Ciudad de Putos (Relato gay) - Parte 1

Este es el primer post que hago, me inspiró a hacerlo leyendo relatos de otros usuarios de Poringa, y me quedó esto mezclando un toque la ficción con experiencias reales. Acá presento la primera de una serie ficticia que voy a ir subiendo más partes si les gusta la onda. Espero críticas gente !
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Parte uno : "Primera vez"

Y el cierre de la puerta de la habitación fue el detonador para que Juan Cruz caiga en cuenta de que ya estaban solos. Totalmente en privado, el uno para el otro. Por fin. Afuera hacía una tarde hermosa, un día caluroso de Enero, y estuvo esperando este día toda la semana. Juan Cruz no estaba ni un poco nervioso, ni lo estuvo tampoco en el momento de pedir la llave de la habitación del telo gay en el que se encontraba con su “amigo”.

Luego del portazo se miraron con una sonrisa pícara. Ambos eran lindos, Cruz de tez blanca y rubiecito, y su compañero Ariel con una piel dorada hermosa, y el cabello negro muy oscuro.
- Besame Ari, no quiero que esta tarde se termine nunca.
Solo bastó con esa frase para que el morocho lo tirara consigo a la cama de sábanas rojas.

Repasaba como fue que había llegado hasta allá, recordaba las salidas anteriores que no habían sido muchas la verdad, y sentía que estaba por primera vez donde quería. Esa tarde no iba a pensar en nadie más.

Había conocido a Ariel hacía tres años, puramente de casualidad por una red social. El estaba seguro ya de su sexualidad a los diecisiete, pero Cruz tenía un año menos, y no se animaba todavía a probar con un flaco. Los años pasaron y se hicieron amigos, nunca viéndose a la cara, pero si mandándose mensajes seguido y chateando por un tiempo. Ariel le había contado de su primera vez con un chabón y Cruz de las noviecitas que tenía. Era una linda relación. Después de dos años, Juan Cruz ya estaba seguro de lo que quería y salió del closet, contándole antes que nada a su hermana melliza y sus dos mejores amigos, Fede y Manu. A este último desde que se lo contó lo sentía más distante, pero su otro amigo se lo había tomado de maravilla. Había llegado el momento, estaba decidido a encontrarse con Ariel, el pibe con el que hablaba hacía ya tiempo y que siempre le había dado curiosidad.

Decidieron encontrarse en el centro, una tarde de verano y de ahí salir a caminar por Puerto Madero. Estaba muy nervioso la primera vez que lo vio, además que era la hora y su cita todavía no había llegado.
- Cruz? – Una voz lo sorprendió de atrás.
- Si jaja, Ari… Que locura verte por fin… - Juan temblaba de los nervios, se habían visto por foto y podía reconocerlo. Le gustó desde el primer vistazo.
- Perdoná por llegar tarde, tuve un par de líos para venir…
La salida terminó en el Jardín Botánico, el primer beso fue raro, pero le encantó. Desde ese día siguieron viéndose varios fines de semana. En cada salida Cruz sentía que aprendía de Ariel algo nuevo, la calentura de los dos era cada vez más grande: Aprovechaban por los bosques de Palermo para revolcarse y chuparse las pijas, cosa que Cruz no lo dudó ni un momento en hacerlo, se rozaban, acariciaban, besaban, jugaban a que nadie los viera tocarse… No les importaba nada, no les importaba que la gente los viese caminar de la mano, se sentían bien el uno con el otro. Y esta tarde de calor estaban los dos dispuestos a garchar.


