo tenia (36 en ese entonces, yo) realmente creo que hay mujeres que lo ponen a uno en el podio de los buenos amantes, si qures lee mis relatos, despues sigo con los tuyos. Abrazo!
elnegritoER
"como que me sentí algo cohibido, tremenda mina, tenía miedo de no estar a la altura, de que se me ría en la cara al vérmela, porque se nota que, pese a la edad, tiene su vasta experiencia sexual, pero al escucharla gemir, suspirar, jadear, al sentir como se retorcía y vibraba con cada ensarte mío, me agrandé y ya Chacarita se convirtió en el Barcelona."

Ni hablar, es pura realidad, pasar de ese miedo a sentirte un toro es lo mejor que te puede pasar