La Alquimia Sexual (8va Parte)

Absorción de esencia y acumulación de energía.

Tanto en los hombres como en las mujeres, las secreciones sexuales contienen muchas sustancias puras, potentes y bioquímicamente activas: hormonas, enzimas, proteínas, vitaminas y otros elementos. Cuando las secreciones femeninas son liberadas en el cálido y húmedo medio de la vagina durante el coito, entran en contacto directo con la sensible y finísima piel del pene, repleto de sangre. El calor corporal abre los poros de esta tensa piel, y el roce rítmico entre la vagina y el pene hace que cantidades bioquímicamente significativas de “esencia” femenina sean absorbidas por el hombre. De hecho, bastan ínfimas cantidades de hormonas esenciales para ejercer profundos efectos fisiológicos en todo el sistema endocrino, una vez llegadas a la corriente sanguínea. En el hombre sexualmente excitado, la sangre circula po­derosamente por el pene y recoge todas las hormonas que hayan sido absorbidas de la vagina por fricción y osmosis. De forma semejante, los tejidos esponjosos de la vagina absorben los elementos activos de las propias secreciones de la mujer y, si existe eyaculación, del semen masculino.

Si la sífilis, el herpes, el SIDA, etc., pueden “cogerse” por el contacto con los órganos sexuales de una persona enferma, las personas sanas intercambian del mismo modo enzimas y hormonas. Si machaca usted varios dientes de ajo y se aplica la pasta resultante sobre el muslo, el abdomen o cualquier otra parte del cuerpo, la cubre con un paño húmedo y caliente y la frota sobre la piel, su aliento no tardará en oler a ajo. El aceite de ajo, que, como la mayoría de las hormonas, es una sustancia sumamente concentrada, penetra en la piel en cantidades microscópicas y es ab­sorbido por la corriente sanguínea, que lo transporta a todas las par­tes del cuerpo, incluidos los pulmones. Si una diminuta gota de “esencia” de ajo puede atravesar la piel, entrar en la corriente sanguínea y hacer que el aliento huela a ajo, muy lejos del punto de entrada, tam­bién una gota de esencia sexual masculina o femenina debe poder hacer lo mismo y atravesar las superficies aún más finas, húmedas y cálidas de la vagina y del pene, sobre todo si se utilizan las técnicas alquímicas para prolongar el contacto directo.

Para las mujeres, las frecuentes relaciones sexuales con orgasmo constituyen el método más eficaz para cultivar la esencia sexual y la energía. Para los hombres, las relaciones sexuales frecuentes sin eyaculación son la manera de cultivar la esencia sexual y la energía.

También, la retención del semen durante el coito no sólo permite que el hombre preserve y reabsorba su propia esencia, sino que además le permite prolongar el acto durante el tiempo nece­sario para que su compañera disfrute de un orgasmo completo, que le hará liberar sus más potentes secreciones femeninas para beneficio del hombre. En efecto, así “mata dos pájaros de un solo tiro”, pues conserva su propia esencia al tiempo que libera y absorbe la de la mujer.
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Absorbiendo las secreciones.



Cuando el hombre o la mujer llegan al orgasmo se produce un breve estallido de energía. En el instante del orgasmo, las ondas emitidas por el cerebro hu­mano se modifican radicalmente, situando literalmente a la persona en un “estado alterado de conciencia”. Durante el orgasmo se produ­cen profundos cambios fisiológicos y eléctricos en todo el organismo, y verdaderamente se emite un estallido de energía. Los compañeros sexuales pueden absorber mutuamente el estallido de energía de su pareja en el momento del orgasmo, para lo cual deben tener en cuenta las siguientes indicaciones:

· Cuando se produzca el orgasmo, mantenga la cabeza pegada bajo el oído de su pareja para no respirar el “aliento fangoso” que exhala en ese instante. Debido al intenso “fuego” que arde en el bajo vientre durante el orgasmo, esta exhalación se considera como una especie de producto de desecho.

· Abrace estrechamente a su pareja y procure mantener la máxima superficie de contacto entre ambos cuerpos. En el orgasmo, todo el cuerpo irradia energía por la superficie de contacto.

· Procure que los pubis se froten y se mantengan estrechamente uni­dos. La mayor descarga de energía sexual se produce naturalmente en la región del “Mar de Energía”, situada bajo el ombligo.

Si el hombre eyacula antes de que la mujer haya llegado al orgasmo, ella se beneficia de la esencia/semen y la energía de él, mientras que él las pierde ambas y no obtiene nada de ella. Si la pareja eyacula en el misino instante, la mujer obtiene igualmente la esencia y la energía del hombre, pero el hombre sólo se beneficia del estallido de energía de la mujer, porque pierde la erección antes de haber tenido ocasión de absorber las secreciones esenciales del orgasmo femenino. Si el hombre se controla durante el tiempo suficiente para que la mujer llegue al orgasmo y suprime luego su propia eyaculación, absorbe la esencia de ambos y la energía de ella, mientras que la mujer aún obtiene el beneficio de reabsorber parte de sus propias secreciones sexuales.

