La Emboscada ( 2da. Parte)

A partir de ese momento, Eva comenzó a cuidar su aspecto. Siempre fue cuidadosa, pero ahora se peinaba, pintaba, arreglaba, a toda hora, aunque tuviera que ir a hacer mandados. Y es que ella no sabía en que momento podía cruzarse con Raúl y quería estar preparada. Vigilaba a toda hora la casa de la esquina, tratando de conocer los horarios de sus vecinos. Notó que algunos días, Raúl volvía mas temprano, y cuando ese día coincidía con el horario de gimnasio de su esposa, ella se iba por un par de horas y el quedaba solo en la casa. Contenta de haber encontrado ese resquicio empezó a planear como aprovecharlo.
Martes y jueves, Clara se iba al gimnasio un rato antes de las 18 y regresaba pasadas las 20. Carlos volvía a casa todos los días entre 19,30 y 20 hs, dependiendo del tránsito. Tenía allí 1 hora y media libres, si es que Raúl volvía alguno de esos días antes de las 18. A partir de ese momento intensificó su vigilancia en esos días.
Por fin, un jueves vio llegar el auto de Raúl alrededor de las 17,30, y al poco rato, vio partir la camioneta que usaba habitualmente Clara. Tomando coraje cruzó la calle y tocó el timbre en la casa de los vecinos.
Una mucama abrió la puerta.
- ¿ Se encuentra la señora?, preguntó inocentemente.
- Espere un segundo, contestó la mucama dejándola en la puerta. Nerviosamente Eva se dio vuelta controlando que ningún vecino la viera.
- Buenas tardes, dijo a su espalda una voz varonil que ella conocía y soñaba. Se dio vuelta rápidamente.
- Buenas tardes, dijo poniendo su mejor sonrisa. Allí estaba él. De impecable traje, con la corbata apenas floja, y sonriendo mientras la miraba de arriba a abajo, con una mirada que la excitó.
- Ud. buscaba a mi esposa, pero pase, por favor, no está bien conversar en la calle. Es muy poco cortés. Ella agradeció y pasó al interior de la casa mientras él se hacía a un lado dejándole libre el acceso.
- Si, vengo siempre a charlar con ella y hoy tenía un rato libre así que decidí visitarla.
- Que pena, pero póngase cómoda por favor. Ella acaba de salir. Se va a poner muy molesta cuando se entere que Ud. vino y ella no estaba.
- Entonces preferiría que no le dijera que estuve. Total no tiene importancia, dijo Eva mientras se sentaba en el sillón y cruzaba sus largas piernas, haciendo que su falda subiera un poco más arriba de lo que resultaba correcto.
- No hay problemas. Será nuestro secreto, dijo él sonriendo. Mi nombre es Raúl aunque me imagino que Ud. debe conocerlo ya. Y se acercó hasta donde ella estaba sentada. Se inclinó y la besó en la mejilla. Un aroma viril la invadió cuando el la rozó. Sus pezones se endurecieron automáticamente bajo su camisa.
- Yo soy Eva, dijo ella, simulando indiferencia. No sé si Clara te ha hablado de mí.
- Si, por supuesto. Además ya te había visto antes, dijo Raúl con simpatía.
- ¿ Dónde me habías visto ? Preguntó Eva interesada.
- En otro momento te cuento. ¿ Quieres tomar algo mientras esperas a Clara?
- No quiero molestarte.
- No hay problema, lo único si me disculpas voy a ponerme cómodo que recién regreso del trabajo, dijo, y a continuación ordenó a la mucama que trajiera unas bebidas, y subió la escalera .
Eva quedó allí sin saber que hacer. No tenía experiencia en estas cuestiones. Nunca había engañado a su esposo, y hacía mucho tiempo que no intentaba conquistar a un hombre, y jamás lo había hecho con uno casado. Se sentía totalmente desconcertada. Por momento le parecía que Raúl estaba interesado en ella. Le sorprendió que él la hubiera visto antes, pero también pensó que podía ser solo un trato amable, y temía pisar en falso con alguien recién conocido. Decidió esperar a que la situación decantara por sí sola..
La mucama llegó con los tragos y al momento Raúl bajo la escalera vestido con un conjunto deportivo que le sentaba de maravillas.
Tomó los vasos y acercándole uno a ella, se sentó en el sillón a su lado.
- Clara me ha comentado lo bien que lo pasa contigo, dijo como para romper el hielo.
- Yo también disfruto de su compañía, dijo Eva sin dejar de mirarlo.
