La confusión de turista.

Hace unas semanas, aprovechando las vacaciones de la facultad una tarde me tomé mi tiempo para volver a casa del trabajo. Recorrí la peatonal Florida mirando vidrieras hasta lo que sería Plaza San Martín. Allí un turista sesentón me preguntó acerca de unos lugares. Tras indicarle como llegar se me puso a hablar. Mi inglés no en muy fluido y él carecía de castellano.
Comenzó a elogiarme, entre idas y vueltas entendí que se proponía.
Me invitó a su hotel asegurando que pagaría el traslado; o la menos eso creí. Evidentemente estaba equivocado ya que caminamos hasta allí. Se encontraba alojado en un hotel en la calle Viamonte, cerca del Teatro Colón, frente al edificio de la AFA para ser precisos. Entramos, subimos a su habitación y me ofreció algo de beber. Charlamos un poco acerca de a qué nos dedicábamos cada uno. Él estaba casado y vivía en Australia, una vez al año viene a Buenos Aires por cuestiones de trabajo.
Luego de un rato, y sin darle muchas vueltas al asunto, me besó en la boca introduciendo su lengua tanto como podía y manoseando mi cola con fuerza digna de macho. Propuso darnos una ducha y al salir me hizo arrodillar en el piso para que se la pueda chupar bien, me fotografió con su Blackberry mientras lo hacía y no me resistí, luego descubriría que lo que había hecho fue filmarme.
Con mucha frialdad me llevó hasta la cama donde se acostó boca arriba y me ordenó que le chupe la verga y los huevos. Adam, así se llamaba el sesenton, medía cerca del metro ochenta y estaba algo gordito. Tenía mucho bello canoso alrededor del cuerpo y una verga dura y larga que empujaba dentro de mi boca ayudándose con sus manos en mi cabeza. Cuando su glande estaba al rojo vivo y su pija parecía estar a punto de estallar en leche se levanto, me acostó en el piso y puso su orto en mi cara que, con mi lengua, le chupe ese ano grande y peludo mientras se masturbaba. Eso estaba haciendo cuando se levantó en busca de los preservativos.
Preparó su Blackberry y la apoyó sobre un mueble apuntándonos. Le pregunté que estaba haciendo y sonrió sin contestarme. Tomó una corbata y, sujetándome con fuerza, me ató las manos a mi espada. Agarró una de sus medias y la introdujo en mi boca; la mantuvo de ese modo ayudándose con la otra que rodeaba mi cabeza anudándose en mi nuca. A la atadura le sumó su cinturón con el que me enlazó el cuello y un pañuelo con el que cubrió mis ojos. Así vendado, lo escuché hablar moviéndose a mi arededor. Llegué a la conclusión que relataba lo que estaba haciendo mientras me filmaba en esa situación. Sentí que me sujetaba con rudeza, me subió a la cama, me dio un par de cachetazos y aplastando mi cara contra la almohada me puso en la posición que quería.
Ahí estaba yo, vendada y maniatada, de rodillas en la cama con la cabeza contra la almohada escuchándolo hablar con todo fuerte y perverso. Sentí una de sus manos sujetándome de la cintura. Luego sentí la punta de su verga apoyada en la puerta de mi ano. Comenzó a hacer presión; y comenzó a entrar.
En cuanto sentí su otra mano del otro lado de mi cintura comencé a sentir sus embates. Me bombeaba con fuerza mientras decia malas palabras en ingles, como las peliculas porno extranjeras. Nada podía hacer, sólo esperar que todo acabe.
Por suerte duró poco, pronto lo escuché gemir como un oso.
Me desató y me saqué la venda y la mordaza. Me quería ir pero no me dejaba. Me pedía que me masturbe y lance mis chorros de leche sobre su cara mientras lo filmaba. Decidí hacerlo y me lo agradeció. Su voz pasó de ser de un macho viril en celo a una putita maricona. Realmente le gustaba recibir mi lechazo en su rostro.
Me permitió usar su ducha una vez más. Al terminar me contó que quería salir a comer a un buen sitio, que le recomiende uno. Buscó su billetera y me preguntó que quería. No entendí. Sacó un billete de cincuenta dólares y me lo extendió. Ahí entendí mejor la situación.
Adam me había confundido con un taxi boy.
Si hubiese sido más astuta le habría cobrado al menos el doble por el haberme dejado filmar. Ahora, seguramente sus amigos en Australia deben estar mirando el video de Adam cogiéndose a una mariquita argentina.

2 comentarios - La confusión de turista.

juan73m
Luego sentí la punta de su verga apoyada en la puerta de mi ano. Comenzó a hacer presión; y comenzó a entrar. 🤤 🤤 🤤