Invitado

Llevaban unos cuantos años de disfunciones. Un par de chicos, pastos y vida familiar no podían disimular la falta que había en esa familia.
Probablemente, profundos asuntos, muy fuera del alcance de la pareja, habían llevado a esa situación. Por la razón que sea, fue invitado a las vacaciones familiares de verano, un amigo soltero. Ella lo conocía poco, aunque lo cruzaba frecuentemente en el club. Ella nunca supo como surgió la invitación, no fue consultada, recibió una escueta notificación a poco de salir.
Ella no opuso resistencia, pensó que seria un alivio en la vida social de su esposo, que le ayudaría a entretenerlo mientras ella disfrutaba de la vida de playa. Aunque loca, la idea le resulto interesante. El pibe no le atraía en lo mas mínimo. Era parco en su hablar y desatento en su vestimenta.

Al llegar descubrió que el departamento era mas chico de lo que se imagino, que ella, los chicos, esposo y amigo, no estarían holgados en ese sitio.
La rutina se organizo sola, playa de mañana de toda la flia sin el invitado, el permanecía durmiendo hasta tarde descansando de su acostumbrada salida nocturna. El esposo compraba La Nación, y guardaba silencio toda la mañana leyendo. Ella se acompañaba de su libro, pero los chicos casi no le dejaban pasar una página.
Los acompañaba hasta el agua, se quedaba a pocos metros, mirando lo que la playa ofrecía a esas horas, algún que otro viejo, el corredor de todos los días, un crucerito entre la Gorlero y la mansa, anclado hace días, no mucho mas.
El almuerzo, si los reunían todos, y la siesta la pasaba el esposo con los chicos solos caminando por el barrio. Pocos minutos, media hora, pero suficientes para aliviar la monotonía que imponía en el ambiente.
El calavera, se veía en la obligación de ayudar en algo, y lavar los platos era una de las pocas actividades que quedaban disponibles. La esposa, de todos modos no renunciaba a su faena, con lo que la limpieza los juntaba a solas media hora después de comer.
La lectura nocturna del libro de ese verano, y las pocas habilidades del esposo para atender sus urgencias sexuales, llevaron a la esposa a sostener la calentura casi a lo largo de todo el día. Se levantaba alzada. Esa noche se hubiera hecho en silencio mas de una caricia reparadora.
El esposo era solo una interrupción en su calentura continua, el solo aportaba pocos minutos, y ni siquiera eran de alivio, solo lograban exacerbar la voluntad.
No tardó en que su cuerpo primero y después ella toda, pongan su interés en el visitante. Ella creía en su inmadurez que se trataba algo así como amor, o enamoramiento, los años posteriores le explicaron que solo se trataba de una simple, lisa y llana calentura. No mas que eso.
La lavada de platos en la cocina uruguaya, no dejaba espacio para movimientos ampulosos, todo se definía en una baldosa.
Abrir la puerta de la heladera, vestida solo con la bikini, y dejar pasar por detrás al invitado con platos en ambas manos en alto como si estuviera bajo arresto, llevaba a que, quieran o no, se rocen sin cuidado de formas alguno. Al principio el invitado notó que la cola de la dueña de casa, no se movía cuando el pasaba, al menos una intención que demuestre que lo dejaría pasar. La cola quedaba así, casi parada, y el invitado pasaba y apoyaba.
Los primeros días, solo fue una vez y el no supo si era intencional, los siguientes mas y mas notorio fue la posición casi forzada y la clara intención de transmitirle su calentura.

El invitado, no modifico su conducta, se desenvolvía como si nada estuviera sucediendo, y la esposa lo hacia de igual manera, en su interior sentía la tormenta, pero intentaba mantener la normalidad.
Pero la media hora a solas, les dejaba todo preparado para esos instantes de pequeño éxtasis. La esposa, con el tiempo, llegó a creer que el esposo lo hizo a propósito, que genero toda esa situación, aunque de manera inconciente, o el enamorado del invitado era el esposo. Nunca se sabrá o llevara muchos años averiguarlo.
Promediando la vacación, y las lavadas de plato, la esposa ya advertía que cuando venia el momento de levantar la mesa, miraba a su invitado levantándose, y claramente se tenia que acomodar la erección, que ella intuía entre su short. Se desesperaba en calentarlo y calentarse, no se animaba a mas, pero eso solo la enceguecía. No le importaba nada de nada, parecían momentos de alivio fuera de su condenada vida sexual matrimonial.
El correr de los días, la llevo a tener en mente al invitado ininterrumpidamente, sin poder esperar la siesta lavadora.

