Masajes especiales

Hace un tiempo tuve una pequeña lesión en la espalda, y tras ir al médico, me recomendaron que además me hicieran masajes en la parte lumbar. Así que busqué un sitio donde hacerme los masajes cerca de casa, y encontré a un sitio a tres calles. Tras pedir hora, allí que me fuí.

Me atendió una señora de unos cuarenta y pocos, muy agradable. Era morena, con el pelo a lo cleopatra y los ojos igualmente oscuros. Tenía una bonita sonrisa en unos grandes labios y una pequeña nariz moteada por unas diminutas pecas. Pasamos a lo que sería el salón de un gran piso. Era una habitación muy iluminada por los ventanales que daban al patio interior de la manzana. Los tonos pastel de la habitación la hacian muy acogedora. En el centro había una especie de biombo, pero que permanecía cerrado y presidiendolo todo una camilla, una mesita con aceites y toallas y un par de sillas.

Comenté el motivo de la consulta y me dijo: Pasa aquí y quítate la ropa – me indicó señalando un lado de la camilla próximo a las sillas. Mientras ella ponia una base de papel en la camilla, yo comencé a desnudarme y dejar la ropa en una de las sillas. Me quedé con los boxers, pero al verme, añadió: No, mejor quítatelo todo, que te puedo manchar la ropa de aceite.

Algo cortado, comencé a quitarme la ropa interior. Ella, que ya había terminado de preparar la camilla, me estaba observando. La verdad, sentí incomodidad y también algo de morbo, al terminar de desnudarme bajo su atenta mirada.

Me hizo tumbar boca abajo, y masajeo toda mi espalda, mis cervicales y luego las piernas. Me estuvo comentando que era importante tratar toda la espalda en conjunto. Luego me hizo dar la vuelta y comenzó a masajear mis piernas por la parte delantera. Desnudo como estaba, mi pene quedaba totalmente a su vista. Cuando llegó a la zona de los muslos, el movimiento de sus manos y el roce con los testículos y en algún caso también mi miembro, hizo que este comenzará una erección sin retorno. Mientras ella seguía con el masaje en mi muslos, yo notaba el bamboleo de mi semi erecto pene y me preguntaba que pensaría ella. Por mi parte, debido al corte, estaba todo lo quieto posible, intentando aparentar normalidad.

Cuando terminó el masaje, me comentó que ya podía vestirme. Me citó para dos sesiones por semana, y la verdad es que pronto noté mejoría. Los siguientes dos masajes fueron prácticamente iguales al primero, hasta que llegamos a la cuarta terapia. A estas alturas ya habíamos ganado confianza y hablábamos bastante más. Me comentaba que tuviera cuidado con mis malas posturas a la hora de sentarme, que hiciera natación para fortalecer la musculatura de la espalda y que siempre que pudiera, dedicara un rato a relajar la espalda.

Estaba terminando aquel cuarto masaje, yo boca arriba, ella trabajando mis piernas y mi pene en semi erección por el movimiento del masaje como de costumbre. Cuando iba a terminar me comentó:

- Vaya, cómo se te pone siempre. Es por el masaje o…?

- Es por el roce de tus manos cuando trabajas la cara interna de mis muslos. Disculpa, pero no lo puedo controlar…- dije algo cortado.

- Ya veo ya, es que hoy se te ha puesto dura del todo creo yo. Sabes, en algunos tipos de masajes orientales, para relajar de todo la musculatura se termina con un orgasmo del paciente. Yo eso no lo suelo hacer, pero ya que la tienes así, no sé si te gustaría probar.

