la historia de carlos su primera vez fanhistory

Esta es la historia de un fan, espero les guste :D 
Después de coger por primera vez con un hombre no tuve ningún cargo de consciencia, ni remordimiento ni me replanteé mi sexualidad ni nada.
Supongo que fue porque yo me lo cogí a él.
Realmente no había mucha diferencia porque estando con él hice lo mismo que haría con una chica. Si yo hubiera deseado tocarle la pija o que me cogiera él a mí, entonces sí que me hubiera replanteado todo. Pero no, sólo había cogido a un chico que, al menos de apariencia y en el acto sexual, era como una chica. Es decir que no me había cogido a un “hombre” sino a un puto. Claro que, estrictamente hablando, un puto también es un hombre. Pero yo sólo había deseado su boca y su cola y me había sentido atraído por sus ojos y su ropa, que eran casi de mujer. O sea, me había gustado su parte “femenina”. Por lo tanto, seguía gustándome lo mismo de siempre. Y si lo pensaba bien, siempre me habían gustado más las chicas delgadas y con tetas chiquitas que las mujeres muy voluptuosas. Era lógico y esperable que un putito flaquito y afeminado vestido casi como mina y maquillado como estaba él me hubiera calentado.
Pero lo que sí fue revelador para mí fue darme cuenta que con un chico podía soltarme totalmente. Podía ser todo lo bestia y bruto que quisiera, sin medirme. Y encima, a él le iba a gustar así. Podía gritarle todo lo que quisiera mientras le daba fuerte, podía tirarle del pelo, cachetearlo, escupirlo, humillarlo, acabarle en la boca o en la cola o mearlo encima y él sólo iba a disfrutar y a pedirme más.
No sé porqué, pero con una mujer nunca podría hacer lo mismo, a menos que fuera una prostituta. Y mucho menos podría hacer algo así con mi novia, a quien siempre ví como la futura madre de mis hijos. Quizás algunos hombres puedan tener sexo salvaje con su novia o esposa. Yo no podría, o no tanto. Además ¿cómo iba a explicarle que de repente quería tener sexo fuerte si siempre habíamos hecho el amor muy suavemente y siempre ella conteniéndome de que no le diera más fuerte?
Entonces decidí que a partir de entonces tendría sexo cariñoso y con amor sólo con mi novia y cuando quisiera sacarme bien las ganas llamaría al putito que me había cogido esa noche. La mayoría de los hombres casados hacen lo mismo, sólo que en vez de cogerse un puto se pagan una puta. A mí, al menos, me iba a salir gratis y me daba más morbo.
Al día siguiente de cogérmelo me mandó un mensaje preguntándome qué hacía. No le contesté, pero al otro día lo mensajeé yo y quedamos en vernos una noche en su casa, que iba a estar solo.
Fui lleno de ganas esa noche y le toqué timbre. Me abrió la puerta, pasamos al living y me ofreció algo para tomar. Estaba vestido normalmente, con un jean común y una remera y al verlo así me pregunté cómo podía ser que me hubiera gustado. Cuando se fue para la cocina pensé en abrir la puerta e irme pero pensé que capaz podía pedirle que se cambiara o se maquillara un poco, así que me quedé. El volvió, me dio un vaso de gaseosa, se sentó lejos de mí y se puso a hablar boludeces. Yo no sabía qué decirle y le contestaba con monosílabos. Él estaba más nervioso que yo, pero su nerviosismo me ponía más nervioso a mí. Hasta que, de golpe, se quedó callado y pensé que era el momento de pasar a la ofensiva. Me levanté y fui hasta él. Él no dijo nada y se quedó rígido pero noté que estaba esperando que lo agarrara. Eso me calentó, porque era sumiso y tímido a la vez. Lo levanté y lo di vuelta y le apoye el bulto medio duro contra la cola. Se me terminó de parar y entonces la saqué afuera mientras guiaba su cabeza hacia mi verga. Me la empezó a chupar y, de nuevo, lo hizo muy bien. Pero faltaba algo, no era como la primera vez. Traté de forzarlo más, lo agarré fuerte de los pelos de la nuca y le empecé a decir “chupamelá, putito” y cosas así. Él gemía, pero también parecía medio fingido. Me saqué la remera y las zapatillas mientras me la seguía chupando y él me bajó los pantalones. No sé porqué eso me calentó un poco más, pero seguía pensando que el problema era su ropa, así que le saqué la remera y empecé a manosearle la cola mientras él no dejaba de chupármela.
