El casting

Las estrecheces económicas obligaron a mamá a presentarse a un casting para hacer porno. Tenía que presentar unos videos practicando sexo y mamá pensó que fuera yo quien le tomara esos videos.

Sí, tal como dice la sinopsis, las estrecheces económicas de mama fueron en aumento desde que murió papá. Si bien al principio gozamos de cierta holgura económica por el cobro del seguro de vida que papá tenía contratado, éste fue menguando paulatinamente. Yo tenía que acabar mi carrera de ingeniero, me quedaban dos años, y mamá no trabajaba; nunca había trabajado, nos manteníamos con el sueldo de papá que era cuantioso, pero la pensión de viudedad dejaba mucho que desear, no era lo mismo que el sueldo.

Mamá se mantenía joven a sus cuarenta años recién cumplidos. Es muy guapa, su sonrisa arrebata a cualquiera hasta en sus más bajos instintos. Su cuerpo, bien formado, con sus curvas y prominencias se le notaba macizo y duro. No sé porque había elegido ese trabajo, porque podía haber desempeñado muy bien un trabajo de secretaría en alguna empresa importante. Aunque bien mirado, para acabar follando con el jefe, más le valía hacerlo profesionalmente. Es una manera de ganar mucho dinero de forma rápida.

Un día después de comer, sentados en el sofá viendo la televisión, mamá me dijo:

Hijo, el dinero del seguro de papá se está esfumando, con la pensión no nos llega... me estoy buscando trabajo.

Bien mamá.

Tú tienes que terminar la carrera, he estado echando cuentas y.... no sé como decírtelo...

Dime mamá.

Me han seleccionado en un casting para hacer porno...

¿Porno? ¿Follar y todo eso?

Sí hijo... es una manera de ganar dinero rápido. Nos hace mucha falta.

No sé que decirte, pero... si estas decidida...

¿Es que no me ves preparada para eso?

Mamá se levantó y se exhibió delante de mi girándose en todos los sentidos. Llevaba una falda corta y sus piernas y muslos bien formados, se movían sinuosos y sugerentes. Se desabrochó la falda y cayó al suelo dejando sus más deliciosas intimidades ante mi vista. Unas medias liguero, blancas trasparentes se conjuntaban con unas braguitas también blancas y estampadas, adivinando la rajita de su coño afeitado. Su trasero, sin ser prominente, provocaba una lujuria especial cuando se movía. Me quedé extasiado y asombrado mientras mamá seguía contoneándose y girándo delante de mi. Esa no parecía mamá, sino una diosa lujuriosa venida del Olimpo, que estaba rasgando en mi bragueta provocándome un dolor inmenso.

¿Qué? ¿Qué te parezco? ¿Puedo superar ese casting o no?

La verdad, no sé que decirte... no me esperaba...

Venga hijo, no disimules... alguna vez me has espiado mientras me bañaba.

Me ruboricé ante su respuesta, pero era cierto, era cierto, mamá me había descubierto. Eran muchas las veces que la había espiado mientras se bañaba. Y bien que me fijaba cuando aparecía por el comedor con la sola toalla de baño para comer. Sus tetas se insinuaban terriblemente, no eran ni grandes ni pequeñas pero se empaquetaban morbosamente en sus sujetadores. Cuando eso ocurría la comida para mi era un tormento. La imaginaba allí con la toalla y sin braguitas, con su coño fresquito y humedecido... hasta su boca y sus labios me parecían lascivos cuando masticaba la comida, o cuando sus labios morreaban el botellín de cerveza que bebía. Mi polla empalmaba rápidamente y mamá aún se ponía más lasciva en sus movimientos y conversaciones, como si supiera que me estaba derritiendo de deseo. Cómo me hubiera gustado en esos momentos desaparecer debajo de la mesa, abrir sus piernas, desanudar su toalla y comerle el coño fresquito y humedecido, pajeándome hasta correrme de gusto.

Sí, estaba sintiendo dolores atroces en mi polla de verla contonearse ante mi. Mis manos, por vergüenza, se sentía maniatadas e impotentes para realizar cualquier acción. Mi cara se iba descomponiendo y me note sudoroso y agobiado.

¿Qué te pasa hijo? –dijo esa diosa sentándose a mi lado mesándome los cabellos.

No lo sé mamá... me siento agobiado... me duele...

¿Dónde te duele hijo?

