El ventanal del placer (segundo caso)

Al ver que tuvo una aceptable repercusión el primero de la serie de relatos que publiqué hace unos días atrás continúo con esta nueva entrega de las consultas que mi amigo Pedro me contó acerca de los casos que tuvo que atender. Obviamente (no me canso de aclararlo) los nombres, incluso el de mi amigo son modificados y las partes de los diálogos y algunos de los devenires de cada encuentro son inventados, acompañando el erotismo de la situación y tratando de hacer que la historia no se torne aburrida.
Previamente al inicio de este Capítulo y conforme lo prometido en la anterior entrega, les contaré la devolución que Paola y Francisco le hicieron a Pedro luego de su experiencia.

Feedback del primer caso:

Luego de la excitante noche que vivió el matrimonio de Paola y Francisco concurrieron como lo prometieron a la siguiente cita con Pedro. Allí, Paola que tomo la posta se deshizo en agradecimientos y le contó al consultor que esa noche tras haber “alquilado” su cuerpo con el consentimiento de su esposo fue al departamento contiguo donde Francisco la esperaba muy excitado y ansioso por la narración del encuentro entre Paola y su cliente (encuentro que Francisco pudo disfrutar a través del falso espejo que había en la habitación). Entonces, destapó una botella de Merlot y le sirvió una copa a su esposa mientras ella narraba todo el encuentro desde el inicio.
Pedro me dijo una vez que el sexo se disfruta más después de beber por la noche un par de copas de vino. Particularmente no lo intenté nunca, pero me dijo que “el hombre es dos veces hombre y la mujer se vuelve más fogosa”. En fin, será cuestión de probar ello alguna vez.
Francisco confesó que a medida que avanzaba la charla, sintió nuevamente la excitación y revivía cada momento en su memoria consiguiendo una nueva erección y sentía los temblores que sentía durante su adolescencia y temprana juventud cuando se excitaba con alguna noviecita o compañera sexual de turno, incluso con Paola al principio.
Por su parte, Paola notó la erección de su esposo y comenzó a excitarse nuevamente y tras un beso profundo le dijo que si él quería le mostraba todas las cosas que hizo con el “cliente”. Esto hizo que las hormonas de Francisco explotaran y tomo a su mujer por los hombros y la empujó a la cama ubicada detrás de ellos y le hizo el amor alocadamente, como hacía mucho tiempo que no lo practicaba.
Paola añadió que tras un breve descanso volvieron a hacer el amor como dos jóvenes amantes. Y, también se animó a confesar que en los días subsiguientes, cada vez que se acostaban revivían esa experiencia que los regresó a los mejores momentos sexuales de la pareja.-


Capítulo II
Marcela y Juan Pablo


Para este caso, Pedro me aclaró que tuvo que conversar mucho con Juan Pablo debido a que este no lograba convencerse acerca de la fantasía que su novia le proponía que llevaran a cabo. Juan Pablo de unos cuarenta y cinco años es ingeniero y estuvo casado durante doce años con otra mujer, era un hombre alto y buen mozo, de tez blanca y varonil y su bigote y barba, si bien mostraba algunas canas, le daban un aspecto de tipo recio, a lo que contribuía una gran espalda y brazos torneados, debido a la práctica de su deporte favorito: la natación. Hacía cinco años que estaba con Marcela y ella, según pudo notar Pedro, está muy enamorada de Juan Pablo.
Marcela tiene diez años menos que Juan, es más bien de una estatura estándar y con una buena figura, que mantenía a base de ejercicio y buena alimentación. Su cabello era castaño y sus ojos marrones y pequeños que suavizaban su imagen.
Marcela le contó a Pedro que si bien se llevan muy bien, tenían algunos desencuentros en la cama. Ella sentía que Juan Pablo no lograba liberarse y no disfrutaba del sexo, incluso sus relaciones distaban mucho de la innovación y solo pasaban por dos o tres posiciones. Entonces le propuso a Juan Pablo que buscaran condimentar los encuentros con cosas nuevas para no caer en la rutina. Desde el primer momento, Juan Pablo le dijo que de ninguna manera accedería a tener sexo con un tercero o tercera, dado que no le parecía apropiado. No obstante ello, Marcela le dijo al consultor que en pocas oportunidades hablaron durante la relación y Marcela le decía a Juan Pablo que le encantaría que Juan Pablo la viera teniendo relaciones con otro hombre y, notaba que las pocas veces que lo dijo notó que su novio se excitaba más porque sentía su miembro más duro y eyaculaba más rápido.
Pedro tras varias charlas mantenidas en privado con Juan Pablo descubrió que éste sentía curiosidad por tener un encuentro sexual donde alguna persona pudiera descubrirlo.
Tras hablarlo con Marcela, y al tener su consentimiento, Pedro encontró la forma de asistir a esta pareja.