Los dos estaban tirados en la cama de sábanas rojas, mirándose, se veía el morbo en sus caras. No querían a nadie más. Empezaron a besarse despacio, dándose besos profundos de lengua y sacándose las zapatillas y medias sin ayuda de sus manos. Cruz, que estaba encima del otro le sacó la remera a su amante y siguió chupándole el cuello, y bajando despacio por su pecho, por sus pezones. Ariel suspiraba, mientras el rubio continuaba bajando despacio por su vientre y haciendo movimientos circulares con la lengua. El morocho tomó a Juan Cruz por la cintura y con un movimiento le sacó la camiseta. Se rozaban y besaban piel con piel, panza con panza. Cruz continuó bajando hasta llegar a los jeans de su chico y los sacó despacio para poder admirar un bulto ya erecto. Comenzó el acto oliéndolo con bronca, sintiendo todo ese pedazo, mientras con ambas manos lo tomaba de la cintura y lo apretaba contra el colchón. El otro estaba con los ojos cerrados, relajándose de a poco, así que tomó al rubiecito por la cabeza y lo acercó a su verga con fuerza. Cruz que no aguantó más le arrancó los boxers y comenzó a saborear el tronco de su amigo, empezando por los huevos, succionándolos y haciendo jueguitos con la lengua. De a poco fue disfrutando del tronco, dándole suaves lamidas a lo largo. Ariel tenía una pija bien larga, se había sacado la lotería, y la disfrutaba a full. Rápidamente tomó con una mano la chota del morocho metiéndosela de lleno en la boca y empezando a subir y bajar, primero despacio y después con más ganas, cosa que hizo que su compañero empezara a gemir. Ariel hizo reincorporarse a Cruz para hundirle un profundo beso y cambiarlo de lugar. Ahora era Cruz el que no tenía pantalones y, ya en bolas, el morocho con toda su experiencia comenzaba a hacerlo gozar con una buena chupada de pija y paja a la vez. Cruz ayudaba elevando su blanca cintura hacia arriba, a lo que el otro comienza a girar su cuerpo sobre si mismo quedando los dos en una posición perfecta para hacer un sesenta y nueve. En pleno acto, ambos disfrutaban a la vez de los fluidos del otro. La poronga de Ariel entraba y salía de la boca del rubio tan profundo que llegó a provocarle arcadas, mientras que en la otra punta de la cama el morocho se babeaba tranquilo con la pija algo más corta de Cruz. Este ya no podía aguantar,
- Pará un toque. – Si seguía así iba a acabar. Ariel se dio cuenta de esto y se incorporaron, quedando acostados cara a cara.
- Querés que empezemos hermoso?
- No se…- Iba a ser su primera vez, se habían pajeado y peteado varias veces, pero nunca se lo había llegado a garchar- No se si estoy seguro todavía…
- Jaja, quedate tranquilo Cruz. Si te duele me decís que pare.