Mirando televisión toda la familia y el invitado, juntos en un sillón y unas sillas, faltaba solamente la esposa, todos tenían sus lugares, los hombres a cada lado del sillón del living, los chicos desparramados, y todos embobados con el programa de televisión.
Al llegar ella, se acomodo casi automáticamente del lado del invitado, sobre el posa-brazo, dado que no había otro sitio. Posando su culo en la punta, la mano del invitado que yacía a pocos centímetros, quedó a un paso de la excitación. En lo mas atrayente del programa, la cola se corrió en dirección al índice del invitado. Quedando justo el culo apoyado con una suave tela sobre los dedos del hombre. Primero pensó en retirar la mano automáticamente, llegó a hacerlo, pero solo unos centímetros hacia el, y el culo la siguió, y se sentó nuevamente sobre los dedos de la mano.
En la penumbra del televisor, la esposa movía el culo circularmente sobre los dedos, la suave tela del pareo que cubría sus caderas, lograba que la excitación sea mayor, en lugar de protegerla. Al comprar ese pareo en la playa supo que esa suave tela seria muy apropiada.
Hasta el hombre se animó a acompañar el ritmo circular con sus dedos, y dejarlos mojados en toda su extensión. La audiencia seguía abstraída por la programación. El esposo, en ningún momento inclino su mirada, parecía que artificialmente evitaba mirar en dirección de su esposa. La cara de ella no dejaba ver lo que sucedía detrás, nadie imaginaba el descaro con que el invitado refregaba sus dedos. Ya sin pareo ni tanga que detenga, las manos entraban y salían en las nalgas mojadas. La esposa sostenida sobre sus piernas, no apoyaba su cola en el posa-brazos, solo subía y bajaba imperceptiblemente con los dedos incrustados en su interior. Se libero de la situación minutos antes del final, con la excusa de la preparación de la cena…
…………….
Ella y el invitado se seguían mirando como el primer día, sin demostrarse ni demostrar.
……………

Ella se levantaba muy temprano para intentar recibir a su invitado en horas del amanecer. Tomando mate en el balcón, logró luego de varios intentos, recibirlo y sorprenderse. Siempre un dejo de disimulo se interponía entre ambos.
Se saludaron con un beso de cortesía en la madrugada, aunque no se besaban para saludarse en esas vacaciones. Le ofreció un mate y mirar el sol subiendo rápidamente. Se escuchaba proveniente del dormitorio ruidos del esposo haciendo algo, durmiendo, yendo al baño, pero volvía al silencio todo después de unos minutos. Calentaron otra pava, y siguieron tomando, ya muy cerca el uno del otro. No se animaban a hablar del tema, tampoco a tocarse, pero si se permitían esos roces que podían suponerse casuales. La casualidad les daba la protección mínima que su psiquis requería. Aunque en muchos casos esa casualidad era ridícula por su artificialidad.
Sin mirarse, chocaron las manos al pasarse el mate, y bastante yerba húmeda cayó en la maya del invitado y en lo bajo del abdomen. El accidentado no se quitó la ropa rápidamente para protegerse, que hubiera sido lo indicado. La esposa se río sin mucho escándalo y buscó un repasador. - ¿te estas quemando? Le pregunto. Y el invitado que podía hacer algún esfuerzo, no hizo nada y dejaba que todo lo haga la dueña de casa.
Si!, me quema un poco, contesto. Mostrando la parte delantera de su short. Entonces la esposa, levanto un poco el short, y paso el repasador dentro de la malla. Le dijo, no queremos que te lastimes justo acá. Separo la malla caliente, y con el repasador secó el vientre, y bajó hasta encontrarse con la verga húmeda. La secó, no toda la humedad era el agua del mate. Aunque la situación los excitaba descontroladamente, mantenían una aparente normalidad, como si creyeran que en realidad se estaban limpiando. Ese era el código que encontraron para permitirse las libertades.
Debajo del short, le rodeo la verga y comenzó a sacudirla muy suavemente, ambos miraban el mar y el sol, en silencio. Desde el dormitorio llegaban ruidos que indicaban claramente que ya estaban todos despiertos, pero la mano seguía firme debajo del short, al límite del abismo.
………
Ella pensaba que sería una locura que la encuentren en una situación inverosímil. Ni le había pasado por la cabeza nunca, una vida distinta a la que tenia, y esta vacación estaba poniendo en juego todo cuanto había construido.
Curiosamente, lo inquietante del momento, en lugar de alterarla y distraerle la libido, se la potenciaba, a ambos.
Sintió como las manos del visitante subían a su nuca y le mostraban la dirección de la verga.
Corrió suavemente el short, y dejo salir gran parte de la verga, suficiente para que le entre en la boca. Ella chupaba y trataba de adivinar si los ruidos que venían del dormitorio indicaban que se aproximaba alguien. El sol ya estaba empezando a pegarle al balcón y lo sentía la rubia en el rostro.
Sus oídos un poco aturdidos por la pose, casi no la dejaban escuchar con precisión, lo que la exponía en situación muy indefensa, estaba librada a su suerte pero no podía detenerse. La calentura acumulada en esos días, en la cocina, en el sillón del living, la tensión insostenible, hicieron estallar este irrefrenable ímpetu.
Sintió un alerta en su espalda, el invitado suavemente le hacia saber algo. Supuso que alguien venia y muy sigilosamente trato de acomodarse disimuladamente, hasta pensó en algo que justifique estar arrodillada en el balcón, por si alguien llegaba. Cuando retira su cara lentamente se da cuenta que el aviso era para alertar del borbotón de leche que se avecinaba. Su cara, a pocos centímetros de la verga, recibió toda la tibieza y estremeció su sorpresa. Chupó hasta dejar ese abdomen limpio. El gusto a mate le recordó como había llegado a esa situación, no pudo explicar su risa, al imaginar el mate de leche que se había desayunado.

3 comentarios - Invitado

efferato +1
Wow, excelente gramática. Excelente relato. Felicidades. que buen escrito.