El pendejo, parte 2 (historia gay, todos + de 18)

Parte uno acá: http://www.poringa.net/posts/gay/2143631/El-pendejo_-parte-1-_historia-gay_-todos-_-de-18_.html

Repito, la historia es ficticia, los personajes son inventados, cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia, todos los involucrados son mayores de 18 años, etcétera.



Dos



–Apa, te re arreglaste che... –Marcos lo miró de arriba abajo y emitió un largo silbido–. ¡Hombre malo! ¿Qué pretende usted de mí?

–Hmmm, hacete las tetas y hablamos –contestó Franco.

Marcos fingió indignación, muy exageradamente.

–¡Canasha! ¡Asqueroso! ¡De-ge-ne-ra-do!

–Pe-lo-tu-do... –le dijo Franco con un empujón juguetón.

–Yo también te quiero, vení para acá...

Marcos intentó abrazarlo pero él lo esquivó, riéndose.

–¡Me despreciás! Se ve que te gusta más la pesada...

–Fa ni me digas che, sabés cómo va a andar el lunes. ¿Me hacés el aguante no?

–Ehhh... ¿cuánto hay?

–Boludo. –Franco le dio un golpe suave en el abdomen, jodiendo, y siguió para el cuarto, cargando la mochila. Una vez sentado en la cama de Marcos, sacó la funda que contenía su notebook y la prendió, pensando en chusmear el Face de nuevo.

–Cambié la clave del inalámbrico –avisó Marcos, cerrando la puerta del cuarto.

–Tomá entonces, ponela.

Franco le pasó la máquina a su amigo, quien como siempre revolvió un poco las carpetas de imágenes luego de poner la contraseña.

–Bo, confesá dónde escondés el porn...

Marcos siempre hacía lo mismo, mirar las carpetas de imágenes en busca de, como siempre decía, porn. Nunca “porno”, sino porn. Un sonoro Porrrrrn arrastrando la R.

–No donde lo puedas encontrar –contestó Franco, guiñándole un ojo y sacándole la notebook de las manos.

–Ah, entonces tenés, ¡picarón! –jodió Marcos–. Quién sabe qué tendrás ahí adentro vos...

Franco se rió y miró al techo, divertido pero también con algo de vergüenza.

–No creo que nada de lo que tengo te interese –dijo–. Vos sabés...

–Sí, me imagino que lo que más tenés es de chabones... –otra palabra que Marcos parecía amar–. Pero, ¿no tenés nada, nada, de minitas...?

–Ehh... algo, no mucho... –contestó Franco, poniéndose colorado, algo bastante raro en él.

–Ahhh qué tierno, Franquito se está poniendo hetero... –se rió Marcos, sentándose en la cama a su lado y abrazándolo de costado con cara de tonto.

–Naaa... ni en pedo –dijo Franco, todavía colorado–. No hay caso, me gustan los pibes che.

–¿Entonces por qué tenés porn de minitas? –Marcos puso una expresión inquisitiva que recordaba a la de un psicólogo.

–Yo qué sé, a veces miro un poco y me ponen un cacho... ta, no creo que entiendas, vos no mirás de pibes...

–¿Quién te dijo a vos eso?

La expresión de sorpresa de Franco fue poética.

–He visto, pero no es algo que me llame –aclaró Marcos, riéndose–. Creo que todos alguna vez miramos porn de “lo otro” a ver si no nos gustaba, ¿no?

–Hmmm... supongo, sí –pero la mayoría de los heteros no lo admitirían ni bajo tortura, pensó–. Che, ¿qué hora es?

Marcos buscó su celular en los bolsillos e intentó desbloquearlo, sin éxito: era un androide –como él decía– barato que solía colgarse en los momentos más inesperados, despertando frecuentemente la frustración de su dueño. Aquel día no era la excepción.

–Esta porquería... esto me pasa por ser amarrete –dijo, con tono resignado–. Ah, ahí me dio bola. Son las ocho y media, ¿por qué preguntás?

–Capaz tendríamos que ir yendo al minimarket a buscar algo para comer, y cerveeeeeza, ¿no? –contestó, terminando la frase con una imitación bastante buena de Homero Simpson.