- Ella está mucho tiempo sola en la casa, así que es bueno que tenga amigas.
- ¿ y tu tienes amigos? Perdona la pregunta pero no veo que venga mucha gente a visitarlos
- No, realmente el medio en el que me muevo es muy profesional y las reuniones se producen en restaurantes y salones. Para las reuniones más íntimas utilizo nuestra casa de fin de semana. No da para compartir el hogar con los clientes, aunque llevamos una buena relación entre todos.
- Conocerás mucha gente interesante, dijo Eva
- Si, por supuesto
- Muchas actrices hermosas
- A casi todas
- ¿ Y tu esposa no se pone celosa de que estés todo el día fuera de casa acompañado de esas bellezas?
- Tus preguntas son bastante íntimas, dijo Raúl riendo.
- Perdona. Haz de cuentas que no dije nada. Es mi afán de hablar contigo el que hace que a veces diga cosas inapropiadas, dijo poniéndose colorada, y acusando el golpe.
- No te resientas. No me molestan las preguntas, dijo Raúl suavizando la situación,. Clara sabe que nunca voy a separarme de ella, y no, no es celosa. Sabe que mi trabajo exige ciertas concesiones.
- No entiendo. ¿ Me estás diciendo que la engañas a veces?, dijo Eva sorprendida.
Raúl tomo un largo sorbo de su vaso. La miró con picardía.
- Te sorprendería saber las exigencias que plantean algunas divas para firmar un contrato. Pero solo te diré que no es justamente el tipo de mujer que me gustan.
- ¿ Y cual es ese tipo? Me imagino que como tu esposa, dijo Eva comenzando a respirar entrecortada.
- Si, por supuesto, como mi esposa. Mujeres normales, de su casa, reservadas. Entre 35 y 45 años. Capaces de guardar en secreto una relación, o que tengan tanto que perder como yo si la verdad se sabe, dijo poniéndose serio y con ese brillo en los ojos que Eva recordaba del video que había visto.
La situación se estaba complicando. Miró el reloj y ya eran las 19,30.
- Bueno, si me disculpas tengo que irme. Mi esposo está por volver.
- No hay problema. Me gusta que hayas venido y espero verte otra vez
- Por favor, te recuerdo que no menciones que he venido, no quisiera que Clara se pusiera mal por no haberla encontrado.
- No te preocupes, no diré nada. Además si ocurre que alguna otra vez vuelve a suceder lo mismo, no queremos que piense que estos encuentros son planeados, dijo sonriendo, es una broma , no te apures, dijo bajando la intencionalidad de su frase, pero dejando a las claras que entendía las intenciones de Eva. Justamente ella no quería que Clara se enterara porque pensaba volver otro día en que ella tampoco estuviera. Se puso colorada al sentirse descubierta, y se levantó para irse. El la acompañó hasta la puerta y al llegar allí se inclinó sobre ella ( le llevaba una cabeza de altura) y la besó en la mejilla muy cerca de la boca, abrió la puerta y su manó se apoyó en su cintura para acopañarla hasta afuera. Esa mano en su cintura le quemaba. Eva ni se dio cuenta como llegó a la calle. Tardó unos segundos en recomponerse y cruzó a su casa. Sin detenerse se dirigió al baño y se metió en la ducha para recuperarse de las emociones que había sentido. Bajo la ducha, sintió que su esposo entraba en la casa. No le importó. Estaba planificando el momento y la forma en que seguiría adelante con su plan, que ya no tenía retorno. Iba a ser infiel, y lo iba a disfrutar.
El martes de la siguiente semana, nuevamente Raúl llegó temprano y su esposa fue al gimnasio. Eva se arregló para la ocasión. Vestido sin breteles, corto, sin corpiño, y unos tacos que estilizaban sus piernas. Poca pintura, bien peinada. La imagen que le devolvió el espejo al salir le gustó. Era una mujer normal, casada, apetecible y disponible.
Tocó el timbre y fue él quien abrió la puerta.
- Eva, que gusto verte, pero mi esposa acaba de irse
- No me digas que otra vez llegué en mal momento, dijo Eva
- No, el momento no es malo pero ella no está, pasa por favor.
Entró y se dirigió al sillón de la otra vez. Esta vez esperó de pie el saludo de Raúl y el beso casi rozó sus labios.
- Si quieres tomar algo tendrás que darme tiempo porque el personal tiene el día libre.
- No te molestes, dijo Eva aún mas decidida. Estaban solos por las próximas dos horas.
