Crónicas de ciudad XIV

Crónicas de ciudad XIV



Se aproximaba el fin de semana, quedamos con Max en encontrarnos para charlar sobre la posibilidad de pasar el unos días con quien llamábamos el doctor junto otros amigos más suyos en lo que sería la fiesta de bienvenida de alguien a quien no conocíamos pero que sin embargo debería ser importante pues se disponía a tirar la casa por la ventana. El doc tenía una quinta en los alrededores del Tigre, tenía 50 y pico de años, casi 1.80m de estatura, corpulento, debería pesar unos 130 kg o algo más, no llegaba a ser obesidad, panza de buena proporción, tez nórdica pero sin un solo pelo en el cuerpo, cabeza rasurada, piercing en la tetillas y en el pliegue de los huevos, versátil al 100% el man, se definía como leathers a full, tenía una colección de chalecos, pasantes con tachas y pantalones negros de cuero de excelente calidad, siempre calzaba unas botas Cat que enloquecían a cualquiera. Vivía en un lujoso piso cerca del alto Palermo, le decíamos doctor porque era adicto al fisting y lo practicaba luciendo una impecable bata blanca (obviamente siempre calzando sus Cat), nunca supimos a qué se dedicaba, unos decían que era un dealer de alto vuelo, otro que directamente estaba relacionado con tráfico pesado pues habitualmente se pegaba escapadas o a Bolivia o a Colombia, no fueron pocas las veces en lo vimos acompañado tanto de bolivianos como de colombianos con aspecto casi tenebroso, una vez pasé la noche con uno de esos amigos que tenía la cicatriz entre las piernas de al menos 8 tiros, cuando le pregunté apenas se limitó a responderme que eran secuelas de alguna lección bien aprendida, para que no le volviera a tocar el tema y como estábamos en la cama, tomó mi cabeza con las dos manos y me condujo a que le chupara los huevos y el culo.
Culo



Lo cierto es que Max no llegó nunca, su móvil daba apagado luego me enteré que había ligado algo de último momento, lo cierto es que pensaba que luego de algunas copas pasaríamos la noche juntos, estaba caliente, tomando unas copas en la barra y charlando con Pepito el barman (también del ambiente) quien me indicaba quien entre los presentes era pasivo y quien no, me indicaba quienes deberían tener la billetera cargada y quienes solo parecían pero no pasaban de chantas. Pepi de pronto me dice: mirá el flaco de allá, es abogado, está lleno de guita y no le dice no a nada, si querés algo, seguro va al sanitario, anda y tirá la red a ver que sale, es puto, de culo generoso y gran salchichón, me levanté y fui al baño, desabroché mi jeans, siempre llevo puesto colales con encaje o rojo o negro, esta vez tenía roja, en el orinal, me desabrocho de tal modo que quede expuesta la tira roja de la prenda, me levanto la remera al cuerpo que llevaba por encima del ombligo, cierro mis ojos y empiezo a mear, siento a alguien al lado mío, se trataba del abogado, que tenía su pija erecta entre sus manos, sin
relatosemen


preguntar en medio del meo, me pone la mano, parte del líquido le baña la mano y mientras estoy en lo mío se me acerca y me empieza a pajear, yo le palpo el bulto y le hago lo mismo, me encanta su textura, tamaño y apariencia, se me pone detrás y me mete la lengua en el oído, me chuponea el cuello, lo dejo hacer en tanto no me detengo de la caricia que le doy a su pingo, todavía mientras escapaban la últimas gotas, se arrodilla, me gira y me empieza chupar como si se la fuera a tragar, me chupa de tal modo que siento una sensación nunca experimentada hasta ahí, se me erizan los pelos, se me pone la piel de gallina, me dejo llevar, no le aviso pero siente como se hincha mi pija en su boca, acelera sus chupadas y dejó escapar toda la leche acumulada en su boca, se traga un sorbo mientras percibo que la otra parte la conserva en la boca, lo levanto y le plantifico un beso de lengua y me pasa parte del semen que estaba paladeando, nos tomamos la leche y nos limpiamos la cara a pura lengua, me bajo y hacia su pija pues no había acabado aún, estaba roja, palpitante y dura como palo, le beso la entrepierna, le mordisqueo los huevos y justo cuando me disponía a introducirla en mi boca, se viene llenándome la cara de guaska caliente, olorosa y sabrosa, la paladeo y me gusta el sabor, me tomo y al rato hace lo mismo me incorpora, me mete lengua, compartimos esta vez su leche y nos volvemos a limpiar a pura lengua.
Salimos del baño, nos bebimos dos copas más y nos fuimos juntos a la cama esa noche, lo que allí sucedió como también lo de la fiesta preparada por el doctor se las comento en otro momento.

pijasgayCrónicas de ciudad XIV

0 comentarios - Crónicas de ciudad XIV