- Bueno, si me va a ayudar a relajar la musculatura – dije por no decirle que lo estaba deseando…

Ella puso un poco de aceite caliente en sus manos, las froto, y cogió mi pene con suavidad – Abre un poco las piernas – me dijo, mientras comenzó a mover sus manos sobre mi miembro. Con la punta de los dedos de una mano aguantaba mi glande mientras lo masajeaba muy suave, de una forma casi imperceptible, y la otra la usaba para subir y bajar a lo largo del pene. Era indescriptible el placer que se sentía cuando su mano mojada en aceite caliente bajaba y subia la piel de mi miembro. En un momento dado, la mano que sujetaba mi glande, pasó a colocarse debajo, sujetándo mis testículos, al tiempo que la mano que me pajeaba aumentó el ritmo ligeramente.

Está bien así? – me dijo – a lo que sólo pude contestar con un entrecortado “si, muy bien”

Si te aprieto mucho o algo me lo dices. Intenta hacer respiraciones profundas – me dijo, lo cuál comencé hacer.

No tarde en alcanzar el extásis y comenzar a venirme en sus manos. En esos instantes ella empezó a masajear mis testículos, y sigió pajeando durante todo el orgasmo, incluso cuando ya había terminado de descargar durante un par de minutos al menos, cada vez más lentamente.

Me dijo que me quedara unos minutos quieto y en silencio, completamente relajado en la camilla, y así lo hice. Parecía flotar. Al poco volvió, me hizo una caricia en el brazo como para sacarme del trance, y me preguntó qué tal. Casi a un paso del sueño le dije.

Me alegra mucho, aunque he dado teoría en el curso de masaje tántrico, yo esto nunca lo había practicado con un paciente. Piensa que la mayoría de mis clientes son mujeres – Me confesó – Si te va bien, podemos incluir esto en tus próximas sesiones, así yo puedo prácticar más.

Los siguientes masajes fueron muy parecidos. Desnudo en sus manos, masajeaba todo mi cuerpo, para luego acariciar mi pene con esas técnicas tántricas que tanto me fascinaban. Mi semen se escurría entre sus dedos mezclado con el aceite caliente y en ocasiones incluso dejaba sus manos sobre mi miembro durante unos deliciosos minutos, mientras este reducia su tamaño tras el orgasmo.

Una mañana, antes de ir al masaje, estaba tan excitado a sabiendas de lo que pasaría, que mi pene se puso erecto durante un rato. Al final no aguanté más y tuve que masturbarme. Al ir al masaje, cuando llegó el turno de la masturbación tántrica, mi masajista debió extrañarse de que no me corriera, ya que habitualmente lo hacia en un par de minutos, y debíamos llevar más de cinco. Yo la verdad, es que estaba en la gloria con los cuidados que sus manos realizaban sobre mi pene.

En un momento dado paró y empezó a limpiar mi pene de aceite con una suave tela o trapo que había humedecido. En aquel momento deduje que se había cansado de masturbarme y que no terminara. Me quedé quieto esperando a que terminase de limpiarme o lo que fuera, cuando noté una extraña sensación de calor sobre mi miembro. Incorporé levemente la cabeza para entender que me estaba haciendo. Cuando vi su cabeza pegada a mi abdomen entendí, me la estaba chupando.

Mi excitación se disparó, como podreis imaginar. Supongo que al no poder hacerme venir con la mano, pensó que sería más fácil hacerlo con la boca. Pero aquella, no era una felación al uso, la hacía más lenta de lo normal, y con bastante presión de su boca sobre mi pene. Notaba perfectamente la forma de mi glande cuando sus labios lo presionaban en sus lentas subidas y bajadas. Cuando descendía llegaba a introducirse más de la mitad del pene en la boca, siendo bastante placentero. Con la otra mano, me agarró los testiculos, y presionaba un poco hacia arriba, como sujetándolos firmemente.

No pude más, me tensé, gemí y empecé a correrme en aquella calidez. La masajista se retiró, pero está claro que el primer disparo se produjo dentro de su boca. Sigió masturbándome durante unos largos instantes, hasta asegurarse que el orgasmo había terminado y toda mi leche habia sido expulsada. La verdad, fué increible.