No le contesté, su proximidad me perturbaba por entero. ¿Acaso te duele aquí? Dijo pasando sus manos por mi bragueta. No quise mirar ni contestarle. Cerré los ojos y me perdí en su tacto sobre mi cuerpo. Noté como desanudaba la correa y me bajaba los pantalones. Después acarició mi polla por encima de los boxers y un ahhhhhhhhhhhhh, escapó de mi boca. Yo seguí con los ojos cerrados y mamá seguía frotando mi polla y mis huevos sobre los boxers.

Grande y preciosa la tienes hijo, ¡Muy grande!

Mamá se desabrochó su blusa y cuando ni me lo esperaba me tomó de la cabeza y me hizo chupar una de sus tetas. Posó toda su lujuria en mi boca, en mis labios... ¡Qué pasión! Empecé a chupar el que me pareció un hermoso pezón que se erguía ante mis chupetones. Mamá tiraba de mi cabeza dándome a mamar toda su teta. ¿Era una diosa o una puta? Miles de pensamientos pasaron por mi cabeza mientras gozaba de mamá con los ojos cerrados. Había bajado mis boxers y sus manos acariciaban y repasaban mi polla y mis huevos con una dulzura que me hacía estremecer y temblar.

Mamá no puedo... no puedo soportarlo.

Entonces mamá, sintiendo que me venía, dejó de darme de mamar sus tetas y hundió su boca en mi polla comiéndosela hasta la mitad. Mis hasta ahora gemidos se convirtieron en gritos de pasión desbordada. Mamá comiéndome la polla... no lo podía creer. Abrí los ojos y vi a esa insigne diosa moviendo la cabeza de arriba abajo, tragando... tragando como una vulgar puta. Tomé su cabeza y se la hundí hasta que sus labios rozaron mis huevos. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, por favor, que placer, ¡Quien lo hubiera creído! ¡Que placer!

Así, así mamá... más, dame más...

Mamá se desataba chupándomela con vicio. Mis pasiones, mis efluvios, todo se condensaba en mi mente... cerré los ojos y me corrí en su boca con espasmos. Dulce mamá,... se tragó toda mi leche como si lo hubiera hecho muchas veces. Me rendí ante ella, exhausto. Mamá babeaba mi leche en sus labios y me sonreía, castigándome con su sonrisa. Me acariciaba la polla y los huevos con sus manos...

Ha estado bien hijo... me ha gustado.

Yo también me he corrido... dos veces.

Esto deberíamos repetirlo de vez en cuando.

¿Sí? Bueno... estoy exhausto.

Mamá me dejó descansar. Me chupó la polla para limpiar con su boca los restos lechosos de mi corrida, y después marchó al baño a limpiarse.

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Al rato cuando regresó, yo ya estaba algo más repuesto. Se sentó a mi lado y me dijo:

Escucha hijo. En ese casting me hicieron una entrevista y tuve que posar en ropa interior, Tal como me has visto tú hoy. Esa primera selección la he superado, y ahora me piden que envíe un vídeo practicando sexo, y había pensado...

¿En mi? ¿En practicar sexo conmigo?

No, para eso ya tendremos tiempo. Tú quiero que seas quien lo grabe... había pensado en el tio Anselmo.

¿En el tío Anselmo?

Sí hijo, es soltero. Además siempre me ha gustado. Debe de tener la polla grande y dura, muy digna de ese casting.

¿Pero...?

No hijo... ya sé lo que estás pensando. Tío Anselmo me gusta, pero su sueldo no da para los tres. Necesitamos dinero con cierta urgencia... ¿me entiendes?

Había pensado que tú, hijo, que te manejas bien con estos aparatos, fueras quien nos tomara el vídeo follando.

Ufffffffffffffffffff, después de lo de hoy no sé si podré. Además, delante del tío Anselmo...

Sí hombre no te preocupes... si el tío Anselmo está loco por follarme, que te crees que no me he dado cuenta, jajaja.

Sí mamá, pero... vaya papel que me adjudicas.

No te preocupes, tú procurar contenerte y dedícate a la cámara. Si sale bien algún día follaremos los tres.

¡Mamá, me asombras!

No hijo, no. Todo sea por el dinero que nos hace falta.

Esa faceta de mamá no la conocía, pero lo decía tan convencida.... ¡Qué lujuria! Ver y filmar como a mamá follando con el tío Anselmo. La verdad es que mi habilidad con las cámaras era buena, pero filmar esto me suponía una lucha entre mis conocimientos y los instintos de mi polla en esos momentos. ¿Qué tenía que destacar? Las tetas de mamá, su coño, su arrebatadora sonrisa o la polla del tio Anselmo... ¡Vaya dilema!

