La Alquimia Sexual (6ta Parte)

El equilibrio interno.

El encontrar un equilibrio y una unión entre nuestras propias energías masculinas y femeninas es una tarea importante. Es necesario equilibrar el modo de ser masculino, altamente racional, inteligente e inexpresivo, y el femenino, irracional, emocional, expresivo y a menudo histérico. De esta manera contamos con todas las cualidades de ambas energías.

Tanto la energía masculina como la femenina en exclusiva resultan patológicas. Debemos mantener un equilibrio. Sólo cuando nos manejamos apropiadamente con ambas energías y las manifestamos confortablemente podemos obrar adecuadamente en todos los momentos. En un momento emocional uno está allí para sentirlo, y en un intercambio intelectual también se está preparado para entenderlo. Solamente cuando uno es consciente de su unidad interior está capacitado para encontrar su divinidad.

Si los visitantes masculinos de esta página quieren evitar su rápido viaje hacia la enfermedad y la tumba necesitan conocer las leyes naturales. La alquimia sexual es un camino que nos enseña cómo utilizar la sexualidad para llegar a la salud y a la longevidad, antes que a la perdición.

Los elementos fundamentales en la práctica de esta alquimia interior son equilibrio, armonía y la unión de los contrarios. Para que un hombre cultive sus poderes masculinos, debe nutrir su esencia masculina absorbiendo e intercambiando esencia femenina.

Cuando el hombre y la mujer se entregan libremente a la sexualidad, intercambiando sus fluidos corporales y respirando cada uno el aliento del otro, ocurre como si el fuego y el agua se combinaran en tan perfectas propor­ciones que ninguno de los dos pudiese derrotar al otro. El hombre y la mujer deben fluir y refluir en el coito como las olas y las corrientes del mar, primero hacia un lado, luego al otro, pero siempre en ar­monía con las leyes naturales. De esta forma pueden seguir toda la noche, alimentando y preservando constantemente su preciosa esencia vital, curando todos los males y favoreciendo una larga vida.

Sin esta armonía básica de las energías masculinas y femeninas, ni las más poderosas ni los más potentes afrodisíacos les servirán de nada para sanar o para recuperar la actividad sexualidad. Si las esencias vitales se secan debido a un exceso de emisión de semen o a una completa negligencia, ya nunca pueden reavi­varse.

Cuando el sexo es practicado según los principios de la alquimia sexual, más que ser una prueba agotadora, se convierte en una fuente inagotable de energía, como un pozo que jamás se seca. Sin embargo, el sexo también puede “ahogar” cuando se ignora cómo permanecer “a flote” durante el coito. Por eso es tan necesario comprender todos estos aspectos que tratamos en “conocimientos generales”.


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Alcanzando el equilibrio.

Einstein recibió su Teoría de la Relatividad intuitivamente (femenino)/ y tuvo la habilidad matemática para expresarla intelectualmente (mas­culino). Ésta es la verdadera geniahiad. El respirar a través del Ida y Píngala simultáneamente equlibra la utilización de los hemisferios cerebrales izquierdo y derecho. Se le llama la res­piración doble. Se aprende a equilibrar las energías mediante la práctica de la “respiración de la unión”, una de las técnicas más importantes en el camino hacia la Conciencia Cósmica.

Cuando se produce la iluminación, estos dos hemisferios, que han estado hasta entonces operando por separado, sufren una trasformación neurológica. Un conjunto de nervios se ponen en fun­cionamiento para conectarlos y permitirles la comunicación, para trabajar más cooperativa que alternativamente.

Cualquier enfermedad física o desorden mental indica un desequilibrio entre las energías masculinas y femeninas. El res­taurar el equilibrio representa un gran valor curativo.

Es necesario respirar consciente y alternativamente por ambas fosas nasales. Normalmente, una persona respira alre­dedor de 15 veces por minuto, o 11.000 veces al día. Al respi­rar, las fosas se van alternando de una manera natural, cada 45 minutos aproximadamente una de las dos fosas nasales se encuentra más abierta y domina. Cuando se produce la alternancia, existe un momento de equilibrio.