Encendiendo la mecha (la fantasía).

Si bien Pedro tuvo que adivinar un poco cual era el evento que refrescaría a ésta pareja, le comentó a Marcela en que iba a consistir ello pero no tenía que adelantarle nada a Juan Pablo, porque si lo dejaba pensar, éste se echaría atrás no porque no quisiera sino por sus grandes prejuicios que se debían a enseñanzas recibidas a lo largo de su vida.-
Marcela tenía que ir a buscar a Juan Pablo a la pileta donde el nadaba, Pedro se encargaría de allanar el camino para que la pareja pudiera concretar el encuentro.
Marcela, luego de desarrollarse la idea, estaba encantada con ella.
Pedro conversó con Juan Pablo y le dijo que no era posible que lograra ayudarlo y que le parecía importante que buscara la ayuda de un terapeuta para lograr vencer las barreras y tabúes que tenía marcados a fuego, de otro modo, no iba a lograr la liberación necesaria para lograr el placer en sus relaciones con Marcela o con cualquier otra mujer.
Por lo tanto, Pedro pidió disculpas y despidió a la pareja.
Juan Pablo salió indignado de esa última consulta, y mucho más tras haber abonado la fortuna que le habían abonado a Pedro.
Por su parte, tanto Marcela como Pedro sabían, a partir de allí, que la fantasía estaba en marcha. Marcela no podía contener la excitación que le provocaba tener que guardar el secreto, sabiendo lo que se venía e imaginaba todo lo que le gustaría hacer.

La resolución
(Como en mi relato anterior lo hice, cambiaré el leguaje, y contaré el evento como me lo contó Pedro, es decir, empleando términos, más bien mundanos y acordes con éste encuentro sexual).

El viernes posterior al último encuentro con Pedro, Marcela a las nueve menos cuarto de la noche, llegó al club donde Juan Pablo entrena y da clases de natación. Su clase había terminado a las ocho y media y sus alumnos se retiraban del vestuario. Solo quedaban un par terminando de vestirse.
Marcela se acercó al ventanal desde donde se ve la piscina y vio a Juan nadando solo. Esta le golpeó el vidrio y Juan se sorprendió al verla.
Enseguida le marcó cinco minutos con sus dedos y Marcela asintió.
Al verlo salir de la pileta, Marcela entro al natatorio. Vestía un corpiño de malla deportivo y unas calzas de lycra gris claro que le quedaban como si tuviera la piel desnuda. Sin duda, que lo más imponente de Marcela eran sus piernas y su cola que parecía dura como roca. Llevaba una especie de campera atada en la cintura, que lamentablemente para los alumnos de Juan Pablo, tapaban su cola.
-Hola amor, que hacés acá?- preguntó Juan.
-Salí más temprano del gimnasio y decidí venir a buscarte porque estaba con el auto. Tengo ganas de ir a cenar con vos – contestó. – Querés?
-Dale. Dejame que termino acá, me baño y vamos. Pero… vas a ir así? –
-Tenés razón, que boluda, me tengo que ir a bañar y cambiar- lamentó Marcela.
-Pero, no tenés el bolso en el auto? Bañate en el vestuario. Los chicos se deben de haber ido. Si vamos a casa, no vamos a salir – argumentó Juan Pablo, mordiendo el anzuelo.
-Ok. Ahora voy- contestó Marcela.