Desde aquel día, los masajes terminaban con una masturbación y en ocasiones con una mamada intensa de este tipo. Recuerdo el día que se le fué de las manos su propia excitación y la mamada fue más rápida y salvaje de lo normal. Ese día eyaculé por completo en su boca, aunque luego lo escupió discretamente en un recipiente con agua que tenía en la mesa camilla.

Siempre me pregunté si, al igual que yo me excitaba mucho cuando tenía que al masaje porque la masajista me iba hacer eyacular, si ella se excitaría pensando que un chico joven se le iba a desnudar, ella iba a poder meterle mano por todo su cuerpo (espalda, gluteos, testículos, etc.), y que luego iba a tener su sexo a su disposición para masturbar su pene erecto hasta hacerlo venir en sus manos, o para chuparlo si fuera el caso y notar su sabor o incluso hacerlo derramar dentro de su boca. Y me quedaré con la duda, ya que nunca se lo pregunté.

La cosa fué así hasta aquel día en que llegué al masaje, y al pasar a la sala de la camilla, ví que habia otra chica con bata. La verdad, yo no esperaba encontrarme a nadie allí, y me sorprendió, pero enseguida me saludo y se presentó. Mi masajista, me comentó que era una amiga de profesión y que como tenía obras en casa, y aquella tarde tenia masajes, le cedía su espacio para que también pudiese darlos.

Aquella otra masajista, de nombre Adela, era algo más jove, rondaría los 27 años, era pelirroja, cabello largo recogido en una cola, bastante blanquita de piel, y muy simpática. Se sentó en una silla que habia frente a la camilla, y se puso a ojear una revista.

Cuando comencé a desnudarme, me di cuenta que iba hacerlo esta vez en presencia de las dos. Me quité toda la ropa, y tuve que pasar por delante de la joven masajista para poder tumbarme a la camilla. Una vez tumbado boca abajo, mi masajista llamo a su amiga, y le explicó mi caso y como me habia ido, mientras le mostraba los puntos que más había trabajado de mi espalda. No te importa, que le explique el caso, no? – me preguntó mi masajista – No , claro. – respondí.

Pues mira, ya que estamos, ves haciendo las piernas, mientras yo le hago la espalda, y asi me ayudas – le comentó. Y las dos que se pusieron a masajearme. La verdad es que a cuatro manos, un masaje es algo más caótico, porque notas distintas presiones y sensaciones, pero igualmente fué excitante notar las 4 manos de aquellas mujeres sobre mi cuerpo desnudo, ya que es algo poco usual.

Mientras una bajaba por mi espalda, la otra subia por mis piernas, para finalmente encontrarse ambas en mis nalgas, y aunqune noté que las dos las masajeaban, a partir de aquí, ya sigió solamente mi masajista habitual. La jove, se sentó nuevamente en la silla. Me ordenó darme la vuelta. Mi pene esta vez estaba medio morcillón por el magreo a cuatro manos y quedaba en linea recta y a medio metro de donde se encontraba la joven masajista, aunque ella estaba de nuevo ojeando la revista.

Mi masajista comenzó el masaje por la parte delantera de mi cuerpo, tal y como solía hacer, brazos, piernas, y muy ligeramente el torso. Me pregunté como acabaría ese día el masaje, pero deduje que no iria más allá al estar su conocida delante. Por suerte, me equivoqué.

En un momento determinado, noté como sus manos aceitosas asieron mi miembro y comenzó a masajearlo. La joven masajista pelirroja, debió decir algo, porque mi masajista le comenzó a explicar que en mi caso, terminaba haciendome un masaje “lingam” con eyaculación. Desde mi posición, entre abriendo los ojos, podía ver como la pelirroja miraba fijamente el masaje sobre mi pene desde su silla. Tenía los ojos bien abiertos. Si era verdad que esa práctica no era cosa habitual en sus consultas, ver un masaje de ese tipo sobre un pene tenía que ser algo llamativo para la joven.

