Entierro

Muere la mujer casi desconocida, no la hubiera reconocido en la calle si la veia, pero por estas cosas de la educación, acompañe a mi esposa a el adios acostumbrado. Dado que se trataba de una muerte temprana, no tarde en detectar una par de señoras con un fisico llamativo.
Eran dos, con jeans justos al cuerpo, y realmente estaban impresionadas por lo repentino y juventud en que se produjo la noticia.
Era una situación muy triste, ver como avanzaba lentamente el cortejo, entrando en el pequeño edificio de nichos. La cola de personas, apretadas fue entrando y finalmente quedo quieta, trabada contra algo que sucedía delante pero que pocos podían ver. No hacia falta mucho esfuerzo para imaginar lo que sucedía. Yo por un instante deje de ver a mi esposa, que suponía delante mió. Sin ninguna intencion, al menos manifiesta, me acerce al cuerpo de la mujer que tenia delante, y susurrandole algo al oido, la tome de la cintura y acaricie las formas que dejaba la remera ajustada y sedosa. Me resulto todo muy familiar, tan familiar que no solo a mi me parecio asi, a ella tambien y no se sorprendio, ni del susurro al aido ni de la caricia en la cintura y caderas. Pero su amiga si se sobresalto, y los nervios debieron motivar la casi carcajada, muy impropia del momento.
Fue como un despertador, mire el cuerpo que tenia delante y calarmaente no era mi esposa, tenia una remera negra o marron oscuro ajustada al cuerpo, en lugar de la blanca suelta que debia confundirme.
Me disculpe en voz muy baja, y me retire al costado, sin dejar de mirarlas, a las dos. Fue un momento distinto en medio de la tension.
La espera para el saludo familiar, nos volvio a poner muy cerca, en penumbra, dentro del pequeño edificio. La amiga me miraba a mi, miraba mis piernas y le miraba el culo a su amiga. Como imaginando que fuera a repetirse alguna accion. Asi como mi inconciente me llevo en el anterior episodio, ahora me empujaba a apoyarla. El culo estaba tan parado y firme, que no fue muy complicado sentirlo en mi bragueta. La amiga no dejaba de mirar, tapándose la boca para que no se le escape ningún signo esta vez.
Yo después de sentir la cintura en mis manos, queria sentir sus nalgas en mi verga, cosa que no parecia molestarla ni inquietarla. Sola la amiga miraba y se contenia. Lo que para todo el mundo era un llanto compungido, para mi era la mueca de placer voyeurista disimulada con la mano.
La amiga parecia tentada de tocar ella tambien. Miraba mi bragueta, y miraba a la cara a su amiga, ella la veia mas de frente que yo, lo que me permitio imaginar una cara de placer.
Me corri para confirmar mis sospechas, y el culo delante mio me siguió como un iman al hierro. Buscaba su hierro. Me movia unos centímetros y al instante venia en busca de mi hierro.
Se lo pasaba, ya al palo, bien por las nalgas, y me movia. El culo me adivinaba la ubicación y se acomodaba solo.
La amiga lo disfrutaba mas que nosotros dos que lo hacíamos. Los llantos alrededor no lograban distraernos. Los tres estabamos en nuestro mundo.
Nos fuimos moviendo dentro de la multitud que se apretaba en el pequeños edificio, la tercera que nos miraba, fingio conocernos y en un abrazo solidario, me murmuro algo al oido, que no entendi. Senti como me agarraba la verga y se mojaba con su jugo. Se retiro un poco y me mostro como se chupaba la mano muy sigilosamente. Me calento tanto eso, que no pude evitar tomar de las caderas al culo imantado. Sin despegarlo de mi, lo apreté y le hice sentir lo caliente que estaba.
La multitud se fue despalzando en una direccion y nosotros tres en otra, hasta quedar solamente rodeados por pocas personas. Una vieja, dejando besos sobre una foto y el mármol de un nicho, un par de nenas y un viejo maestranza del cementerio. Los tres no miramos y poco nos importaron los presentes. Nos abrazamos y nadie sospecho nada de un mar de abrazos que son los cortejos fúnebres. Finalmente tuve esa cintura de frente a mi, con las tetas empujando mi pecho, le comi el cuello y le pase la lengua por el escote. Me pareció que la vieja nos observaba, pero mi calentura se impuso sobre las miradas de la vieja. El de mantenimiento, detuvo su barrido, tampoco importo, como con mi mano derecha le recorría por sobre el pantalón, el orto a la tercera mirona.
Ellos empezaron a tener vergüenza de nosotros, y se retiraron. Nos fuimos acurrucando como doloridos por alguna desgracia familiar, y ocultos en el cono de sombra de una pared lateral, nos vimos las caras francamente por primera vez. Sin pronunciar palabra, bajo por delante mio, y desabrocho el pantalón, para chupar la verga ya muy mojada por cierto. La tercera miraba, al parecer ese era su placer. Yo le comia las lolas con la mirada y con algun apretón.
Se escuchaban muy cerca los quejidos de algun servicio cercano. Nada podia frenar la alzadura. Le arranque la verga de la boca, la puse de pie, la di vuelta y logre bajar un poco el jean ajustado. La mirona quedo de frente a ella y yo ya forcejeaba para meterla donde sea. Ella se ocupò que sea en el culo. La mirona, mas baja, quedo justo a la altura de las tetas. No me sacaba la vista de encima, pero no interrumpia la chupada de tetas. Los gemidos del sandwich retumbaban en el mármol y placas de bronce. Me desabotone y se la di de chupar a la petiza mirona, que quiso tragar, pidiendo en voz baja, sacala que quiero que me la des en la boca. Las dos, muy desalineadas, arrodilladas terminaron compartiendo la leche y sus incontenibles ganas.
Me subi los pantalones, me subi al auto, y nunca supe ni quienes eran, ni como se llamaban, pero la calentura que tenian, me resultaba muy confortable y hasta familiar.

3 comentarios - Entierro

yosoyelflaco +1
lindo entierro!!!! yo lo unico que encuentro en los entierros son viejas!!!
alex_masters +1
yosoyelflaco dijo:lindo entierro!!!! yo lo unico que encuentro en los entierros son viejas!!!


igual
kramalo
muy bueno..!! Ché...eran tus primas.....cómo no las reconocistes..? jaja....!!