Ciudad de Putos (Relato gay) - Parte 2

Parte dos : "La fiesta "


Por fin Lucía había podido realizar una de sus metas. Con 20 años, esta noche publicaba su primer Disco, cosa que le tomó varios años al estudiar canto desde nena, pero por fin la lucha terminó, y ahora solo quedaba esperar a ver si tenía éxito. Lucía es la hermana melliza de Juan Cruz. Ambos son amigos de Fede desde hace años. De esos que saben todo sobre uno, los que conocen su sexualidad y sus mambos de pies a cabeza. Amigos del barrio de toda la vida. Cruz es puto al cien por cien. Igual no salió todavía del clóset, por inseguro, pero ya lo saben la mayoría de sus amigos. Tiene una manada de pibas tras él, tiene toda la facha el rubiecito, pero no les da bolilla. Había tenido novias, pero duraron poco, ya que digamos no era lo que a él más le gustaba. Y según contaba ahora estaba saliendo con un flaco. La última vez que Fede habló con él fue hace un par de semanas, se lo veía contento, ilusionado, y este se sentía re feliz por él. Lo quería mucho al pibito. Es más, fue junto a él a quien le contó primero como se había iniciado homosexualmente, allá por la secundaria.
Luci es la amiga copada, rubia, flaquita, igual de linda que su hermano. Puede ser la más puta cuando quiere conseguir algo, y esta chica siempre consigue lo que quiere. Lo banca a muerte a Fede, se confían todos sus secretos, sus experiencias, sus quilombos en la cabeza. Ambos son defensores y consejeros entre ellos, como si fueran segundos hermanos.
Se viene una joda preparada desde hace semanas en honor a ella, y Fede pensaba terminar con terrible pedo junto a sus amigos. Lo llamó a Manu para que lo pasara a buscar, ya que él no tenía auto, así van los dos de una para allá. Dijo que lo pasa a buscar a eso de las 12.
Ahora se le pasó, pero de más chico Fede estaba perdidamente enamorado de Manu, su amigo de la secundaria técnica en la que había egresado. Siempre lo calentó. Pero no había nada que hacer, ya lo terminó de entender. Era mejor quedarse callado, buscar otros pibes, o dedicar una paja en su honor de vez en cuando, ya que a él le caben las minas.

Manu, unos meses mayor, es más alto que Fede, de 1,80, tez blanca, pelo castaño oscuro y ojos casi negros podría decirse. Las facciones de su cara son casi perfectas, varoniles pero finas a la vez, y sus cejas espesas. Su cuerpo se resume en una palabra: partible. Flaco, bien formado, ancho de hombros, sin un estómago marcado pero plano, un pecho trabajado y sin grasa de más. Tiene vello oscuro y retorcido desde el ombligo en descenso a lo más profundo de sus lompas, y algunos pelos más suaves perdidos en el pecho. Sus pezones son ideales, la aureola perfectamente redonda y el pezon sobresaliendo con furia. Las piernas peludas ejercitadas por el fútbol y los otros mil deportes que hace, no pierden su figura delgada, marcada y perfecta. Nunca lo vio totalmente en bolas, pero si miles de veces sudado a más no poder en los vestuarios del gimnasio o la pileta a donde iban. Manu es pudoroso, siempre se bañó en slip ( cuanto será que conoce a su amigo que sabe que nunca usa boxers), pero no hay que tener mucha imaginación si uno lo ve duchándose al pibe más fachero del lugar al lado suyo todo mojado en ropa interior, con un pedazo de carne dormido, peludo y mojado, bien marcado. A él no le había contado nunca nada de su bisexualidad.

Fede y Manu son como agua y aceite. Este último no es del tipo extrovertido, ni creativo, pero es un flaco leal, serio, con sus metas bien en mente.


A las 12 de la noche suena el timbre. Ya estaba Manu en la puerta.
- Dale putazo, apurate que Luci nos dijo que estemos un toque antes!
- Ya va boludo. Perá que me termino de cambiar.
- Daale, qué sos una mina que tardás tanto?
- Bancame que en cinco estoy pajero! - Y mientras hablaba le abría por el portero eléctrico el portón.