He quedado con el tío Anselmo aquí en casa para el sábado. Él aún no sabe nada, así que habrá que endulzarle la garganta y levantar su polla con una buena cena y algunas copitas después.

¿Me ayudarás verdad?

Sí, sí, claro –le dije con cierto agobio.

Me parecía increíble. Recuerdo que de pequeño el tío Anselmo, hermano de mamá, me tiraba de las orejas y me contaba algún que otro chascarrillo de los suyos, me daba aguinaldo por Navidad y se llevaba muy bien con mamá y papá. Salíamos a comer juntos los cuatro. Siempre había permanecido soltero, auque se le notaba muy veleidoso con las mujeres. Todo un personaje. Luego, una vez que papá falleció y me hice mayor, empecé mis estudios y dejé de verlo. Mamá se comunicaba más con él, por teléfono y alguna que otra vez que había quedado para asuntos de familia, herencias y estas cosas. No podía imaginar como le iba a sentar la estrambótica noticia que mamá estaba dispuesta a darle el sábado. Uffffffffffffffff, muy morbosa y sugerente esa situación. Los días de esa semana que restaban hasta que llegara el sábado, los pasé ciertamente nervioso. La situación no era para menos. Recargué mi videocámara nueva con una micro cassette de más de dos horas de grabación, mientras mamá me aleccionaba día a día en mi comportamiento con el tío Anselmo. Mis nervios eran tales que me olvidé de la lascivia que sentía por mamá, y solo escuchaba sus palabras y sus consejos, hasta que llegó el ansiado día, el sábado.

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La verdad es que a pesar de los consejos de mamá me encontraba muy nervioso, no sé si podría soportarlo. En principio todo debería de ir bien, como una cena familiar normal y corriente... el problema vendría después de los postres.... no sé. A eso de las ocho y media de la tarde suena el timbre de casa. Mamá estaba acabándose de arreglar, me dice:

Hijo, ve a abrir... debe ser tío Anselmo.

Miré por la mirilla y sí, era tío Anselmo. Aparecía maqueteado con un traje chaqueta de color clarito, con corbata a juego, que le sentaba elegante. El flequillo echado hacia atrás y esa sonrisa que nunca faltaba en su boca. Abrí la puerta y....

Hola Ricardito... ¡Que mayor estás desde la última vez que te vi!

Pase tío Anselmo, pase

Pero... no me hables de usted Ricardito, que soy tu tío, jajaja.

Ricardito, que soy yo, había cumplido ya los 19 y mis amigos me llaman Richard, y el tío... pues eso, Ricardito, como si aún anduviera buscando el chupete por casa. El tío avanzó por el pasillo hacia el salón, se conocía la casa. Cuando llegó al salón preguntó por mamá, le dije que estaba acabando, que saldría el cualquier momento. Se desembarazó de la chaqueta y se sentó en el sofá de manera explayada.

- Y tú ¿qué tal muchacho? ¿Cómo van los estudios? ¿tienes novia?

Las preguntas de siempre... esas que se suelen hacer cuando hace tiempo que no ves a una persona, o así como para cumplir. Deseaba que mamá apareciera y se hiciera cargo de la situación. Esa jovialidad y don de gentes de tío Anselmo me superaba y me agobiaba.

Los estudios bien... no, no tengo novia.

¿Qué no tienes novia? Pues a tu edad ya deberías tenerla... sabes aquel dicho que dice... A tu edad, si no tienes novia, o no vales para eso o padeces claustrofobia, jajaja

Muy gracioso tío Anselmo, muy gracioso. El se contaba los chistes y él mismo se los reía. Siempre era así de dicharachero con todos, lo que me extrañaba es que continuara soltero. Vaya, por fin apareció mamá por el salón. El tío se levantó del sofá al verla, se saludaron...

Hola Ansel...¿Cómo estás?

Hola guapa... uffffff, después de verte con lo de guapa creo que me quedo corto, jajaja.

uy, mamá le ha llamado Ansel (ni que fuera de Hansel y Gretel) y él a ella guapa. Estos dos se tienen confianza –pienso- esto me reconforta porque de alguna manera facilita las cosas. Sí, la verdad es que mamá apareció muy guapa y muy bien arreglada. Zapatos negros clásicos de medio tacón que realzaban sus piernas más allá de las rodillas en donde se ocultaban por un vestido precioso, también en negro, de seda que se tupía lascivamente a su cuerpo sugiriendo sus formas más sensibles a la vista. Sus pendientes, dos chinitas brillantes que soportaban el balanceo de un aro circular que jugueteaba en su cara con sus movimientos. Sus ojos, negros como el azabache, se sentían dulcemente acariciados por el rímel de sus pestañas; su pelo almidonado en rubia platino y esos labios rojos algo sobrecargados que hacían más luminosa su sonrisa. A tío Anselmo se le veía tremendamente excitado observando a mamá como ataviaba sus encantos.