Ciudad de Putos (Relato gay) - Parte 1

Ariel dejó a Cruz un momento solo en la cama y fue a la otra punta a buscar una cajita de forros y una botellita de gel lubricante. Se volvió a acostar junto a él y lo besó profundamente. Volvían a tranzarse y sus porongas empezaban a revivir. Cruz, que ya se sentía más seguro, agarró a su compañero de la pija y con suaves movimientos lo incitó a pararse fuera de la cama. Ariel tomó al otro por la cintura y lo hizo girar, dejándolo en cuatro y de espaldas a él. Con los dedos ya lubricados y un forro cubriéndole la chota, empezó a darle forma a su agujerito del culo, cosa que Cruz devolvía con suspiros profundos.
- Tu cola es perfecta – Le tiró Ariel a Cruz. – Que buena vista tengo de acá.
- Jaja, se que te encanta… Rompémela nomás si tanto te cabe.
Este comentario hizo que el morocho empezara a meter sus dedos de a uno en el apretado culito de Cruz, que no dejaba de suspirar. Su pija seguía al palo, y estos movimientos lo hacían pensar que en cualquier momento iba a explotar. Dos dedos de Ariel tenía ya adentro, con un esfínter que estaba empezando a dilatarse. El morocho por su parte respiraba con morbo, totalmente al palo dispuesto a penetrar. Cruz gemía, lo que hacía que él se calentara más. Ariel no aguantó más y de a poquito fue metiendo la cabeza de su verga de 19cms en el culito virgen de Cruz. Este pegó un grito que no se sabe si fue de placer o dolor. Las manos del rubio tiraban fuerte de las sábanás y hacían fuerza contra el colchón. Ariel lo seguía penetrando, mordiéndose los labios de placer. Ambos sudaban. Juan Cruz se dio cuenta que el pedazo de carne de su amigo estaba totalmente adentro porque sintió los pelos de su chota raspándolo en el orto, y sus huevos golpeando contra su piel. Ya estaba todo adentro, el dolor se había terminado. Inconcientemente una sonrisa linfómana brotó de la cara de Cruz. Ariel que podía verlo por el espejo que tenían enfrente, no lo pensó dos veces, y empezó a desprenderse del cuerpo de su amante hacia atrás. Esta vez para Cruz el dolor fue más fuerte, no podía contenerlo más.
- Pará pará!
Pero Ariel no le hizo caso y volvió a penetrar al rubio que se moría de dolor. Sentía cada movimiento mientras el pene de su amigo iba desvirgándole de a poco su cerrado culito. No podía soportar ese ardor. Le quemaban las entrañas. Así continuo un rato. La pija de Cruz estaba totalmente dormida, pero poco a poco sintió como esa sensación de tener una poronga bien grande adentro del cuerpo le empezaba a gustar. Su chota comenzó a revivir hasta ponerse dura como una piedra. La garchada se volvía cada vez más intensa y ya no era dolor lo que sentía sino placer. Sin darse cuenta comenzó a gemir. Le gustaba, la estaba pasando muy bien. Ariel lo notó, por lo que empezó a darle con más bronca, recostándose sobre la espalda de Cruz. Este que sentía la piel del morocho encima suyo por completo, se fue dejando caer contra la cama, hundiendo la cabeza y su cuerpo en el colchón. Sentía la respiración de Ariel contra su nuca. Así siguieron dándose masa los dos ahora arriba de la cama. Los movimientos aflojaron un toque y Cruz aprovechó para proponerle al morocho cambiar de lugar. Recostó a su amigo sobre la cama y se sentó sobre su cintura, mirándolo cara a cara. Hundiéndolo en besos tomó la pija de su amigo y se la empezó a frotar contra su propio culo que aún seguía dilatado. Ariel se sorprendió por el acto del rubiecito y lo abrazó con fuerza. Ayudándose entre ellos, Cruz terminó sentándose de un solo movimiento sobre la chota de su amigo que lo terminó perforando de lleno. Ya no le dolía, le gustaba, y en esa posición sentía que ahora era él quien tenía en control. Jugando comenzó a cabalgar sobre ese pedazo de verga. A Ariel le encantó y correspondió a cada uno de los movimientos de Cruz. Arriba, el rubio sentía que lo tenía dominado y gemía como el más puto. Era una reina. Le daba mucho placer que le rompiesen el culo y el poder manejarse. El morocho en un movimiento rápido abrazó de la cintura al rubiecito para dejarlo quieto y levantó su pelvis con ira. Cruz no pudo contener un grito de dolor, pero no paró de moverse, ahora cabalgaba a toda velocidad. Ambos gemían, ambos sudaban, y en pleno éxtasis Ariel empezó a chuparle la poronga a su amigo que estaba bien al palo. Sentía como sus fluidos calientes llenaban su boca, metiéndose y sacándose esa verga, mientras que por su propio pedazo un rubio jugaba a hacerse coger con sus caderas. Lo hacían con placer, a la vez que con cariño. Hilos de líquido preseminal salían desde la punta de la poronga de Cruz hasta la boca de Ariel. Este último tuvo en cuenta eso y comenzó a pajearlo con ganas. Cruz ya no daba más, y no pudo contenerlo. Después de un par de sacudidas de su verga, un rubio ya en el clímax comenzaba a tener contracciones. Chorros de leche empezaron a brotar de adentro suyo, dirigiéndose a la boca de Ariel que se los relamía y tragaba. Cruz aflojó con sus movimientos, pero no podía dejarlo a su amigo así, por lo que hizo un último esfuerzo para seguir haciéndose garchar por el morocho hermoso. Ariel se dio cuenta que el chico que tenía encima empezaba a moverse más tranquilo, por lo que sin pensarlo lo agarró de la cintura, y giraron sobre su cuerpo dejándo al rubio abajo suyo. Ahora le daba con bronca, no faltaba mucho para que acabase. Cruz por su lado con su poronga dormida lo contenía sobre si mismo. En un par de penetraciones bien profundas Ariel se dispuso a acabar.
- Esperá – Dijo Cruz – No acabés!!
Ayudó a salir a su amigo de adentro suyo, le sacó el forro, y comenzó a pajear su poronga y a relamerla. Acto seguido espesos chorros de leche caliente emanaron del trozo de burro de Ariel que cayeron en el pecho poco peludo del rubio. Luego del orgasmo, relajados, se unieron en un profundo beso y se recostaron uno sobre el otro. Satisfechos, ambos se ducharon y siguieron disfrutándose. Volvieron a pajearse pajo el agua y recostarse en el baño.

Culo

Cuando se terminaba el tiempo, dejaron el telo rumbo a la estación para volver a sus casas.
- Tengo que decirte algo Cruz.
- Qué pasa?
- Te quiero - Sonaba sincero – La verdad la paso bien con vos y da para que no se corte - Felicidad fue lo que sintió el rubio al escuchar esas palabras.
- Yo también te quiero Ari.- El tren había llegado a la estación del morocho, ambos se pararon para acompañarse hasta la puerta.
- Nos vamos a volver a ver, no?
- De una- Le dijo Cruz sonriendo y se despidieron en un abrazo.
Ya viendo Cruz a Ariel fuera del tren caminaba hacia atrás para no perderlo de vista, mientras el otro desde afuera lo saludaba con la mano hasta perderse de vista ambos en el horizonte. “La verdad que este pibe vale la pena, me siento muy bien con él” pensaba Cruz volviendo hacia su casa, sin saber que lo más probable fuera que no lo fuese a ver nunca más.

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Espero que les haya gustado y también leer sus críticas gente ! ;)
Parte dos : http://www.poringa.net/posts/gay/1995971/Ciudad-de-Putos-_Relato-gay_---Parte-2.html

3 comentarios - Ciudad de Putos (Relato gay) - Parte 1

marmabmar
La verdad muy pero muy bueno!!!!!!!!