Durante el día se produce un flujo mayor de prana a los caminos de energía del cerebro. El flujo concentrado desciende a lo largo del lado derecho de la columna y es solar. Al medio­día el prana asciende por el lado izquierdo y es de naturaleza lunar. Esto se debe a que los primeros seis periodos del día están con­trolados por el Sol, y los seis siguientes por la Luna. Por esta razón, el mediodía y la medianoche son los dos momentos de mayor equilibrio entre las corrientes pránicas solares y luna­res, cuando se produce un mayor flujo de Kundalini a través del Sushumna. Éstos son los mejores momentos para realizar la Medi­tación Cósmica respiratoria Cobra.

Podemos controlar la energía que se manifiesta eli­giendo la utilización de un canal u otro. Si deseamos ser más intuitivo, debemos bloquear el lado derecho de la nariz con un dedo o un pedazo de algodón y respirar exclusiva­mente por la fosa izquierda. Si necesitas ser más agresi­vo, tenemos que respirar solamente por el lado derecho. También, sentado, pue­des girar la cabeza hacia la derecha para estimular el lado izquierdo, y viceversa.

De la misma manera, podemos suprimir la fosa activa apretando directa­mente con el dedo gordo sobre el nervio principal en la axila del lado activo.

Otra técnica para abrir ambas fosas nasales simultánea­mente es hacer una tijereta con las piernas. Tumbado boca abajo, levantar los pies y oscilarlos hacia fuera, hasta que sentir un pequeño un tirón, y luego llevarlos en dirección contraria, el pie izquierdo hacia la derecha y el derecho hacia el lado izquierdo. Repetirlo durante 5 ó 10 minutos. No solamente se equilibrarán las fosas nasales, sino que se abrirán los senos congestionados.

Controlando el flujo de la respiración también controlamos la manifestación de Kundalini / Shakti, (de la fuerza vital) en nuestro cuerpo. La profundidad de la Respiración Completa, la Respiración de Unión, y la Respiración Cargadora, realizadas antes de la Respiración Cobra, cargan enormemente los sistemas res­piratorio, nervioso, venoso y meridianos con fuerza vital. Esto aumenta la capacidad de las células para infundir más prana y expulsar más productos de desecho, que a su vez producen una vida más energética y prolongada.

Las técnicas de respiración unen la facultad men­tal de la conciencia con los flujos de fuerzas vitales en nuestros cuerpos. Al hacernos conscientes de la respiración, ésta cambia por sí sola. Desciende su ritmo y se hace más larga y profunda para inundar los circuitos de energía sutil (los nadis) con la fogosa esencia de Kundalini. Cuando se aprende a ser más consciente de la respiración, nos hacemos más conscientes de la vida.


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Las hormonas y la salud.

En las filosofías orientales la sexualidad se considera sagrada, en la civilización occidental, también en otro tiempo se reconocía de forma semejante la naturaleza sagrada de la sexualidad, como lo demuestra el nombre que recibe la región del cuerpo que go­bierna la reproducción sexual: el sacro.

A lo largo de nuestra vida adulta, nuestros órganos y hormonas se­xuales ejercen una profunda y decisiva influencia en el pensamiento y la conducta. Literalmente “empujan” a hombres y mujeres a arrojarse unos en brazos de otros para asegurar la propagación de la especie, y este impulso es tan poderoso y urgente que se impone completamente al instinto de seguridad y supervivencia personal.

Cuando están "ena­morados”, hombre y mujer son capaces de desafiar a la muerte y en­frentarse a los convencionalismos sociales a fin de unirse y “hacer el amor”. La palabra “amor”, por supuesto, es un eufemismo occidental para describir algo cercano a la "lujuria”, la cual, a pesar de las connotaciones negati­vas que posee en Occidente, en Oriente se considera un signo natural de salud y vitalidad.

