[Relato] Garchando en un camping. (2º parte).

Aquí regreso con la segunda y última parte de mi experiencia.
Les dejo el link de la primera parte para los nuevos y para los que quieran refrescar la memoria.

http://www.poringa.net/posts/gay/2661230/Relato-Garchando-en-un-camping-1-parte.html



Entramos a las duchas muy calientes, casi desesperados. Constatamos que no había nadie para nuestra suerte. Casi en milésimas de segundo nos desnudamos, él puso su ropa debajo de la mía en el banco frente a las duchas para aparentar que solo había una persona allí e inmediatamente, con las pijas a medio parar, ocupamos una ducha, la abrimos y cerramos la cortina.
Nos miramos por varios segundos como asegurándonos lo que íbamos a hacer. Había miedo, mucha calentura, y era un paso sin vueltas atrás.
Corté el silencio y le dije a Martín: - Esto muere entre nosotros, no quiero que cambie nada entre nosotros después de esta noche. Si te arrepentiste, podés volver a tu carpa con tu mujer ahora, yo me olvido de esto y adelante sin rencores.
Me miró fijo, su excitación brotaba de su mirada y de su sexo que tomó una dureza máxima en tres segundos. Miré su erección y mi pija pronto se unió a la suya rozando ambas cabezas húmedas de líquido preseminal.
Martín y yo comenzamos a besarnos y refregar nuestros cuerpos desnudos con la misma intensidad y calentura que en la carpa. El agua caliente caía sobre nosotros y de a poco lo que empezó como jadeos casi susurrantes de placer, pronto se convirtieron en gemidos peligrosos de ser descubiertos. El ruido del agua tapaba bastante nuestra audición.
Bajamos un poco los decibeles y también mi boca a su vientre. Comenzé a lamer su pubis afeitado y el contorno de su gruesa verga que palpitaba con cada lamida.
No había demasiadas posiciones posibles allí, y tampoco sabía hasta donde quería llegar mi amigo. Yo quería todo.
Conforme al aumento de su deseo, pronto tomó mi cabeza y la hundió en su verga caliente. Comencé a chuparle la pija con desesperación, la metía y sacaba de mi boca al tiempo que mi lengua recorría libremente cada centímetro cuadrado de su cuero. Cuando rozaba su tenso frenillo y la punta de su glande Martín temblaba de placer. Su cuerpo se estremecía y sus jadeos aumentaban de volumen.
Me levanté rápidamente antes de que acabara, entendió el mensaje y automáticamente él bajó hasta mi poronga babeante de fluidos.
Se la metió torpemente en la boca, no fue con rodeos, la chupaba bien y repetía algunas lamidas que yo le había hecho segundos antes. Se notaba que no tenía experiencia en esto, pero si mucha voluntad en aprender a dar placer a otro hombre.
Pronto subió a mi boca de vuelta para besarme profundamente mientras nuestras manos comenzaron a buscar el culo del otro.
Un dedo entro en cada uno, yo moría de ganas de penetrar ese hermoso culo que portaba mi amigo y a juzgar por sus dedos, él también buscaba lo mismo.
Un ruido nos frenó en seco. Alguien había entrado a los vestuarios. Se escuchaba a un hombre silbar mientras se desvestía muy cerca de nuestra ducha. Nos quedamos inmóviles escuchando. La persona se metió ducha por medio de la nuestra y calculamos que jamás se percató de nuestra presencia allí.
Nuestras erecciones no habían aflojado en lo más mínimo, seguimos besándonos con un poco más de precaución en los sonidos que emitíamos y pronto Martín me susurra al oído: “Quiero cogerte”
Si bien soy versátil en el sexo, contadas veces fui pasivo. Me cuesta mucho dilatarme y la mayoría de las veces no me produce un placer tan grande ser penetrado. Pero casualmente tres de las veces que recibí un pijazo por el orto, fueron de las pijas más grandes y gruesas que tuve en mis manos. Inexplicablemente entraron todas, aunque no gocé tanto. Es raro eso, no se si a alguien más le pasa, que el dolor no se va y el placer poco llega. Lo compruebo porque pierdo la erección y mayormente me la banco hasta el final. El sexo es así, a veces hay que ceder un poco.
La cuestión es que mi cara se transformó al pensar en esa pija dentro de mi. Martín no la tenía tan larga (bah, si) pero su fuerte era el ancho, su pija era gruesa como un desodorante.
- Me vas a hacer mierda boludo y yo también te quiero coger. Le dije casi negociando.
Sonrió. – Vamos hasta donde quieras, se hacer un culo y no tengo intención de que te duela, sino de que me pidas más.
- A mi con ese chamuyo no vengas pelotudo.
Se rió y le tapé la boca con mi mano libre (la otra seguía jugando dentro suyo al igual que la de él). – Shhhh, nos va a escuchar el vago de al lado. Le susurré.
Me miró con cara de perro mojado, lo odié. Quería cogerlo yo. Pero el nivel de calentura y la situación impensada que se había sucedido entre ambos no aceptaba negativas por respuesta.
Dudé y le dije al oído: - Despacio y andá pensando como te vas a bancar la mía, vírgen del orto.
Su sonrisa terminó de cerrar el trato, me dí la vuelta, me agaché y pronto sentí su mano embebida de un sachet de acondicionador de pelo que estaba tirado en el piso de la ducha desde que entramos.
“Hijo de puta” pensé, “Ya lo había visto apenas entramos”.
La punta de su pene rozó mi ano y entró de una. Me aguanté de gritar, el dolor me recorrió el cuerpo pero sabía que podía ser peor de no haberme estado dedeando antes.
Entró muy despacio, casi como estudiando mis reacciones ante cada centímetro nuevo que se abría paso por mi culo.
El ancho de su pija era terrible, en un punto no pude más y me la saqué con mi mano. Martín volvió a meterme un par de dedos, los cuales no me dolían. Todo era cuestión de adaptación. Como recitaba la vieja fábula “con paciencia y vaselina, el elefante se cogió a la hormiga”.
Sus dedos se convirtieron en tres, giraban, entraban, salían y recorrían mi próstata que pronto comenzaba a hincharse de placer.
Alrededor de tres minutos duró esta maniobra y nuevamente comenzó a penetrarme con su inmensa pija.
Entró de una, el dolor fue intenso pero más leve. Se quedó unos segundos quieto dentro mío, la sacó despacio hasta la cabeza y volvió a meterla suavemente. “Hijo de puta” pensé nuevamente “Sabe hacer un orto”.