- Si me disculpas voy a cambiarme, dijo él y subió la escalera.
Allí quedó Eva, sintiendo que las piernas le temblaban. Nunca había sido infiel y sabía que estaba a un paso de cruzar ese límite. Ni por un segundo pensó en arrepentirse. Iba a seguir hasta el final.
Pasaron unos minutos y desde el rellano de la escalera Raúl le habló.
- Eva, mi esposa te mostró la casa, menos mi estudio. ¿ Quieres conocerlo? Ven sube, la invitó.
Despacio ella se levantó y subió la escalera. En el extremo Raúl, envuelto en una robe la estaba esperando. Tomándola de la cintura la acompañó hasta cruzar la puerta de un despacho grande, plagado de monitores y consolas de sonido.
- Vaya, realmente tienes todo un estudio aquí, comentó Eva sorprendida.
- Si, además de mi trabajo también es mi hobby, pero sientate le dijo indicando la silla que estaba en medio de toda esa parafernalia de equipo.
- No entiendo de estas cosas, trataré de no tocar nada que pueda descomponer.
- No hay problema. Te contaré un secreto, le dijo, mientras ubicado a su espalda, sus manos descansaban en sus hombros, no solo edito videos, sino que además desde aquí controlo todas las cámaras que tengo ubicadas en la casa.
Eva sentía esas manos en sus hombros y sus ojos miraban la pantalla que desde atrás y arriba, mostraba la posición en la que ellos estaban.
- Es interesante las cosas que pueden verse, dijo, mientras apoyando sobre ella una de sus manos jugó con los controles y vio a Clara saliendo de la casa en su camioneta y ella observando por la ventana de la suya, para al poco rato salir y dirigirse a la casa.
Su mano volvió acariciando su brazo y su dedo pulgar rozó su pezón, antes de volver a ubicarse sobre su hombro. Eva quedó sin palabras. Raúl sabía lo que ella estaba haciendo. Se movió inquieta en la silla, pero el suave, pero firmemente la retuvo en ella.
- No solo hay camaras exteriores. También tengo en toda la casa. Volvió a deslizar su mano nuevamente rozando su cuerpo y apoyándose en ella, un rápido cambio de imágenes y allí estaba ella en el living mirando los videos. Eva quedo petrificada, casi sin respiración. Se vio a sí misma tomando uno y colocándolo en el reproductor, y si, era el video privado. Pudo verse en la pantalla el strip tease de Clara y el de Raúl, pero también pudo verse el momento en que ella alcanzó su climax. Tan paralizada estaba que no notó como una mano de Raúl bajó por el costado de su cuerpo, hasta sus piernas y despacio se ganó por debajo de su vestido hasta llegar suavemente a su sexo.
- Cualquiera pensaría que te gusta mi cuerpo desnudo, le decía al oído. ¿ Te gusta?, Sabes, mi verga no es como la vez ahí. Cuando estoy con una hembra que realmente me calienta es aún mas gruesa. Hay mujeres que me han dicho que no pueden con ella cuando está tan furiosa, y mientras tanto sus dedos jugaban con su sexo, y las piernas de Eva inconcientemente se abrían para facilitar la incursión.
- Imagina lo que siente Clara al tenerla en la boca, ¿ te imaginas?, ahh y ahora viene mi parte preferida. Sabés me fascina montar a las mujeres como si fueran yeguas y yo un macho reproductor que las cabalga. Su otra mano, mientras bajó el frente de su vestido y sus tetas quedaron al aire y de inmediato comenzaron a ser magreadas por el macho.
Eva estaba paralizada. Las sensaciones se agolpaban en su cerebro y la intensidad de las mismas le impedían actuar. Las imagenes que volvia a ver y con las que habia soñado muchas veces, esas manos que recorrían su cuerpo sin pedir permiso, vaciaban su mente. Nada era capaz de decir y por ende no podía, ni quería intentar una resistencia. Se dejaba llevar por las oleadas de lujuria que la invadían. Para cuando la pareja del video alcanzaba su orgasmo, Eva estaba totalmente entregada y dispuesta. Un nuevo movimiento de controles y la pantalla comenzó a mostrar lo que estaba pasando en esa sala.
