El mejor amigo de mi esposo

Cuando viajamos ese fin de semana largo a Mar del Plata con
nuestros amigos Susy y Juan y nos alojamos en un hotel de Punta Mogotes en un
departamento que tenía dos dormitorios y un baño en el medio que compartíamos
ambas parejas, se me cruzó por la cabeza que "algo" iba a suceder, ante la
insistencia de mi marido en conseguir tal ubicación.



El siempre me había insistido en meter a otra hombre en
nuestra cama y no se por qué supuse que lo tenía todo arreglado con su amigo
porque los había visto cuchichear en voz baja en varias oportunidades, cambiando
de tema cuando Susy o yo nos acercábamos.



Siempre me había negado porque no lo creía necesario pero él
insistía e insistía constantemente. Mas que satisfacerme a mí parecía que la
idea lo calentaba mucho.



A fuerza de ser sincera debo reconocer que Juan me atraía
bastante como hombre y si era él que que había elegido mi marido, tan mal no
había sido la elección.



Me pensó a entusiasmar la idean y los ratones comenzaron a
caminar por mi cabeza. Sabía que a Juan un poco lo deslumbraba por cómo me
miraba siempre y lo galante que era conmigo. Me acuerdo que una vez en su casa
de veraneo me pilló desnuda en la habitación después de haberme dado una ducha y
se quedó embobado mirándome, sin importarle que mi esposo estaba rondando por
ahí.



Además me intrigaba la circunstancia de que me habían dicho
que estaba muy bien dotado y me gustaría comprobarlo.



Después de instalarnos salimos a pasear por esa bella ciudad
y caminamos más de la cuenta. A la noche estaba extenuada, así que después de
cenar nos fuimos a dormir rápidamente.



En el medio de la noche me pareció sentir que unas manos me
acariciaban y al abrir suavemente los ojos pude ver en la penumbra a mi marido
ubicado en un rincón de la habitación, por lo que supuse que quién me estaba
tocando no era otro que Juan.



Lo dejé hacer y él atrajo mi mano hacia su miembro que ya
estaba medio erecto y se quedó quieto esperando que actuara.



No me hice desear y empecé a mover la mano de abajo a arriba
dejando que la piel cubriera y descubriera la cabeza de semejante verga. Lo que
me habían dicho era verdad y no habían exagerado nada. Era realmente grande.



Con dificultad me la introduje en la boca y comence a
succionarla y entonces adquirió todas sus dimensiones. Realmente me
impresionaba, nunca había visto y sentido algo parecido, nada que ver con la de
mi marido.



Se lo recorrí íntegramente con mi lengua húmeda y escuché
entusiasmada como escapaba un suspiro de los labios de Juan cuando me acariciaba
el pelo mientras le lamía el duro tronco. Utilizaba mi lengua lentamente hacia
arriba, hasta llegar al glande, metiéndola en su agujerito de la punta y luego
volviendo nuevamente a la base. Llegaba hasta los testículos y los mordía muy
suavemente, lo quería excitar al máximo.



Juan quiso chuparme la concha pero no lo dejé moverse y
continué con mi tarea.



Cuando percibí que aparecía en la boquita del miembro el
líquido preeyaculatorio ya estaba humedecida por el olor a macho que desprendía
el hombre de sus partes íntimas y aceleré los movimientos tratando de metérmela
toda en la boca. Me costó pero lo hice.



Lo mamé de tal manera que Juan no se pudo aguantar y comenzó
a acabar. El primer chorro de semen me lo tragué, después la saqué y seguí
pajeándolo con la mano desparramando leche sobre mi cara y mi pelo. Luego, lamí
las últimas gotitas que quedaban en la verga y me recosté al lado de mi
desconocido ( o no) amante, sin dejar de sostener entre mis manos el miembro ya
fláccido.



Juan pensó que me había dormido y se retiró rumbó a su
habitación.



Fue entonces que se acercó mi marido me dio un beso en la
boca y aproveché para decirle "Gracias, mi amor", que no era por el beso sino
por el macho que me había metido en la cama.



Por la mañana, todos nos duchamos y bajamos a desayunar, sin
que existieran miradas cómplices ni nada por el estilo. Después salimos los
cuatro a pasear nuevamente por la Ciudad Feliz, como se la denomina
cariñosamente a Mar del Plata.



A la noche se repetiría el juego. Juan volvió al dormitorio y
se acostó detrás de mi y comenzó a acariciarme suavemente los pechos al tiempo
que me besaba en la oreja. Pronto su verga comenzó a crecer. Lentamente fui
abriendo las piernas y recibí desde atrás la generosa pija del hombre. Fue una
sensación muy placentera.



Sentía entrar su miembro en forma ajustada y un calor intenso
se empezó a apoderar de mí.



Me tomaba los pechos y acariciaba mis pezones con la punta de
los dedos de una manera muy agradable y no dejaba de besarme en la nuca y en las
orejas. Me estaba excitando muchísimo.