Las glándulas de los riñones" son los principales reguladores de la po­tencia sexual, sobre todo en los hombres. Estas glándulas, que cubren la parte superior de ambos riñones como sendas gorras, reciben en Occidente el nombre de “glándulas suprarrenales”.

Las suprarrenales, también denominadas corteza suprarrenal, pro­ducen diversas hormonas de vital importancia para distintos procesos metabólicos y funciones biológicas. Tanto en uno como en otro sexo, las hormonas suprarrenales incluyen pequeñas pero fisiológicamente significativas cantidades de andrógenos (hormonas masculinas) y una cantidad relativamente minúscula de estrógenos (hormonas femeni­nas). Estas hormonas sexuales, o “esencias” masculino y femenino, regulan las secreciones de todas las demás glándulas sexuales, como los ovarios, los testículos y la próstata, e influyen también en las secreciones de las glándulas pituitaria, pineal y tiroidea.

Lo importante aquí no es la cantidad, sino el equilibrio de estos microscópicos elementos de esencia masculino y femenino. Una insuficiente secreción de andrógenos en el hombre, por ejemplo, se traduce en la disminución del impulso y la potencia sexuales. En la mujer, una excesiva secreción de andrógenos puede producir efectos virilizadores como el crecimiento de pelo en la cara y la reducción de los pechos. Así pues, uno de los principales objetivos de los regímenes sexuales alquímicos es el de favorecer la secreción de hormonas masculinas y femeninas y mantener su equilibrio óptimo.

En 1974 el Instituto Max Planck de Munich (Re­pública Federal Alemana), realizó un estudio sobre los efectos de una serie de películas moderadamente eróticas sobre un grupo de varones sanos de entre 21 y 34 años de edad. Tras media hora de proyección, el 75 por ciento de los sujetos mostraba un aumento significativo en el nivel de testosterona en la sangre, dato que establece una clara rela­ción entre la excitación sexual y la secreción hormonal. Posteriores investigaciones revelaron que los hombres con altos niveles de testoste­rona, alto número de espermatozoides y semen denso y viscoso eran completamente inmunes a muchas enfermedades contagiosas corrien­tes y altamente resistentes a otras, mientras que los sujetos con bajos niveles de testosterona y espermatozoides y con un semen acuoso y di­luido sólo poseían una resistencia parcial a las enfermedades en gene­ral y eran altamente vulnerables a numerosas enfermedades concretas. Otro dato bien conocido por la ciencia occidental es que las mujeres siempre han poseído mayor inmunidad y resistencia a la enfermedad que los hombres, se recuperan antes de las enfermedades y suelen tener una vida más larga.

Los estragos del envejecimiento se deben a la gradual disminución de la producción de hormonas y a la disipación de la energía vital. Como la esencia es la “raíz” de la planta alquímica, en la que la energía es el “tallo” y el espíritu la “flor”, se conoce que es posible cultivar toda la planta con sólo cuidar sus raíces, que se componen de sangre, bilis, enzimas, hormonas y otras formas de “esencia”.

De todos estos elementos que constituyen la esencia, son las hormonas las que ejercen la más profunda e intensa influencia fi­siológica aun en las más ínfimas cantidades, y, de todos las formas de cultivar la esencia, son las relaciones sexuales disciplinadas las que favorecen más directamente la producción de hormonas y el equilibrio endo­crino.

Si bien la excitación sexual es siempre uno de los métodos más eficaces para estimular la producción de estas hormonas vitales tanto en hombres como en mujeres, las mujeres poseen los mecanismos adi­cionales de la menstruación y el embarazo para estimular la produc­ción de hormonas sexuales incluso en ausencia de relaciones sexuales. Los hombres, por su parte, no disponen de estos mecanismos alterna­tivos, y para ellos la única forma de estimular la producción de hor­monas es la relación sexual.