Juan Pablo se dirigió al vestuario y abrió la canilla de una de las duchas y comenzó a enjabonarse. En ese instante entró Marcela y comenzó a desvestirse de espaldas a Juan Pablo. Cuando se quitó la campera de la cintura dejó al descubierto la calza empapada de sudor sobre la redondez casi perfecta de su cola.
Esta imagen movilizó el sistema nervioso sexual de Juan Pablo porque su pene adquirió cierta rigidez.
Marcela seguía de espaldas desvistiéndose lentamente.
-Amor, no sé si voy a usar estas calzas de nuevo porque hoy había un flaco en el gimnasio que no paraba de mirarme el culo. Es más en un momento, se acercó Roxana y me dijo que el flaco tenía la pija parada y no paraba de verme el culo.- le confesó Marcela.
Juan Pablo no pudo responder, pero su pene si lo hizo, se endureció mucho más al escuchar la confesión de su novia.
Marcela se sacó el corpiño y dejó al descubierto sus pechos, que no eran exuberantes pero si firmes y acordes con su físico atlético.
Juan Pablo notó que la piel de su novia brillaba debido al sudor. Marcela, entonces se dio vuelta y quedó frente al físico de Juan Pablo y vio que su pene estaba muy erguido.
-Mi amor- le dijo – que pasó?
Juan Pablo no quiso decirle que se había excitado con verla y mucho más cuando le contó que había sido víctima de la libido de otro hombre, le contestó que se estaba enjabonando y tras tanto manoseo ese fue el resultado.
-Ahh – dijo Marcela, y se acercó a su novio. Entonces frente a él, no dijo nada, se arrodilló y comenzó a tocarle el pene iniciando una masturbación sin mucho frenesí.
-Mi amor! Como tenés de dura la pija!!!
Enseguida se la metió en la boca y comenzó a bajar y subir mientras el agua de la ducha le caía en el rostro y empapaba su cabello.
Juan Pablo estaba pasmado, pero muy excitado y gemía de placer ante semejante acción.
-Amor, me encantaría que me cojas dentro de la pileta – pidió Marcela-. Total no queda nadie. El sereno no va a venir porque se iba a cenar y me pidió que le avisáramos cuando nos íbamos – agregó.
Juan Pablo que se había excitado mucho, la alzó, la apoyó contra la pared de la ducha y le dijo que en un segundo iban. Tras decirle esto penetró su vagina con fuerza, estremeciendo de placer a su novia.
-Ese consultor de mierda, me dijo que me tenía que liberar. Es un forro. Mirá si me viera ahora.- se vanaglorió Juan.
-Shhhh! Olvídate de él ahora. Cogéme así papito, dale, dame duro!
Juan entraba y salía sin cesar y cada vez que entraba, la cabeza de Marcela daba pequeños golpes contra la pared de la ducha.-
-Ay mi amor como tenés la pija! Vamos ya a la pile quiero que me cojas dentro de la pileta, por favor!- imploró Marcela entre gemidos.
Juan Pablo sin desmontarla la llevó a la pileta y se arrojó parado en la parte más profunda de la piscina. Por el peso al golpear con los pies el fondo, enterró mucho más su pene en la vagina de su novia que soltó miles de burbujas ocasionadas por un grito de placer desenfrenado que lanzó en su primer orgasmo motivado por la violencia de la situación.
Al llegar a la superficie, nadaron hasta la parte menos profunda y Juan se sentó en el borde para que Marcela continuara con la felación interrumpida en la ducha. Esta vez Marcela mordisqueaba el glande del pene de Juan y daba suaves mordiscos a sus testículos, que cada vez se endurecían e inflamaban más.
-Quiero que me tomes por detrás y me cojas de nuevo – le dijo Marcela casi histérica de placer.
Juan saltó al agua, la apoyó contra el borde y penetró su vagina con movimientos que eran frenados por la fuerza del agua. Su pija estaba muy dura y hacía gritar de placer a Marcela.
En ese momento Marcela se siente observada y voltea delicadamente su cabeza para que Juan Pablo no lo note y ve a un joven vestido de sereno, detrás del ventanal. El joven apretaba su labio inferior con los dientes y si bien Marcela no veía, sabía que se estaba manoseando la pija.
.Amor –dijo Marcela, sin dramatismo – no pares pero me parece que nos están espiando.
Juan Pablo, sin poder parar a esa altura y sintiendo que estaba a punto de explotar gira su cabeza y ve al hombre vestido de sereno, notando que no era el mismo de siempre. Automáticamente Juan sintió que su orgasmo se le escurría y la erección disminuía por la vergüenza.