Subió rápido, se puso una camisa fachera, un toque de perfume. Se miró en el espejo a ver como se veía, castaño, se había dejado el pelo largo, flequillo para el costado y la barbita, camisa y jean ajustado. Garpaba mucho. Bajó las escaleras de su casa corriendo, Manu ya estaba abajo. Estaba tremendo como siempre, con una de esas remeras ajustadas que sabe que le quedan geniales y unos jeans que no dejaban escapar nada.
-Por fiin!
-Dale que Luci nos va a cagar a palos, vamos.

La loca de su amiga no se iba a mandar la gran cosa como esperaban. Había alquilado un salón que lo reformó y decoró como un bar con la onda de ella. Luci y Cruz vienen de familia de guita (aunque Manu y Fede están lejos de estar mal económicamente igual), su abuelo era el fundador de la empresa “Parissi” que se dedicaba al comercio de perfumes, y ahora su viejo que estaba en el negocio estaba tratando de hacerlo entrar a Fede. Aunque podría serlo, a ninguno de los hermanos Parissi les gustaba el papel de nene mimado. Dedicaban su tiempo libre a la música, Cruz con el saxo en una banda tranqui y Lucía cantaba covers en inglés que remixaba y le quedaban como los dioses.

Estacionaron donde pudieron, y le dijeron los nombres al patova que los dejó pasar. El ambiente ya se estaba poniendo, pero todavía era temprano. Había un par de pibes lindos ya en pedo cerca que hicieron volar la imaginación de Fede. Caras conocidas del barrio, de la zona, de la vida, un par de abrazos con viejos amigos, grupos de minitas que fichaban a los chicos, y un grito agudo de mujer de fondo.

- Bombonazos!!- La anfitriona salió de entre medio de la gente.
- Lucii, hermosa como siempre hermana, alto saloncito te mandaste ehh!- saludaron con un fuerte abrazo a su amiga.
- Jaja, es bastante tranqui igual comparado con lo que hablábamos, pero estoy re emocionada!
- Con todo el esfuerzo que hiciste por fin se cumple un pedazo de tu sueño… Ahora a apuntar más alto!
- Maaal, ahora por las ligas mayores, de una Fede!

La música sonaba y el alcohol empezaba a correr. Él y Manu se acercaron a la barra donde se encontraron con Cruz, su amigo y hermano mellizo de Luci. Manu lo quería, pero no había terminado de acostumbrarse a la nueva condición sexual de su amigo. Fede por el contrario, que fue el primero en enterarse, se mostraba amigable como siempre. Lo separó un poco del ruido para que pudieran actualizarse.

- Y cómo te está yendo con ese flaco que me contaste. Ariel, no?
- Si boludo, no se que onda… – Se notaba indiferente. Cruz era un pibe cariñoso y compañero, pero a la hora de mostrar sus sentimientos posta se mostraba siempre reacio. Era un flaco bastante rencoroso, y esta vez Fede notó algo de angustia en su voz. – Después te cuento bien, vamos a pasarla bien esta noche, quiero terminar con un buen pedo.
- Uh boludo, pasó algo? – Pero se dio cuenta que era mejor quedarse callado. Ya su amigo hablaría con él. Juan Cruz era el único amigo del barrio que conservaba desde su infancia. A Manu por el contrario lo conocía del secundario y no tardaron en hacerse amigos y meterlo al grupito de Cruz y su hermana. – Vamos a escabiar algo que es barra libre mejor!

Se pidieron un par de tequillas Sunrise, el ambiente ya estaba ideal. El reggaeton sonaba de fondo y las minas empezaban a sacarse bailando. Luci festejaba en el medio de la pista con un perreo intenso. Más de uno la fichaba, y los amigos con más confianza le tocaban el culo y ella se reía. Manu por su parte se lo veía ya chamuyando. Él era el que manejaba así que nunca tomaba. Por eso también tenía el estado físico con el que tanto se babeaban minitas y putos. Fede bailaba con Cruz y jodía con todo el que se le cruzaba. La idea de esa noche era animar a su amigo que andaba bajón. El alcohol ya corría por sus venas y la adrenalina empezaba a subir. La música la sentía por todo el cuerpo. Disfrutaba cada paso. Se sentía alegre. Él y su amigo se cagaban de risa de lo que venga. Por sobre el hombro de Cruz, Fede pudo a ver a un flaco que le llamó la atención. Le parecía conocido, pero no, no podía ser. No podía estar tan cambiado. El pibe al que miraba tenía una cresta, y abridores y piercings en la oreja izquierda. Alto y desgarbado, con unos ojos intensos, como de felino y una sombra de barba mal recortada. Reía y bailaba junto a una chica con una melena negra. Cruz se dio cuenta de la perplejidad de Fede y lo puso al tanto.