A medida que una persona envejece, es obvio que las relaciones sexuales se van volviendo cada vez más importantes como una forma de terapia preventiva contra la enfermedad y la decadencia. Cuando las secreciones de las “glándulas de los riñones” masculinas se mantienen elevadas mediante unas disciplinadas relacio­nes sexuales sin eyaculación, entran en el torrente sanguíneo, circulan por todo el cuerpo y evitan la pérdida del cabello, las arrugas de la piel, el mal tono muscular, la artritis, el reumatismo, la impotencia y otros trastornos asociados con la edad. La cuestión de las relaciones sexuales en la vejez no debe tener tintes sociales ni morales; es una cuestión de vida y salud.

Un estudio realizado en los Estados Unidos reveló que las relaciones sexuales frecuentes alivian considerablemente los dolores reumáticos crónicos en las parejas de edad avanzada, pues es­timulan la secreción de cortisona en la corteza suprarrenal. La corteza suprarrenal es la glándula más directamente in­fluida por la excitación sexual.

Por otra parte, según la ciencia occidental, un exceso de coitos in­hibe las funciones suprarrenales en el hombre. Puesto que en la terminología médica y sexual occidental la palabra “coito” incluye también la eyaculación, vemos que el argumento de que un exceso eyaculatorio perjudica las “glándulas de los riñones” es esencialmente correcto.

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Múltiples orgasmos.

Tal vez ya hayas experimentado los orgasmos múltiples. Aunque pueda parecer algo sorprendente, muchos hombres son multiorgásmicos antes de entrar en la adolescencia y empezar a eyacular. Más de la mitad de los muchachos preadolescentes pueden tener su segundo orgasmo poco después del primero, y casi un tercio pueden tener hasta cinco orgasmos o más, uno detrás de otro. Se puede alcanzar el clímax sin eyaculación.

Pero los orgasmos múltiples no están limitados a los preadolescentes. También hay hombres mayores, incluso de treinta años o más, que pueden igualar estos resultados. Algunos hombres pueden inhibir la emisión de semen al tiempo que experimentan las contracciones orgásmicas: en otras palabras, tienen orgasmos sin eyacular. Tales orgasmos no parecen estar seguidos por un periodo refractario (pérdida de erección), lo que permite a estos hombres tener orgas­mos múltiples como las mujeres.

La gran mayoría de los hombres pierden la capacidad de ser multiorgásmicos posiblemente porque para muchos de ellos la experiencia de la eyaculación es tan intensa que eclipsa la del orgasmo, haciendo que no puedan distinguir entre ambas.

Un hombre multiorgásmico describió así su primera eyaculación: “Todavía lo recuerdo con clari­dad. Estaba teniendo un orgasmo, lo que era habitual, pero esta vez salió bruscamente de mí un chorro de líquido blanco. Creí morir. Juré a Dios que no volvería a masturbarme, propósito que duró más o menos un día”.

Como el orgasmo y la eyaculación ocurren a los pocos segundos uno de otro, es muy fácil confundirlos. Para hacerte multiorgásmico, debes aprender (o quizá reaprender) a separar entre las distintas sensaciones de la excitación y a disfrutar del orgasmo sin traspasar la cima de la eyaculación. Entender que el orgasmo y la eyaculación son dos cosas diferentes te ayudará a distinguirlas en tu cuerpo.

El orgasmo es una de las experiencias humanas más satisfactorias y, si alguna vez lo has disfrutado (casi todos los hombres lo han hecho), no necesitas que te lo defina. Pero no todos los orgasmos se originan de la misma forma. El orgasmo es ligeramente diferente para cada persona e incluso es distinto para la misma persona en momentos diferentes. A pesar de ello, los orgasmos masculinos comparten cier­tas características comunes: movimientos corporales rítmicos, aumento del pulso, tensión muscular y, posteriormente, una repenti­na liberación de la tensión que incluye contracciones pélvicas. Además es muy placentero.

Aunque de los procesos sexuales el orgasmo es el peor entendido, el orgasmo incluye contraccio­nes rítmicas involuntarias del esfínter anal, hiperventilación (aumento del ritmo respiratorio), taquicardia (aumento del ritmo cardíaco) y una elevación de la presión sanguínea.