Raúl se despegó de ella e hizo girar la silla sobre sus rueditas dejándola de frente a él. Desabrochó su robe y la dejó caer. Estaba totalmente desnudo. Una verga dura y larga saltó como una fiera para quedar frente a la cara de Eva. Raúl tomó su rostró, se agachó y la besó. Fue un beso posesivo, depredador. Su lengua se abrió paso en su boca y la recorrió hasta casi llegarle a la garganta. La dejó sin aire. Eva cerró los ojos. Cuando las bocas se separaron, el acercó su vara a la boca de la hembra y el glande húmedo separó los labios de Eva. Sorprendida abrió los ojos y se asustó del descomunal miembro que tenía frente a ella.
- Abre la boquita, le dijo Raúl como jugando y ella le hizo caso. El glande se introdujo con dificultar. Sus labios debieron distenderse al máximo para recibirlo , pero una vez que tragó esa parte, el resto del aparato fue entrando despacio hasta producirle arcadas. Casi le llegó a la garganta.
- despacio golosa, le decía el macho, mientras con sus manos dirigía su rostro para que fuera despacio acomodando toda su verga.
Eva jamás entendería como pudo absorber semejante monstruo pero de pronto su nariz estaba chocando con el cuerpo de Raúl.
- Que placer, no son muchas las hembras que pueden con esta herramienta. Y si pudiste con la boca, te aseguro que con tu conchita va a ser aún más facil, mientras lentamente avanzaba y retrocedía masturbándose con su boca.
Luego de un rato es esta tarea, él se retiró , la hizo ponerse de pie y de un tirón la desnudó sacandole el vestido por la cabeza. Luego metió sus dedos dentro de su tanga y se la rompió en pedazos, ante la protesta de Eva.
- Tranquila que solo tendrá que cruzar la calle. Bien puedes hacerlo sin ropa interior.
La tomó de la cintura y la volvió a besar, con la misma furia que antes. Luego la levantó y la hizo arrodillarse sobre la silla con las manos apoyadas en el respaldo, dándole la espalda. En esa posición, se agachó y comenzó a lamerle la entrepierna, jugueteando con el agujero de su ano, para terminar tomando posesión de su vagina. Esa lengua vibraba sobre su clítoris, recorría sus labios y se introducía como si fuera una verga dentro de su cuerpo. Eva creyó que volaba. Nunca la habían sometido a una relación oral de esa magnitud. Se aferraba al respaldo y se mordía los labios para no gritar de placer, mientras la pantalla le mostraba el excitante trabajo que su macho estaba haciendo en ella. En minutos llegó al borde del orgasmo.
- ¡¡¡Detente, por favor, que me corro!!!!, suplicó entre gritos
- ¿ Y cual es el problema? Correte que esto recién comienza, dijo el y continuó con su trabajo.
Eva comenzó a sollozar y a suspirar como si estuviera teniendo un ataque, lo cual de alguna manera era cierto, y comenzó a correrse en la cara de su amante. El siguió con su tarea hasta que ella quedó sobre la silla totalmente agotada. En ese momento se separó de ella y tomándola en sus brazos, la llevó como si de una bolsa de plumas se tratara hasta una habitación contigua en penumbras, donde la depositó sobre una cama con un colchón de agua, y la cubrió con su cuerpo.
- Eres hermosa, y me vas a dar mucho placer, le dijo, mientras su boca recorría su rostro, sus orejas, su cuello. Al mismo tiempo sus manos separaban y levantaban sus piernas hasta que la parte trasera de sus rodillas quedaron calzadas en el pliegue de los codos de los brazos de su macho. En esa posición, se levantó un poco hasta conseguir que la cabeza de su verga descansar entre sus labios vaginales.
- Mírame le dijo posesivo, y cuando ella lo miró a los ojos, el muy despacio se dejó caer obligando a su herramienta a abrirse paso en el cuerpo de la hembra.
- ¡¡ Ay, por mi madre, que es muy grande, me revientas!!!, dijo Eva mientras trataba de escapar del arpón. Pero era una tarea imposible. En la posición que estaba nada podía hacer. Solo aflojarse y alojar el monstruo.
Con pequeños empujones Raúl que evidentemente tenía práctica en estos menesteres consiguió enfundar la mitad de su serpiente en el cuerpo de su víctima.
- Tranquila, espera unos minutos que ya le vas a tomar el gusto, le dijo suavemente.
- Esta bien, pero espera, no empujes, por favor, suplicó Eva.
Quedaron así un rato. Raúl se retiraba unos centimetros y volvía a empujar hasta entrar hasta el mismo lugar. El sexo de Eva se fue adaptando y comenzó a disfrutar de la intrusión. Sus manos se aferraban a los brazos de Raúl, y poco a poco, comenzó a aferrarlo y acercarlo para que la penetrara mas.