Finalmente se levantó y se acercó a la camilla. Mi masajista le explicó entonces con más detalle como me lo hacía y que técnicas usaba. Entonces vi como la joven humedecía sus finas manos en aceite y la mia le cedía como un testigo mi pene completamente duro y brillante por el reflejo del aceite. Entre las dos hicieron de todo sobre mi pene, la verdad es que creo que pocas veces lo he tenido tan duro y grande. Mientras una lo estimulaba y presionaba, la otra me abría las piernas, y acariciaba puntos de mis testículos.

Cuando llegó el climax, mi semen brotó sobre las manos de ambas muchachas que siguieron manipulando mi pene durante unos minutos. La joven lo inclinó sobre mi pecho, y lo amasó varias veces, para sacar todas las gotas que suelen quedar dentro al final. Cada vez que lo apretaba, mi cuerpo se contraía. Luego delicadamente, limpiaron todos los restos con toallitas humedecidas.

Hecho eso, me dijeron que me iban hacer un pase energético y relajante, y entre ambas recorrieron con las yemas de los dedos, dando caricias y roces imperceptibles por todo el cuerpo, primero por la espalda y luego por la parte delantera, incluido mi sexo. Estuvieron varios minutos y por toda esta estimulación, mi pene se puse de nuevo semi erecto, reposando sobre mi abdomen.

Mi masajista al verlo dijo eso indicaba que aún habia energía tensional y que lo iba a estimular de nuevo, para liberar al máximo toda esa energía y que eso era lo que había que hacer.

Empezó a masturbarme de nuevo, sin aceite ni nada esta vez, bajo la atenta mirada de su compañera que se habia sentado en la silla junto a nosotros, teniendo un primer plano de todo. Como me acaba de correr, y ella sabía que tardaría más en volver hacerlo, decidió que esta vez serían sus labios los que harían el trabajo. Noté como su boca engullió más de la mitad de mi pene y como comenzó a succionarlo con sus lentos movimientos. Con sus manos y su boca ejercía una gran presión sobre mi pene, era realmente fascinante. Que te hagan una mamada furtiva de esta forma, ya tiene su morbo, pero que además, me la estuvieran chupando mientras la otra chica miraba atentantemente, me ponía a mil por hora.

Ladeé mi cabeza para poder ver a la joven masajista pelirroja. Esta miraba fijamente la felación con la boca entreabierta. Teoricamente iba a tardar en correrme, pero metido en esa situación tan morbosa, no pude aguantar mucho más. Comencé a retorcerme y contraer mi cuerpo, al tiempo que varios gemidos bastante intensos anunciaron mi orgasmo. La chica pelirroja cogió mi mano que quedaba a su lado de la camilla, mientras mi masajista habitual aceleraba el ritmo. Eyaculé como un bendito mientras perdia el mundo de vista, fue uno de los mejores orgasmos que he tenido, y de los más intensos, en aquella camilla al cuidado de aquellos dos ángeles.

Luego me taparon con una fina tela y me dejaron unos minutos en aquella habitación, comentando que me podía levantar cuando me sintiese recuperado. Estuve allí unos minutos, saboreando aquel orgasmo. Cuando vieron que ya me levantaba, volvieron a entrar y me preguntaron que como me sentía en general, de la espalda, etc. todo esto hablando de pie los tres y yo desnudo con ellas.

Debo decir que mi espalda mejoro por completo y me dieron el alta, pero también admito que de vez en cuando vuelvo a mi masajista para que me haga un buen…mantenimiento.

11 comentarios - Masajes especiales

alej884
buen relato me gustò
dagno
qu buen relato,ademas hay que consultar un especialista.
hutton
se puede saber donde atiende la masajista
matico88
a q masajista vas? pasa la direeee jaja
manuelkkk
Te Felicito, muy buen relato.

Yo tuve una experiencia similar pasa por mi post y comenta.
luliibera
que buen relato me encantan las masajistas un poco duras de entrada terribles trolitas despues
SableMagico
B U E N I S I M O delicioso me has dejado re caliente sigue asi.