Verle la colita desde arriba me dio ganas de cogerlo y lo tiré boca abajo contra el sofá mientras le sacaba los pantalones. Pero no me sentía tan caliente como la primera vez y por más que me esforzaba por ser más bruto, no me salía. Me concentré en su colita que era realmente hermosa, tan redonda y chiquita y sin un pelo. Le abrí los cachetes y le miré bien ese hoyito rosadito que tenía. Se lo escupí, lo dedeé un poco y, sin pensarlo más, empecé a lamérselo con ganas. Él empezó a gemir mal y sentí que la verga se me ponía durísima al oírlo. Creo que eso fue lo mejor de toda la noche, porque descubrí que me gustaba chuparle la cola y dedearlo y me calentaba mucho sentir cómo gozaba él con eso. Ya al ratito le entraban casi tres de mis dedos así que subí arriba de él y se la puse de una, aunque no tan fuerte como la primera vez. Empecé a cogerlo y a gozar de su culo pero de nuevo sentí que algo faltaba. En un momento le dí más fuerte y le tiré del pelo, pero, por alguna razón, no sentía la calentura que había sentido la primera vez. Y estaba seguro que él tampoco. Empecé a decirle “tomá, puto” pero eran palabras pensadas, no me salían de adentro. Y él gemía y decía “sí” pero también como contestándome. Igual, fue una buena cogida, él tiene un culito hermoso y yo estaba bastante caliente, además de que estábamos en un lugar más cómodo. Pero faltaba lo que se había dado la primera vez, la situación así imprevista de vernos, de reconocer el deseo del otro y de ceder al impulso en el momento. Aunque había existido deseo de ambos lados, nuestra primera vez había sido una violación auténtica. Ahora, nuestra segunda vez era un encuentro sexual pactado, arreglado por teléfono, por dos personas que la habían pasado bien una vez y que querían repetir lo mismo. Pero me di cuenta entonces que aquello era irrepetible. A partir de ahora, podíamos ser amigos sexuales o algo así, pero ya no estaba la adrenalina que habíamos tenido en el primer encuentro en el que yo andaba re caliente, como un lobo en celo y él se me cruzó justo, vestido como trolo, como llamando a un macho.
De todo eso me iba dando cuenta mientras me lo cogía en el sofá y empecé a sentir que se me ablandaba la verga. Obviamente, cogerme a un guaso en un sofá no era algo que me excitara, por muy linda cola que tuviera. La saqué afuera y me empecé a pajear para que no se me durmiera. Él se dio vuelta y me empezó a lamer las bolas y eso me la puso bien dura de nuevo. Ver sus ojitos semicerrados entre mis piernas mientras me pasaba la lengua por los huevos me calentó mal y por un momento volví a sentir la adrenalina que sentí la primera vez. Entonces empecé a putearlo de nuevo pero esta vez bien real mientras me pajeaba con furia y lo miraba comerme las pelotas como el buen puto que era. Sentía que iba a acabar y me saltó un chorro de leche hasta el pecho justo antes de que el muy puto se metiera mi pija en su boca para tomársela toda. Quedé tirado un rato mientras él seguía chupándomela, cada vez más despacio. Aquello fue otra revelación: que se hubiera tomado mi leche y que me siguiera chupando la verga aunque ya estuviera dormida era un paraíso.
Había descubierto que me gustaba chupar la cola, que me calentaba mal ver cómo me chupaban los huevos y que no había sensación más hermosa en el mundo que alguien se tomara tu leche y te siguiera chupando la verga suavemente. No estaba mal, pero en realidad, eran detalles. Ni a palos se acercaba a nuestra primera vez.
Me volví a casa satisfecho físicamente pero frustrado emocionalmente. No había logrado sentir que era una bestia sexual desatada, como la primera vez.


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6 comentarios - la historia de carlos su primera vez fanhistory

memi3207
Pasa los twitter de estos putitos hermosos
arpcero
Que hermosa putita que sos amor! Me encantaría cogerte toda de todas formas
Waltermcen1
cómo es el Instagram del primer putito por favor!! y ya van+10 y favoritos obviooo