- Te está gustando, verdad putita? ¿ La quieres toda?
- Si, si , dámela toda. Ese era el momento que el macho esperaba. Se retiró hasta casi salir del cuerpo de la hembra y al regreso se dejó ir hasta que sus cuerpos chocaron.
Eva se pusó pálida, abrió la boca como para gritar pero nada salió de su boca. Se sentía llena como nunca. Todas las paredes de su vagina estaban siendo oprimidas por ese mazo que latía dentro de su cuerpo. Luego de unos segundos sintió como él se retiraba y parecía que al salir arrastraba su vagina dándola vuelta como un guante, y cuando solo el glande seguía clavado en ella sintió que la herramienta volvía a llenarla por completo. A la cuarta o quinta vez que recibió este tratamiento quedó al borde del climax, y siguió así hasta el final, hasta el momento en que el macho se hundió dentro de ella y comenzó a vaciarse. Un líquido caliente la llenó. Cada chorro pegaba en el fondo de su útero y se desparramaba luego por su vagina. Pudo haberlos contado si no hubiera estado tan ocupada encadenando sus orgasmos uno detrás de otro sin solución de continuidad.
Fue el sexo más salvaje que nunca había tenido, y que siempre había soñado.. Raúl cayó sobre ella y mientras terminaba de vaciarse la besaba en la boca metiéndole su lengua como las veces anteriores, mientras se retiraba y su verga quedaba colgando fláccida. Y no se detuvo. Siguió beśandola hasta que ella volvió a excitarse, y con desesperación volvió a buscar el objeto de su deseo. Lo encontró allí abajo, semi erecto y latiendo. Su mano se cerró sobre el y lo sintió como crecía lentamente. Rodaron de costado y siguiero besándose. Ahora sus dos manos jugaban con la estaca y los huevos, terminando de prepararlo para la continuación. Cuando se aseguró que estaba totalmente distendido, lentamente se dio vuelta y pegó su trasero al vientre del macho, en una clara invitación, que él no estaba dispuesto a resistir. Levantó la pierna derecha de la hembra y la ubicó sobre las suyas y en esa posición la cabeza de su verga chocó contra el sexo de ella. Con un leve empujón se hundió en su cuerpo. En dos o tres movimientos de cadera, ya la tuvo totalmente empalada. Una de sus manos tomó su cabellera y la tiró hacia atrás, mientras la otra magreaba ambas tetas alternativamente.
- No sabés en que te metiste. En esta posición puedo durar toda la tarde, le dijo él al oído.
- No tenemos toda la tarde. Mi esposo regresa a las ocho, contestó ella sacudida por el empalamiento.
El miró el reloj de la mesa.
- Son las siete. Espero que media hora de bombeo te alcancen, y a continuación aceleró y se dedicó con toda su energía a entrar y salir.
Lo que Eva sentía es imposible de contar. Cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones. Su sexo estaba inflamado por el tratamiento recibido y le dolía en forma casi insoportable. Unos minutos después ya no le dolía, y solo un placer sin límites la embargaba. Luego fue un calor insoportable lo que la invadió. Sentía que se quemaba y por último un orgasmo desvastador, como nunca había experimentado la dejó casi inconsciente, mientras sentía como el macho a su espalda le daba otra ración de semen como para ahogarla. El reloj marcaba las 7,29. Casi media hora la habían estado bombeando, y su sexo había quedado totalmente desvastado por ese tratamiento. Lentamente la verga fue saliendo y junto con ella un río de semen corrió fuera. Raúl giró y quedó boca arriba respirando agitado y tratando de recomponerse.
- Que buen polvo, por Dios. Hacía rato que no gozaba tanto de una perra. Eres lo máximo, decía con los ojos cerrados.
Eva apurada por la hora se vistió como pudo, y dándole un beso rápido bajó la escalera y volvió a su casa. Se duchó y al poco rato llegó su esposo. El notó enseguida que ella estaba diferente.
- ¿ Qué te pasa mi amor?, preguntó
- Nada mi vida, no me siento bien, debe ser una gripe porque siento un poco de fiebre, le dijo. El le tocó la frente.
- Si, estás acalorada. Te conviene descansar. No creo que sea nada que unas horas de cama no puedan curar.
- Tienes razón, dijo ella pensando que en realidad unas horas de cama la habían dejado en ese estado. Sin más fue al dormitorio, se acostó y se durmió en el acto, soñando con la tarde que había pasado.

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