La verdad es que –le dijo- nunca te he visto tan guapa como hoy Maribel. Me tienes asombrado.

Muchas gracias Ansel, espero que la cena también sea de tu gusto.

Si la has preparado tú, seguro que sí, jajaja.

Ven Ansel, tu te sientas aquí... yo me sentaré enfrente y mi hijo en el lateral, aquí hijo.

Ansel, ¿Quieres una copa mientras tanto?

Bien vale.

Tio Anselmo y yo nos sentamos a la mesa. Y mientras tomaba esa copa y fumaba un cigarrillo me dice:

Vaya, vaya Ricardito (y dale con Ricardito, ¡Qué pesado!), parece que fue ayer que eras un renacuajo y hay que ver lo grande y crecido que estás.

No tienes novia, pero tendrás amigos ¿no? Y estas noche imagino que saldrás con ellos.

Vaya preguntas que me hacía el tío, esté parece que quiere quedarse a solas con mamá, y veleidarla feliz esta noche. Vaya corte que se va a llevar –me decía para mis adentros-, jajaja.

Mamá se fue a la cocina a por los platos preparados y cada vez que aparecía por el salón o volvía a la cocina al tío se le iban los ojos detrás de su culo. Toda una rata de cloaca debía ser este tío Anselmo, y mamá, una diosa purificada, que esta noche iba a dejar de serlo. La cena que presentó mamá fue muy frugal, para que el tío Anselmo no se sintiera pesado tras ella. Marisco fresco bien preparado, regado por un vino de la tierra, y canapés de salmón, lomo, pepitos, etc. para rematarlo con un caldo caliente.

Durante la cena mamá y el tío fueron los que llevaron la conversación hablando de estos temas familiares que siempre surgen... que si este que si el otro... que si el trabajo de este, que si el trabajo del otro, en fin estas cosas que de chico siempre había escuchado en las conversaciones de mayores. En esta conversación mamá le insinuó al tío Anselmo las estrecheces que se le sobrevenían por lo cara que estaba la vida y estas cosas, y que se estaba buscando trabajo. No le desveló nada de momento. Que si había que costear mi carrera universitaria y demás. El tío Anselmo asintió ante las palabras de mamá, pero tampoco estaba como para echar cohetes y ayudar a nadie, tenía un trabajito de representante e iba tirando como podía. Acabada la cena aparecieron los licores y los postres de crema. El tío Anselmo se puso decorosamente alegre y simpático con esas copitas y mamá la verdad es que también estaba algo subyugada por lo comido y bebido. En esto suena mi teléfono móvil, eran mis amigos que me llamaban para quedar, les dije que esta noche no podía.

¡Qué! –dijo mamá.

Mis amigos –le contesté.

¿Ah, que te marchas? –dijo el tío.

No –atajó mamá rápidamente- esta noche no sale con sus amigos.

¿Ah no? –se asombró el tío. ¿Qué pasa? ¿Lo tienes castigado? Ya lo notaba yo un poco nervioso y retraído.

No, no es eso... se ha comprado una cámara nueva y esta noche la va a estrenar aquí en casa.

A tío Anselmo, con todo su desparpajo y su don de gentes, se le quedó una cara de gilipollas de estas que hacen reír a diente partido, jajaja... jajaja, vaya cara. No entendía nada.

Hijo, ve a por la cámara y enséñasela al tío.

Cuando marché a por la cámara, mamá se había despojado de sus zapatos y estirando bajo la mesa una de sus piernas llenó de alborozo la bragueta de tío Anselmo, que puso primero cara de asombro y luego se rindió con su mejor sonrisa a los rozamientos de mamá en su bragueta.

Mira Ansel, mi hijo va a grabar con esa cámara todo lo que pase aquí esta noche...

¿Noooooooooo? ¿Y que va a pasar?

Sí, es para un trabajo al que espero que me admitan –le dijo mamá rozando con sus pies la bragueta del tío Anselmo con más ímpetu. Déjate llevar y pon lo mejor de ti mismo para que esto salga bien.