- Es Guille. – Fede estaba callado – Me imaginé que ibas a quedar algo así cuando lo vieras jajaja – El rubio se reía de cualquier boludez.
- Y qué hace acá? – Largó el castaño con voz ronca y tomó un poco de su vaso para aclararse la voz. – De dónde lo conocen?
- Viste como es Luci, pueblo chico infierno grande. Invitó a todo el mundo.

Poco sabía de Guille, su excompañero de la técnica. Juntos habían tenido algunas experiencias en el colegio. Casualidades más, casualidades menos. Hechos que giraban entre el amor y el odio. No lo entendía mucho a ese flaco, era muy inseguro con todo lo que quería, por eso la cosa nunca había llegado a mayores. Pero en un momento de su vida dedicó gran parte de sus pajas al chabón que estaba viendo. En este momento no le interesaba igual. La cosa es que el pibe estaba bailando bien apretado contra una morocha y se la estaba comiendo. La piba era su novia, no recordaba su nombre, ni tampoco le interesaba. Siguió bailando con Cruz y se hizo el indiferente. Es que le era indiferente. Aunque en el fondo le picaba un poco de nostalgia.

- Basta de mirarlo boludo, que lo vas a ojear jajaja.
- No pasa nada gil – Fede estaba más raro. Efectos del escabio. – Me sorprendió nomás.

La música había pasado a temas de electrónica del momento. Cruz ya tenía un buen pedo. De los alegres. Fede mostraba más resistencia y estaba disfrutando de la música como loco. Justo pasaron un tema de Lady Gaga, cosa con la que aprovechaba bien para bailar como puta con su amigo. Agarró al rubio de la cintura y entre saltos y giros su adrenalina empezó a subir. El éxtasis que le provocaba ese momento iba en aumento. La estaba pasando bien, se cagaba de risa. Por su cabeza pasaban recuerdos, experiencias que tuvo con flacos, con minas, su cabeza era un desastre. Andaba con varios días de abstinencia, ya que su minita del momento le había cortado el rostro hace un mes masomenos por una cagada que se mandó él. Pero no le interesaba ella. Era un garche casual que ya le estaba aburriendo.

Esa noche tenía tremendas ganas de ponerla, pero no andaba precisamente de levante. Su cuerpo emitía calor en la pista. La adrenalina subía. Podía sentir rozando el abdomén de Cruz cerca suyo y también su pantalón de jean. Este también emitía calor, y eso lo calentaba. Se rozaban bailando. Jodían, se abrazaban, se volvían a soltar. Su poronga recibía está energía y reaccionaba. Miraba a su alrededor y había muchos pibes lindos. O por lo menos eso le parecía en ese momento de ebriedad. Sentía como se le iba parando por arriba del pantalón. El amigo le estaba empezando a apretar y no quería que Cruz se de cuenta. El rubio que nunca se percató, le seguía bailando encima. La cara de su amigo de nene rico en pedo lo calentaba. Su pelo cortito, facciones algo femeninas y una sonrisa deslumbrante ajustada a su cara. Pero era su amigo, no se le ocurría hacer nada con él. Volvió a tierra y se dio cuenta que se estaba meando. Ya había aflojado con Cruz y le dijo que iba a hecharse un cloro. Lo dejó al rubio bailando solo en la pista, meneándole a una colorada que pasaba.


De camino al baño, totalmente mareado pudo distinguir a Manu en un rincón comiéndose a la minita que se estaba chamuyando hace un rato. Se la veía a ella de espaldas, con una mano en el pelo de Manuel y la otra adentro de su pantalón. Su amigo lo vio ir al baño y le hizo una seña que Fede entendió. Se iba con la minita y más tarde volvía. “Trola con suerte” pensaba Fede para adentro y reía solo. Parece que su amigo la iba a pasar de diez esta noche. Como le hubiese gustado estar en el lugar de esa pibita. Ese solo pensamiento hizo que se le pusiera más dura. Se le marcaba mucho por arriba del jean. “Pelotudo. Para que me pongo un jean ajustado si no venía a levantar nada.”. Ya no tenía sentido ni lo que pensaba. Entró al baño y no había nadie justo. Meó rápido. Justo cuando estaba por salir alguien lo chocó y le volvó un vaso con fernet encima.

