Crónicas de ciudad XII

Esto no me sucedió a mí pero es la historia que forma parte de la vida de alguien a quien conocí hace un tiempo y quien nunca acaba de sorprenderme, espero les parezca tan interesante y caliente como a mi.
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Considero que mi despertar homosexual fue extremadamente precoz, durante la pubertad todo fue un descubrimiento pero la plenitud llegó junto con mi juventud, provengo de una familia no tradicional compuesta por 8 hermanos de sangre y 7 hermanastras hijas de la mujer de mi padre, vivíamos en la provincia de Río Negro zona alta (más hacia la cordillera y separados por un monte impenetrable de los alrededores de Bariloche), llegarnos hasta su capital era todo un desafío. Mi viejo poseía una gran extensión de tierra, muy difícil por el clima y en donde cualquier inversión equivalía a miles de millones más de los que el viejo disponía, una pariente viuda y vecina nuestra poseía también una propiedad semejante a la nuestra en tamaño y contrariedad, por circunstancias que no vienen al caso mi viejo estaba solo, nosotros con él y la viuda en idéntica situación por obvia razón, así motivados por el desamparo propio y por el amparo mutuo, decidieron unirse y formamos una gran colectividad donde a más del techo compartíamos casi todo entre los casi 20.
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El asunto es que la comida nunca era suficiente y la tierra no daba lo que se esperaba, un día llegó al pago un gringo con el asunto de turismo, era guapísimo tenía más de 40 pero tenía un aire juvenil que me hacía temblar las piernas (lo llamaré Rick), yo andaba por los 16, arreglaron una sociedad con mi viejo, la viuda y él, vendrían turistas tanto de Europa como de EE.UU. para pescar en los ríos, arroyos y lagos abarrotados de peces, cumplirían sus deseos y dejarían carretadas de dólares, no fue tanta la carretada pero si lo suficiente como para que lo pasáramos mejor, pudimos venirnos los de edad de colegio a la capital de la provincia y los más pequeños dispusieron de un vehículo que los trasportada día a día a la escuela más próxima, Viedma para nosotros era toda una metrópoli, había tv y radio las 24 horas, había bares, algo de diversión y el sonido del mar en nuestros oídos, estaba lleno de pendejos a quienes nunca conoceríamos en su totalidad, si bien en el colegio nos conocíamos casi entre todos, no así sucedía con los otros chicos que iban a otros, Rick nos trajo primeramente a los 6 que estábamos en edad de colegio, ubicó a los 5 internados y a mí me alojó en una habitación en la planta alta de lo que era su oficina que por cierto tenía una ventana que daba directamente al mar, él vivía en un caserón que se ubicaba al fondo de la propiedad, era soltero y cada vez me enloquecía más sin embargo, no podía dar ningún paso en falso pues si bien me tenía loco y sabía perfectamente que se moría por cogerme, nunca siquiera se me insinuó, así terminé el colegio, ya había estrenado el culo con otros compañeros y chupado demasiada pija para un pendejo de 18 años pero con el gringo no pasaba ni se avizoraba nada, y yo cada vez más obsesionado por él.

Rick tenía un cuerpo atlético, propio de alguien que había pasado más de la mitad de su existencia en el mar como marinero, pechos y brazos marcados, sin casi nada de pelo en el cuerpo pero siempre con barba naciente, llevaba el pelo con corte militar, siempre llevaba jeans y botas de montaña, una leñadora a cuadros y saco polar, en su cabeza lleva puesto siempre un sombrero tipo tejano, su rostro era de macho curtido, mandíbula ancha, nariz chata, cejas corridas y gruesas, ojos verdosos pequeños y profundos; fumaba cigarros, tenía acento autoritario, de risa sonora, palabrota a flor de labios y acento autoritario.

