Ciudad de Putos (Relato gay) Parte 5

Volvía a ordenar un poco las mesas antes de que abran el restaurante, se había repuesto rápido de la noche anterior y levantado antes de Manu para que no se diera cuenta que estuvo encima suyo mientras dormía. Su amigo estaba ahora en la cocina ayudando a la pajera de su jefa con un par de boludeces. La mina, de unos 50 y largos le tiraba onda, cosa que a Fede le daba un poco de repulsión por un lado, pero se cagaba de risa. Ya con el lugar abierto atendía a clientes que venían a desayunar, y en eso lo ve pasar por la ventana. El chico del día anterior caminaba frente a él despreocupado, y en eso entra al simple restaurante, a la misma mesa del otro día. Sin pensarlo se acerca a atenderlo.

- Me enamoré del chocolate que preparan acá, así que tuve que volver por más jaja. Cómo andás?- El flaco era re simpático.
- Jaja, está bueno, si, querés que te traiga eso?
- Sisi, obvio – Acomodaba su campera en la silla, y torpemente deja caer la billetera a los pies de Fede – Hay que boludo.
- Pará que te la levanto. – Se la alcanzó a la mano, y no pudo evitar ver una tarjeta en uno de los bolsillos. El chico se dio cuenta de esto y como leyendo su mente explicó.
- Llegué a esta costa hace un par de días, no la conocía. Esa tarjeta es del show que venimos haciendo con mi grupo en el teatro de la vuelta. Ahora desayuno y voy para allá.
- Que copado, ya me parecía raro que un pibe como vos venga a esta hora y vestido así jaja. Y show de qué es?
- Estoy metido en una gira con una obra, soy bailarín, osea, estoy más de fondo con el papel que tengo, pero soy de los principales bailarines.
- Buena onda che, vi los carteles por las calles.
- Si, es lo más, por fin me pagan por algo que me gusta. Vos sos de acá o estás haciendo algún laburo de verano?
- Nono, laburo de verano. Para juntar un poco de guita, nos vinimos con un amigo, la dueña es conocida de él.
- Como te dije, me enamoré de este lugar jaja. Vine una vez sola y me cayó bien el ambiente, la comida… la gente, mucha onda todo.
- Si, está bueno, le tratamos de poner ganas, aunque saliendo a la noche se complica estar con pilas para la mañana… Bueno, te voy a traer lo que me pediste, porque si me ven hablando me van a cagar a palos.
- Jaja, dale, dale.

Su cliente era demasiado lindo y simpático. Tenía ojos celestes intensos como el cielo, dientes blancos parejos y pelo rubio ceniza corto con ondas. Volviendo a la mesa con el pedido en una copa larga de vidrio, se acerca con una sonrisa a acomodarlo en la mesa del chico. Este le devolvió la sonrisa.
- Buenísimo, gracias- le agradece, pero justo en ese momento un nene que pasa corriendo empuja la frágil mesa, haciendo que con el golpe del nene, la copa se rompa y ensucie el mantel y el pantalón de Fede de color marrón.
- Mierda! – El nene se fue corriendo con los papás dejando un destrozo arriba de la mesa. Con bronca por la mancha, mira al chico que estaba sentado frente a él. Tenía un chorro de sangre en los dedos. – Uh, te lastimaste, no me di cuenta. Esperá un minuto que te traigo algo, una venda, algo!
- Nono, dejá, es un corte nomás, no pasa nada.
- No, quedate tranqui. – El preocupado Fede fue corriendo a la cocina a tomar un poco de gasa para el chico y un trapo para limpiar. Cuando volvió a la mesa lo encontró juntando los vidrios del piso.
- Sentate vos que estás lastimado. Ese es mi trabajo! Ahora los junto los vidrios, lo que importa es que no te haya pasado nada jodido.
- No te hubieses hecho problema jaja, es un corte re torpe nada más. – Fede no lo escuchaba y cortó un pedazo de gasa.
- Acercame la mano que te vendo.
- Sabés vendar? – El de ojos claros acercó la mano, todavía sonriendo.
- No hay que saber mucho jaja. – Había enroscado la gasa alrededor de su mano.
- Gracias che… Gracias por preocuparte.
- No hay problema… lo hago para que no nos denuncies – bromeó Fede con una sonrisa.
- Jaja, ahora no se ehhh.
- Ahora te traigo otro chocolate y cambio el mantel. – levantó la vista y vio como su jefa hablaba con la familia del nene. Ella había visto la escena y gesticulaba con las manos.
- Cómo te llamás? – Le dijo el rubio cuando Fede, el camarero, se dio vuelta.
- Federico. Vos?
- Sebastián.- Se calló un instante. – Tomá esto, te invito yo. – Fede se acercó para ver que le estaban ofreciendo. – Son entradas para la obra. Son para el otro sábado recién, por si querés ir con tu amigo.
- Noo, dejá, las tenés que vender jaja!
- Nah, vos me ayudaste. Tenelas. Y espero que estén ahí ehh, no se preocupen que no termina muy tarde.
- Bueno, gracias. Voy a tratar de ir.
- Dale que si no vas te denuncio jaja…

El resto de la semana el pibe siguió yendo a desayunar al local. Fede se enteró que tenía novia en la localidad donde vivía, estudiaba baile desde chico y era bastante metrosexual. Se caían bien, y se estaban amigando el uno del otro. Se habían pasado los celulares y todo. Manu por su parte había notado la nueva “compañía” de su amigo en sus ratos de trabajo, que al principio no le dio importancia, pero después de un par de días lo estaba desconcertando…

