La Plancha

Por esas casualidades, la pileta de casa estaba caliente. Siempre quisimos que tuviera caldera pero siempre nos pareció un “chino”. Pero hoy estaba mas que tibia, los plomos habían dejado el agua así y nos propusimos aprovecharla.
Aunque el aire era frío, abajo del agua el cuerpo disfrutaba un estado casi fetal, que solo la calidez maternal le puede asegurar a su cría. Ese estado, me hacia acordar al estado que tanto se buscaba en los 60`s, psicodélia incluida. Sin darme mucha cuenta, el tiempo fue pasando y las imágenes se iban atropellando en mi cabeza, llegando a mi estado de meseta y confusión que ya me había sorprendido felizmente en otras ocasiones.
La plancha me arrastraba de un lado al otro de la pileta, hasta que siento que estaba acompañada. Intente adivinar, para no moverme de mi plancha, que siempre me dio trabajo sostener y no quería estropearla con mi curiosidad. Nadie muy extraño podía ser. Mis oidos abajo del nivel de agua, no me dejaban escuchar la conversación, que aparentemente era para mi. Tampoco mi psicodélia quería abandonar. Al parecer mi silencio se interpreto como una respuesta, porque sentía como me llevaban de un a lado para el otro, a lo profundo, cerca del chorro tibio, al acercarme al chorro, como me llevaban de una pierna, mi cola quedo abierta en v, con el chorro justo en medio mío. Ni se me ocurrió que pudiera ser a propósito, sin duda la casualidad, pero no deje pasar la oportunidad y mi estado hizo el resto. Sentí como me estremecía y tampoco tuve conciencia para contenerme, sentía como me tomaban de una pierna, me decían algo que poco me importaba, estaba concentrada en mi mundo interior y muy excitadita por cierto.
Empecé a sentir que mi temperatura subía y pasaba la del agua, hasta casi darme frío, pero en lugar de incomodarme, sentí como un alivio que el agua aparentemente fresca me contuviera. La mano que me sostenía la pierna, firmemente no dejaba que me hunda, mi plancha se volvió mas fácil, pero puso mi atención en la mano y mi pierna, lo que me hizo depender de esa fuerza y empezar a sentirla y disfrutarla. Estaba como suspendida y al ver que me desequilibraba, la otra mano tomo mi otro tobillo. Ahí la paz volvió a mi cuerpo y sentía como el agua se entibiaba entre mis piernas. No me importo mucho que se notara mi calentura, pensé que el agua disimulaba todo.
Fue un instante de inconciencia y sentía unas risas muy cerca, las manos ya eran brazos y los tobillos ya eran mis muslos. Tenia mis piernas abrazadas por dos brazos y las manos firmes apretando mis piernas, bien arriba casi llegando a mis nalgas. Me preguntaba como había llegado a esta posición. Seguramente era parte de un juego de agua, algún MarcoPolo, me pareció escuchar. Cada tanto un forcejeo y las manos que se movían de sitio, hasta me pareció sentir que uno de esos movimientos me corrió mi tanga. No se porque tenia esa tanga, que nunca me había animado a ponerme, calculo que pensé en usarla al menos en casa ya que me daba vergüenza en la playa delante de mi familia.
Resolví no dar mucha importancia a mi culo casi desnudo por el movimiento del agua, supuse que se acomodaría solo y no tendría que salir de mi semi inconciencia. Pero algo vino en mi auxilio, mi sostén se ocupo de poner la tanga en su sitio, y no solo encajarla bien en el culo, también se ocupo de acomodarla adelante, al tiempo que decía algo. Abajo del agua todas las vocales se escuchan como u, incomprensible. La acomodada de la tanga siguió con una del corpiño, aunque las manos para llegar a acomodar las cintas en mi cuello, se vieron en la obligación de acercarse. Tanto que sentí su cuerpo fuerte contra mi entrepierna, tibia y sin frenos. Las manos se entretuvieron en atar las tiras y acomodar las tazas del bikini, pero ya me fuè muy claro que pasaba mas de lo necesario por los pezones, que hacia rato estaban duros como madera. Mi mente se sumergió mas aun en su estado, para alejarse definitivamente de alguna explicación. Mi tanga ya se había desatado nuevamente, pero el motivo era otro, no había lugar para una mano adentro, aunque parecía que me acomodaban, la mano estaba adentro y desacomodaba.
Los dedos se encargaron de hacerme perder el control, todo resultaba bien y la sensación de velocidad me invadió, alcance a tocar algo duro con mis manos, pero no pude reunir las mínimas fuerzas necesarias. Desistí. De todos modos esa falta de fuerza era la que estaba permitiendo que esto sucediera. Las manos ya estaban en mi boca, la tanga flotaba cerca de mi cara y mi culo se ofrecía generoso en su interminable éxtasis. Un suave forcejeo me hizo casi despertar, pero la sensación de profundo placer me hundió nuevamente en mi interior. Que poco importaba todo en ese estado, donde todo estaba bien.
Creo que fue un rato o una hora, tal vez dos. El tiempo era un imposible.
Yo la plancha nunca la aprendí bien, calculo que en cuanto me dejaron, empecé a ahogarme y eso me terminó de llevar al mundo de lo real. A mi alrededor no había nadie, solo el short de baño mojado flotando cerca del skimer y el inconfundible olor a excitación que ya conocía bien en casa. Mi chapuzón y algún grito ahogado que se me escapó, altero la paz familiar, pero no lo suficiente para inquietarse. Estaba completamente desnuda y me dio vergüenza, ya que no había ni una toalla, nada. En puntas de pie, subí las escaleras, me puse mi salida y así mojada, sin fuerzas me tire en mi cama, sintiendo que todo estaba muy bien.

0 comentarios - La Plancha