Extraño a mi hermana

Extraño a mi hermana
Los recuerdos y reminiscencias me ponen melancólico. Las imágenes del pasado que se tiene en la memoria, sirven para hacer que alguien tenga presente, para encontrar parecidos, entre dos o más personas o guardar semejanza. Sin embargo, al hacerlo despertamos al que estaba dormido en nuestra mente.
Extraño a mi hermana
Rememorar lo bien que la pasábamos juntos. Evoco aquellos momentos, ese espacio de tiempo muy breve en nuestra relación precoz, que sucedió antes de lo previsto o lo usual. Nada era corriente, conocido y menos admitido por nadie más que por nosotros mismos.
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Las risas y sonrisas de nuestros juegos, lo que nos hacía reír, eran las cosas increíbles y tal vez ridículas a las que nos sometíamos. Me había olvidado y por eso, deje de sentir afecto e interés por ella, mi hermana. La dejé en algún sitio recóndito de mi mente y por descuido no la tuve más en cuenta.
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Sin embargo y a pesar de mi hija, mi último gran amor, que de alguna manera en este momento suplía esas fantasías y experiencias con mi otra familiar. No completaba ni remediaba las carencias de aquella ausencia, que a pesar de su desinterés e inexperiencia, no lograba reemplazar o sustituir las funciones que me agradaba asumir como maestro.
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Como tampoco la devoción, recogimiento y perfección de mi amante, que con dedicación se esforzaba por satisfacerme. A pesar del sensible signo, de un efecto interior y sentimental, me causaba gracia, su obrar, la que me administraba como a los enfermos graves del alma.
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Y/o tampoco el de mi esposa, mi cónyuge. que sujetaba mi verga como una madre, cara a cara o frente a frente, en el encuentro privado de un preso con otra persona, sin la presencia de vigilantes, o sea un vis a vis. Advertía su acechanza cautelosa, como aguardando que llegara algo o alguien, dejando pasar el tiempo antes de realizar no se que cosa.
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Con mi hermana en cambio, éramos como los perros, que empiezan jugando y terminan cojiendo. Carnívoros domésticos, ambos personas despreciables que transformamos el supuesto amor filial en un híbrido, sin fidelidad pero con un deseo muy grande, maniático y obsesivo. Ella una ramera y yo un prostituto. Una especie de animales de compañía, adiestrados para descubrir y perseguir aquello que deseábamos.
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Bah, aquello era algo de familia. Así nuestra madre junto a mi hermana capturaban mi atención genital. Ambas empleaban su astucia para jugar con proposiciones y rechazos mostrando desconfianza mutua. Se expresaban un aborrecimiento recíproco. Que a mi me parecía sumamente molesto y desagradable. Yo le echaba broncas a las dos, las regañaba a ambas.
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Recuerdan a mi madre en mi graduación? Esa noche mi madre me cojió como regalo sin dar señales de arrepentimiento jamás. Igualmente yo, nunca tuve ningún pesar ni sentí agobio por haber disfrutado de aquello.
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Para los que no recuerdan ese post, adjuntaré el link al final de este relato.

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Mamá higienizándose luego de que me diera mi regalo de graduación. Una especie de purificación, de eliminación de impurezas, depurando nuestras imperfecciones o mejor dicho en este caso, las de ella, que era la adulta responsable. Sin embargo, ese expurgar, no se extendía al enmendar o subsanar lo hecho, sino una especie de expiación, de borrar mis huellas en su cuerpo y con ellas sus culpas.
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A partir de entonces entre en otro tipo de confianza con mi hermanita. Con la esperanza firme y/o seguridad que se tiene una persona para actuar y modificar una relación para que funcione como desea. Construyendo con cualidades propias otra familiaridad en el trato, algo más "amistoso", en secreto y con voluntad a que no se divulgue.
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Más confianza, más "amistad" íntima, afloraron más pensamientos y sentimientos mucho más profundos, donde los órganos sexuales estrecharon esas relaciones, hasta introducirnos en nuestros cuerpos, en nuestros poros, en los huecos del otro.
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A punto caramelo, meter y hacer entrar mi garcha en la vulva de mi hermanita, hacer que sea admitido por ella y recibido con pasión, ocasionó un quiebre para ambos. Mojar o humedecer su vulva con mi sola presencia, con sólo mirarla era ya para celebrar, así comenzó nuestro "entretenimiento".
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Luego la oscuridad, el distanciamiento físico y emocional entre ambos, que nos hizo mucho daño a ambos y que no es este el momento de desarrollar.
Y un día volví a reencontrarme con mi hermana, que tampoco es el momento de explayarme, en síntesis la busqué, pero en otro relato lo especificaré.

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Me recibió como siempre en nuestra casa natal, ya sin nuestros padres, ambos fallecidos. Como una hembra y su macho, la aventé con fuerza contra natura, su culo voluptuoso, el que siempre me incitó y satisfizo mis sentidos, ahora sin impedimento alguno, mostrando nuestro apetito sexual desordenado y ansioso.
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Y de allí fuimos y continuamos en el viejo dormitorio fraternal, el de nuestros padres, como antaño, pero ya sin el riesgo de ser descubiertos, pensé que eso perjudicaría la experiencia, quitándole aquella emoción de lo prohibido, temía inhibirme y/o que acabara mal.
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Sin embargo, cojimos como de costumbre. Aferrados uno al otro, enlazados, asimilándonos mutuamente, entendiéndonos como antes. Sus orgasmos simultáneos llegaban unos tras otro.
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Como desaforados, en exceso, de manera desmedida, con absoluto desenfreno, de forma irrespetuosa, sin ética ni moral, abusándonos de todo, con menoscabo por los demás.
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Lo hicimos hasta quedar exhaustos carentes de originalidad, de manera grosera y vulgar, promiscuos como antes
http://www.poringa.net/posts/relatos/2955168/Mi-madre-y-su-regalo-de-graduacion-con-imagene.html

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