La Alquimia Sexual (4ta Parte)

La práctica de la alquimia sexual.

La práctica de la alquimia sexual puede producir resultados muy deprisa. Tenemos que ser muy asiduos en la práctica, pues estamos construyendo un circuito psíquico en el cuerpo que necesita determinado tiempo para comenzar a formarse. Este proceso se suele llamar "construcción del cuerpo dorado de la luz".

Somos el centro de nuestro universo, todo está irradiando desde uno mismo. Al unirnos con nuestra pareja, activamos la energía Kundalini y nos hacemos uno con ella. Al hacer la respiración juntos, perdemos la identificación con el cuerpo físico individual para fundiros con el cuerpo cós­mico. Sólo existe una energía. Nuestros cuerpos "desaparecen" en este estado de conciencia.

Al margen de que ello ocurra inmediatamente o después de meses o de años, todo depende de que hagamos un esfuerzo sin esfuerzo. No lo debemos intentar con demasiado ímpetu, sino que hay que “jugar” con ello, dejarlo ir, permitir que se convierta en una celebración. No se trata de concentrarse uno en cualquier cosa, sino sencillamente en ser consciente de lo que es. Cuando nos concentramos restringimos nuestra consciencia, pero cuando vivimos con una atención completa, libre de ningún objeto en particular, nuestra consciencia se ensancha.

No debemos sentirnos obligados a realizar la práctica diariamente. Puede que despertemos demasiada energía, más de la conveniente. Hay que marcarse un ritmo y tomarse descansos si vemos oportuno. Quizás seria positivo centrarse en una sola práctica al mismo tiempo hasta que la conozcamos bien.

Es aconsejable realizar unas tres veces a la semana ejercitamiento físico, alternando ciclos de actividad y de descanso, de manera que surja el equilibrio. Son muy importantes los ejercicios de calentamiento físico para activar el sis­tema circulatorio y que éste energice la estructura física. Cuando comencemos a trabajar en niveles más sutiles, nos haremos más conscientes de lo que pasa dentro y alrededor de nosotros.

La realización de ciertas técnicas produce normalmente resultados predecibles. Es importante realizar sólo lo que resulte cómodo. No debe haber nada rígido en nuestra práctica. Existen técnicas para excitarnos y para calmarnos, para concentrar la mente, para cerrarla, para hacernos dinámicos e ir a zonas descono­cidas de la vida. Podemos investigar y elegir aquella que sea más apropiada en un preciso momento.

Trabajando de esta manera, cuando nos sentemos a meditar, podemos tener algunas experiencias un tanto especiales. Algo ocurre dentro de nuestra conciencia, algo se expande en ella... y en nuestra vida.

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De la dualidad a la Unidad.

Existe un conocimiento que nos dice cómo articular los principios masculinos y femeninos dentro del cuerpo humano. La realidad es una, pero nosotros la percibimos como dualidad. Cada cosa tiene su opuesto, y esa dualidad es sexual. Sólo podemos retornar a la Unidad trascendiendo esa dualidad.

Este conocimiento nos habla de un movimiento de las energías sexuales a través del cuerpo y de la mente con el objetivo de alcanzar el equilibrio entre los aspectos masculino y femenino del ser humano.

En este sentido podemos encontrar una técnica que enseña una forma autorrelación sexual y también otra que explica la conducción consciente de las fuerzas sexuales entre los dos miembros de la pareja, que mezcla las energías del hombre y de la mujer por medio de una alquimia interna.

Las dos técnicas conducen a la misma iluminación, tanto para la persona que practica en solitario como la que lo hace en pareja. Aunque, la persona que se ejercita en pareja avanza más deprisa hacia la iluminación, pues la conexión de su energía con la de su pareja acelera el progreso.

Para equilibrar las energías femeninas y masculinas hay que estar en el cielo y en la tierra simultáneamente. Uno debe sentirse bien enraizado en la Tierra, aunque al mismo tiempo uno se sienta en el mundo del espíritu, en la misma fuente cósmica.


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La unidad de los opuestos.

Vivimos en el mundo de la dualidad. La estructura de todas las formas de vida y los procesos de la mente y del cuerpo, todos, tienen sus aspectos femeninos y masculinos, opuestos y complementarios. Ésta es la Obra Divina ya que todas estas partes actúan y danzan entre sí representando el drama de lo incompleto buscando su realización como algo completo. Esta pola­ridad establece una tremenda fuerza en el universo. Sin embargo, la dualidad es la fuente de todos los sufrimientos, ya que el senti­miento de partición es muy doloroso.

La alquimia sexual es la manera de entretejer lo femenino y masculino, las energías positivas y negativas, para retornar a la unidad universal vibrando como una unidad. La mitología hidú personifica el aspecto masculino como Shiva, que mora encima de la corona de la cabeza, y el femenino como Shakti, durmiendo en la base de la columna vertebral y simbolizada como una serpiente, Kundalini. Mediante un gran esfuerzo, Shakti debe despertar y realizar el arduo camino de subida por la columna. Cuando finalmente se reúna con Shiva, vivirán para siempre en un estado de bea­titud trascendente. Solamente a través de la mujer puede el hombre alcanzar la iluminación, ya que ella, la energía femenina, simbolizada por la Madre Divina, representa el principio dinámico de la Vida. Como en todas las mitologías, estas historias y deidades sólo simbolizan aspectos de la naturaleza humana y no deben ser tomadas literalmente.

Nuestra cultura reverencia la energía masculina. La tecnología informática, el desmoronamiento de la vida familiar, el aumento de profesiones técnicas abstractas, la polución de la Tierra, toda esta civilización muestra el dominio de lo masculino y el conformismo de los principios femeninos. Las mujeres que buscan su reconocimiento suelen actuar simplemente más como varones que como lo que son, pues abandonan el poder de su energía femenina. Esto no ha hecho más que empeorar las cosas. Esta cultura está enferma, y sus energías están tremendamente desequilibradas.

Pero no es sencilla la solución. Realizar la alquimia sexual, trabajar con altos niveles de energía sin un motivo espiritual es muy peligroso. Los seres humanos necesitamos urgentemente vivir espiritualmente, ser conscientes y obrar adecuadamente, y a través de esta calidad del vivir desarrollar el conocimiento alquímico.

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