- Esta noche tenemos la obra de Seba, tenés ganas de ir?- Preguntó Fede a Manu.
- Me estás jodiendo, no?
- No Manu, que onda? Igual si no querés no vamos y fue.
- Es sábado boludo, le dije a Male que íbamos a salir los cuatro!
- Uhh, se me re pasó boludo- Male y Nati eran las dos chicas que habían conocido la vez que salieron, ya las habían vuelto a ver un par de noches, y la cosa con ellas se iba poniendo mejor, las minitas se estaban copando.- Posta que no me acordé! Vamos a salir con las chicas, de una. Ya fue.
- Cuántas entradas te dio el chabón este?
- Dos nomás…
- Ah, porque la otra era llevarlas a las chicas, vos sabés que les caben esas cosas- Manu se quedó pensativo. – A qué hora creés que termine?
- No es a la noche tarde a la hora q salimos ni en pedo, terminará tipo 1 ponele.
- Sino hacé una cosa, vas vos con Nati a ver la obra y después jodemos más tarde. Yo mientras me veo con Male…
- Dale, quedamos así, la llamo ahora cuando llegamos.
- Fede,
- Eu?
- Ya están entregadas eh, media pila que esta noche la ponemos o la ponemos.

A eso de las 10 de la noche Fede estaba en la puerta del teatro esperando a su chica del momento para ver la obra del chico de ojos claros. Se veía muy fachero bien afeitado dorado por el sol, con su camisa ajustada y su reloj de marca. La minita calló bastante linda vestida, se acercó a Fede y le encajó un pico en la boca. Entraron y se ubicaron donde debían. Las luces se apagaron, el escenario se encendió, y la noche comenzó a brillar. Pudo distinguir como apareció Seba en escena, instantes después. La verdad era muy buen bailarín, movía su figura con gracia al compás de la música. Dominaba su cuerpo al cien por cien, tenía controlado cada movimiento. El chico bien formado y de ojos claros seducía al público con su belleza, con su sonrisa. Ni uno zafaba de su encanto, todos admiraban sus movimientos. Federico desde su asiento estaba anonado. Lo disfrutaba, había quedado encantado con lo que estaba viendo. Podía sentir su piel deslizarse impecablemente, su sudor, su pasión por el baile. Seba se moldeaba y ajustaba a cada paso, era obvio que lo estaba disfrutando. La gente se paró a aplaudirle a lo que Fede no dudó un momento en hacer también con entusiasmo. Se había olvidado de la chica que tenía al lado suyo. El bailarín pudo distinguirlo desde el escenario y le dedicó una sonrisa con la que podría tener el mundo a sus pies. La obra siguió su curso, a una velocidad más tranquila y Federico se relajó a disfrutar de lo que veía. En eso siente que su celular empezaba a sonar. Un mensaje de Seba: “Te gustó? …Necesito que vengas al camarín que me tenés que ayudar en algo”. Una sonrisa de maldad se dibujó inconcientemente en sus labios. Fede disimuladamente le dijo a su chica que ya volvía, que iba al baño, y con pasó acelerado se dirigió para la parte de atrás del teatro. Afuera, por la puerta de atrás no había nadie cuidando. La única persona cerca era Seba, que estaba esperándolo con una campera encima.

- Si que me gustó Seba… Me encantó.
- Yo sabía que te iba a gustar jaja…
- Bailás genial chabón.
- Gracias Fede… Venís al camarín un toque? Están casi todos los bailarines en escena ahora…
Juntos se dirigieron a la parte desconocida del teatro para Fede, y pasando unas cortinas entraron en un camarín chiquito con nada más que un espejo y un par de sillas.

- Este es el camarín de los bailarines, lo comparto con otros dos chicos.
- Tranqui, no es feo lugar… Parece un lugar cómodo- Fede miró a los ojos a su compañero y este también lo estaba fichando con una expresión de picardía. Con un nudo en la garganta le preguntó – En qué querés que te ayude? – Aunque ya sabía bien la respuesta…
- Quería que me ayudés con una boludez- Sebastián estaba rojo. Le tenía muchas ganas a Fede, se notaba. – Este traje…

Cuando Fede se volvió para mirarlo, el bailarín se estaba sacando la ropa enfrente de él hasta quedar en unos boxers claros muy ajustados, desde donde se podía admirar un precioso bulto. El cuerpo del chico, lampiño y rosa, era muy perfecto.

- Ayudame a subir un cierre en mi espalda que solo se me complica…

Fede se puso tras de él, a sentir su espalda desnuda y ayudarlo a vestirse despacio. Podía sentir como el calor del rubio emanaba por todos sus poros. El chico temblaba. Fede sonrío y acarició su suave piel. Pudo notar como se alteraba su bulto con solo ese simple roce. Seba, que seguía dándole la espalda, manoteó la nuca de su camarero, quien empezó a chuparle el cuello, lo volteó y le hundió un profundo beso.

-Y eso Fede? – Dijo el rubiecito con voz temblorosa.
- Para la buena suerte… Dale que tenés que salir hermoso.

La misma sonrisa encantadora se le formó a Seba en la cara, y con paso apurado salió al escenario. Fede, satisfecho, tomó el celular del bailarín que había quedado en el bolsillo de su ropa y le dejó un mensaje con su dirección. “Te espero en casa a la salida de la obra bonito. No me faltes”. Con el cuerpo caliente salió de nuevo a la parte de atrás del teatro para sentarse con su chica y fingir un dolor de garganta. Esta al tocarle la frente sintió el calor que emitía y de mala gana se convenció de que su chico no estaba en condiciones de salir. Entonces Fede se despidió de Nati en la puerta del teatro, dejándola bajoneada, y sintiendo una risa por dentro volvió a su departamento esperando que Sebastián haya leido su nota.

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