Los cambios descritos en estas definiciones se producen en todo el cuerpo. Sin embargo, durante mucho tiempo el orgasmo ha sido (y para muchos hombres sigue siendo) un asunto estrictamente genital. Pero el orgasmo afecta a todo el cuerpo y no sólo a los genitales. En Oriente, se ha sabido desde hace mucho tiempo que el orgasmo afecta a todo el cuerpo y han desarrollado técnicas para extender el placer orgásmico.

Actualmente, muchos investigadores dentro del campo de la sexualidad afirman que el orgasmo tiene más que ver con el cerebro que con la fuerza muscular. La investigación de las ondas cerebrales está empezando a revelar que el orgasmo podría ocurrir fundamen­talmente en ese órgano. El hecho de que se puedan tener orgasmos estando dormido (sin que medie contacto corporal) parece confirmar esta teoría, y la estimulación mediante electrodos de ciertas zonas cerebrales produ­ce un placer sexual similar al producido por la estimulación física. A muchos terapeutas sexuales les gusta decir que el sexo ocurre en el cerebro. Hay cierta verdad en esta afirmación, particularmente cuan­do hablamos del orgasmo.

A diferencia del orgasmo, que es una experiencia cumbre a nivel físico y emocional, la eyaculación es un simple reflejo que ocurre en la base de la columna y da como resultado la expulsión del semen.

Muchos hombres se quedan fríos ante la idea de un orgas­mo sin eyaculación porque llevan mucho tiempo, a veces décadas, viviendo el sexo con eyaculación. Lo primero que tienen que hacer es desmitificar esta, ya que no es más que un espasmo muscular invo­luntario.

Con la práctica es posible aprender a experimentar el sentimiento cumbre del orgasmo sin activar el reflejo de la eyaculación. En este apartado te explicaremos cómo separar exactamente el orgasmo de la eyaculación y cómo extenderlo por todo el cuerpo. Porque los hombres, al igual que las mujeres, pueden tener orgasmos múltiples.

En reposo, el ritmo cardíaco masculino tiene una media de unas 70 pulsaciones por minuto; durante el orgasmo el ritmo casi se dobla, elevándose a 120 pulsaciones; y después del orgasmo, el corazón recupera el ritmo de reposo. También se suceden las contracciones pélvicas (más obvias en el movi­miento de tensión involuntaria del ano), que coinciden con el aumen­to del ritmo cardíaco durante el orgasmo.

Los gráficos de excitación sexual de los hombres multiorgásmicos son idénticos a los de las mujeres multiorgásmicas. Quizá los hombres y las mujeres sean más parecidos de lo que solemos pensar. Evolutivamente, esta similitud tiene sentido ya que los genitales masculinos y femeninos proceden del mismo tejido fetal.

La sexualidad masculina y femenina son casi idénticas, y los hombres pue­den experimentar orgasmos múltiples, como las mujeres. La media de orgasmos de los hombres multiorgásmicos, en algunos estudios científicos realizados, es de cuatro. Algunos tienen un mínimo de dos, y alguno puede llegar a tener hasta dieciséis. En muchos estudios, la mayoría de los hombres declaraban haber tenido entre dos y nueve orgasmos por sesión.

De todas formas, es importante mencionar que la alquimia sexual no se basa en llevar la cuenta de los orgasmos, sino que más bien trata de cultivar una sexualidad sana y satisfactoria y de transmutar la energía sexual. Así, uno puede sentirse satisfecho con uno, con tres o con dieciséis orgasmos. Culti­var la sexualidad significa profundizar en el placer corporal y aumen­tar la capacidad de intimar con tu pareja.

Cada persona y cada experiencia sexual es diferente, por lo que el número “justo” de orgasmos dependerá del deseo que tú y tu compañera tengáis en ese momento. Cuando te hagas multiorgásmico, no tendrás que preocuparte por durar más tiempo o por cuántos orgasmos tiene tu compañera porque ambos podréis tener todos los orgasmos que queráis.

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