-No pares amor, estoy por acabar. Por favor no pares- gritó Marcela. –Quien sabe cuanto hace que está ahí. Ya nos vio. Olvídate de él.
-Estás loca?- gritó Juan Pablo.
-No. Estoy muy caliente y si no me cogés vos, lo voy a invitar al pendejo para que me coja él – le contestó excitada, pero decidida, Marcela, yéndose hacia el otro borde, frente al joven que miraba la situación.- Entonces Marcela, comenzó a jugar con sus tetas, y metía su mano dentro del agua y se tocaba su concha que bajo el agua chorreaba sus fluidos.
-Que vas a hacer, vas a venir o lo llamo?- insistió Marcela.
El joven detrás del vidrio se paró sobre un cubo que había y dejó a la vista de la pareja su pene erecto que acariciaba sin cesar.
-Ay pendejo, que hermosa y grande pija que tenés – dijo Marcela. El joven obviamente, a través del vidrio no escuchó, pero si Juan Pablo que sentía que su miembro recobraba vitalidad al presenciar la excitación de su novia.
-Como me gustaría sentir esa pija llenándome la concha – le dirigió Marcela al joven, que apoyaba su pene contra el ventanal, y que tenía expresas instrucciones de no intervenir en el encuentro sexual, limitándose a exhibirse y masturbarse frente a la pareja.
Marcela se sube al borde de la pileta y se abre de piernas en dirección al joven y comienza a introducir sus dedos en su concha ante la sorpresiva y excitada mirada de su novio que a esa altura sentía nuevamente la inflamación de sus huevos y que la explosión se acercaba.
Sin poder aguantarlo, salta afuera de la piscina y corre hacia donde está su mujer, apoya una tabla de telgopor en el suelo y la pone en cuatro patas a Marcela enterrando su pija en su humedecida vagina.
-Así que te gustaría que te coja el pendejo ese, puta de mierda!- gritó Juan Pablo.
-Si, me encantaría sentir esa verga caliente y dura en mi concha – gimió Marcela- No puedo dejar de mirar la pija hermosa que tiene y cierro los ojos y lo veo como me está cogiendo. Ahhhhhh! Así! Así cogéme pendejo.-
Estas últimas tres palabras provocaron una explosión en Juan Pablo que derramó toda su leche en el interior de Marcela.
El joven desde afuera excitadísimo con la calentura de la pareja, también explotó llenando de semen el ventanal de la pileta. Provocando un nuevo orgasmo en Marcela que dejó escapar algunas gotas sobre la pija todavía erecta de Juan Pablo. Entonces éste levantó a su novia del suelo y la acercó al ventanal donde él mismo se paró y la obligó a beberse las gotas de leche que le quedaban todavía en la pija. Marcela fue más lejos y luego de beber la leche de su hombre, comenzó a pasar la lengua por el vidrio del ventanal, a la altura en que el joven tenía apoyada su enrojecida pija.
Al separarse la lengua del vidrio, y ver a Juan Pablo con una expresión de placer absoluto y con su pene semi erecto, Marcela le guiñó un ojo al joven que saludó con un ademán y se retiró.
Entonces Marcela abrazó a Juan Pablo apretando su desnudez contra la virilidad de su hombre y le dijo: Terminemos con la ducha inconclusa amor y vamos a cenar. Entre la cogida que me diste y la pileta me agarró mucha hambre.
Juan Pablo, orgulloso de su virilidad la apretó fuerte contra su cuerpo y le dijo: Vamos a comer, pero luego me tenés que explicar algunas cosas, y seguramente después, en casa, o quizá antes de llegar a casa, quiera comer el postre.-

Bueno, aquí termina este caso. La devolución de la pareja se hará en una próxima entrega cuando les traiga un nuevo caso.
Espero que Jerry, Mickey y sus familiares hayan bailoteado.
Aprovecho, antes de dejarlos en espera de la próxima entrega, para agradecer los estimulantes comentarios y la buena onda. Hace poco que ingresé a esta maravillosa comunidad pero ya me siento como en casa.
Gracias y hasta la próxima!



Para los que se perdieron el primer caso


http://www.poringa.net/posts/relatos/2261221/Infidelidad-consensuada-_primer-caso_.html

1 comentario - El ventanal del placer (segundo caso)

alexvillaroel
putas

Exelente aporte a la comunidad 👍
Gracias x compartir
falencias +1
De nada, gracias por la lectura y el comentario.