Atada en la noche.

Era viernes, volvía un poco tarde de la facultad después de un fallido intento de cogerme a una compañera que a último momento un ataque de moralidad no la dejó meterle los cuernos a su novio.
Caminaba desde la parada del colectivo hasta mi casa, venía muy caliente pensando que podía hacer: una paja, salir a un lugar de enganche seguro o encararme a alguien.
Hasta pensé en el padre de mi amigo Pablo «que bueno sería encontrármelo ahora» me dije.
Me desvié e intencionalmente pasé por la puerta del edificio donde vive. Dudé en tocar el timbre, sospechaba que Pablo podría estar en lo de la madre y el padre estaría solo; caliente con ganas de ponerla. Finalmente continué. Una cuadra y media más adelante reconozco su auto y tras mirar con atención lo veo tras el volante espernado la luz verde. Me cruzo por delante y nuestras miradas se encontraron. Lo saludé con un gesto y él me lo respondió.
Evidentemente, el papá de Pablo no quería ponerla. Volví sobre mis pasos y, sabiendo que el auto lo estaciona en una cochera en la misma cuadra, esperé encontrármelo.
Salió y cuando me vió sonrió.
-¿Cómo estas?- Me preguntó. -Pablo no esta, se fue a lo de la mamá.
-Uh, pensé que podría estar.- Respondí.
Al cabo de unos silenciosos segundos me preguntó si estaba caliente y si quería chupásela. Asentí con la cabeza.
-Bueno, vení que te voy a dar pija.- Me dijo invitándome a su casa.
Llegamos al departamento y preguntó si quería tomar algo, me sirvió un vaso de Coca y el se preparó un wisky.
Me dejó esperando en el living y se fue a la habitación donde generalmente Victoria, la hemana de Pablo, duerme cuando va. Volvió con un bollo de ropa.
-Cambiate de ropa, anda al baño y ponete esto, es de Vicky.- Me dijo tirándome la ropa en la cara.
Fui al baño, me desnudé y miré la ropa. Se trataba de la ropa de Vicky; una bombacha y un corpiño común y corriente, una pollerita y una remerita muy naif. Me vestí. Volví al living donde sonaba algo de música y noté que el padre de Pablo se había servido otro wisky.
-Mirá que putita estas... mostrame ese culo que tenés.- Dijo sentado en el sillón.
Tras girar y mostrarle como me quedaba la ropa de su hija comencé a bailar como me ordenó; me daba mucha vergüenza hacerlo.
Ahí estaba, bailando en medio del living vestido de mujer frente al papá de mi amigo que tomaba wisky sentado en un sillón con su traje de ejecutivo.
-Veni que voy a pintarte los labios.- Dijo.
Ma acerqué y vi que tenía un lápiz de labios rojo. Me agaché y me dejé pintar la boca. Cuando terminó me pidió que vuelva a bailar. Sacó su verga, estaba zuracada de venas, y comenzó a masturbarse.
-Vení. Chupame la pija.- Me dijo con voz ronca medio de borrachin.
Pensé que nunca me lo iba a pedir. Me puse de ridillas y noté que su pija estaba sucia, realmente sucia. Olía mal, y tenía esa pastocidad blanca alrededor de la cabeza.
-Esta sucia, podrías lavártela.- Dije.
-Lavamela vos putita.- Contestó y, sosteniéndola con una mano y tomándome de la cabeza con la otra, me la hizo comer.
Al comienzo me dio un poco de asco, bastante para ser sincera, pero al cabo de un tiempo ya se me había pasado. La escena me calentaba, estaba vestida con la ropa de la hermana, chupándosela al padre de mi amigo.
-Hoy no zafás, te voy a coger. Y te voy a coger vestido, como a vos te gusta.
Me hizo subirme a él. Acomodé su pija en mi agujero y dejé que mi culo se la coma. Lo cabalgué un buen rato mientras me decía guarangadas.
-Vamos a la pieza.- Interrumpió.
En la habitación me ató a la cabecera de la cama y se desnudó frente a mi. Su cuerpo de veterano me calentó más. Sus bellos canosos y su pancita eran muy lindos. Me cogió patitas al hombro un buen rato; al punto que ya no aguantaba. Se alejó hacia el placard y tras husmear dentro sacó una caja de zapatos que abrió. No sacó zapatos de la caja, comenzó a sacar consoladores de todos lo tamaños y colores que se deben fabricar. Serían cerca de seis.
-Esto te va a encantar.
Me vendó los ojos con una bufanda y comencé a experimentar esas distintas sensaciones. Uno de ellos vibraba y era muy extraño, me gustaba. Sentí su pija cerca de mi boca, comencé a chupársela. Se subió a la cama y comenzó a cogerse mis labios. Todavía tenía el vibrador introducido en mi cola, con una de sus manos comenzó a masturbarme mientras que con la otra sostenía mi cabeza contra su verga.
Todo pasó en un segundo, comencé a eyacular mientras sus alaridos anunciaban lo que vendría: Mi boca llenándose de ese pastoso semen que tragaría sin chistar, tal como me lo ordenó.
Me dejo abandonada tal como estaba, atada con los ojos vendados, salpicada de semen y con el sabor de su nectar en la boca durante un buen rato para luego comenzar a cogerme una vez mas.

1 comentario - Atada en la noche.

seba98uy +1
me parece que tendrias que pasarte por Casa que yo si que te ago gozar