- Dale la concha de tu madre! – Le tiró con su mejor esfuerzo. Frente suyo estaba Guille con un vaso en la mano medio volcado.
- Mira donde te vengo a encontrar putito – Guillermo sonaba re en pedo también, pero una sonrisa con un dejo malvado se le formaba de oreja a oreja. – Nunca supe más nada de vos.
- Guilleee – Se abrazaron.
- Te vi bailando hace un toque, y vi que viniste para acá, y… y vine para acá!
- Vos estás peor que yo boludo jajaja.
- Que locura verte… - Se quedaba callado. Sonaba entrecortado y sonreía. – Tanto tiempo posta.
- Si… así que estás de novio me enteré! – Fede se había olvidado de su camisa mojada.
- Si, anda por ahí mi novia. Es amiga de Luci también viste, por eso!

La conversación seguía. Se notaba cariño en las voces de ambos.

- Che Fede, te puedo decir algo boludo. – Se aclaró la voz mientras Fede miraba atento.- Estás re fachero boludo. Yo te pondría un poco más de barba nomás…
- Y me das así? – Fede tenía un humor particular. Era bastante egocéntrico. – Porque yo a vos te re doy! – Como estaban en pedo se excusaban con eso.
- Sabés que siempre pensé eso de vos… - Guille de golpe lo tomó de la muñeca y le dio una vuelta como bailando. Después, de frente, lo agarró de la cintura. Tenían los dos terrible olor a alcohol. Fede amagó y le agarró la hebilla del cinturón con una mano.
- Se va a poner celosa tu novia si se entera boludo – Tiró el de pelo más largo con sonrisa pícara.
- Ella anda por ahí… - Guille no se iba a acordar de esta conversación en el estado que tenía. Así que Fede pensó que capaz no iba a ser tan mala noche. Le fichó el bulto al de cresta y vio que estaba algo alegre.
- Tenés un asunto entre manos Guille?... Va, entre piernas. – Soltó con insinuación. – No podemos dejarlo así.

Guille se sonrojó al ver que el pibe que tenía enfrente descubrió la erección de su miembro. No habían hecho mucho juntos. Fede fue la única experiencia homosexual que tuvo Guille en su vida, pero había sido más una confusión. Torpemente Guille abrazó al chico que tenía enfrente. Era un abrazo cálido, cosa que enterneció a Fede y lo hizo sentir bronca porque sabía que este no iba a recordar nada al otro día. De golpe, sin soltarlo, balanceó Guillermo su cuerpo hacía atrás, miró a los ojos a Federico y le encajó un torpe beso cerca de la boca. Un beso tierno.

- Vos sabías que te quería. – Escupió el de la cresta. Fede nunca había visto esa expresión en él. Parecía como melancólico. – Vos sabés…