A los pocos minutos la intensidad de sus movimientos comenzaron a crecer, sentía toda su verga dentro y constaté con mi mano sus huevos golpeando en mi culo.
El dolor seguía pero era resistible, el placer nunca apareció pero saber que era ese bulto que tanta curiosidad me despertaba hacía que mi verga se mantuviese morcillona colgando entre mis piernas.
Martín se recostó sobre mi espalda, torpemente soporté la maniobra apoyando mis manos sobre la pared de enfrente. Sus manos fueron inmediatamente a mi chota y empezó a masturbarme muy placenteramente.
Sus embestidas eran cortas e intensas, aceleró el ritmo de mi paja y supuse que iba a acabarme adentro.
Me giré a un costado para besar su boca y le dije – No acabes, tengo otros planes para esa leche.
Sonrió y siguió cogiendo mi orto más despacio, soltó mi pija que estaba hace rato dura como nunca. Besó mi cuello, chupó mis orejas y fundió su lengua dentro de mi boca.
La sacó de un saque, yo me puse derecho de nuevo, giré y lo besé completo desde su boca hasta su pubis.
Martín se enjuagó la verga con el agua que continuaba corriendo. Unos metros más allá el hombre que había entrado daba por finalizada su ducha y descubrimos que había dos personas más dentro del vestuario.
Un torrente nuevo de adrenalina recorrió todo mi cuerpo para centrarse en mi verga.
Lo tomé de la cintura y lo giré delante de mí. Bajé hasta su ojete y comencé a lamerlo con intensidad. Mis dedos jugaban dentro suyo cuando mi lengua descansaba. Se abrió los cantos para que pudiese entrar más aún.
Pocos segundos después subí y apoyé mi verga en su hoyo dilatado. Se la metí despacio y Martín gimió.
Sin mediar negociación alguna, metí mis lengua dentro de su boca y seguí abriendo camino en su recto con mi verga que latía al ritmo de una erección intensa. Tan intensa que me dolía la pija de lo dura que la tenía.
Se la bancó como un duque y torpemente se balanceaba en un vaivén al ritmo de mi cogida. Le dolía, pero resistía.
Mi próstata era un petardo a punto de estallar, me dolían los huevos que batían una importante cantidad de guasca cada vez que golpeaban en Martín.
Los jadeos de ambos se hacían más intensos, en especial los míos. Ya poco me importaba que algún curioso abriese la cortina para ver que sucedía. Quería acabar dentro suyo. Mis eyaculaciones siempre fueron intensas. Suelo acabar mucho y cuando estoy muuuy caliente hasta siento la fricción de la guasca espesa por mi uretra a medida que sale disparada con fuerza por la punta de mi verga. Es una sensación indescriptible.
Mi inminente orgasmo pronto cobró vida clavando mi verga hasta el fondo. Mi mano tapaba la boca de Martín (de manera torpe, la fuerza de mis músculos fueron a parar íntegramente a mi cintura), Sentía los chorros intensos de guasca que salían de mi. Interminables. Una acaba como pocas en mi vida. El orto me dolía de la fuerza que hacían sus músculos para seguir aguantando tamaña eyaculación.
No puedo decir con exactitud la cantidad de chorros de leche que salieron de mi, pero conociéndome, fueron más de 10/12 seguro.
Salí rápidamente de Martín y un chorro de guasca saltó sobre mi pubis casi en el mismo segundo. Los músculos contraídos de mi amigo que soportaba mis embestidas de verga hicieron posible el hermoso cuadro lechoso.
Mi verga aún dura quedó bañada es una espesa leche que chorreaba por mis huevos, mis muslos y piernas abajo.
Martín se dio la vuelta, me abrazó jadeando, acarició mi nuca, y se separó lo suficiente para besarme y decirme: - Peter North es un pelotudo al lado tuyo. Mientras esbozaba una sonrisa forzada por el esfuerzo de la cogida.
Ni lento ni perezoso lo empujé contra la pared mientras la ducha caía directamente sobre mi. Bajé directo a su pija, algo floja. Me la metí de lleno en la boca y llevé mis dedos (dos) adentro de su ojete que aún contenía restos de mi guasca, todavía caliente.
Mis dedos comenzaron a girar en círculos frenéticamente sobre su próstata, sin dejar de chupársela.
Martín, en pocos segundos, captó el ritmo de la insalvable acabada que iba a tener moviendo su cuerpo.
Con la otra mano agarré la gruesa verga de mi amigo y me centré a lamer su cabeza. Mi lengua giraba cada vez más rápido, mi mano sentía los espasmos de su poronga, mi otra mano echaba chispas sobre su próstata y mi macho explotó al fin con un grito ahogado e intenso dentro de mi boca.
Sus piernas se aflojaron con rapidez bajando la espalda sobre la pared de aquella ducha. Mis dedos se detuvieron en algún momento, mi mano pajeaba con suavidad su ancha verga y mi lengua juntaba y mandaba a la garganta todo el semen que salía.
Terminamos ambos exhaustos. Martín sentado en el piso con la cabeza hacia arriba, los ojos cerrados y la mandíbula caída.
Yo acompañé su cuerpo quedando arrodillado sobre su verga.
En cuanto pudimos recuperar la energía, nos lavamos con agua sola el cuerpo para dejar la menor cantidad de evidencia de tamaña faena sexual y, olvidándonos el lugar donde estábamos, salimos juntos de la ducha.
Al instante vimos a un tipo, dos duchas más allá, que se secaba el cuerpo desnudo con una toalla y nos miraba absorto.
Poco nos importó que se haya dado cuenta o se preguntara que estaban haciendo dos tipos en bolas en la misma ducha y con las vergas bobas. Tampoco nos importó que el hombre tuiviese la pija en el mismo estado que el nuestro. Solo nos limitamos a secarnos y vestirnos en silencio mientras cruzábamos alguna que otra mirada y sonrisa cómplice.
Salimos sin mucha vuelta, primero él y atrás yo. Le guiñé un ojo al tipo que nos miraba y llevé mi índice en vertical sobre mi boca en gesto de “silencio”. El tipo esbozó una sonrisa despreocupada, me devolvió el guiño y siguió en lo suyo.
Volvimos a coger dos veces más con Martín. Por suerte esto fue solo un acto irresponsable de calentura, aunque no puedo evitar tener cierta culpa aunque nada haya afectado nuestra amistad, tanto con él como con mi amiga Laura. Que se yo…polvos son polvos, y aunque sea un hombre de códigos sé que volvería a hacer lo mismo si tuviese la mágica oportunidad de volver atrás.
Espero que les haya gustado el relato. Yo le afirmo que esto es 100% real (excepto los nombres) pero queda en ustedes creerlo o no.