Una noche llegaba justo cuando él cerraba la oficina y se dirigía hacia el caserón, nos topamos en el pasillo, fue la primera vez que pude percibir su aliento en mi cara, sabía a tabaco y algo de licor, me tomó del hombro y me invito un trago de whisky en su casa, quedé atontado, no sé que le respondí pero lo cierto es que estábamos en la cocina mientras sirviendo el licor en dos vasos, hicimos salud y se bebió la medida de un sorbo, inmediatamente se sirvió y se lo bebió del mismo modo tres medidas más, se sirvió un enorme vaso de soda y se lo bebió casi por completo sin respirar, dejó escapar un largo eructo, se limpió la boca y exclamó: pasa que cuando bebo me caliento y se me da por coger pendejos, lo dijo sin tapujos mirándome directamente a los ojos, sin preguntar me tomó de los brazos, me atrajo hacia si y me plantificó y lengüetazo que recorrió toda mi cara, luego de dio la vuelta y me la apoyó desde atrás para que sintiera su erección, sin decir nada me encorvé para sentirla mejor, me palpó con sus inmensas manos mi pija que parecía iba a reventar, no hizo falta palabra más, tomándome desde atrás por el cuello, me empezó a meter lengua en la oreja y a decirme que hasta ahí no se había imaginado cuan puto era, se bajó el cierre, quitó su pija afuera, tomó de mis manos y se la llevó hasta su pija, el resto lo hice yo, tenía una pija descomunal y totalmente erecta, despedía de entre sus piernas un aroma a macho que hizo que empezara a temblar de la calentura.

Me dio la vuelta y me empujó hacia abajo diciéndome: quiero ver cuan buen puto eres, a ver como me la chupas, yo me arrodillé y me puse a chupársela con fuerza y sin pausa, noté como se estiraba los huevos para abajo, me di cuenta que la fuerza le ocasionaba mayor placer, dejé su pija y me dirigí a sus huevos, me los puse en la boca y le empecé a succionar con fuerza y tensionándolo hacia abajo, pude percibir el placer que le ocasionaba esa acción, así me decidí y le mordí los huevos, en el preciso instante que lo presionaba sin demasiada fuerza con los dientes me empezó a proferir todo tipo de insultos y empezó a acabar en cataratas, inmediatamente me puse su pija en la boca y empecé a extraerle a chupetones toda la leche que aún tenía dentro, con el resto que había desparramado me unté la cara, luego me incorporé, y cara a cara abrí la boca para que viera cuanto semen llevaba en la cavidad y me lo tragué lentamente, me dijo vaya que eres puto de verdad y luego me dio un largo beso de lengua, yo todavía estaba con el arma lista y muy parada, estaba sentado en un sillón, me ubico mejor y el poniéndose de espaldas a mí se la metió de un tirón, me empezó a cabalgar y a los cinco minutos me corrí sin aviso en su culo, se tiró a mi lado, y yo fui a su entrepierna a limpiarle el culo con la lengua y beber de mis jugos que salían desde sus entrañas, cuando acabé con la última gota, me di cuenta que su pija de nuevo estaba erecta por completo, lo acomodé y me la calce no de espaldas sino mirándole fijamente mientras lo cabalgaba me pajeaba con deleite sin dejar de mirarlo, al rato no se aguantó más se puso de pie y yo me abracé con mis brazos a su cuello y con las piernas a su cintura y me cogió como bestia, me enloquecía al sentir el golpeteo de sus huevos contra mis nalgas, estuvimos así como quince minutos, me vuelve a putear de todas las maneras posibles y me coge con más fuerzas, siento como su miembro se hnchan y presionan fuertemente las paredes de mi culo, empieza a venirse dentro nuevamente en forma de cataratas, siento como mi culo e intestino se llenan de tanta leche, luego siento más presión y descubro que me está meando dentro mío, descubro una nueva sensación de como escapa su pis entre las paredes de mi culo y su pijas todavía dentro, automáticamente por esa sensación vuelvo a acabar sin tocarme.

Esa madrugada y al día siguiente volvimos a coger como 5 veces más, luego me mudé con él y el sexo de mil maneras posibles no faltaron ni una sola noche, esto pasó así por casi 2 años más, luego me animó a que fuera a Baires en busca de aventuras y oportunidades, fue el quien me empujó a que me llegara, me instalé y se quedó conmigo por más de un mes y luego se volvió al sur, de ahí en más siguió mi historia pero se las iré contando en otro momento.

Soy Ariel Deborn.

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