¿Pero...? –Ansel no pudo decir más porque aparecí en el salón con la cámara.

Mira mira Ansel, que artilugios inventan... tiene una pantalla chica ad hoc para ver lo que se está grabando.

El tío Anselmo, volvía a poner cara de gilipollas... no acababa de entender a que se debía todo aquello. Mamá le fue explicando para ir disipando sus dudas.

Mi hijo, por supuesto, está al tanto de todo... y es muy hábil con estos cacharritos modernos que inventan.

Venga hijo, pon música que empezamos la sesión. Y tú Ansel, desinhíbete por favor... la noche es nuestra.

La música, a medio ritmo, muy tropical, empezó a sonar, mamá salió a la alfombra del salón descalza y empezó a bailar y a mimarse al compás de los efluvios musicales que halagaban sus oídos,... y los nuestros. La cara del tío Anselmo era todo un poema, sus ojos abiertos como platos, lo mismo miraba a mamá como bailaba que me miraba a mi mientras grababa. No entendía nada. "Mi hijo está al tanto de todo", "desinhíbete", "la noche es nuestra"... ¡pero yo no sé de qué va esto! Primero me frotan la bragueta y ahora –pensaba tío Anselmo-... No quería reírme porque estaba grabando, pero me estaba partiendo de risa por dentro viendo la cara de mi tío.

Mamá se mimaba, se tocaba sus tetas, le lanzaba besos al tío Anselmo y se ponía de espaldas para moverle el culo. El tío sudaba, no se podía creer lo que estaba sucediendo... ese hermoso culo allí, tan cerca de sus manos. Se aflojó la corbata y me miró con locura contenida. Al final mamá lo sacó a bailar a la alfombra. Lo sobó, le rindió su cuerpo y sus labios, y el tío no se pudo contener ante el volcán que quemaba sus entrañas y se rindió besando a mamá profundamente. Un beso tórrido que duró más de un minuto, mientras sus manos se perdían acariciándole el culo de mamá por todos lados. Mamá sacó su camisa fuera del pantalón y fue deshebillando su correa. El beso seguía, lujurioso y tremendamente largo. Sus lenguas hervían fluctuosas, compartiendo los cálidos jugos de la pasión de sus bocas. Lo estaba grabando todo, era impresionante, estaba empalmado de verlos.

Cuando el pantalón del tío se encontraba en sus tobillos las manos de mamá acariciaban un enorme bulto que se escondía en sus boxers. ¡Lujuriosa mamá, donde las haya y quien así la tenga! Cuando acabó ese largo beso el tío, hipnotizado, volvió a la realidad, y cuando vio sus pantalones a la altura de sus zapatos se volvió loco. Deshojó a mamá de los tirantes de su vestido y empezó a chuparle las tetas hasta la extenuación, como un poseído. Es lo que siempre había deseado. Mamá lo tomó en su cabeza para que siguiera chupando y me miraba para comprobar que todo lo estaba grabando.

Al final, los boxers del tío se vinieron abajo y mamá gozó de la dureza de su verga mientras el tío gemía incontrolado. La empezó a masturbar mientras el tío acababa de desnudar a mamá y dejarla como una diosa, con un liguero en rojo y bragas del mismo color. Una preciosidad que el cachondo de mi tío se iba a follar y que yo me tenía que conformar con grabar y sufrir con todo lo que estaba grabando. Mamá, con la verga de mi tío en sus manos lo llevó hasta el sofá. Mamá se sentó y mi tío así de pie, se dejó mamar por mamá. La polla del tio entraba y salía de la boca de mamá a velocidad vertiginosa, esa diosa se había convertido en una puta. ¡Como se la chupaba! ¡Que gusto! El tío cerraba los ojos y rugía como un león herido en la pasión. ¡Que golfa! ¡Que bien la chupa la muy puta! Mascullaba.