Perdón por la demora del relato, tengo mucho trabajo aunque me pude hacer un tiempo para escaparme nuevamente a un camping en busca de aventuras. (Las cuales conseguí y una muy morbosa que ya voy a relatarles).

12 comentarios - [Relato] Garchando en un camping. (2º parte).

Odblo +2
¡La mierda! ¡Esto fue epico! Jamas e comentado nada en esta pagina desde que estoy registrado, pero despues de leer esto no me podia callar. Sabes contar la historia tan bien boludo, super detallado, tenia toda la imagen en la cabeza y que calentura...
vascongada16
gracias papá! un placer que te haya gustado.
RENE_2011
JAJAJA QUE PAR DE PUTOS JAJAJAJ UN ACTO IRRESPONSABLE JAJAJAJA
dariobenz
todos mis puntos! excelente relato!
ayayayuyuyuy2
GRAN RELATO! muy bien contado y muy caliente. me dejo la pija boba y unas ganas de ducharme en un camping incontenibles jajajaja
nenecachondo
Mis puntos de hoy van para vos! Vengo esperando este relato desde hace tiempo y claramente, no decepcionaste ! Me dejaste a full ! Queremos fotos del bulto de tu amigo che ! (o algo mas) jaja
mecopadormir
Que bueno fue, me encantó com lo relataste y que el chabon haya estado caliente con vos en secreto todo ese tiempo. Que bueno que pudieron sacarse las ganas.
Paobeitanco
me encantó, tremendo relato. lo creo, y me re calenté leyéndolo. escribís genial, muy bien detallado. van +10!!!