Mi primera vez con un pibe (relato real)

Buenas, mi nombre es Ezequiel y tengo 32 años. La historia que les voy a contar sucedió hace unos 8 años atrás más o menos.

Yo en esa época laburaba en un depósito yendo y viniendo con mercadería todo el día. Una mañana en pleno laburo me tuerzo el tobillo y me mandan directo a la ART. Me indican 2 semanas de reposo, hielo y luego 10 sesiones de kinesiología así que tenía para rato.

Cuando llegó la primera sesión de kinesiología la secretaria que te da los turnos para ir al gimnasio me pregunta si no me jode ir temprano, onda 6 de la mañana. Como era mi horario habitual de laburo hace años no me molestó para nada y lo tomé como positivo porque me quedaba el resto del día libre.

Llego a la primera sesión y me atiende una pendeja morocha increíble, de unos 23 o 24 años, súper dulce, que estaba haciendo sus prácticas para recibirse de kinesióloga. Junto a ella, estaba el encargado del gimnasio y kinesiólogo ya recibido al que vamos a llamarle Martín.
Martín era flaco, de 1,70 mts, ni lindo ni feo y claramente amanerado en su forma de hablar.

Al comenzar el 2do día me doy cuenta de que en el gimnasio no había nadie desde las 6 hasta las 8, salvo una señora que estaba rehabilitando sus piernas en una punta del gimnasio, y yo, que con los electrodos y todo eso estaba del otro extremo.

Pasan los días y la morocha ni cabida, pero sí Martín, que parecía reírse y asentir todas las pavadas y chistes que se me ocurrieran decir a esa hora… Y ahí empecé a formarme la idea de que quizás yo le gustara a Martín.

La verdad es que siempre tuve suerte con las minas, me gustan y mucho. Pero también venía masticando la idea de quizás probar con algún varón. No lo buscaba pero sabía que si algún día se podía dar, le iba a dar para adelante…

Pasaron los días y con Martín fuimos tomando confianza en las charlas, siempre había una connotación sexual en cualquier cosa de la que habláramos y luego venían las risas…

El último día, luego de mis ejercicios de fuerza, Martín me hizo recostarme culo para arriba en una camilla, dentro de un cubículo de esos que tienen cortina, para masajear mi tobillo y gemelo. Me pareció demasiado oportuno que me pidiera que me saque mi pantalón, cuando con sólo subir la pierna afectada podría haber realizado su laburo sin problemas.

Me saco el pantalón y me acomodé la chota frente a él, cosa que me pudiera ver…
DICHO Y HECHO: Mientras me acomodaba el bulto su mirada se fue para abajo y se mordió un poquito su labio inferior.

Me recosté y Martín empezó con sus masajes… primero el tobillo (que me hizo ver las estrellas), luego el gemelo y después subió hasta justo debajo de la cola. Los masajes de a poco se fueron convirtiendo en mimos y la pija se me empezó a poner gomosa…jeje

“Ay che, qué contracturado que estás! Siempre estás así de duro?” me preguntó.
“Mmm… no siempre, igual hay cosas más duras por ahí abajo” le contesté.
“Ay sos terrible” me dijo, riéndose.

Siguen los masajes, cada vez más arriba, y de a poco su mano empezó a rozar mi pija a lo que ya no pude aguantar más. Me dí vuelta y por sobre su pantalón manoteé su bulto.
Se puso como loco, me empezó a pajear, a petear, todo junto como desesperado. Y obviamente había que ser silenciosos porque no estábamos del todo solos.

Yo estaba que volaba, siempre fui heterosexual pero tenía ganas de probar algo distinto, y ahora delante de mí tenía un flaco succionando mi pito a más no poder.

Ya estábamos jugados si alguien nos descubría y le pregunté si quería sentir algo duro y caliente en su cola. Si antes se puso como loco ahora estaba frenético. Se ve que hace rato que no cogía o al menos eso me pareció a mí. Me bajé de la camilla, lo puse a él de espaldas a mí y lo hice apoyar su pecho en la camilla. Bajé su pantalón, de esos de enfermeros que sólo tienen elástico, y quedó su culito al descubierto. Chiquito pero muy redondo, sin pelos, y con claros signos de acción previa. Le abrí sus cachetes y lamí su hoyito varias veces. Sentí como su respiración iba en aumento y hablando en susurros me dice:

“Metemela ya por favor!”

Ni lento ni perezoso me paré y se la puse. Despacio pero de una y sin vacilar, entró hasta el fondo y ví que se tapaba la boca para no gemir.

Empecé a bombearlo despacio porque con la calentura de los masajitos y el pete me soplaban y yo acababa…jaja. Estuvimos unos 5 minutos así y de repente me pide que me quede quieto. Yo me asusté, pensé que nos habían escuchado y que él se había dado cuenta, pero no! Me pidió que me quede quieto para clavársela él mismo. Movía su culo de adelante para atrás, cada vez más profundo. Me tuvo 3 minutos así y no aguanté más.

“Te lleno el culo de leche” le dije lo más guarango posible.
“El culo no, la boca por favor, dámela en la boca” me dijo mientras gemía.

La explosión fue terrible y mientras Martín se tragaba todo mi semen me temblaban las piernas como hacía rato no me temblaban con ninguna mina con la que haya estado.

Nos vestimos, nos acomodamos y él salió primero como para disimular. Esperé 1 minuto y luego salí yo.

Terminé mi última sesión de kinesiología, lo saludé y nunca más nos vimos (Aunque siempre pensé en pasar y saludarlo…)

FIN


Este fue mi primer relato, espero que les haya gustado. Espero sus comentarios!