Me acerqué al sofá para tomar ángulos y grabar más de cerca y mamá chupando polla como una verdadera puta, aún le sobró una mano que frotó por mi bragueta incitándome a su dulce pecado. Me estaba desequilibrando en la grabación. Mientras mamá le comía la polla al tío me estaba bajando los pantalones y los boxers. Me volví loco. Cuando tuvo mi polla en sus manos me masturbó sin dejar de comerle la polla al tío. ¡Era increíble! Sí... ¡Mamá era increíblemente puta! Podía con los dos. Se tumbó en el sofá, abrió las piernas y el tío la empezó a follar hasta vendimiarla toda hasta los huevos. Mamá gemía pero aún quería más. Me hizo una seña, subí al sofá y empezó a comerme la polla mientras el tío la follaba. Ya no sabía quien gozaba más el tío o yo mismo. No sabía si grabar al tío follándola o a la mamada que me estaba dedicando. Nuestros jadeos se alternaban, mientras mamá, inmensa puta, no dejaba de gozarnos. Polla en su boca, polla en su coño, ambos embistiéndola. Poderosa puta donde las haya.... el tío empezó a abroncarse sobremanera... le venía el gusto, se iba a correr... y yo también. Mamá abrió la boca y sujetó sus tetas para que nos corriéramos en ellas.

Y así, con el placer extralimitado que nos había proporcionado mamá, fuimos vertiendo nuestra leche en su cara y en sus tetas. Y mamá se esforzaba porque nuestra leche se quedara esparcida. Me indicó que grabara todo esto muy de cerca. Tras esto detuve la grabación. Nos tumbamos los tres en el sofá, exhaustos, sobre todo nosotros. Y allí reposamos la veleidad de nuestras pasiones.

Mamá le explicó al tío Anselmo que se trataba de un trabajo para hacer películas porno, y que ofrecían mucho dinero. El tío Anselmo acabó sonriendo y comprendiendo todo aquello.

De todas formas Maribel, la noche ha sido maravillosa... ¿Lo has hecho de manera profesional o de otra manera?

Bueno Ansel, eso lo dejaremos en incógnita... ¿te parece?

Me parece, pero... creo que ahora soy yo el que te debe invitar a cenar en mi casa. Ya veo que tu hijo está al tanto de todo... puede venir también a cenar... con la cámara por supuesto.

Sí, Ansel, si esto sale bien, espero que hayan más grabaciones, jajaja.

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Tío Anselmo, se aseó, se vistió y se marchó, felicitándome por la grabación que había hecho. Mamá marchó al baño y yo me quedé allí, sentado en el sofá repasando por la pantallita de la cámara todo lo sucedido. La verdad, no estaba mal, habían escenas muy lascivas que me parecieron muy bien enfocadas. Cuando mamá me instó a participar, la cámara se puso nerviosa y no dejaba de moverse. Cuando me chupó la polla lo grabé muy de cerca, esa toma estaba sensacional. Era como para ponerse a sudar y empalmarse de nuevo. Me froté la polla y sí, algo de eso había. En esto sale mamá del baño, con su sola toalla, humedecida, convertida de nuevo en diosa, lasciva cien por cien. Se sienta a mi lado y observa en la pantallita el desarrollo de esa noche.

Mientras mamá observaba y comentaba, yo la miraba a ella, tan cerca, tan dulce, tan fresca. Exhalé sus perfumes de baño y me masturbé. Mamá advirtió este gesto y tomando mi verga asumió mi temperatura y mis deseos. Me estrecho entre sus pechos mientras frotaba suave, muy suavemente mi polla. Yo parecía sumergirme en el cariño y la pasión que estaba sintiendo por ella. Estremecido en su regazo, la toalla resbaló dejando sus tetas al alcance de mi boca. Todos mis deseos se desbordaron, las chupé, mojadas, húmedas, refrescantes y lascivas. Mamá, que no dejaba de frotarme la polla, llegando hasta el límite de mis instintos, se despojó de la toalla y como una diosa caritativa, se montó sobre mis rodillas abriendo las piernas y encajando mi polla en su coño me dijo:

Esa grabación ha salido muy bien... fóllate a mamá, te lo has ganado.

Y mientras el tiempo corría inexorablemente, el culo de mamá empujaba sepultando mi polla en su coño, y esa diosa me fue follando en el sofá una y otra vez como puta implacable, exacerbando mis efluvios de esclavitud eterna ante ella. Y cuando sus gozos se derramaban acuosos sobre mi polla, ya iba yo pensando como fijar la cámara para no tener que manejarla, y así, poder follar todos los días a esa diosa doméstica que tenía en casa.

FIN.

3 comentarios - El casting

elpitu_10
buen relato loco pone el video ahora estaria bueno lo compartas
leonidas1284
buen relato! pone fotos o el video!
saludos
mauass
Que buen relato, me dejo bastante prendido.
A mi me pasa algo particular. Si bien nunca me calente con mi mamá o quise hacer algo con ella, si me caliente el saber que otros lo hacen, que se follan a sus madres o parientes. ajajajajajajjaaj no sé a que se deberá.