Y se unieron en un profundo y cálido abrazo. Fede no podía creerlo. Acomodó a este chico que era más alto que él para verle bien la cara. Sin pensarlo dos veces lo besó con pasión. Sentía su calor, sus cuerpos mezclándose. Lo rodeaba por el cuello mientras él era rodeado por la cintura con fuerza. Como si no quisieran soltarlo. Sentía todo su abdomen pegado, sus panzas, sus brazos, sus pelvis chocándose en un movimiento torpe. La temperatura de su cuerpo subía, a la vez que el beso se hacía más erótico. Sus barbas se raspaban. Sus caras se contraían. Podía sentir todo su olor a hombre sobre él. Sus dejos de perfume los invadían entre ellos. Sus sudores. Sus manos explorando sus flacos cuerpos. Todos los sentidos encendidos hacían que sus penes ya totalmente rígidos se rozasen por debajo de su ropa, gritando desesperación. Era una situación placentera. Abrieron sus camisas para sentir la piel contra la piel del otro, sin despegar sus labios un segundo. Se deseaban. Guille le tocaba la espalda y formaba líneas invisibles con los dedos, mientras Fede acariciaba con ternura la nuca de su amigo. Sentían sus dos pechos peludos y trabajados pegados, dos hombres manipulándose entre si. La mano de Federico empezó a descender, quería explorar por debajo del pantalón de Guille. Quería conocer su poronga. Ese pedazo con el que siempre había fantaseado. Comenzó a bajar despacio, por su cuello, acariciando luego sus pectorales. Sus costillas, sus pezones grandes y circulares con pocos pelos alrededor. Bajó por su abdomen con vellos negros y retorcidos. Acarició su ombligo un rato. El que era tocado no pudo dejar escapar un par de gemidos. Sonreía. Guille empezó metiendo una mano por detrás del de flequillo. Por abajo del pantalón. Acariciaba los cachetes de su orto y los apretaba con ganas. Con un dedo empezó a masajear el agujero de su culito. Fede no aguantaba más, quería sentir al flaco que se estaba tranzando adentro suyo. Que le rompiera el culo como siempre había soñado. Que lo llenara de su leche. De repente se separaron por un momento. Guille tenía una cara totalmente de ebrío, con una sonrisa torpe y tierna. La música que venía de la pista comenzaba a bajar. De mala gana y callado Fede vio como su amigo se cerraba como podía, apurado, los botones de la camisa y empezaba a caminar hacia fuera del baño. Como sintiéndose culpable.

- No se que carajo me pasó. Está mi novia ahí afuera. Me voy. – Fue lo último que lo escuchó decir.


Ciudad de Putos (Relato gay) - Parte 2

Metros fuera del salón, en un auto con vidrios polarizados, un flaco con alto lomo transpirado y con la música a todo volumen, se empomaba como un potro a una minita con altas gomas. La música era para tapar los gemidos de la trola que se sentían a más no poder. Manuel estaba a punto de acabar. Sentía la lujuria del momento. Sus piernas ejercitadas flexionadas. Sus abdominales peludos trabajaban con ganas. Su poronga grosa mojada entraba y salía de la conchita de la mina que en ese momento ni se acordaba el nombre. Bien machito se la cogía de todas las maneras que el espacio del asiento de atrás le permitía. Su cara de placer, las gotas de sudor bajando por su pecho marcado, trabajado. Por su abdomen. Sus pezones duros apuntando hacia delante. Sus brazos huesudos apretando una cintura femenina. Sus manos de hombre aprentándole fuerte las gomas y pellizcándole los pezones. Sus pies ideales. Su culito peludo y flaco se contraía con cada movimiento. Se movía hacia arriba y hacia abajo. El adonis estaba cogiendo como un loco. Se lo veía perfecto. En eso siente que está llegando al orgasmo. Una mueca de placer se formó en su cara perfecta, mientras los gritos de minita que tenía encima se escuchaban por arriba suyo. Rápido sacó la poronga de adentro la trolita, se sacó el forro y le acabó un baño de leche que le saltó con todo. Espasmos y gritos de placer se formaban con cada chorro. El hombre perfecto gimió por última vez antes de limpiar un toque toda la wasca para volver adentro donde era la fiesta. Ya era hora del brindis de Lucía y tenía que estar ahí. Dentro del salón todos estaban con las copas levantadas. Todos menos su amigo que había venido con él. “Habrá tenido suerte y encontrado algo aquel forrin. Ya va a llegar.” Pensaba Manuel, pero estaba equivocado.

Mientras tanto, un condenado Fede con la camisa abierta, la pija dura mojada y una cara totalmente atónita se sentó en el piso del baño. No podía creer su mala leche. No podía creer que lo habían dejado así. Se lamentaba de lo boludo que era, porque se había dado cuenta que el chabón que se acababa de comer, al final no le parecía indiferente como el creía.

4 comentarios - Ciudad de Putos (Relato gay) - Parte 2

Dario_salta
q bajooon seria q te dejen asiiii! u.u
marmabmar
Re-triste... Pero pense q la cosa iba a ser entre juan cruz y fede, y aparecio el famoso guille!!! Pero a fede entonces ya le venian gustando los tipos desde hacia tiempo? Pense que era hetero como manu, bien!!! Veamos como sigue!!!!!!
dedevoto
Epa..., que buena historia. Veremos como "acaba"...