Capítulo 08 - Con mi jefe militar

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No sé si fue ni bien entré ó fue segundos después: me puso la mano en la nuca y me hizo ir directo a su bulto. Lo empecé a rozar con mi cara. El olor a transpiración y restos de orina ya se avecinaban, aún cuando ni había bajado su bragueta.
—Las ganas que tenía, pendejo —susurró en voz baja y con un tono claro de que estaba gozando. —Toda quiero que la chupes —remató, sacando la verga de forma desesperada.
—Toda! —fue una especie de grito imperativo.
La empezó a menear pegada a mis labios, semi-abiertos, que sentían su suavidad y su cabeza húmeda, perfumada con olor a fluidos y a transpiración de macho mucho más fuerte que lo que sentía al principio. Sus pelos me rascaban levemente la nariz, y también estaban inundados de esa fragancia. Ni hace falta aclarar cómo estaba yo. Embriagado en lujuria y morbo. Podía haber acabado ahí nomás. Podía pasarle la lengua y dejarle todo ensalivado. Mi cabeza trabajaba a mil revoluciones por segundo.
—¿Sos putito, eh? ¿Te gusta mucho el olor a macho? —un psicópata sexual parecía florecer de él. Empezó a golpear mi lengua con su pito duro, eso hizo que mi apetito de comérmelo entero aumentara más y más.
—¡Cómo tomabas la lechita recién eh! —me agarró la cara, me apretó muy fuerte. Se me acercó. Me cagaba de gusto, pensé que me iba a dar un beso.
—Preparáte, porque vas a ser mi putito esclavo, voy a sacarme todas las ganas que tengo con vos, ¿sabés? —finalmente, se confesó. Era una melodía muy armoniosa para mis oídos lo que decía.
Seguramente en mí también estaba floreciendo un psicópata sexual ó bien un sumiso muy sumiso.
Su pantalón color crema de vestir estaba a penas bajado, junto con el bóxer rojo, que parecía tener hace unos días por la mancha que tenía en la parte de la pija y las bolas. Es ahí donde apoyado en la mesada se descalzó de un pie, tiró el zapato lejos, de una forma tan cebada, que me hizo calcular que estaba igual de caliente que yo. Levantó la pierna, el pie lo dejó en la altura de sobre mi cara y empezó, como quién dice a pisarme, restregándome toda su media negra de vestir, caliente y un poco húmeda. No hizo ni falta que me lo diga, además era la fantasía que yo tenía también. Pude llegar a sus dedos y empecé a abrir la boca para que me entraran junto a las medias. Disfrutaba de eso. Parecía como si me cojiera con su pie, oralmente. Yo disfrutaba de su olor a macho esparcido por todo el cuerpo, y no sólo de eso, de que estaba probándolo a gusto y no bajaba del éxtasis ni ahí.
—Sí, dale puto, chúpame bien las patas, dale! —su tono de voz estaba elevado. Claramente su esencia militar era aplicable en todo lo que hacía.
Pero como todo momento lindo, se cortó bruscamente cuando se escuchó el ruido de una llave. Su cara cambió drásticamente. La mía, a pesar de tener su pie aún entre mis comisuras, tampoco se quedó atrás. Muy bizarro todo pero ahí estaba pasando: su esposa. Intentando abrir la puerta, cuál escena de telenovela. Afortunadamente, no pudo abrir de un saque, él había trabado todo mientras yo fui al baño. Entonces, empezó a golpear.
—Amor, abríme.
Fue como escuchar nuestra sentencia de muerte.
¿Qué haríamos?


1 comentario - Capítulo 08 - Con mi jefe militar

dedevoto
Apa..., que momento !