El hombre que ha llegado a dominar a fondo las técnicas del con­trol eyaculatorio puede tomar otras medidas adicionales para facilitar la absorción de las secreciones femeninas y estimular más aún la reabsorción de su propia esencia-semen.

El primer método consiste en “embestir hacia adentro” con ferocidad pero retirarse lentamente, lo que atrae la esencia femenina a través de la piel del pico masculino. Otra téc­nica altamente recomendada para aumentar la absorción de la esencia femenina durante el acto sexual se basa en hinchar y contraer el pene en lo más hondo de la vagina mediante flexiones deliberadas de los músculos del eje del pene. Cuando la mujer haya experimentado uno o más orgasmos y se halle completamente satisfecha, el hombre debe comen­zar de nuevo a empujar profunda y rítmicamente.

Cuando la necesi­dad de eyacular vaya en aumento, se detendrá y “retornará el semen” a la próstata mediante los métodos que se exponen en las siguientes páginas. Cuando vuelva a tener su semen bajo control y su corazón se haya sosegado de nuevo, puede volver a repetir este proceso de tres a cinco veces.

La prolongada fricción entre la vagina y el pene facilita la absorción de la esencia femenina, mientras que la excitación que conllevan las repetidas aproximaciones al borde de la eyacu­lación aumenta considerablemente las propias secreciones sexuales internas del hombre.

Estas retenciones en serie, además, también dirigen hacia adentro y hacia arriba la energía sexual del hombre que no ha podido estallar. A menudo puede percibirse la circulación de esta energía por la columna, en forma de “piel de gallina” o como oleadas de calor en diversos puntos del cuerpo.

Los hombres no deben intentar este método de “bombear” esencia y energía adicionales -jugando con el fuego- de la eyaculación hasta haber dominado la retención del semen. De otro modo, corren el riesgo de perder aún más esencia y energía de las que perderían normalmente, debido al aumento en la secreción de líquidos seminales.

Hay que tener en cuenta que este método no debe utilizarse cuando al hombre vaya a eyacular, pues carga la próstata con una canti­dad adicional de semen, y ello conllevaría un aumento de la pérdida debida a la eyaculación. Sólo debe aplicarse cuando se vaya a retener el semen.

El viejo dicho de que “la perfección nace de la práctica” es plenamente aplicable a éste y a todos los demás métodos utilizados en la alquimia, que deben ser adquiridos paso a paso.

Para citar otro dicho, “al vencedor corresponden los despojos”. Un hombre sexualmente activo que no esté dispuesto a pulir sus habilida­des sexuales y adaptar correctamente su actitud ante el “florido campo de batalla” del acto sexual, tarde o temprano acabará por ago­tar su potencia sexual, disipar su energía vital, perder su inmunidad y acortar su vida. Para la especie, estos hombres son tan desechables -y tan inútiles para la mujer- como los zánganos expulsados de la colmena.

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Las tres libaciones o “picos”.



Es necesario cultivar la esencia sexual por medio del coito. Las respuestas sexuales del hombre quedan limitadas en gran medida a su pene, mientras que las de la mujer se producen en todo el organismo. Lo mismo sucede con las secreciones sexuales. La esencia masculina procede principalmente de su órgano sexual, pero la mujer emite esencia por los “Tres Picos”: lengua, pezo­nes y vagina. Los hombres que practican la alquimia sexual se benefician de estas tres “libaciones”.

Existen grandes beneficios medicinales de la “libación superior”, pero únicamente la saliva que es segregada y succionada durante el coito contiene el elixir mágico. Si el hombre ingiere durante el coito abundante saliva de la mujer, ésta purificará su estómago como si se tratara de un caldo medicinal.

En cuanto al notable valor terapéutico de la “libación central”, se­gregada por los pezones de la mujer, se sabe que la leche materna contiene poderosos factores inmunología segregados por ciertas glándulas de las mamas que protegen a los niños de pecho de una amplia variedad de enfermedades peligrosas. No es descabellado suponer, por lo tanto, que los conductos que segregan tales factores inmunológicos pueden ser estimulados por la combinación de una intensa excitación sexual y una poderosa y prolongada succión de los pezones durante el coito, y que dichas secreciones constituyen la “Gran Libación del Pico Central”.

Con respecto a la libación inferior, el cunilinguo es un excelente método para absorber este elixir.

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