Se empezó a mover más rápido porque su excitación era cada
vez mayor y estaba pronto a acabar. Yo me sacudía y estremecía ante cada
embestida .



Se nota que Juan no pudo aguantarse porque la sacó
rápidamente para acabar sobre mi cola.



A la mañana siguiente, luego del desayuno, partimos a una
excursión por las afuera de la ciudad y pasamos todo el día disfrutando de la
naturaleza. Nos tratamos como si nada hubiera ocurrido. La única ajena a todo
Susy, la que no sospechaba nada y nunca llegó a darse cuenta que su esposo la
dejaba por las noches para meterse en mi cama.



Esto último era lo que me preocupaba un poco ya que ella es
muy buena amiga y no me gustaría que una amiga hubiera hecho lo mismo con mi
esposo. Pero las cosas se presentaron así y bueno, como dice el refrán "ojos que
no ven corazón que no siente". Me hubiera dolido mucho que se enterara.



La última noche fue especial. Cuando Juan se metió en la cama
me acercó su miembro a mi rostro y entonces lo tomé y comencé a masajearlo
subiendo y bajando mi mano con lo que provocaba que la piel del prepucio se
moviera de arriba abajo y dejara al descubierto su glande púrpura.



Después de unos buenos movimientos me lo acerqué a la boca y
comencé a pajearlo sin la ayuda de mis manos.



Cuando él empezó a sentir las primeras vibraciones del
orgasmo, me lo quité de la boca ante la mirada de desesperación de Juan y
acercándome a su oído le susurré que me cogiera por la cola, girando mi cuerpo
para recibirlo.



Supuse que le agradaría porque es algo que a los hombres los
pone loquitos. Siempre sueñan con meterla por detrás y nosotras de vez en cuando
le damos el gusto. Supuestamente gozan ellos más que nosotras pero yo
experimento mis buenos orgasmos cuando la siento dentro de mi culo.



Juan puso su boca en mi agujerito y lo lubricó bien con su
saliva. Hasta le introdujo la lengua por dentro lo que provocó que emitiera una
leve exhalación. Despacio y con mucha suavidad acercó su pija y comenzó a
penetrarme. Al principio le costó un poco porque su enorme cabeza no pasaba por
el pequeño lugar. Se detuvo, pero lo incité a continuar. El orificio se fue
dilatando poco a poco favorecido por mis movimientos.



Esto permitió que el grueso miembro entrara casi todo. Gemí
por la sensación pero le pedí que empezara a moverse y lo ayudé apretando mis
glúteos cuando el pedazo entraba y aflojándolos cuando salía.



Pronto derramó furiosamente su leche dentro de mi culo y
luego, ya distendido, quedó recostado sobre mí.



De pronto se movío y metió su cabeza entre mis piernas y
empezo a chuparme. Lo recibí con mucho agrado ya que me gustaba la idea de
terminar así.



Mientras él metía su lengua en mi vagina para devorarme el
clítoris, le le sujetaba la cabeza acariciándole el cabello. Le pedía que no se
detuviera, que me hiciera acabar ya que estaba otra vez muy excitada y empecé a
tener -gracias a los lengüetazos intensos- fuertes convulsiones llegando al
orgasmo.



Cuando todo terminó le dí un beso en la boca y dejé que se
retirara de la cama.



La había pasado muy bien y me hubiera gustado que se quedara
junto a mí toda la noche pero sabía que ello era imposible.



Cuando mi marido se acostó junto a mí le tomé la pija -que
estaba endurecida y a punto de estallar- comencé a masturbarlo hasta hacerlo
acabar furiosamente. Después le dí un besó y me dispuse a dormir a su lado.



No me dijo nada y nos dormimos abrazados.



Al día siguiente empacamos y volvimos todos contentos por el
paseo realizado.



Al bajarnos del auto observé que Juan le decía algo
disimuladamente al oído a mi marido. Pensé que podían estar arreglando otra cita
y ello me puso muy contenta.



Realmente nunca me había gustado la idea de meter a otro
hombre en mi cama hasta que pase por esta experiencia. Gocé mucho y si con ello
encima lo hago feliz a mi esposo bienvenida sea.

autor:piru

11 comentarios - El mejor amigo de mi esposo

EL_PROFE25
Muy buen relato!!
Muy caliente
Gracias por compartir
ATIvsNVIDIA
que bien q sea al maximo amigos
les dejo puntines

El mejor amigo de mi esposo
swan28
Muy rico relato bebe
angieyruben +1
Calentito calentito el relato !!!

Gracias por compartir.
Angie te deja Besos y Lamiditas !!!

sexo
La mejor forma de agradecer la buena onda que se recibe es comentando, al menos al que te comenta. Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
tu_potro_sex
Hola Juli, como siempre un placer leer tus relatos
beso
tin26cam
que lindo relato me calentó la idea de una pijota dentro de tu colita
josegroso
buenisimo...
🤤 🤤 🤤