–Pensar que hace unos meses no te gustaba la cerveza a vos...
–Viste, ¿no? Sos una mala influencia para mí...

Marcos se rió a carcajadas.

–Mala influencia, pero andá... dale, no digas bobadas, ponete algo arriba y vamos hasta ahí, si querés, aunque es medio temprano.

–¿Vos decís? Después entra a caer todo el barrio y no queda nada, acordate del otro finde que nos dejamos estar y cuando fuimos no había ni papas fritas.

–Tenés razón, dale, vamos.

Si bien ya era casi primavera, la noche estaba bastante fría; ni bien salieron, Marcos prácticamente desapareció en su campera y comentó que iba a haber que prender la estufa cuando volvieran. Franco asintió y se calentó las manos con el aliento mientras caminaban.

El minimarket quedaba a tres cuadras. Era uno de esos chiquitos de estación de servicio, que son más como una tienda de conveniencia, y como Franco había predicho, ya temprano estaba bastante concurrido.

–Ahhhh... aire acondicionado... –dijo Marcos ni bien entró–. A la primavera como que no le pinta llegar, ¿eh?

–Sí, bo, no da, que llegue el verano... aunque seguramente sean mis últimas vacaciones –La expresión de Franco mostró un poco de la preocupación que sentía con respecto al futuro.

–¿Por qué? –preguntó Marcos mientras sostenía una bolsa de papas Lay’s de jamón serrano en una mano y un tubo de Pringles de crema ácida y cebolla en la otra.

–Cuando empiece la facu voy a tener exámenes en verano, y ta, la idea es que el año que viene entre a trabajar con mi viejo más en serio, tipo haciendo horario fijo, no como ahora que me llama cada tanto.

–Ah, claro, qué bajón... a mí me espera lo mismo man, no había pensado en eso –por un segundo, la cara de Marcos se convirtió en un espejo de la de Franco–. Pero bueno, no da para amargarse con eso un viernes de noche, hoy relax... ¿Lay’s o Pringles?

–¿Cómo andás de plata vos?

–Éramos tan pobres... sólo gano 170 australes por mes che.

Franco se mordió el labio y miró al techo.

–Estás mezclando dos personajes, y decime en serio, boludo.

–No tengo la plata, pero algo tengo. ¿Vos?

–Igual. Llevamos estas, entonces –dijo Franco agarrando las Lay’s–. Entonces nos da para llevar algunas cosas más, y cerveza en vez de meo con gas.

–Qué fino usted... –se rió Marcos.

–Sí, porque vos sos un lord inglés...

La pila de cosas en los brazos de Marcos fue creciendo: papas, maní, snacks y un helado de litro, que como él decía, aunque haga frío siempre está bueno.

–Che, vos que te volviste el cervecero mayor, andá a buscar una birra y una coca grande mientras yo espero en la caja.

–Dale, voy.

Aunque había más gente en el negocio, sólo había una persona en la parte de las heladeras, un pibe un poco más grande que él que estaba agachado revolviendo entre las cervezas del estante de más abajo de la heladera. Franco lo reconoció al instante; por un segundo una sonrisa nerviosa cruzó su cara.

–¿Chino?

El otro se levantó de un salto, agarró una cerveza cualquiera y marchó rápido a la caja sin decir una palabra, no sin antes mirarlo fugazmente con una cara a la vez enojada y asustada. La sonrisa de Franco se esfumó y se mordió el labio. Momento incómodo, pensó.

–¿Te quedaste a vivir ahí atrás? –preguntó Marcos, una vez que salieron del minimarket.

–Ehhh... la mayoría de las botellas estaban calientes –mintió–. Pa, tengo los pies helados, loco, quiero llegar...

Marcos no sospechó nada. Por suerte.


Parte tres acá: http://www.poringa.net/posts/gay/2149031/El-pendejo_-parte-3-_historia-gay_-todos-_-de-18_.html (actualizado 8/5/2012)

3 comentarios - El pendejo, parte 2 (historia gay, todos + de 18)

sedesama
muy bueno .... pero para cuando acción ?'
alvarion
uhh q bueno q se va poniendo! 😃 te sigo para ver la proxima!