Concluyendo con Leo

En esta ocasión les contaré como concluí mi historia con Leo. Si no han seguido la historia, los invito a que lean los anteriores relatos:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3846674/Relato-sobre-juego-sexual-con-mi-amig.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/3854901/Intentando-concluir-con-mi-amigo.html


Bien... En ese entonces era muy joven (un adolescente en todas sus letras), y tenía una calentura barbara. Veía una sombra y era una buena ocasión para una paja.
Pero, la masturbación ya no me llegaba a satisfacer completamente. Necesitaba sexo. Sea cual sea pero necesitaba. Y, la única persona que podía tener confianza era Leo. Ya era algo irreversible que no daba para más.
Un día cae a mi casa tipo 18 horas. Lo recuerdo con una remera negra y unos pantalones convertibles (esos que los podías convertir en largos o cortos, con solo desprender el cierre de la rodilla). Entro a casa y nos pusimos a charlar boludeses.
En eso aparece mi madre y nos dice que pelemos arvejas. Nos trajo una bolsa como de 5 kilos de arvejas... Nos dejó la tarea y se fue al negocio porque había llegado un proveedor. Mi madre le encantaba el chisme (y aún le gusta), por lo tanto cada vez que iba a atender a la gente se tardaba horas charlando. Yo, era consiente de eso.
Apenas se fue, me acerque a Leo para tocarle el bulto (que era muy marcado, de color beige por su pantalón), pero me rechazó con su mano. Me sentí raro, pero me ganaba el morbo.
Me volví a mi silla y seguí pelando arvejas.
De pronto, se me cayó unas bolitas de arveja al piso, justo debajo de la mesa (no sé si entienden, pero todo era deliberado). Me metí bajó la mesa para buscar las arvejas y apoyé mi nariz en el bulto de Leo.
Tenía un rico perfume a macho, a leche, a paja, a fuerza, músculos y complicidad.
En un instante sentí su mano detrás de mi nuca, haciendo fuerza para apoyar más mi rostro.
- ¿Y si viene tu vieja?. Me dijo. - Tranqui, va a tardar, lo sé.
Inmediatamente me soltó la cabeza, y usó sus dos manos para bajarse el pantalón y la ropa interior.
A unos escasos centímetros ví una hermosa pija.
Resaltaba ante mis ojos, una cabeza media morada, grande y brillosa, con un agujero abierto. Detrás un tronca grueso, una piel morocha retraída y las bolas grandes como dos mangos. Que colgaban llenas de leche. Más atrás se veía una melena morena de pelos lacios.
- Sácame la leche. Dijo Leo.
Lo primero que hice fue pasar la lengua por esa cabeza dura, luego me la trague de a poco. Sentía mucho placer al saborear esa pija grande que tiraba pre seminal.
Mi cabeza se movía a un buen ritmo, mientras la mano de Leo me sujetaba la cabeza.
Se puso de pie y se empezó a pajear mientras yo sacaba la lengua para recibir leche.
¡Juan! mi vieja gritaba. Necesitaba ayuda en el negocio.
Me acomodé, puse mi pija sobre el cinto del pantalón (por que la tenía re dura) y Leo se cambio, retomando con las arvejas.
Fui a  ayudar a mi madre un rato largo (tenía muchos clientes). Cuando terminamos de atender, volvimos por Leo. Estaba viendo la tele, había terminado con las arvejas.
Le pregunté a mi madre, si podíamos ir a jugar al futbol a unas cuadras cercanas. Y asistió.
Fuimos al fondo de casa con Leo a buscar la pelota y el inflado. Nos metimos a un deposito a buscar unos picos, cuando de pronto siento una verga dura en mi cola. Me quería soltar y no podía... Leo estaba muy caliente y me quería meter su pija a toda costa.
- Boludo, vamos a la cancha. Nadie va y hay arboles ya que antes era un bosque. Le dije.
Leo me agarró la mano y sacó su pija del pantalón.
- Pajeame, necesito acabar.
- No, dale vamos a la cancha.
Salimos re caliente de casa y nos fuimos a la cancha a jugar futbol. Cómo mucho habremos pateado dos veces la pelota.
Todo el juego era sólo tocarnos las vergas, sacarlas y chuparlas brevemente. Ambos estábamos re calientes. Por ratos Leo llegó a chuparme la pija en cuatro, mientras yo estaba tirado en el piso de tierra, haciéndome el lesionado. Era oscuro asique no se veía nada.
En un momento Leo me tira al piso, y se acuesta a mi par. Me sacó la pija y la junto a la de él. Jugamos espadas por un rato. Me metía la pija en mis bolas, y me pedía que hiciera lo mismo. Nos hicimos una paja cruzada. (Woow, ahora estoy re duro mientras escribo esto). No dimos más acabamos juntos, con las pijas unidas. Nos paramos y nos fuimos a casa.
Ahí miramos Poltergeist en el canal infinito, cenamos y me pidió que lo lleve a su casa en mi bicicleta. Eran como las 23hs. Lo cargue en el caño de adelante y nos fuimos.
Medio camino Leo empezó a tocarme la pija y la cola. Inmediatamente me calenté y le dije que se baje. Estaba oscuro, con una tonalidad naranja, ya que estábamos cerca de campos y asentamientos, hacía frio.
Se bajó y caminamos juntos. La bicicleta nos separaba, sin embargo, él bajó su pantalón y saco su verga parada. Me pidió que haga lo mismo. Él agarraba mi verga y yo la de él, mientras caminábamos por un camino de tierra oscuro.
Vimos un árbol metido a unos 5 metros del camino, rodeado de hierba alta. Yo conocía ese árbol por que por fuera había yuyos altos, pero cerca del árbol no.
Nos metimos con bicicleta y todo. Él se agacho y empezó a hacerme un pete. Yo solté la bicicleta y agarré su cabeza, mientras con una mano me agarraba las nalgas y con otra las bolas.
Se puso de pie, era el cambio. Me agache y empece a petearlo con muchas ganas.
- Mójala bien porque te la voy a meter.
Se la dejé bien mojada, me di vuelta y me puse en cuatro. Sentí su dedo húmedo por mi ano, de pronto, sentía su glande, buscando entrar.
La empezó a meter despacio, con mucha calma. Cada centímetro adentro era un orgasmo que sentía. No gemía, pero todo mi cuerpo temblaba de nervios y placer.
Cada embestida era magnifica, sentía su verga y sus huevos. Luego de unos 10 minutos sentí como esa pija se ensanchaba y Leo temblaba.
- Bueno, ya te di leche. Ahora es tu turno.
Leo se mojó la mano y se la paso por su cola. Se puso en cuatro y me tocó meterle mi pija.
Leo no gemía ni nada. Parecía una estatua en cuatro.
Luego de unos minutos sentí el cielo y lo llené de leche.
Nos cambiamos y quedamos en repetirlo siempre que tengamos ganas. Sin embargo nunca más lo repetimos. Fue la última vez que lo ví a Leo. Creo que mis viejos se dieron cuenta porque me cagaron a pedos a la vuelta.
Pero, como dice el refrán: más vale pedir perdón que permiso. 
Espero que les haya gustado y se hayan pajeado con mi relato.
Hasta la próxima....

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