Relato de mis recuerdos, final Gay

De camino a mi casa pasamos por la panadería, compramos las mediaslunas. Yo no podía dejar de pensar en qué hacer y cómo actuar cuando llegásemos, no me imaginaba qué rumbo podían llegar a tomar las cosas. Tampoco había armado ningún plan o cosa por el estilo, por ahora iba fluyendo y mis ansias iban en aumento.
La conversación, tanto en el auto, como en la calle, era de lo más normal, como dos amigos que venían de alguna joda o baile. Al llegar al departamento, ya no supe qué hacer. Te ofrecí café ¿te acordás? Contestaste tímidamente que a eso habíamos venido, jajajaa, qué boludo lo mío. Me puse a hacer café, Martín se sentó a la mesita de la cocina y me observaba. Podía sentir su mirada en mi espalda y la verdad eso me excitó un poco. Mientras el café se hacía te pregunté ¿cómo te gusta? Me miraste sin saber qué contestar, capaz pensaste que te hablaba de otra cosa, te señalé el café, ahí me contestaste que normal, ni muy fuerte ni muy liviano. Me quedé mirándote con ternura, seguro te diste cuenta, pensé “nuestro primer desayuno juntos” y no pude esconder una sonrisa. Me preguntaste de qué me reía y te lo dije. Creo que te dio un poco de vergüenza porque miraste para otro lado como para escapar de la situación.
Mientras desayunábamos no podía dejar de mirarte fijo. ¿Te acordás que no sabías qué decirme?
Terminamos de desayunar casi sin hablar, sólo nos mirábamos directo a los ojos.
Me jugué, me levanté y me puse a tu lado, puse una mano sobre tu hombro me agaché y busqué tu boca que me recibió con un beso tibio, casi inocente. Me sentía en el séptimo paraíso, su boca era perfecta, nuestras lenguas jugueteaban sincronizadamente, cada vez con más ímpetu, cada vez más profundo, más apasionado. Lo levanté de la silla y lo abracé por la cintura, pude sentir la calidez de su piel, mis manos fueron bajando por sus piernas, torneadas, duras, pero me detuviste en seco. De un salto salí del letargo en que me tenías, “qué pasó??”, “vas muy rápido” me dijiste, “nunca estuve con un chico, paremos acá”.
Como en una película, me ví besarte nuevamente, me ofrecí a llevarte hasta tu casa, cosa que negaste, así que te acompañé hasta la parada del bondi y nos despedimos. Extrañamente, pensé después, en ningún momento tuve una erección, Martín me excitaba, claro, pero esto iba más allá de una simple calentura.

Durante la siguiente semana no pude despegarme del celu, nos mensajeábamos sin cesar. Dí los finales que me quedaban y luego estaba libre. Lo invité a que viniera el sábado, cosa que aceptó de inmediato.
Ese día me levanté temprano y me duché dispuesto a esperarlo. Recibí su mensaje y lo fui a buscar a la parada del bondi. Por fuera estaba tranquilo y sereno, pero por dentro estaba hecho un manojo de nervios. Lo ví bajar del bondi, estaba vestido con una chomba clara y bermudas, no pude quedarme dentro del auto, fui a su encuentro y lo saludé con un beso en la mejilla, me sentía un adolescente noviando.
Llegamos al departamento y preparé unos mates mientras charlábamos y nos relajábamos un poco, charlamos de nuestras semanas, lo mismo que nos habíamos estado mensajeando. En un momento te paraste, viniste hacia mí y te sentaste en mis piernas abrazándome. Empezamos a besarnos, nuestras manos comenzaron a explorar desde el cuello para abajo, nos sacamos las remeras y por primera vez nuestros cuerpos se rozaron. Juro que en ese instante me recorrió una ráfaga de electricidad que nunca había sentido antes. Nuestros cuerpos disfrutaban este nuevo contacto, nos llevamos a los besos hasta la habitación y nos tiramos en la cama. A los tirones le saqué las bermudas y el bóxer, me tomé un minuto para contemplarlo, acostado ahí en mi cama pude observarlo detenidamente y placenteramente. Era mucho más de lo que había imaginado, hermoso por donde se lo mire, “qué pasa?” me preguntó. Me saqué el pantalón y el bóxer y nos dedicamos a examinarnos beso a beso, centímetro a centímetro. No teníamos apuro, estábamos disfrutando del placer mutuo de regocijarnos sólo tocándonos. Nuestros miembros estaban duros de la excitación, la piel erizada, las piernas entrelazadas y nuestras manos, recorriendo, investigándonos mutuamente.
Obviaré detalles sobre la relación sexual, no creo que haga falta. Se repitieron muchas veces más.
A los dos meses ya estábamos viviendo juntos y desde entonces nunca nos hemos separado.

Ya casi es de mañana, no pude dormir. Me asomo una vez más a la habitación para contemplarte. Casi no cambiaste de posición, todavía tu brazo me busca en el que es mi lugar en la cama. Me acerco, me acuesto a tu lado y te observo dormir. Te toco apenas, te corro el mechón de pelo que cae sobre tu frente. Todavía hoy me recorre la misma electricidad al rozarte. Pego mis labios a los tuyos dormidos y te beso quedamente. No quiero perder un día más, me hacés bien y te lo digo en voz baja. No sé qué haría sin vos.

11 comentarios - Relato de mis recuerdos, final Gay

luciomoon +1
SOS UN TIERNO! Me encanto!
KaluraCD
Relato de mis recuerdos, final  Gay
Muy linda historia aunque el relato tiene algunos errorcitos de tiempo y persona gramatical está bien.
Gracias por compartir 👍
Tsukuru
Gracias, aunque esos errorcitos fueron buscados a propósito
KaluraCD +1
Ajá @Tsukuru, pero me parece que lo arreglaste un poco. Ahora el párrafo en tercera persona queda aislado y no desentona, pero hoy tenías una mezcla al principio, que ahora no la veo.
De todos modos, muy bueno el relato 👍
dariobenz +1
Amé. Ojala sea esto verdad y lo vivas de esta manera"
todo_masquebien +2
Simplemente hermoso...mucho amor en esas palabras...HERMOSO
Tsukuru +2
gracias @todo_masquebien
stevia123 +1
Felicidades, q bueno saber que se puede iniciar una historia tan tierna y perdurar. _)
dedevoto
Epa que bueno, que sutil°°°
Tsukuru
gracias por pasar y comentar
neroalesi
tiernaso boludo! me sorprende encontrar estas cosas por aca jaja , saludos! 🙂
Tsukuru
gracias!